TITULO: Cartas Olvidadas - Hacia el fin del salvaje oeste en Twitter,.
Hacia el fin del salvaje oeste en Twitter,.
La nueva Ley de Servicios Digitales frenará en la UE las pretensiones de Elon Musk de convertir la plataforma en una red donde casi todo valga,.
foto / Esta semana una noticia sacudía, al tiempo, el mundo de las finanzas y las redes sociales. Elon Musk, el magnate detrás de empresas como Tesla o SpaceX, adquiría Twitter (229 millones de usuarios) por la nada desdeñable cifra de 41.600 millones de euros. Llevaba semanas coqueteando con la compra de la plataforma, de la que es un usuario muy activo -un solo comentario suyo puso en órbita el bitcoin-, hasta que finalmente completó la oferta. Declarado «absolutista de la libertad de expresión», se ha comprometido a reducir la moderación en la red social, argumentando que «la libertad de expresión es la base de una democracia funcional y Twitter es la plaza pública digital donde se debaten asuntos vitales para la humanidad».
Para Diego Naranjo, responsable de Políticas de la asociación European Digital Rights, el razonamiento es engañoso. «Lo que quiere decir -explica- es que es absolutista para el más fuerte». Cree Naranjo que la intención de Musk con la compra de la plataforma es acercarse a ese salvaje oeste donde «no hay reglas, yo soy el individuo y yo decido, y el Estado no se puede inmiscuir. Parece muy moderno, pero es lo más antiguo que hay: la ley del más fuerte», desarrolla.
Y pone un ejemplo: «Si tu eres Musk, puedes dedicarte a hacer tuits insensibles e incluso dañar a personas, es tu libertad de expresión. Pero si eres el afectado, alguien con menos recursos, al que pueden destruir su carrera profesional, eres una víctima». Su asociación, continúa, abandera «una regla que siempre hemos defendido, que los derechos humanos sean parte fundamental de cómo se regulan los contenidos que se publican en las plataformas». De ahí que siempre haya insistido en que una parte de los ingresos que obtienen las plataformas se invierta en que se procure una moderación de los contenidos que proteja a las víctimas.
Es precisamente uno de los aspectos en los que hace hincapié la nueva Ley de Servicios Digitales (DSA, por sus siglas en inglés) que acaba de aprobar la UE, cuya puesta en marcha está prevista para 2024. La nueva norma pone freno a las pretensiones que Musk tiene sobre Twitter, al obligar a las grandes redes sociales, entre otras cosas, a incrementar su inversión en moderación -deberían abonar una tasa anual del 0,05% de sus ingresos para financiar esta vigilancia- y a hacer más transparentes sus algoritmos, con riesgo de multas de hasta el 6% de la cifra de negocios global de las empresas que incumplan la norma.
Libertad para los poderosos
Si Twitter quiere seguir operando en la UE, tendrá que acatar sus normas, como ya ha advertido el comisario europeo Thierry Breton. «Sus pretensiones», comenta Miquel Peguera, experto de Derecho de Internet de la Universitat Oberta de Catalunya, «colisionan no solo con esta ley, sino con mucha normativa europea que incentiva la moderación de contenidos», dice Peguera, que hace hincapié en que Musk también ha dejado claro que él por libertad entiende «todo lo que no sea ilegal». En este sentido, Javier Valls, profesor titular de Derecho Penal en la Universidad de Granada, considera que el conflicto «no es para tanto». «Toda red social nueva parte de la escisión de un grupo de gente de otra red social, asegurando que van a conseguir más libertad. En el momento que esa red social consigue un poco de éxito, al final se acaban poniendo límites», argumenta.
No en vano, recuerda Valls, que este 'adalid' de la libertad de expresión bloqueó a un usuario en sus redes que no hacía más que dejarle en evidencia exhibiendo los innumerables trayectos que cubría el dueño de Tesla en avión privado. «La libertad de expresión es esencial para el sistema democrático, pero siempre hay un límite: el código penal y los derechos fundamentales», insiste. Para Óscar Fuente, CEO y fundador de la escuela de negocios IEBS, lo que Musk pretende es «controlar una plataforma que le permite llegar a audiencias gigantescas y condicionar corrientes de opinión». Y va más allá: «Habla de libertad de expresión, pero de la suya».
Dice Musk que su intención es acabar con los 'bots de spam' -creadores de 'basura digital'- y autentificar a todos los humanos. Naranjo lo ve complicado. «Si no lo han hecho ya es que es muy difícil; al fin y al cabo los bots se usan para desinformar o radicalizar». En cambio, para Fuente, la clave puede estar ahí. «Si algo hay que reconocer a Musk es que tiene un equipo increíble, así que yo creo que sí va a poder verificar las cuentas. Si tengo que probar mi identidad y, cuando diga algo, tengo que ser responsable y responder, la toxicidad va a bajar mucho», apunta el CEO de IEBS.
En todo caso, ¿puede acabar la DSA haciendo que las plataformas huyan de la Unión Europea? «Lo dudo bastante -responde Naranjo-. Es raro que estas compañías quieran perder unos 440 millones de clientes. Como mucho pueden hacer lo que hizo Facebook, que es distinguir usuarios de primera categoría, con los datos un poco más protegidos, y de segunda». A juicio de Fuente, todo esto no va más que «acelerar la transición a la economía descentralizada. El futuro pasa por una red blockchain donde no haya nadie que controle y todos seamos controladores».
Las redes sociales estarán obligadas a motivar la retirada de contenidos,.
Cuenta Diego Naranjo, responsable de Políticas de la asociación European Digital Rights, que el resultado de la nueva Ley de Servicios Digitales es «menos ambicioso» de lo que esperaban. A su juicio, lo mejor de la nueva normativa es que se mantiene la prohibición de que las plataformas vigilen 24 horas al día las informaciones que en ellas circulan. «Pensamos que eso hubiera llevado a estos servicios a convertirse en policía y juez», afirma. Además, «hay una mayor transparencia en los anuncios 'online' y en los algoritmos, de cara a que la Comisión Europea y la sociedad civil puedan entender cómo funcionan».
Sin embargo, Naranjo cree que la normativa se queda corta en lo que se refiere al uso de datos sensibles para mostrar anuncios personalizados o a la hora de limitar el seguimiento a los usuarios cuando navegan por la web.
Por otro lado, la nueva normativa hace más responsable a las plataformas sobre los contenidos que se publican en sus servicios. ¿Habrá más censura? «Esperamos que no. Es cierto que las plataformas van a tener que reaccionar de forma más rápida, pero también van a tener que dar más explicaciones», apunta Naranjo.
Más controvertido es el apartado llamado 'Medidas especiales en tiempos de crisis', surgido al calor de la invasión de Ucrania, en el que, si lo considera, la Comisión Europea pueda limitar cualquier amenaza urgente en un periodo de tiempo de tres meses. «Entendemos que hay escenarios así -dice Naranjo-, pero nos preocupa que se le dé al Ejecutivo una especie de carta blanca». Por su parte, Javier Valls, profesor titular de Derecho Penal en la Universidad de Granada, explica que siempre hay matices. «En una situación normal, claro que es preocupante. Un año antes de la pandemia te hubiese dicho que es superpeligroso ese control estatal, pero en situaciones excepcionales como el asalto al Capitolio, las cosas cambian. Es muy complicado».
TITULO: Cartas en el Cajon - Asi mueren los grandes partidos en francia,.
Asi mueren los grandes partidos en francia,.
Las presidenciales francesas dejan al PS y a Los Republicanos en la UVI tras años de desgaste en el poder y divisiones ideológicas que Macron ha aprovechado para consolidarse en el centro,.
foto / Todo tiene un fin. Los partidos políticos nacen, crecen, a veces se reproducen, viven éxitos y sinsabores, y mueren. Un día lo controlan todo: el Ejecutivo y el Legislativo, y sus hombres y mujeres llevaban las riendas del país, y son temidos y adulados. Al día siguiente, no queda nada.
El hundimiento en Francia de Los Republicanos (LR), el gran partido de la derecha modera en Francia, y del Partido Socialista (PS), es la historia de cómo dos partidos hegemónicos desde hace casi 40 años ha terminado, en las elecciones presidenciales de este mes de abril, con unos apoyos más propios de grupúsculo extraparlamentario. Es el fin de una época, en la que los hermanos franceses del PP y el PSOE se turnaban en el poder y coincidían en lo básico: el europeísmo, la economía de mercado regulada por el Estado y la voluntad de mantener a la extrema derecha alejada del poder.
Todo esto ha terminado. Hace una semana, el 10 de abril, la candidata de LR, Valérie Pécresse, obtuvo un 4,7% de votos en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. A la candidata socialista, Anne Hidalgo, la votó un 1,7% del electorado. En París, la ciudad de la que Hidalgo es alcaldesa, alcanzó el 2,2%.
Para hacerse una idea del descalabro, basta comparar lo que sumaron ambos partidos en las elecciones de los últimos 15 años. En 2007, el conservador Nicolas Sarkozy y la socialista Ségolène Royal captaron juntos al 56.9% del electorado. En 2012, Sarkozy y François Hollande, un 55,7%. La caída comienza en 2017, cuando un 26,3% de votos van a François Fillon y Benoît Hamon. Fue año de la victoria de Emmanuel Macron. Y el prólogo de la catástrofe actual.
Todo era susceptible de empeorar y todo empeoró. En 2022, Pécresse e Hidalgo han sumado un 6,4%. Ni una ni otra llega al umbral del 5%, que les habría permitido recuperar la mitad de los gastos de campaña: el descalabro no es solo electoral. También es financiero.
“Ni el PS ni LR se han recuperado de la elección presidencial de 2017″, resume el historiador Michel Winock. “En los últimos años, la derecha no supo afirmar su identidad ante el presidente Macron. Como le ha ocurrido a la izquierda de gobierno, se ha dividido profundamente entre dos tentaciones: el apoyo a la corriente identitaria de la extrema derecha, y la adhesión a las reformas de Emmanuel Macron. Y con un punto en común con los socialistas: la ausencia de un jefe carismático, de un auténtico líder”.
Manuel Valls, que fue primer ministro socialista entre 2014 y 2016 y después abandonó su partido de toda la vida para acercarse al movimiento de Macron, afirma: “Hay tendencias similares en todos los países occidentales y en las democracias avanzadas”. Valls cita, para explicar la crisis de los viejos partidos, tres momentos históricos.
El primer momento, según el político franco-español, es la caída del Muro de Berlín en 1989, que deja a la socialdemocracia sin un adversario, el comunismo soviético, que le permitía erigirse en el defensor progresista de la democracia contra el totalitarismo. El segundo son los atentados islamistas del 2001 y el miedo identitario en el nuevo siglo a un mundo sin fronteras y plagado de amenazas. El tercero es la crisis financiera de 2008 que se ensañó con las clases medias. “En este contexto”, observa Valls, “la derecha o la democracia cristiana, y la socialdemocracia se ven golpeadas por estos fenómenos”.
Los dilemas internos
En Francia, ya antes del declive de estos partidos, existía un caldo de cultivo que la distinguía de otros países. Algunos consensos eran más aparentes que reales. Los franceses aprobaron en 1992 por los pelos el Tratado de Maastricht en un referéndum: 51% a favor y 49% en contra. Y en 2005 rechazó el Tratado Constitucional de la UE con un 54,7% de votos en contra frente a un 45,3% a favor. El sistema era frágil.
El PS jamás resolvió el dilema entre sus almas reformista y revolucionaria. LR, como sus antecesores, la UMP y el RPR, también tenía varias almas, las famosas tres derechas sobre las que teorizó el historiador René Rémond: la bonapartista (cesarista y económicamente intervencionista), la orleanista (liberal), y la legitimista (monárquica y antirrevolucionaria).
Valls sitúa el inicio del fin en 2012, cuando el socialista Hollande accede a la presidencia con el propio Valls como hombre fuerte del Gobierno. “Las contradicciones estallaron por no haber entendido los fenómenos sociales o identitarios que mencioné antes, sumadas al ejercicio del poder, a la oposición interna en el PS y a la crisis del liderazgo de Hollande”, dice el ex primer ministro y exconcejal en Barcelona.
El resultado de aquel quinquenio, marcado por las querellas entre el ala reformista y el ala rebelde, fue que Hollande, con la popularidad en caída libre, renunció a presentarse. “Dejó un vacío en la socialdemocracia”, sostiene Valls, quien se presentó a las primarias para la presidencia y las perdió ante el izquierdista Hamon.
La caída de LR fue más progresiva. En 2017, su candidato, Fillon, era el favorito para la presidencia. Hasta que un escándalo por los empleos ficticios de su familia enterró su campaña. El escándalo dejó al desnudo un partido carcomido por las batallas de egos y los casos de corrupción. Y permitió a Macron recoger los restos durante su quinquenio: sus dos primeros ministros, Édouard Philippe y Jean Castex, provienen de la derecha.
El historiador Alain Bergounioux resume: “El debilitamiento de la izquierda socialdemócrata y de la derecha liberal en 2022 responde a un desgaste por las políticas que hicieron en el Gobierno, y por la realidad de una oferta política nueva que sacudió un campo en el que los partidos ya eran frágiles. Mucha gente sigue identificándose como de derechas o izquierdas, pero la división política ya no es izquierda clásica y derecha clásica”.
Lo que queda es un escenario tripartito: el centro amplio de Macron, la extrema derecha de Marine Le Pen y la izquierda populista de Jean-Luc Mélenchon. Habrá que esperar a las legislativas, que se celebran unas semanas después de la segunda vuelta entre Macron y Le Pen el 24 de abril, para saber si el PS y LR sobreviven, se refundan o se extinguen para siempre.
Divorcio entre lo local y lo nacional
“No exageremos”, tercia Bergounioux cuando se le plantea la hipótesis de la muerte de estos partidos. Y observa: “Hay un divorcio entre lo local y lo nacional”. Tiene razón: el PS y LR aún dominan el poder municipal y conservan —en el caso de los socialistas, junto a los ecologistas— las principales ciudades de Francia. LR controla el Senado. Y ambos gobiernan las regiones. “La pregunta”, prosigue Bergouniox, “es si lo local podrá subsistir si LR y el PS son débiles en lo nacional”.
El otro interrogante es si crisis de los partidos de la V República, fundada en 1958 por el general De Gaulle al adoptar la actual Constitución, equivale a una crisis de este régimen. Winock lo duda, aunque avisa de que la sacudida que representaría la victoria de Le Pen hace imposible cualquier previsión rigurosa. Y concluye: “No veo a la V República hundiéndose tan rápido. Pero, para durar, debe ser más democrática en la práctica, porque los poderes del presidente, que ni siquiera es responsable ante el Parlamento, son excesivos”.
TITULO : REVISTA TENIS - Nadal recobra la alegría en Melbourne,.
Nadal recobra la alegría en Melbourne,.
Nadal - foto,.
El español (7-6 y 6-3 a Cressy) gana un título tras ocho meses de sequía, a solo una semana del Open de Australia. Suma 89 trofeos, al menos uno por año desde 2004,.
Necesitado de alegrías, de buenos estímulos y de un empujón anímico para invertir la tendencia negativa de los últimos tiempos, Rafael Nadal logró un título vitamínico en Melbourne a las puertas del Open de Australia, que comenzará el día 17 empañado por el caso Djokovic. El litigio entre el serbio y el país oceánico ha desviado el foco estos días de las pistas, mientras el grueso de los jugadores se afilaba en los torneos preparatorios y el español (7-6(6) y 6-3 a Maxime Cressy, en 1h 47m) volvía a mordisquear un trofeo después de casi ocho meses. No lo hacía el balear desde el 16 de mayo, entonces en el Foro Itálico de Roma, y pese al rango menor de este último logro –un ATP 250, la cuarta categoría del circuito masculino–, a Nadal le sabe a gloria.
Lo saborea el número seis, puesto que los últimos meses se han traducido en un verdadero calvario para él: casi medio año de parón por la lesión en el pie izquierdo (síndrome de Müller-Weiss), demasiadas ausencias (Wimbledon, Juegos, US Open, Copa de Maestros, Davis…) y un retorno frustrado por la covid-19, con solo dos partidos de aperitivo en Abu Dabi –derrotas contra Andy Murray y Denis Shapovalov– y luego más de una semana de encierro en el hogar de Porto Cristo, hasta que rindió al coronavirus. Repuesto del último golpe, voló el 29 de diciembre a Melbourne y tras seis días de entrenamientos y tres victorias, volvió a reencontrarse con el éxito.
“Estos últimos meses han sido realmente muy, muy complicados”, admitió el campeón de 20 grandes. “Ha habido muchas dudas y las sigue habiendo, no nos vamos a engañar”, continuó. “Pero es un comienzo positivo y estoy satisfecho. He pasado por muchos momentos difíciles y recoger la recompensa con un título siempre vale la pena”, valoró Nadal, ya con 89 trofeos en sus vitrinas –tres más que Novak Djokovic (86), solo por detrás de Jimmy Connors (109), Roger Federer (103) e Ivan Lendl (94)– y que con este último enlaza 19 temporadas consecutivas festejando al menos un premio.
El primero llegó en Sopot, el 15 de agosto de 2004, con 18 años y en su tercer curso como profesional; frente al argentino José Acasuso. Defiende el español un registro único. Djokovic, de conseguir uno en este 2022, prolongaría su racha hasta los 17 años, mientras la secuencia del suizo Federer quedó en 15 (de 2001 a 2015). “Evidentemente, después de todo a lo que me he tenido que enfrentar, la cifra significa mucho. Es especial. Ganar siempre es especial, sea el torneo que sea, porque al final es un título más para mi currículo”, subrayó el de Manacor, con un 70,6% de acierto en las finales que ha disputado hasta ahora (89 ganadas, 37 perdidas), únicamente a rebufo del estadounidense Pete Sampras (72,7, 64-24), el australiano Rod Laver (71,9%, 69-27), el sueco Björn Borg (71,7%, 66-26) y el ingobernable John McEnroe (71%, 76-31). Nole (69,7%, 85-37) sigue su estela.
A una semana del Open, el mallorquín recuperó la alegría que tanto se le negaba. En cualquier caso, el ensayo inicial de Melbourne tampoco permite extraer demasiadas conclusiones, más allá de que el pie ha respondido correctamente y de que sigue faltándole rodaje para guerrear otra vez contra los más fuertes. Ricardas Berankis (104º), Tallon Griekspoor (65º) y Cressy (112º) suponen un baremo insuficiente. Los indicios son positivos, eso sí.
“El partido de hoy [por el de este domingo] ha sido el mejor, sin duda”, apreció tras salvar una bola de set en el primer parcial, y de sellar el duelo con 33 golpes ganadores y solo siete errores. “Creo que, poniéndola dentro del contexto, esta semana de preparación ha sido fantástica”, prosiguió antes de insinuar dónde se encuentra y zanjar: “Entiendo que las expectativas siempre son altas porque al final he conseguido lo que he conseguido en mi carrera, pero sé de dónde vengo y esta vez vengo con un approach un pelín diferente, a intentar que me sirva cada día, cada entrenamiento. Hoy día no me siento un candidato real para lo que pueda venir dentro de una semana. Después, nunca se sabe…”.
Al margen de la celebración del balear, el cierre semanal dejó la derrota de España en la final de la ATP Cup, el torneo por selecciones que se disputa desde hace tres años en la antesala del Open. En la apertura de la serie definitiva, Shapovalov venció a Pablo Carreño (6-4 y 6-3) y después Felix Auger-Aliassime derrotó a Roberto Bautista (7-6(3) y 6-3). Por otra parte, la local Ashleigh Barty logró su segundo título en Adelaida y Simona Halep (Melbourne 1) y Amanda Anisimova (Melbourne 2) comenzaron con buena nota la temporada. Mientras tanto, Paula Badosa y Garbiñe Muguruza competirán a partir de esta madrugada en Sídney.
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