martes, 4 de febrero de 2014

ENTREVISTA , La biógrafa del presidente disecciona su 'affaire' amoroso': "La situación de Hollande es dramática"/ A FONDO, Felipe de Edimburgo. El caballero en la sombra,.


  1. Cuando-foto- Hollande solo era líder de su partido, nadie tenía muy claro cuál era su postura. ... La situación es dramática, no le queda otra opción.
     
    Entrevista

    La biógrafa del presidente disecciona su 'affaire' amoroso': "La situación de Hollande es dramática"

    Pocas personas conocen tan bien la élite de la política francesa como Raphaëlle Bacqué. Periodista del diario 'Le Monde', no solo ha escrito la biografía de François Hollande; también la de su primera compañera Ségolène Royal, la de Dominique Strauss-Khan... Nada mejor que charlar con ella para saber las consecuencias que tendrá el 'affaire' del presidente con la actriz Julie Gayet. Escuchemos.
    Bacqué, de 49 años, es periodista en el diario parisino Le Monde y autora de numerosos libros sobre la trastienda de la política francesa. Suya es una de las últimas biografías sobre el actual presidente, titulada Hollande, la transition tranquile ('Hollande, la transición tranquila'), pero también ha escrito libros sobre el expresidente Jacques Chirac, sobre la primera pareja de Hollande Ségolène Royal, sobre Dominique Strauss-Khan...
    XLSemanal. Usted conoce como pocos la élite de la política francesa. ¿Le ha sorprendido Hollande?
    Raphaëlle Bacqué. Su personalidad es difícil de analizar. Pocos lo conocen de verdad. Siempre ha tenido mucho cuidado de no comprometerse con nada. Cuando Hollande solo era líder de su partido, nadie tenía muy claro cuál era su postura. No se le puede identificar con un núcleo duro, con un armazón de ideas y principios.
    XL. ¿Con estas palabras está describiendo a un pragmático o a un oportunista?
    R.B. La frontera entre esos dos términos es muy difusa. Hollande es un socialista moderado y proeuropeo... por ahora no ha demostrado mucho más. Su perfil personal y político es bastante más impreciso que el de sus predecesores. Llegó al cargo casi como un libro en blanco, como un hombre sin convicciones firmes ni rasgos definidos.Hollande solo actúa cuando ya no le queda ninguna salida. En este sentido no es un líder, sino alguien que se mueve por las circunstancias. Eso se podría definir como pragmatismo, sí.
    XL. ¿Diría que Hollande está buscando salir de una situación política y personal desesperada?
    R.B. Está intentando escapar de una catástrofe económica, política y personal inminente. La situación es dramática, no le queda otra opción.
    XL. ¿Tiene alguna posibilidad de recuperarse? ¿Su rueda de prensa en el Elíseo le pareció convincente?
    R.B. El alivio de la presión fiscal sobre las empresas, el paso de una política de exigencias a una política de ofrecimientos en lo económico, en el fondo son cosas que no le convienen ni a su partido ni a la izquierda. Es una decisión de mucho coraje. Pero, al mismo tiempo, Hollande envuelve su voluntad reformadora en una jerga tecnocrática tan fría que la vacía de todo carisma. Su falta de magnetismo personal hace muy difícil que pueda inspirar confianza en el país.
    XL. ¿Su aventura puede hacerle más atractivo? ¿El Hollande seductor gana carisma frente al Hollande político?
    R.B. Tengo mis dudas. Sus escapadas amorosas más bien trasladan a su vida privada la misma falta de determinación que muestra como político: una aversión a comprometerse. Hollande se esfuerza por conservar su libertad individual, como si quisiera sacudirse las ataduras del cargo. Para mí, eso es señal de cierta inmadurez política.
    XL. ¿Está asistiendo Francia al final del «presidente normal», el que Hollande prometió ser durante la campaña electoral contra Nicolas Sarkozy?
    R.B. Así es. Nunca he creído que se pueda seguir siendo una persona normal cuando te eligen presidente. El que pretenda seguir actuando con normalidad está equivocado.
    XL. ¿Por qué ha corrido ese riesgo? ¿Por qué se ha expuesto a que lo descubran durante sus escapadas para ver a su amante? Su aventura tiene algo de ridículo y, para un político, eso es letal.
    R.B. Hollande es un político que siempre ha mantenido una relación cómplice con la prensa. Pero su baja popularidad lo ha vuelto vulnerable. Estar en valores negativos récord también implica la pérdida de crédito en los medios de comunicación.
    XL. ¿Está desapareciendo ese respeto por la figura del presidente, esa tendencia a no atacarlo por ciertas cuestiones?
    R.B. El respeto a la esfera privada continúa. Pero en Francia existe desde hace algún tiempo un tipo de prensa que ha renunciado a esa complicidad entre políticos y periodistas. Es algo que Hollande no ha valorado bien.
    XL. ¿Es posible que estos líos de faldas consigan despertar la admiración de la gente precisamente porque es algo que nunca se hubiese esperado de él?
    R.B. En su caso, ese mecanismo no funciona porque su comportamiento recuerda a Sarkozy, que perdió la Presidencia porque muchos franceses ya no soportaban su hedonismo ni esa búsqueda de la felicidad desde la más alta instancia del Estado. La izquierda no tolera que la realización personal del presidente pueda tener preferencia sobre sus obligaciones morales y políticas para con la nación. El affaire con Julie Gayet le ha hecho un daño enorme a Hollande.
    XL. Durante la campaña electoral, Hollande prometió mantener un comportamiento modélico si llegaba a ser presidente. ¿Su aventura puede suponerle un problema extra por ese motivo?
    R.B. No es cuestión de moral sexual, los franceses no se han vuelto puritanos de la noche a la mañana. Un romance no les sorprende. El problema es político: ¿cómo saca el presidente tiempo para sus distintas relaciones de pareja en medio de una crisis cuya salida le exige todas sus energías?
    XL. Pero durante su reciente aparición ante la prensa sí logró mantener los temas políticos en el primer plano.
    R.B. Una puesta en escena montada en una de las majestuosas salas del palacio del Elíseo no logra acallar los chistes que los franceses hacen en todos los cafés y mercados del país. La aventura de Hollande deja mucho margen para la vulgaridad. Y contra eso nada puede hacer un giro político anunciado con un estilo formal propio del Vaticano. El contraste entre su seriedad política y su frivolidad personal arruinó la Presidencia a Sarkozy, no se penalizó tanto su programa como su estilo. Hollande debía haber aprendido la lección.
    XL. Los franceses siguen sintiendo un respeto innegable por Ségolène Royal, la primera pareja de Hollande. ¿Por qué no existe un sentimiento similar hacia Valérie Trierweiler, que permaneció casi una semana ingresada en un hospital después de que el caso saliera a la luz?
    R.B. Ségolène Royal no es solo la antigua pareja de Hollande, también es una política. Valérie Trierweiler, por el contrario, es una periodista de segunda que reivindica cierta influencia política por ser pareja de Hollande. Además, apoyar por Twitter a los rivales de Royal en las elecciones parlamentarias de 2012 le dio bastante mala fama. Los franceses piensan que es celosa y posesiva.
    XL. La protección especial de la que el jefe del Estado disfruta en Francia parece una reliquia heredada de la monarquía. ¿Está teniendo lugar una desacralización? ¿La figura del presidente ya no es un tabú?
    R.B. Los componentes monárquicos residuales que perviven en la República están desfasados. No tienen sentido cuando la confianza en la política se reduce a pasos agigantados y los dirigentes no tienen más remedio que admitir su incapacidad para enderezar la situación. La distinción entre lo público y lo privado es un debate falso e hipócrita. La protección de lo privado vale para cuando el presidente discute con su mujer en la intimidad, pero no cuando le pide a uno de sus guardaespaldas que lo lleve en moto a ver a su amante en plena noche. Y la dignidad perdida no se puede compensar con el boato de una rueda de prensa ante 600 periodistas.
    XL. Hollande ha alegado que las cuestiones privadas hay que tratarlas en privado. ¿Qué hay más privado que enamorarse?
    R.B. A los franceses no les interesa la vida sentimental del presidente. Pero en el comportamiento del jefe del Estado no queda nada de privado desde el momento en el que se hace visible para el público. El tiempo del presidente le pertenece al país, y ese tiempo debe estar al servicio del bien público, no de su felicidad personal.
    XL. Hace unos años, el propio Hollande dijo con tono irónico que en las cosas del amor le iba como en las clases de inglés: regular. ¿Es posible que el cargo le haya despertado una necesidad de glamour? Primero, una política; luego, una periodista; y, ahora, una actriz...
    R.B. En esa trayectoria no veo un ascenso, sino un descenso, una banalización. François Hollande y Ségolène Royal eran una pareja política igualitaria, moderna. Ella se presentó a la Presidencia antes que él. Pero un estadista maduro que busca la compañía de una actriz joven... eso no es ser una persona liberada, eso es ser superficial. La desmitificación del jefe del Estado comenzó con Jacques Chirac, un hombre con ciertos rasgos, digamos, lúdicos en su conducta. Y se aceleró con Sarkozy. Con Hollande ha vuelto al Elíseo.
    XL. Con sus últimas decisiones, ¿Hollande se ha rendido a los dictados de la opinión pública y a la situación económica?
    R.B. Este intento suyo de despejar balones se basa sobre todo en un análisis de la situación política. Está intentando descolocar a la oposición adoptando algunas de sus propuestas económicas, quiere abrirse al centro-derecha. Su intención es desorientar a sus rivales conservadores y dividirlos. Con esta maniobra lo que hace es desarmar a la alternativa política.
    XL. Más amenazador parece el ascenso de la extrema derecha, con Marine Le Pen.
    R.B. Los votos que previsiblemente seguirán pasando al Frente Nacional son una muestra del descontento de la población. En realidad, estos votantes no quieren que los gobierne Marine Le Pen, pero sí que les gusta meterles un poco de miedo a los gobernantes.
    XL. Este mosaico que describe exige más habilidad táctica que visión estratégica.
    R.B. Así lo ve François Hollande, que siempre ha sido un hombre táctico. Y teme más a la calle que a la confrontación política.
    XL. ¿Manifestaciones de protesta, disturbios, huelgas?
    R.B. Los franceses tienen cierta tendencia a la revuelta, a la anarquía espontánea. Y esos movimientos pueden derribar un gobierno. Esas protestas son difíciles de controlar, y eso produce miedo.
    Las mujeres de François
    -Ségolène Royal. La madre de sus hijos
    Royal, de 60 años, fue hasta 2007 la pareja de François Hollande. Con él vivió 25 años, tuvo cuatro hijos y una carrera política común en el Partido Socialista. Fue candidata a la Presidencia en 2007. Cayó frente a Sarkozy, que a su vez perdió con su ex en 2012.
    -Valérie Trierweiler. La amante oficial
    La periodista, de 49 años, usa el apellido de su segundo marido, Denis Trierweiler, viceeditor de Paris Match donde ella trabaja. Conoció a Hollande en las elecciones de 1998. Su relación comenzó en 2000, pero no se hizo oficial hasta 2010. No están casados, pero tiene estatus de primera dama.
    -Julie Gayet. El último lío del presidente
    Gayet, de 41 años, es una actriz con cierto nombre en Francia y mucha afinidad ideológica con Hollande. Su 'amistad' se fraguó en los mítines y, según la revista Elle, fue Thomas el hijo de Hollande y pareja de una amiga de Gayet el que propició su relación. Se encontraban en un loft del número 20 de la Rue du Cirque.


    1. En el paríso de los tabloides y la prensa sensacionalista, Felipe de Edimburgo ha sabido ser la sombra de la reina Isabel sin dar motivos para ...
      El Duque de Edimburgo durante un desfile de las tropas británicas.  
      A fondo

      -fotos Felipe de Edimburgo. El caballero en la sombra

      Sánchez - XL Semanal
      En el paríso de los tabloides y la prensa sensacionalista, Felipe de Edimburgo ha sabido ser la sombra de la reina Isabel sin dar motivos para portadas. Así lo ha conseguido este caballero cascarrabias, ingenioso y lúcido.
      Sus días de jugar al polo y cazar tigres quedaron atrás. Fue aviador, con más de 5000 horas de vuelo. y, sobre todo, navegante. Le queda la memoria. Tiene una mente muy lúcida para sus 92 años. Y afilada. Su humor es cáustico y poco británico. Al fin y al cabo es griego, lo disculpan sus súbditos. Dice lo que le viene a la cabeza y con gracejo. Siempre ha sabido estar porque siempre ha sabido cuál era su lugar. Por eso camina dos pasos por detrás de su esposa.

      -Su madre sufrió esquizofrenia
      Nació en Corfú. Un paraíso que tuvo que abandonar siendo un crío de pecho huyendo del golpe militar que derrocó a su tío, el rey Constantino I. Le hicieron una cuna con una caja de frutas en el barco donde fue evacuada su familia. El destierro amargó a su padre, el príncipe Andrés. La princesa Alicia, su madre, fue internada en un sanatorio suizo aquejada de esquizofrenia. El matrimonio se fue a pique. Su padre dilapidó su fortuna en Montecarlo y sus hermanas mayores se establecieron en Alemania y se casaron con nobles vinculados al nazismo. A él lo mandaron a estudiar a Inglaterra, donde vivió de la caridad de sus parientes. Una vez le preguntaron qué lengua se hablaba en su casa. «¿Qué casa?», respondió.
      -Su noviazgo fue secreto
      Isabel y Felipe se conocieron en 1939 durante una cena en el yate real. Ella era una pipiola de 13 años, prima lejana; él, un cadete de 19, irresistible. Su tío, Lord Mountbatten, que costeó sus estudios, hizo de casamentero. Pero Hitler invadió Polonia y Felipe fue llamado a filas. Sirvió en la Marina.El suyo fue un noviazgo epistolar y secreto. Isabel tuvo otros pretendientes, pero seguía prendada de aquel oficial alto y apuesto que luchaba por Inglaterra mientras dos de sus cuñados lo hacían por Alemania. Felipe sirvió en el Pacífico y en el Mediterráneo manejando baterías antiaéreas. Fue condecorado. Tenía que ganarse el favor de los británicos, que aún así lo miraban con desconfianza. De su experiencia castrense, a Felipe le quedó un poso de no andarse por las ramas.
      -Tonterías, las justas
      Isabel lo esperó hasta el final de la guerra. Y convenció al rey Jorge VI para que diese su beneplácito. Fue una boda de cuento de hadas, retransmitida por la BBC a 200 millones de radioyentes.
      -Su apellido alemán, borrado
      Cuando Isabel II fue coronada, en 1953, Felipe fue obligado a renunciar a su nacionalidad, a sus títulos griegos y daneses, a su religión (era ortodoxo y se convirtió al anglicanismo), a su carrera militar y a sus aspiraciones sucesorias. Y no solo eso. Winston Churchill presionó para que el apellido Mountbatten [traducción inglesa del germano Battenberg] fuese relegado. Los descendientes de la pareja serían Windsor. Felipe protestó, pataleó, pero finalmente claudicó. Y como es típico en él, convirtió la frustración en sorna: «En este palacio pinto menos que una ameba. Soy el único hombre de este país al que se le niega el derecho a darle su apellido a sus propios hijos». Pero se arrodilló ante su esposa y, a pesar del machismo de la época, prometió «ser tu siervo y tu vasallo más fiel». Se convertía así en rey consorte. Y Jorge VI le concedió un premio de consolación: el ducado de Edimburgo.
      -¿Amantes? solo rumores
      Genio y figura... Eso no hay quien se lo quite. La reina fue y sigue siendo la horma de su zapato. «¿Quieres hacer el favor de callarte?», le ha cortado más de una vez. Llevan 66 años casados. Como cualquier pareja han tenido sus altibajos. Y el matrimonio tuvo una crisis sonada en 1956, cuando el duque se embarcó en solitario en un viaje transoceánico. Añoraba el mar. Y estaba hasta las augustas narices de pompa y circunstancia. «Se aburría con las obligaciones palaciegas, los discursos, las cenas de gala», recordaba su secretario privado, Michael Parker. Y empezaron a circular rumores, nunca confirmados, sobre amantes: princesas, condesas y alguna que otra cantante de cabaré. Si hubo algo, Felipe fue discreto en grado sumo. Según una biografía no autorizada, cuando la prensa amarilla se convirtió en el juez supremo de la moralidad en el Reino Unido, Felipe limitó sus escarceos a círculos aristocráticos, herméticos a los paparazis. Pero resulta difícil de creer que en el país de los tabloides no se le haya podido probar ni un desliz.
      Y la familia real no es que tenga bula, como bien saben tres de sus hijos Ana (su favorita), Carlos y Andrés a raíz de sus divorcios. El cuarto, Eduardo, casado con Sofía Rhys-Jones, es el que más se le parece en lo que atañe a discreción. Y es el que heredará su título. Si Felipe fue un tarambana, se anduvo con tiento. Y compañeros de supuestas correrías, como el actor Richard Todd, nunca se fueron de la lengua. También se le atribuyeron tendencias homosexuales. Y el mismo duque se encargó de disiparlas con un sarcasmo de los suyos. En una entrevista le preguntaron por su supuesto romance con el expresidente francés Valéry Giscard d'Estaing. «Giscard es un gran tipo, pero no llegué a alojarme en el Elíseo durante su presidencia. Sí lo hice siendo presidente Vincent Auriol, que era un marica de cuidado».
      -Acusado de la muerte de Lady Di
      Con Lady Diana fue áspero. Pero también lo fue con su propio hijo, que lo temía y lo consideraba más un superior militar que un padre. A principios de 1981, cuando el príncipe Carlos aún estaba soltero, le aconsejó: «Pídele matrimonio o rompe con ella, pero aclárate de una vez». Y una década más tarde medió para que se reconciliaran. E incluso le escribió varias cartas a Lady Di en las que ejercía equitativamente de suegro y padre decepcionado, reprochando a ambos sus aventuras. Cuando Diana murió, la reina y él mantuvieron recluidos durante cinco días a los príncipes Guillermo y Enrique en el castillo de Balmoral para protegerlos de la prensa. Y antes del funeral, viendo que flaqueaban, los animó a caminar junto al ataúd. «Si no lo hacéis, os arrepentiréis el día de mañana. Yo os acompañaré», le dijo a Guillermo.Mohamed Al-Fayed acusó a Felipe de Edimburgo de haber planeado la muerte de su hijo Dodi y de Diana.
      Pero la investigación concluyó en 2008 dictaminando que fue un accidente de tráfico.A Felipe le importa un rábano lo que digan de él, excepto si lo que dicen es falso. En ese sentido obligó a rectificar a un tabloide que publicó que padecía cáncer de próstata. Su salud ha empeorado mucho en estos meses. Pero conserva la percha que enamoró a Isabel. «Siempre has sido mi fuerza y mi guía», le agradeció la reina, emocionada, en el jubileo de 2012. El duque sigue siendo un icono de estilo. Eduardiano hasta la médula. Chaqueta de tweed o cachemira y sombrero de copa cuando la ocasión lo requiere. Y cuando se es el patrón de 800 fundaciones y sociedades, no faltan ocasiones que lo requieran. La casta se le nota en los trajes cortados a medida en Hawes & Curtis, el establecimiento que eclipsa a las sastrerías de Savile Row. Mayordomos y camareros lo adoran. Si le sirven un licor, Felipe comparte una copa con ellos y les da palique. Cuando llegue su hora, ha dicho que no quiere un funeral de Estado. Prefiere un entierro más modesto. Algo acorde con lo que es: «Solo un viejo cascarrabias».




CONOCER SALUD, DAÑOS NEUROLOGOS TRAS EL PARTO, / ¿ QUE HAY QUE TENER EN CUENTA PARA ABORDAR UN OBJETIVO?

TÍTULO: CONOCER SALUD, DAÑOS NEUROLOGOS TRAS EL PARTO,.




Cuando el cerebro de madre hace crack,.
A LOS 40 AÑOS 

Conmoción por la muerte a los 40 años de la mujer del exministro José María Michavila

Un aneurisma relacionado con el esfuerzo del parto de su quinto hijo fue la causa del fallecimiento de Irene Vázquez,.-foto

Si la muerte es siempre un contrasentido, la sensación de sinrazón alcanza dimensiones patéticas cuando acontece en plena celebración de la vida. No entraba en los planes que Irene Vázquez Romero, mujer del exministro de Justicia José María Michavila, desapareciera a sus radiantes 40 años justo cuando acababa de traer al mundo a su quinto hijo, pero esto es lo que ha ocurrido. El 1 de noviembre daba a luz al pequeño Juan y 21 días más tarde fallecía a consecuencia de una hemorragia cerebral relacionada con los esfuerzos del parto. Como en una tragedia griega, la vida y la muerte cruzaban sus caminos cuando nadie lo esperaba.
La noticia, que ha conmocionado a la familia y a buena parte de la cúpula del PP y la alta sociedad madrileña, ha concentrado la atención sobre la atractiva personalidad de Irene. Enormemente vitalista, de carácter alegre y dotada para la comunicación, hoy la echan de menos sus alumnos de la facultad de Periodismo de la ultracatólica Universidad Francisco de Vitoria, donde impartía la asignatura de Habilidades y Competencias para el Liderazgo.
Su trayectoria profesional revela el espíritu inquieto y la vocación de conocimiento y empatía que albergaba. Tras licenciarse en Económicas y Empresariales y cursar un master en Humanidades y Filosofía, Vázquez Romero empezó a trabajar en una agencia de publicidad, pero decidió dejar ese oficio para dedicarse a la docencia y la investigación. Se consideraba a sí misma una «filósofa amateur». Compaginaba las clases con el voluntariado en proyectos solidarios como Redmadre, una entidad dedicada a dar apoyo a madres embarazadas sin recursos. También colaboraba con una revista digital, donde solía publicar artículos con los que decía buscar la promoción de «la cultura de la creatividad».

Dedicatoria de Alejandro Sanz

Sus conocidos, entre los que hay figuras de la vida social, política y cultural del país, la recuerdan como muy amiga de sus amigos. Como Alejandro Sanz, quien dedicó a su memoria el Grammy Latino que le concedieron la semana pasada en Las Vegas. El cantante no pudo estar en el entierro de su amiga, pero sí en la misa de funeral que se celebró el miércoles en Pozuelo de Alarcón (Madrid), y que contó con la presencia de los políticos José María Aznar y su mujer, Ana Botella; Ana Mato, Esteban González Pons y Esperanza Aguirre, y figuras de la vida social como el torero Enrique Ponce y su mujer, Paloma Cuevas, así como Paloma Segrelles y María Zurita.
También se desplazó desde Barcelona Shakira, amiga de la familia desde que Michavila se convirtiera en su abogado. Tras abandonar la cartera de Justicia, que dirigió entre el 2002 y el 2004, el exministro empezó a hacerse cargo de los asuntos legales de artistas como Sanz, Shakira, Miguel Bosé Pablo Alborán.
En 1993, con apenas 20 años, Irene se casó con Michavila, con Aznar como testigo, y dio pronto a luz a su primera hija, que hoy tiene 19 años. Luego vendrían dos niñas y un niño más, hasta que ocho años después de nacer el menor volvió a quedarse embarazada. La familia se preparaba para volver a celebrar la llegada de un nuevo miembro, pero un aneurisma del que nadie tenía noticia se ha cruzado en el camino. Premonitoriamente, el último artículo que Irene publicó en la revista donde colaboraba llevaba por título: «Nunca diréis morir».etc.

TÍTULO: ¿ QUE HAY QUE TENER EN CUENTA PARA ABORDAR UN OBJETIVO?

  1. Debo tener en cuenta si reúno fuerzas suficientes para conseguirlo. Y mirar al resto para saber si fruncen solo el ceño o, por el contrario, ...

    ¿Qué hay que tener en cuenta para abordar un objetivo?

    Antes de ponerse a escribir hacen falta tres cosas: desmenuzar lo que se quiere hacer -es decir, comprometerse con lo que se quiere hacer-; comprobar si se cuenta con todo lo necesario para hacerlo -a eso, los psicólogos lo llaman 'el reto'-; y mirar a los demás para deducir si me van a dejar salirme con la mía. La mejor manera de hundirse en el fracaso es olvidarse de cualquiera de los tres requisitos.
    Tengo que saber lo que me conviene. Debo tener en cuenta si reúno fuerzas suficientes para conseguirlo. Y mirar al resto para saber si fruncen solo el ceño o, por el contrario, ponen cara de felicidad porque están seguros de que me la voy a pegar.
    Esta tarde quería saber cómo podía ayudar a los demás sin demasiado esfuerzo. La verdad es que lo primero que pensé es que todo el mundo se hacía la anterior composición de lugar: ¿en qué pequeño estropicio estaba yo pensando? ¿Con qué medios contaba para lograrlo? ¿Me van a ayudar los demás a conseguirlo o, por el contrario, no se van a cansar de ponerme obstáculos?
    He hecho el experimento y no se lo pueden imaginar: la gente no hacía ni caso a lo que yo pensaba. A nadie le interesaba ser consciente de lo que quería conseguir. La verdad es que todos los demás de la comunidad de vecinos, de la calle, de la ciudad o del país pensaban en cualquier cosa menos en lo que yo consideraba trascendental.
    Es cierto que desde que no preparo Redes -el programa de televisión de La 2, de divulgación científica, con más de un millón de amigos en Facebook-, me queda tiempo para indagar por qué con una sonrisa en la cara se consiguen más cosas que estando enfadado. Es bueno saber que la ciencia ha demostrado ya que es preciso conciliar entretenimiento y conocimiento: «Si sigues con esa cara de mal genio -les digo yo a mis amigos empresarios-, vas a llevar a la ruina a tu empresa».
    Otro ejemplo en esa línea de reflexión: la gente que hace la cama después de haberles convencido de que, además de una tarea doméstica, están haciendo deporte, pierde peso, logra adelgazar, mientras que el resto se queda como estaba o gana peso. Es decir, se pierde peso si se está convencido de que, además de hacer la cama, se está haciendo deporte.
    Algunos lectores pensarán que la primera de las tres preguntas a que me refería antes de abordar un objetivo o ponerse a escribir tenía poco que ver con el interés de la gente. «Es mucho más importante me dirán algunos el análisis de saber si cuento o no con los medios adecuados para conseguir el fin propuesto». ¿Tengo bastante ahorrado para conseguir el piso que quiero? Si estoy tratando de adquirir un coche de segunda mano, ¿he calculado, aunque sea por encima, lo que supondrá en mis cuentas a fin de mes? Pero pueden creerme si les digo que nadie o casi nadie comparaba los medios con que contaba con el fin deseado. Parece increíble, pero la gente se comportaba de manera muy similar a los enamorados: pierden la noción sobre el estado de ánimo de la persona amada; se diría que no les importa.
    Algo parecido ocurre cuando lo que se le pide a la persona interesada en lograr un objetivo si los adversarios son muchos o pocos. Lo que importa es solo lo que yo quiero y el resto no va conmigo. Lo extraño, ante este escenario, es que haya tantos aciertos a nuestro alrededor.


Desayuno de domingo con...El actor Ginés García-Millán / La verdad sobre la tan cacareada erótica del poder,./ LA COCINA DEL MARTES, PATATAS CON QUESO FUNDIDO,.

TÍTULO: Desayuno de domingo con...El actor Ginés García-Millán,.

Ginés García-Millán: "Nos gustan los malos porque en la vida real no podemos serlo"

Dejé el fútbol por ser actor y soy feliz porque he realizado mi sueño. En 2014 cumplo 50 años y estoy haciendo doblete: en el teatro, con Kathie y el hipopótamo; en televisión, con Cuéntame.
XLSemanal. Ha estado en todas las series de éxito: Periodistas, Frágiles, Herederos, La señora, Isabel... Solo le faltaba Cuéntame.
Ginés García-Millán. [Sonríe]. Ha sido un regalo maravilloso. La suerte es importante en la vida y yo la tengo...
XL. Queda para el recuerdo su impactante papel de Adolfo Suárez.
G.G.M. Suárez es un personaje fascinante, ¡de tragedia griega! Para el papel me lo leí todo, lo bueno y lo malo. Me gustaría volver a hacerlo en una peli potente.
XL. Tras interpretar al malvado de Herederos, ¿es lo más parecido al J. R. español, aunque mucho más guapo?
G.G.M. ¡Eso dicen! [Ríe]. A la gente le gustan mucho los malos, seguramente porque en la vida real no puede serlo.
XL. Nació hace 49 años en la habitación de un hotel. ¡Muy original!
G.G.M. Nací en el hotel de mi familia, en Puerto Lumbreras (Murcia), y allí me crie y vi pasar de todo: turistas, comerciantes, jugadores, canallas... Era una ventana abierta al mundo. Recuerdo un día que recaló un autobús con 60 danesas maravillosas... ¡Fue inolvidable!
XL. Muy jovencito empezó a jugar al fútbol y llegó a ser profesional.
G.G.M. Alguien pensó que se me daba bien y fui a Valladolid. Pero allí había una semana internacional del cine y un gran festival de teatro y caí en la tentación.
XL. Jugaba de portero. ¿Perdimos un buen Casillas para ganar un gran actor?
G.G.M. ¡Buenooo! Casillas es muy grande, pero yo creo que hubiese sido un buen portero. Eso sí, del Barça.
XL. Paco Rabal le dijo: «Ginés, haz cine y conocerás mundo y mujeres».
G.G.M. Con las danesas ya iba bien, ¿eh? [ríe]. Mi primer trabajo fue con Benito Rabal. Con él rodé una serie en Sudamérica durante dos años. Ahí conocí a la familia Rabal, que es maravillosa.
XL. ¿Y quién ligaba más: Paco o usted?
G.G.M. Paco, Paco. ¡Siempre Paco!
XL. Otro buen consejo se lo dio su abuelo: «Que nunca te falten un trozo de tierra y dos chotos».
G.G.M. La tierra ya la tengo, en Cabezo de la Jara, al lado de mi pueblo, donde disfruto plantando árboles y viéndolos crecer. El último ha sido una encina.
XL. Sin Facebook ni Twitter... ¡Es usted un hombre del futuro!
G.G.M. ¡Seguramente! No tengo tiempo para eso y mi hermano se encarga.
XL. No ha dejado de reírse durante toda la entrevista. ¿Es optimista?
G.G.M. Mucho. Creo que de todo se sale con ganas y esfuerzo y que hay que mirar siempre para delante.

Su desayuno: «Un café americano, tostadas con aceite y fruta, generalmente piña. Los fines de semana desayuno con mi chica; de lunes a viernes, solo porque ella se levanta antes». 


  1. Cada vez que salta a los medios de comunicación una historia de amores e ... Hollande, todos invocamos eso que llaman la erótica del poder.
     
    Cada vez que salta a los medios de comunicación una historia de amores e infidelidades en la que interviene un poderoso, como ocurre con el affaire de François Hollande, todos invocamos eso que llaman la erótica del poder. Entonces los parroquianos, entre divertidos y escandalizados, comentan la jugada casi siempre en los mismos términos. Da igual que el poderoso de turno sea un tipo atractivo, como Bill Clinton, o con menos sex-appeal que una ostra cerrada, como el actual presidente de Francia: el veredicto es parecido. Uno menea la cabeza, esboza una medio sonrisita malvada y, en caso de ser mujer, sentencia algo así como: «Anda, que a este iban a mirarlo dos veces si no fuera quien es».
    Si es hombre, posiblemente diga algo similar, pero añada (para sus adentros, no sea que lo tachen de machista): «Las mujeres, ya se sabe, siempre detrás de lo que más brilla, aunque sea un duro de hojalata». Sería muy fácil escribir a continuación un alegato y decir que no, que a nosotras nos importa más el ser que el tener. Envolverme en la bandera feminista y proclamar que los tiempos han cambiado, que ya no necesitamos que los hombres nos den relumbrón, nos paguen las cuentas, nos regalen un pedrusco, nos pongan un piso. Pero las cosas, hipócrita lector, mi hermano, mi semejante (esto lo decía Baudelaire, ¿a que suena bien?), no son tan simples ni tan políticamente correctas. Si quien escribe estas líneas fuera hombre, le sacarían la piel a tiras por lo que voy a decir a continuación, pero, como soy chica, me voy a permitir el lujazo de decir la verdad. Sí, es posible que ya no necesitemos a un hombre que nos dé tranquilidad económica.
    Las mujeres de ahora tenemos la suerte de estar entre las primeras generaciones que, en la larga historia de la humanidad, podemos presumir de ser autosuficientes, de ganarnos la vida, de ser independientes en todos los sentidos. Y si es así y lo es, ¿por qué entonces vemos todos los días mujeres guapísimas y sin problemas de tesorería que se emparejan con individuos cuyo mayor atractivo, al menos en apariencia, es el tamaño de... sus billeteras? ¿Qué le ve, por ejemplo, la oscarizada Charlize Theron al ya fané y nunca muy guapo Sean Penn? ¿Y esa joven y talentosa chica de treinta años que acaba de enamorarse de un octogenario Clint Eastwood? ¿Y yo a mi difunto marido, que me llevaba veintidós años?
    Lo primero que me gustaría decir es que nosotras, a diferencia de los hombres, valoramos otros muchos atributos antes que la belleza física. Para ellos la atracción está directamente relacionada con la apariencia, para nosotras cuenta más la ciencia. O, lo que es lo mismo, cuenta la admiración que sentimos por lo que ese hombre es, no por lo que parece. Nos enamoran la inteligencia, la personalidad, la capacidad de hacer cosas, de conseguir metas. En realidad, si se fijan, tanto a hombres como a mujeres nos atraen los mismos atributos que a nuestros antepasados más remotos. A ellos les atraía la hembra capaz de concebir la mejor prole, la que más podía contribuir a mejorar la especie, y a nosotras... a nosotras, exactamente lo mismo.
    No solo el varón físicamente más hábil, sino el que creemos que puede proteger mejor a la familia, el más poderoso, por tanto. Poder, he aquí la palabra clave. No es un término que goce de buena prensa, desde luego. Se relaciona siempre con todas sus connotaciones más negativas, con prepotencia, abuso, despotismo. Y, sin embargo, poder como su propia etimología revela es simplemente la capacidad de hacer cosas. O, como también señala el diccionario, es la ausencia de obstáculos e inconvenientes, es aptitud, facultad, influjo, autoridad. ¿Resulta entonces tan extraño que una mujer valore y admire esas cualidades? En lo que a mí respecta, puesto que alguna vez me han señalado como víctima de esa erótica, la del poder, he de decir simplemente que siempre he necesitado mirar a un hombre de abajo arriba y no de arriba abajo. No tengo alma de redentora para salvar tipos descarriados o perdedores, por muy guapos y musculosos que sean. Tampoco me gusta el rol de mamá para cuidarlos y hacerles sopitas. Ni siquiera aspiro a ser el reposo del guerrero, sino la que está a su lado, compartir la lucha, y cuanto más valiente y bizarro sea él, mejor. ¿Soy acaso la única, una rara? Yo diría que no.

    TITULO: LA COCINA DEL MARTES, PATATAS CON QUESO FUNDIDO,.


    1. Ingredientes: 200 g de patatas pequeñas (a ser posible, nuevas), 2 champiñones, 50 g de setas de cardo, 1 queso tierno de oveja, 50 g de ...

      -foto-Patatas con queso fundido

      Ingredientes: 200 g de patatas pequeñas (a ser posible, nuevas), 2 champiñones, 50 g de setas de cardo, 1 queso tierno de oveja, 50 g de chacolí, flor de sal, pimienta, cebollino picado y unos brotes de canónigos.
      Elaboración: se lavan bien las patatas y se cuecen en agua hirviendo con sal durante 30 minutos. Se retiran de la cazuela y, cuando se hayan enfriado, se pelan y se reservan templadas. Entretanto se pelan y filetean los champiñones en láminas finas. En un recipiente apto para el horno se colocan en la base. Se retira la cáscara al queso con la ayuda de una puntilla y se pone en el recipiente donde ya tenemos los champiñones. Se riega con el chacolí, se cubre el recipiente con papel de aluminio y se hornea a 170 ºC durante 15 minutos. Mientras, se limpian las setas de cardo y se saltean en una sartén con una pizca de aceite.
      Acabado y presentación: cuando hayan pasado los 15 minutos, se retira el papel de aluminio del recipiente que tenemos en el horno y comprobamos que el queso esté fundido y ligeramente tostado. Si es así, se agregan las patatas dentro del queso y se echan por encima las setas de cardo que previamente habíamos salteado. Se sala ligeramente el contenido de la cazuela con flor de sal y pimienta recién molida y se espolvorea por encima una cucharada sopera de cebollino picado. Para acompañar el plato, se puede preparar una buena ensalada de brotes de canónigos con unas patatas nuevas cocidas y aliñadas con un aderezo a nuestro gusto.
      PASO A PASO
      1. Se cuecen las patatas en una cazuela con agua hirviendo y sal, se pelan y se reservan.
      2. Se pelan los champiñones y se filetean en láminas.
      3. Se tapiza un recipiente con los champiñones, se ponen el queso y el chacolí y se hornea 15 minutos a 170 ºC.
      4. Se introducen las patatas, se echan las setas de cardo por encima... y el plato ya está listo.