Solía expresar sus opiniones con la franqueza y la proximidad de un
pequeño empresario a pie de calle, pero no lo era. Dirigía y
administraba con mano férrea y mucha mano izquierda -en el mejor sentido
de la expresión, la que aúna el don de gentes, la inteligencia
emocional, la visión de futuro y la lógica empresarial- un
imperio multimedia
(líder mundial en lo que a edición en lengua castellana se refiere),
además de participaciones inmobiliarias, bancarias y un largo etcétera, y
una de las mayores fortunas familiares de España.
Sin embargo,
José Manuel Lara Bosch, de él se trata, del presidente del conglomerado Planeta y del
Grupo Atresmedia,
fallecido este sábado en Barcelona a los 68 años, gastaba una
campechanía envidiable y no se cortaba un pelo. Aún resuenan en la
opinión pública muchas de esas
opiniones, expresadas con una claridad a toda prueba, aunque levantaran ampollas a buena parte de sus paisanos catalanes embarcados y convencidos del
proceso soberanista. En septiembre de 2012, cuando dicho proceso se encontraba en su máxima efervescencia, decía por ejemplo: "
Si Cataluña fuera independiente, el Grupo Planeta se tendría que ir a Zaragoza, a Madrid o a Cuenca. No hay ningún negocio editorial que tenga la sede en un país extranjero o que hable otro idioma", y se quedaba tan ancho.
Pero su
talante moderado, por delante de su profunda convicción conservadora,
lo llevaba siempre a buscar el diálogo y la salida negociada a todo
conflicto. Sobre el mismo espinoso tema alertaba no hace mucho, en
pasado octubre, en la edición del popular Premio Planeta de Novela: "Los
políticos han de ser conscientes de que las empresas actúan en función
de sus accionistas". Para a continuación sugerir conciliador: "
Entramos en una fase de bajar el soufflé y de dialogar".
Pero lo remarcable, en todo caso, era que
su sinceridad no conocía lapsus
o extravíos momentáneos, a pesar de que pusiera en evidencia los viejos
vicios, vigentes hace apenas unas décadas, de su propio gremio
editorial. En una memorable entrevista a dos voces junto a otra leyenda
de la industria del libro barcelonesa, la agente literaria Carmen
Balcells, ofrecida a Xavi Ayén en el día del Libro de 2013, Lara Bosch
explicaba sin ambages como había forjado su imperio editorial y
consolidado el catálogo de Planeta: simplemente
cuidando al autor y jugando limpio.
Es decir, yendo a contrapelo de una dudosa práctica muy extendida por entonces en España, la de
liquidar en derechos de autor
una proporción muy inferior al número de ejemplares realmente vendidos.
"Si alguna trampa se debe hacer es liquidar de más a los autores a los
que quieres tener contentos.
Si les pagas menos, vendrá otro y se los llevará. Lo sé porque es lo que yo hacía",
confesaba. "Me lo ponían a huevo. Me molesté en averiguar lo que
vendían los autores de la competencia. Como les sisaban, iba yo y les
ofrecía un anticipo basado en sus cifras reales de venta y, claro, me
los llevaba", explicaba con desenfado.
Lo cierto es que empresarios de semejante entereza y sinceridad
parecen pertenecer a otra época, puede que irrepetible. Y el propio José
Manuel Lara Bosch ya lo es, porque el
tiempo robado al cáncer,
y por ello ganado, finalmente se le agotó este sábado. Habría cumplido
69 años en marzo, por lo que su despedida de la escena fue en cierta
medida prematura. Pero el ejecutivo no le veía así, sino como el regalo
de una segunda vida, en tiempo de descuento. "Nací el 7 de noviembre del
2011. En aquel momento, tenía el 80% de posibilidades de morirme.
Estaba muerto.
¿Cuánta gente conoces que haya sobrevivido a un cáncer de páncreas? Fueron dos operaciones, no una: páncreas, medio estómago y un trozo del intestino", explicaba sin cortarse un pelo en la citada entrevista de 2013.
De una biblioteca al timón del primer grupo editorial
En rigor de verdad, Lara Bosch había nacido el 8 de marzo de 1946 en
Barcelona. Hijo del capitán de la Legión José Manuel Lara Hernández, es
decir, de uno de los triunfadores de la Guerra Civil Española que
permaneció siempre fiel a Franco, a pesar de tender la mano e incluso
estrechar
amistad con rojos consumados como Manuel Vázquez Montalbán,
José Manuel hijo supo desembarazarse de a poco y con moderación de esa
pesada herencia paterna, sin perder por ello sus convicciones.
En cierto sentido,
Lara hijo fue la contracara o el complemento perfecto de Lara padre. Si el fundador de la Editorial Planeta en 1949 y
creador de célebre premio homónimo
tres años después representó el paradigma del emprendedor inquieto e
infatigable, que suplió su escasa formación con empeño y olfato, a la
manera del hombre que se hace a sí mismo; su hijo José Manuel Lara Bosch
fue en cambio el ejecutivo muy formado, con un talento innato para los
negocios, capaz de llevar el incipiente imperio heredado al paroxismo.
Es un hecho que el crecimiento exponencial del conglomerado Planeta hasta convertirse en la actualidad en el
primer grupo de comunicación mundial en lengua castellana,
con presencia en España y América Latina, y el segundo grupo editorial
francés, es una gesta empresarial conquistada bajo las dos últimas
décadas de reinado de José Manuel Lara Bosch, quien inició a finales de
los 90 la
exitosa diversificación del grupo, hoy constituido por más de un centenar de empresas.
Formado en Ciencias Económicas en la Universidad de Barcelona, con un máster en la escuela de negocios ESADE, Lara Bosch
inició su carrera profesional en 1963 en la Librería Larousse de París,
antes de pasar a ocupar a continuación distintos cargos de
responsabilidad en la estructura de la empresa familiar, el Grupo
Planeta, en España y América Latina.
Lo cierto es que a José Manuel se le daban bien los números, pero el
que se perfilaba como claro sucesor de Lara padre y conocía al dedillo
el negocio editorial era su hermano menor
Fernando Lara Bosch.
Sucesión malograda por la prematura muerte de Fernando Lara Bosch a
causa de un accidente automovilístico en 1996. De allí que José Manuel
fuera nombrado un año después, en 1996, consejero delegado del Grupo, y
asumiera ineludiblemente no mucho después, en 2003, la presidencia del
conglomerado, las la muerte de su padre, José Manuel Lara Hernández. Ese
mismo año fundaría el segundo puntal del imperio, el Grupo Atresmedia.
Salto al mercado audiovisual
Si a mediados de la década del 80 el Grupo Planeta ya había iniciado
su fase de expansión, con la adquisición de sellos de prestigio como
Seix Barral, Ariel, Espasa-Calpe y Planeta DeAgostini,
entre otras; fue bajo la gestión de José Manuel Lara que el incipiente
imperio cobró las actuales dimensiones elefantiásicas. Sobre todo
durante la última década, con la
asimilación progresiva del poderoso Grup 62
-líder en lengua catalana, ya casi completamente absorbido por Planeta
que posee más del 80% del accionariado y sigue sumando-, la
compra de la histórica Tusquets Editorial, que completará su absorción en 2017, y por último, pero no menos importante, con la compra en 2008 de
Editis, el segundo grupo editorial francés en volumen de negocio.
Pero el crecimiento del imperio no acaba allí, porque la
diversificación emprendida por José Manuel Lara involucra no solo
sectores como la distribución cinematográfica y de contenidos
audiovisuales -Planeta también es accionista del Grupo Zed, líder
mundial en contenidos para móviles-; sino también y en mayor proporción
diversos medios de comunicación, entre prensa y audiovisuales,
como el rotativo 'La Razón' o 'El Periódico de Catalunya', que también
ha entrado bajo la órbita de la corporación con la reciente adquisición
del 23% de su accionariado.
Por no mentar la mayoría accionarial que el imperio tiene allende los mares en el grupo de comunicación colombiano
Casa Editorial El Tiempo, dueño del primer rotativo de dicho país, 'El Tiempo', y el canal de televisión más importante de Bogotá,
City TV.
Y un capítulo aparte de la diversificación del imperio Planeta
merecería el apéndice Atresmedia Corporación, también presidida por José
Manuel Lara hasta sus últimos días (constituida por
Antena 3TV, La Sexta, Onda Cero Radio y Europa FM, entre otras empresas) que en obtuvo en 2013, en plena recesión española, un beneficio neto de 46 millones de euros.
Pero la diversificación empresarial del Marqués del Pedroso de Lara
-título nobiliario heredado de su padre en 2003-, distinguido en 2007
con la Creu de Sant Jordi de la Generalitat, con la Medalla
Internacional de las Artes de la Comunidad de Madrid en 2009 o la
Medalla de Andalucía en 2013, no acababa ahí ni mucho menos, porque José Manuel Lara también fue durante más de 12 años el
máximo accionista del Club Deportivo Espanyol,
en 2012 compraba el 30% de paquete accionarial de la biotecnológica
Plasmia y hasta poco antes de su muerte continuaba acumulando cargos en
el consejo administrativo del
Banco Sabadell, del que fue vicepresidente, consejero independiente y consejero coordinador, para dar sólo tres ejemplos.
Y si la enfermedad no se lo hubiera llevado, seguramente aún continuaría expandiendo su imperio, porque
jamás se le pasó por la cabeza la idea de retiro o jubilación,
a pesar del notable deterioro de su salud. En la citada entrevista de
2013 junto a Carmen Balcells bromeaba al respecto, aunque puede que
hablara muy en serio: "Si me tengo que retirar, no me aburriré, me
quedaré la editorial de la Fundación Lara, la más divertida porque no es
necesario ganar dinero, ¡podré publicar todas las tonterías que se me
ocurran!". Lo dicho, el máximo representante de una generación de
empresarios de los que ya no quedan.
TÍTULO: TRAZOS, AMOR AL ARTE EN TIEMPO DE REBAJAS,.
CULTURA
Los galeristas hablan de su
situación, de las medidas que han tomado y del futuro. La situación
económica ha afectado de lleno a las galerías guipuzcoanas que echan en
falta el apoyo de las instituciones
«Justo da para vivir». «Hay que buscar otras
alternativas». «Si pudiera vendería el local y me iría». «Es mucho
esfuerzo para pocos resultados». Estas son algunas de las respuestas que
dan los galeristas guipuzcoanos cuando se les pregunta cómo sobrellevan
esta crisis que parece no tener fin. A pesar de todo, aseguran que
tienen tal pasión por el arte que les resultaría difícil dedicarse a
otra actividad. Así que ingenio para sacar adelante un negocio donde las
rebajas están prohibidas y donde el público entra a ver, pero no a
comprar.
La situación actual
Juan Ignacio Vellila, de Altxerri, es uno de los
galeristas donostiarras más veteranos. A modo de resumen explica: «La
situación es la que hay en todo el mundo. Esto ha llevado a que en el
mundo del arte los coleccionistas estén asustados. Lo que sigue
funcionando son los regalos que son un sector de bajo coste. Marchan muy
bien, y por eso la gente se suele engañar ensando que el negocio va
estupendamente, son los grandes nombres. Hay récords de ventas en las
subastas, pero en este caso son los inversores, se están adquiriendo
incluso en mayor medida que antes, porque la Bbolsa y el ladrillo ya no
son seguros. Las galerías de promoción de artistas son las que más
acusan la crisis. Nosotros hemos bajado mucho las ventas».
Rita Unzurrunzaga, directora de la galería Ekain, asegura
que «los tiempos han cambiado mucho en el negocio del arte por la
situación financiera en la que todos nos encontramos. Yo me incorporé a
la galería hace seis años y he visto momentos buenos. Me hice cargo de
ella hace dos años, cuando murió mi tío Juan Cruz Unzurrunzaga, y la
cosa es totalmente distinta. Ahora da para sobrevivir justo, justo».
Kur Art Gallery está regentada por Juanma Arriaga que
también ve el panorama «muy complicado». Considera que «la cultura
siempre ha estado en crisis y más en esta ciudad». Respecto a las ventas
es todavía más pesimista porque asegura que «la gente ya no busca nada y
es un error. En esta crisis se ha visto que invertir, con mayúsculas,
en arte ha sido muy bueno, mejor que llevar el dinero a la Bolsa o a los
valores inmobiliarios».
Cristina de la Fuente, de la galería Arteko, aunque es
consciente de la crisis galopante prefiere mostrar cierto optimismo.
«Hay que intentar mantener el tipo, aunque sea difícil porque aquí
trabajo con artistas jóvenes que empiezan y son bastantes desconocidos».
Para Ramón Sánchez Echeverría, de Galería Echeverría, «el
mercado del arte, en el ámbito de nuestros establecimientos, fue uno de
los primeros en verse afectado por la crisis y también será uno de los
últimos en recuperarse». Curiosamente, «aunque no se puede decir que es
un verano de grandes ventas, sí estamos notando cierta recuperación,
especialmente con clientela de Madrid y Cataluña a la que echábamos en
falta».
De complicada califica la situación Letizia Eizagirre,
directora de la galería Ispilu Arte de Zarautz, aunque este verano «ha
habido mucha influencia de gente, sobre todo en agosto, aunque creo que
ha sido por el tiempo». Este año es en el que más ha notado la crisis.
«El invierno ha sido tremendo. Compra menos gente, incluso los clientes
habituales y lo que adquieren son las obras más baratas. Los ingresos
sirven para mantener la galería».
En la galería Nocolor consideran que «aquí no hay una
cultura de compra de arte, así que las ventas no son muy importantes.
Hay algunas exposiciones que funcionan mejor que otras,
independientemente de la crisis».
Medidas
Las formas de enfrentarse a la crisis son prácticamente las mismas,
aunque con alguna variante. Por ejemplo en Altxerri explican que
«estamos ahorrando en producción. La exposición de ahora es del Centro
Huarte, así no invertimos en fotos y marcos. También de esta forma
ahorramos en anuncios y catálogos. Tampoco vamos a ferias, hace cuatro
años íbamos a Arco, Chicago y Colonia. Este año solo a Arco y para el
que viene nos lo estamos pensando porque hay que adelantar dinero. Hay
una subvención del Gobierno Vasco pero nos llega un año después. Así que
lo pagan los artistas porque no les hacemos la promoción exterior».
Kur también ha tomado medidas similares para economizar.
«Estamos haciendo cuatro o cinco exposiciones al año, cuando hemos
llegado a hacer seis e incluso más».
«Creatividad e ingenio» son las premisas de Cristina de
la Fuente. En Arteko han optado por diversificar creando, en lugar de un
único lugar expositivo, otro similar a las tiendas de los museos, con
objetos asequibles desde postales de un euro, grabados de pequeño
formato, joyas de autor... «Estoy muy satisfecha con la aceptación. A la
gente le gusta ver arte, pero no puede comprarlo». En Arteko también se
ha apostado por alargar un poco las muestras. «Prefiero trabajar con
menos artistas, pero centrarme más en ellos». Además ha reducido
drásticamente la presencia en ferias, «pero abandonar esta profesión,
nunca».
En Ekain han tomado una medida distinta, acortar las
exposiciones. Si antes duraban mes y medio, ahora las han reducido a un
mes «para que haya un cambio constante, siempre trabajando con los
autores de nuestro fondo de galería, que son casi todos locales». Es
consciente de que el hecho de acortar el tiempo conlleva mayor trabajo y
un coste algo superior, «pero el espacio es pequeño».
En Ispilu, Eizagirre, salvo en alguna excepción, ha
mantenido los precios desde hace bastantes años. «Siempre he hecho
exposiciones cortas para diversificar más, porque Zarautz es una plaza
especial al ser pequeña. Ahora estoy alargándolas». Sí mantiene las
actividades paralelas como los conciertos o una cata de txakolí. Además
«antes tenía una persona que me ayudaba y ahora recurro menos a ella».
La Galería Echeverría siempre ha estado especializada en
artistas vascos de los siglos XIX y XX y sus responsables opinan que «la
gente mira más a la hora de gastar y apuesta por la calidad, así que
hemos incrementado el esfuerzo en buscar obras buenas, aunque tengamos
menos. Calidad no significa que sean caras». Los recortes han venido en
la producción, especialmente en publicidad y en la tirada de los
catálogos.
Aritz Kabe de Nocolor explica que «si solo hubiese
montado una galería hace tres años y medio la hubiera tenido que cerrar
al mes. Es imposible vivir del arte. Yo aposté por un espacio expositivo
donde los artistas pudieran mostrar su obra costean la exposición y que
al mismo tiempo fuera un estudio de diseño que es de donde sacamos el
dinero para mantener la otra actividad. La medida está funcionando
porque el calendario de este año lo cerré en cuatro días, tuve muchas
peticiones».
Pagadores y morosos
Si cuesta vender arte también en algunos casos resulta complicado
cobrar. Velilla explica que «en Altxerri siempre hemos dado facilidades
de pago. Nos hemos acomodado a la situación del comprador, con plazos
largos. En algún caso nos hemos podido quedar pillado por un
sinvergüenza, pero lo seguimos manteniendo. En agosto hemos vendido
varias cositas para regalos, lo que tiene un tramo bajo de coste. Buscan
que sea bonito, un tema fácil, más clásico. generalmente se va a la
gráfica. Lo vanguardista les parece que tiene más riesgo. Las cosas de
nombre reconocido también se están manteniendo algo».
De la misma opinión es Rita Unzurrunzaga. «Hay nombres
que se venden muy bien porque son una inversión segura. Los que están
empezando cuestan un poco más moverlos». Las adquisiciones son en su
mayoría de clientes fieles. Respecto a la forma de pago también ha
apostado en mayor medida que antes por dar facilidades». Así hay una
generación, alrededor de los 40 años, que se está haciendo una pequeña
colección de artistas de aquí. Aunque ahora estos se pueden contar con
los dedos de las dos manos».
En la experiencia de Arriaga también se encuentran los
morosos o que no han pagado «aunque son muy pudientes. Nosotros
intentamos pagar al artista y luego esperamos a cobrar». Por el
contrario Eizagirre explica que «una parte importante del negocio se
paga a plazos, pero impagos no me he encontrado nunca»
Futuro
Y ante una situación tan negra, ¿qué futuro les espera a las
galerias guipuzcoanas? En Altxerri comentan que «en Madrid y Barcelona
se están cerrando galerías históricas. Se esperaba que esto mejorara,
pero después del verano habrá gente que ya no podrá pagar, sobre todo
los que tienen un alquiler. Si eres propietario del local, te
atrincheras, reduces gastos y esperas».
Unzurrunzaga ve el futuro complicado y Arriaga «muy
negro» porque considera que «aquí estamos predicando en el desierto.
Supuestamente van a pasar cosas con el tema de 2016, ahora falta ver si
van a contar con las galerías o con los gestores privados». Manteniendo
una perspectiva más optimista De la Fuente apuesta por las ventas por
internet por eso «es muy importante tener la galería virtual en
condiciones porque amplías el mercado. Te salva de alguna manera».
Sánchez Echeverría es consciente de que «los gustos están
cambiando y las galerías debemos saber adaptarnos. Ofrecer alternativas
distintas. En nuestro caso un tipo de pintura más actual y más fresca».
También tienen en mente algunas acciones relacionadas con los eventos
de la ciudad, el primero de ellos el Festival de Cine.
Instituciones
Todos los responsables de las galerías consultadas coinciden en la
necesidad de un mayor apoyo institucional. Juan Ignacio Velilla es
contundente: «En San Sebastián no habido jamás una ayuda y menos un
interés por lo que pasa en las galerías, que al final son unos órganos
propagandísticos de la ciudad. Vas a ferias con el nombre de San
Sebastián y promocionas a artistas de aquí. Con la capitalidad cultural
también se podría hacer algo, pero no vemos el menor interés por
contactar para ver cómo estamos y qué se puede hacer».
Una opinión similar tiene Juanma Arriaga: «Aquí no han
contado con las galerías para nada. Si por un casual van a adquirir una
pieza recurren directamente al artista, saltándose a la galería». Se
queja de que «por aquí nunca ha pasado ni un alcalde, un concejal ni un
gestor cultural oficial y seguramente que por las otras tampoco, algo
que no parece muy lógico porque somos de los pocos agentes culturales
que funcionan todo el año y los únicos que promovemos el arte vasco
fuera de Donostia o de Euskadi. Los artistas jóvenes han perdido esa
oportunidad. Por ejemplo, estamos hermanados con varias ciudades.
Entonces, por qué no se hacen intercambios con ellas».
Para Unzurrunzaga «no estaría mal que las instituciones
se solidarizasen un poco con las galerías y los artistas. Este es un
gremio muy complicado. Se echa de menos que nos arropen un poco. Por
ejemplo buscar alternativas similares al bono de descuentos que saca el
Gobierno Vasco en Navidad para comprar libros, discos o películas. Que
nos tengan un poco en consideración».
De la Fuente considera que «hay que cambiar la filosofía
de las galerías. Ya no es una tienda, va a ser un espacio de proyectos y
para ello es necesaria la implicación de las instituciones. Nosotros
estamos haciendo una labor cultural muy complicada. Necesitamos salir
fuera y para eso requerimos apoyo. Creo que nos podríamos complementar».
Ramón Sánchez Echeverría dice que «hay que tener en
cuenta quesomos parte de la cultura de la ciudad, como pequeños museos.
Deberíamos estar al nivel, en cuanto a apoyos, de la literatura, el cine
o el teatro. Eizagirre intentó en su tiempo recibir alguna subvención
para la galería «pero he desistido porque es es muy complicado, hay
mucho papeleo para que al final te las denieguen».
Una reducción de los impuestos es otro elemento en el que
coinciden la mayoría. «En la actualidad el IVA es del 18%, cuando hace
dos años era del 16%. En otros países es más reducido. Tendríamos más
ventas y las arcas del Estado ingresarían parecido», comenta Sánchez
Echeverría.
Arriaga piensa que «las instituciones estatales no se dan
cuenta de la gran inversión que puede ser apoyar a nuestros
establecimientos porque somos gestores culturales, gestionamos el arte
de manera privada, pero queda para todos. Hasta que no se den cuenta de
que en términos económicos puede ser una muy buena inversión invertir en
jóvenes artistas no hay nada que hacer. Solo hacen cosas para cubrir el
expediente. Bajar el IVA o rebajar el impuesto de Patrimonio sería muy
bueno. Otra solución sería que se pudieran pagar impuestos con obras de
arte».