Lleva más de una década
escuchando-leyendo a nuestros lectores. Con nueva novela en la calle, el
escritor Lorenzo Silva nuestro cartero nos revela las claves de su
oficio en una sorprendente radiografía de los hábitos epistolares de los
españoles.
Abogado y escritor nacido en Madrid (1966), premio Planeta,
Nadal, Algaba... Lorenzo Silva es, además, editor y traductor de inglés,
alemán, francés y catalán; y también habla italiano y portugués. Música
para feos (Ediciones Destino), su última novela, es una historia de
amor intensa y apasionada entre dos personas de distinta generación y
cultura musical. Hablamos sobre ella y muchas cosas más con el hombre
que, como cartero de XLSemanal desde septiembre de 2002, mejor conoce a
nuestros lectores.
XLSemanal. Lleva casi trece años siendo nuestro cartero. ¿Cómo andamos de cultura epistolar en España?
Lorenzo Silva. Pues
recibimos un promedio de 200 cartas semanales y las leo absolutamente
todas. La inmensa mayoría llegan a través del correo electrónico, pero
todavía las hay escritas a mano y enviadas con sobre y sello.
XL. ¿Qué tipo de carta es la más recurrente?
L.S.
La actualidad manda. Lo que más enciende al ciudadano y con mucha razón
es la irresponsabilidad, la cantidad de gente que ha hecho trapisondas y
no responde por ellas.
XL. De lo que publica la revista, ¿qué genera más cartas?
L.S.
Las historias duras que remueven y también cuando un entrevistado habla
de sus cosas y su obra y se olvida de lo dura que es la vida. La gente
reacciona con facilidad: «Eres un privilegiado que vives al margen de
los que realmente lo están pasando mal».
XL. ¿Y hay cartas que pretenden algún ajuste de cuentas con alguien de su entorno?
L.S.
Sí, claro, y hay otras que no puedo publicar con historias
abracadabrantes, con nombres y apellidos. No imaginas las historias
terribles que he llegado a leer.
XL. ¿Y qué hace? ¿Se queda con la idea para escribir una novela?
L.S.
Me las leo con interés, pero no puedo contestarlas ni contactar con los
autores porque son muchísimas cada semana. Tengo mucho cuidado cuando
hay una imputación directa de alguien y de algo, ya que podría
convertirme en portavoz de una denuncia falsa o de una difamación.
XL. ¿Y entre mujeres y hombres; enfadados o agradecidos?
L.S. Entre
mujeres y hombres diría que escriben al 50 por ciento; y predomina la
queja, aunque no de forma abrumadora. Me interesan las quejas
constructivas... y las suelo encontrar.
XL. ¿Y en cuanto a edad?
L.S.
Predomina la gente o muy joven o muy mayor, que son dos tramos de edad
sin apenas voz en los medios de comunicación. Frente a otros medios en
los que los adolescentes salen solo como objetos, porque son 'monos', en
XLSemanal hablan. Y donde los hombres y mujeres de 80 años no existen
porque no dan buena imagen ni interesan ni apetecen aquí tienen voz.
XL. ¿Censura parte de las cartas?
L.S. Ni
censuro ni suavizo, aunque no publico cartas sectarias. Lo bonito de
XLSemanal es que cubre todo el espectro ideológico, y eso le da mucha
variedad.
XL. ¿Qué hay que hacer para ganar el premio?
L.S. Fundamentalmente, salirse de lo consabido y decir algo que sea lo más universal posible.
XL. Entonces, ¿no premia la literatura?
L.S. No
es un concurso literario, pero que esté bien escrita ayuda. También
premio cartas que cuentan historias bonitas y singulares o alguna
vivencia personal. Recuerdo la carta de un señor de 90 años que contaba
su vida en 15 líneas. Aquel era un texto muy singular.
XL. ¿Alguna vez conoce a quien premia?
L.S.
A posteriori, sí. A veces se me ha acercado una persona a saludarme en
un acto y se ha identificado como premiado, incluso con la revista en la
mano. Lo que prima no es la pluma o la tableta, que en un par de años
se ha quedado vieja, sino ese momento en que ven publicada su carta y
guardan la revista con orgullo por haber publicado su historia en la
revista más leída de España. Yo animo a la gente a escribir porque
escribir ayuda a pensar.
XL. Hablemos ahora de su nueva
novela. Sus protagonistas vienen de amores previos fracasados. Ella
tiene 30 años; él, 46; y ambos tienen unas reticencias tremendas...
L.S.
Están en posiciones distintas. Él tiene un recorrido más largo y está
un poco más escaldado, parece como si quisiera decir «que me deje de
estas cosas; cuantos menos líos, mejor; y a cuanta menos gente líe yo,
mejor también».
XL. El eterno miedo al compromiso.
L.S.
Es miedo a verse otra vez inmerso en una historia dolorosa en la que la
gente sufre y no hay mucho interés en hacer sufrir al otro tampoco.
XL. Se sabe la historia pasada de ella, pero no la de él. Es un enigma...
L.S.
No cuento la de él, no; pero se ve que ha tenido muchas historias que
no han salido bien. De ella, en cambio, cuento que ha tenido una
relación quizá prematura, en una situación complicada que la ha dejado
bastante conmocionada, porque esas relaciones dejan mucha huella.
XL.
Viene de una relación con un casado que no deja a su mujer... Ya nos lo
decían nuestras madres: «Los casados no se tocan ni se miran».
L.S. Y con razón, porque eso casi nunca sale bien. Ese tipo de relación tiene pocos visos de llegar a buen término [se ríe].
XL.
En la novela hay más de veinte canciones que acompañan a los
protagonistas en su historia de amor. ¿Al final, todos tenemos una
canción que nos marcó?
L.S. Todos nos
vamos tropezando con música a lo largo de los años. Cuando una canción
confluye con un acontecimiento relevante, se queda ahí porque apresa el
sentimiento de ese instante.
XL. Si le soy sincera, no sé si el libro acaba bien o mal...
L.S.
Yo creo que acaba bien. Cuando eres joven, piensas que las cosas están
en función de cuál es el fin... Pero, cuando vas cumpliendo años y,
sobre todo, cuando vas perdiendo gente, lo importante es cómo has vivido
esa relación, cómo la has tenido y lo que ha significado para ti.
XL. Licenciado en Derecho, aprovechó un permiso de paternidad para dar el salto a la literatura...
L.S. Hace
13 años pedí una excedencia de paternidad de la que no he vuelto. Me
convertí en autónomo. Llevo 36 años escribiendo libros; 20 publicando y 3
años editando.
XL. ¿Somos las mujeres las lectoras por excelencia?
L.S.
El lector español no está tan desplazado hacia las mujeres como se
dice, aunque sí es verdad que son quienes hacen los éxitos editoriales.
Lo que sí pesa mucho es el perfil sociológico: la mayoría de la gente
que lee con afición tiene cierto nivel y hay una gran masa de muy bajo
nivel que no lee. En España siguen yendo aparejadas pobreza e incultura,
pobreza y falta de instrucción.
XL. Y la cantera de lectores, ¿cómo la tenemos?
L.S.
Este sistema educativo no funciona y eso hace que estemos expuestos a
los individualismos. Cuando el sistema es malo, dependes de los
individuos. Yo me he recorrido España, colegio a colegio, y cuando un
profesor funciona, ahí tienes 20 lectores. Si el sistema es bueno,
funciona incluso con profesores mediocres; si es malo, además de
destruir lectores, solo los consigues con profesores buenos.
XL. El gran pacto educativo es una asignatura pendiente en España...
L.S. La
gran vergüenza de este país es que los políticos especulen con las
leyes de educación. Habría que rastrear los intentos de pactos educativo
que ha habido y ver quién los arruinó. Para mí, ese responsable es
culpable de un delito de lesa patria.
XL. Es usted guardia civil honorario por su contribución, con sus novelas, a la buena imagen del cuerpo...
L.S.
Así es. La Guardia Civil es hoy la institución mejor valorada en este
país y la mejor diseñada. La gente la asocia a Franco, pero la diseñó el
duque de Ahumada, un liberal moderado que no tenía nada que ver con
Franco y que lo hizo 50 años antes de que este naciera.
XL. Ha protagonizado episodios que mejor no recordar...
L.S.
Sí, localizados en tres épocas: la Restauración, la dictadura de Primo
de Rivera y el franquismo. Siempre ha sido un instrumento del Gobierno
y, cuando no ha sido bien dirigida, ha hecho mucho daño. Pero la Guardia
Civil tiene hoy muy poco de lo que avergonzarse.
XL. También es usted militarista...
L.S.
Militarista no. Lo que no soy es antimilitarista. Las guerras siempre
las deciden canallas que se aprovechan de la gente y es mejor tener un
grupo de gente profesional, con un código ético y un código de honor,
porque la alternativa es recurrir a mercenarios y criminales o darle
fusiles a la gente y mandarla al matadero, que es lo que se ha hecho a
lo largo de la Historia. Soy un defensor de un ejército profesional como
mal menor, sin entusiasmo, pero con convicción.
XL. ¿Es cosa de familia?
L.S.
Sí, bueno, soy hijo de militar y, cuando vives desde dentro el
Ejército, es difícil tener esas miradas superficiales que te permiten
despachar en tres palabras a un colectivo.
XL. ¿Hasta el punto de defender el oficio de francotirador, como hace en su nueva novela?
L.S.
He entrevistado a francotiradores españoles que han hecho fuego y
bajas, y mi deber como narrador es no emitir un juicio. Dejo que hablen y
den sus razones; y las dan, aunque me costó porque son personas muy
discretas.
XL. ¿Y cuál es su opinión al respecto?
L.S. Primero
hay que aclarar que no son mercenarios, porque entre otras cosas no
cobran 20.000 euros al mes, sino que se juegan la vida por 2000 y, a
veces, tras las líneas enemigas. Y, cuando hacen el tiro, todos van a
por él. El francotirador, en determinados contextos, es la herramienta
menos dañina para repeler una amenaza, porque solo le da a quien le
tiene que dar. La alternativa, que es lo que hacen los americanos todos
los días, es poner un dron en el aire y volar una aldea con 20 niños. Un
francotirador nunca le va a disparar a un niño.
Compañera de viaje Silva con su mujer, Noemí Trujillo, en Normandía, Francia.
TÍTULO: PRIMER PLANO - Desnudando a Frida Kahlo,.
Desnudando a Frida Kahlo / fotos