Salma Hayek "Soy mexicana, mujer y tengo 49 años. En Hollywood, estoy en lo más bajo. Pero trabajo más que nunca",.
Bella, fuerte y combativa, la actriz mexicana no se
deja avasallar por el sexismo ni por la discriminación. Y nos descubre
contra qué luchan las mujeres en Hollywood.
Y es que, a sus 49 años, la actriz se ha convertido en una de las estrellas indiscutibles de Hollywood (que no la recibió, precisamente, con los brazos abiertos) y en una abanderada de la igualdad de género en la industria cinematográfica. Precisamente de la discriminación de la mujer y, especialmente, de la mujer latina nos habló largo y tendido en Francia, con motivo de su participación en el panel Women in Motion, sobre el papel de la mujer en el Holly-wood más machista.
Mujerhoy. En el mundo del cine, menos del 5% de los directores son mujeres. Y ninguna de las cintas nominadas a mejor película en los últimos Oscar estaba protagonizada por mujeres. ¿Hay alguna manera de conseguir que algo cambie?
Salma Hayek. La solución es simple: la única forma de que los hombres quieran ayudar a generar un cambio, la única forma de inspirarlos es con dinero. Es decir, demostrándoles que somos una fuerza económica. Hasta ahora, no se han molestado porque estaban demasiado ocupados ganando dinero como lo han hecho siempre. Para ellos, esto es un negocio y no piensan como las mujeres. No dicen: "Dios mío, esta película da verguenza, es humillante hacer algo así". No. Solo piensan en los millones que van a ganar.
MH. ¿No generan las mujeres tantos millones como los hombres en la taquilla de Hollywood?
SH. Lo triste es que las únicas industrias donde las mujeres ganan más que los hombres son la moda y la pornografía. Y es triste, y anticuado, que en el cine las actrices valgamos la pena solo como objetos sexuales. Es una forma muy ignorante de ver quiénes somos. Y es difícil entenderlo, porque estamos en un círculo vicioso donde las mujeres no podemos expresar quiénes somos o lo que queremos ver en el cine.
MH. Los actores famosos, que exigen sueldos más altos, ¿también tienen la culpa?
SH. Los hombres, los grandes protagonistas, están en el corazón del problema. La mayoría de los actores famosos imponen en sus contratos la aprobación de la actriz protagonista, aunque tenga un papel pequeño. El hombre es el dios del cine, es el que decide. Y tampoco nos pagan los mismo. Es algo que tendría que decidir el director, no un actor. Que pueda decidir a quién va a besar es demasiado machista.
MH. Sin embargo, Antonio Banderas tuvo mucho que ver con su éxito, cuando trabajaron juntos en las películas de Desperado.
SH. Por suerte, tengo una manager brillante, que también representa a Julianne Moore, y que no nos despidió cuando cumplimos 35 años. Ella es la que pelea por nosotras. Pero cuando las mujeres recibimos un guion y todo está listo, los hombres nunca quiere ser segundos. "Ah, no, esta película no trata sobre mí", dicen. Y por eso se quedan en el camino proyectos muy importantes que no pueden encontrar un protagonista famoso, porque las recaudaciones están basadas en las estrellas masculinas. Y el estudio se niega a distribuir lo que esté fuera de ese esquema.
MH. La Unión de Libertades Civiles americana está pidiendo una investigación sobre la discriminación femenina en el cine...
SH. Por ahí pasa el problema. ¿Cómo podemos saber lo que valen estas mujeres si las ponen siempre en un personaje menor que el hombre? Porque ellos también se involucran en el guion, tienen en sus manos la aprobación final. Si no les gusta hacia dónde va el personaje femenino, si temen que pueda robarles plano... ¿Cómo pueden saber que la mujer no recauda igual, si él se lleva siempre el crédito? ¿Cómo saben que no nos vinieron a ver a nosotras? La discriminación pasa por diferentes puntos y, aunque nadie lo diga, también por los protagonistas masculinos... Uy, después de esto no vuelvo a trabajar más [Risas].
MH. En su caso, ¿ se le han cerrado puertas en Hollywood por ser mujer y latina?
SH. Cuando yo empecé a producir para los latinos se me cerraron las puertas, una detrás de otra. Cuando traté de producir Ugly Betty [la adaptación estadoudense de la serie colombiana Yo soy Betty, la fea], me dijeron que no muchísimas veces. Pero no renuncié. Fui a una empresa que compra espacio en televisión para muchos anunciantes. Les mostré las cifras. Era una idea brillante que demostraba el poder que tenemos los hispanos como consumidores y les convencí, porque querían llegar al público latino, solo porque había dinero detrás. Y así pude ir a la cadena ABC diciéndoles que había vendido cada uno de los anuncios de la serie.
MH. ¿Y qué fue lo que no les gustó de Ugly Betty, antes de conocer ese lado económico?
SH. Quería adaptar una telenovela donde la protagonista no era guapa. Y trataba de hacer, por primera vez, una comedia de una hora de duración. Cada vez que aparece algo nuevo, todos escapan corriendo. Pero, cuando vieron el dinero, le encontraron espacio enseguida. Y su primer capítulo tuvo 16 millones de espectadores.
MH. ¿Puede haber un cambio parecido en el cine?
SH. El problema es que nadie se ha tomado el tiempo necesario para intentarlo. Miramos las estadísticas como víctimas. Pero tenemos que buscar una posición de poder. Cuando sepan el dinero que están perdiendo, reaccionarán enseguida.
MH. ¿No le parece que algo significan éxitos como Los juegos del hambre, 50 Sombras de Grey...?
SH. Sí, noto el cambio. Sobre todo con 50 Sombras de Grey, un libro que escribió una mujer y que está destinado a las mujeres. Pero ahora Hollywood no tiene mujeres guionistas ni directoras. Toda la industria se mueve lentamente porque han perdido a una generación entera, a la que abandonaron. Tenemos suerte, porque las jóvenes nos están ayudando, comprando todos estos libros que después terminan en el cine con protagonistas como Jennifer Lawrence o Dakota Johnson. Y eso ha sucedido porque el público femenino joven empezó a decir: "Esto es lo que queremos". Ahora ya saben lo que quiere ese sector de la sociedad y el poder económico que tiene. Pero se olvidan de que hay otra generación de mujeres inteligentes, también con poder económico, porque la mujer ahora también tiene éxito. Ahora trabajamos, ganamos nuestro propio dinero y somos fuertes como consumidoras.
MH. ¿Cuál es, entonces, el problema?
SH. Que las productoras de cine todavía no saben lo que queremos ver las mujeres, porque, como no hay nada que diga lo que queremos, no lo producen. No estamos yendo al cine y por eso es tan difícil entender la película que queremos ver. Mi teoría es que no hay nada en la gran pantalla que podamos ver, ni trabajos para las mujeres que reflejen lo que queremos. No hay escritoras, no hay productoras, no hay suficientes directoras. No nos interesan los productos que nos muestran como un objeto sexual. Sin embargo, la televisión inteligente sí ha sabido captar nuestra atención. Y el cine está en un lío, porque no nos interesan las películas que ahora mismo se están haciendo. Ellos piensan que la tecnología está matando al cine. Pero no es eso lo que ocurre.
MH. Si la televisión entiende mejor a la mujer, ¿no es posible encontrar en ella esas películas que deseamos?
SH. La mayoría de las mujeres ya hemos perdido el gusto por el ritual de ir al cine. Ya no es parte de nuestras vidas, ahora que trabajamos y estamos mucho más ocupadas. El cine nos ha abandonado, y nosotras también lo hemos abandonado a él. Nuestro nuevo ritual es ver la televisión. En Hollywood, piensan que solo nos gustan las comedias románticas, pero somos mucho más inteligentes que lo que piensan. Eso es parte del pasado. Y hoy hay menos protagonistas femeninas en el cine que nunca porque los productores no saben todo lo que pueden hacer las mujeres. Es un círculo vicioso.
MH. ¿De verdad cree que la mujer no quiere ver películas románticas?
SH. Somos románticas, queremos ir al cine, queremos ver un romance cuando se apagan las luces... queremos una evasión así. Pero no tenemos nada nuevo que ver.
MH. ¿Cuál de todas sus facetas (actriz, productora, directora) tiene mayor influencia para lograr que se produzca ese cambio en la industria del cine?
SH. Creo que ninguna. En el mismo momento en que llegué a Estados Unidos, me dijeron que regresara a mi casa. "Vuelve a hacer telenovelas. Nunca vas a conseguir trabajo aquí. Apenas hablas inglés. Eres mexicana". Yo era una estrella importante en mi país y, cuando llegué a Estados Unidos, me cerraron todas las puertas en la cara. Tuve que empezar trabajando como extra.
MH. "Pudiste haber sido la estrella más grande de EE.UU., pero naciste en el país equivocado y no podemos arriesgarnos a que abras la boca y la gente piense en sus mucamas". ¿Es verdad que un ejecutivo le dijo esto?
SH. Fue el que más me elogió porque, al menos, era como decir: "Eres inteligente y hermosa y tienes talento". Fue honesto conmigo, porque muchos piensan igual y no lo dicen.
MH. ¿Fue esa la única vez que le pasó algo de este estilo?
SH. ¡Me encantaría contarle todas las veces que ha ocurrido! Un director, no quiero decir quién fue, peleó realmente para que yo actuara en una película de ciencia ficción y terminó enviándome una larga carta de disculpa porque le dijeron: "¿Una mexicana en el espacio? ¿Estás loco?".
MH. ¿Se refiere a Gravity?
SH. No, no fue esa. Pero la pelea llegó hasta tal punto que le dijeron: "Ok, si quieres puedes ofrecerle el papel a Jennifer Lopez, que al menos no tiene acento". Esa fue la negociación. No quiero decir quién fue, pero se lo dieron a una actriz de color. ¡Al menos fueron por ese lado!
MH. ¿Y cómo ha logrado mantenerse en la cima, entonces?
SH. Yo soy mexicana, soy mujer, soy de origen libanés, tengo 49 años. No puedo estar más abajo en Hollywood. Y, sin embargo, trabajo más que nunca. Siempre ha trabajado fuera de los grandes estudios. La única razón por la que hice algunas películas con ellos es porque me impusieron algunos amigos, como Adam Sandler. Y, de alguna forma, sobreviví. ¿Cómo? En vez de aceptar que me dijeran que no podría trabajar después de los 35 o los 49 años, o que no me quejara porque soy mexicana, decidí hacer un esfuerzo por marcar la diferencia. Por eso me convertí en productora. Tardé ocho años en hacer Frida. Yo hago trabajos originales. No soy productora porque sea actriz, sino porque no acepto un no como respuesta. Me niego a ser una víctima, a sentarme a llorar. Si muero en el camino, quiero morir con orgullo.
TÍTULO: RELOJ, CAFE, FUTBOL - LIGA FUTBOL - SEVILLA -2- BARCELONA -1-,.
Resultado Final / foto
SEVILLA -2- BARCELONA -1-,.
El Sevilla, después de la mala imagen dada en Turín, se impuso al Barcelona por 2-1 recuperando muchas de sus señas de identidad.
El Sevilla se levanta para derrocar al Barça,.
TÍTULO: SI TIENES MINUTOS Y DESCANSO - 9 Claves para ser la reina de los pactos ,.
9 Claves para ser la reina de los pactos
- Negociar el alquiler, discutir un aumento de sueldo o pactar el reparto de espacio vital con tu pareja. ENtrénate con estas pautas y consigue el mejor acuerdo posible.
Al fin y al cabo, aunque no nos demos cuenta, estamos todo el día negociando, hasta por las cosas más nimias: para acordar el plazo de entrega del informe que te está fundiendo las neuronas, para elegir el restaurante en el que cenar con tus amigas, para convencer a tu chico de dónde ir de vacaciones o para que te cambien el móvil. Pero si todavía te falta experiencia para resolver conflictos, varios expertos en la materia te aconsejan cómo salir airosa.
- Ve bien preparada
Alfredo Font, profesor de negociación en el departamento de Derecho de la Universitat Pompeu Fabra y abogado especializado en contratación internacional, insiste en esta idea: "Como en cualquier situación, cuando se negocia hay que saber de lo que se habla. Pero se debe estar preparado también para seguir una serie de pautas, que podemos resumir en tres ideas: pensar mucho, hablar poco y no tener prisa".
- Fija previamente los objetivos
Las respuestas nos dan la medida de nuestro poder negociador y, por tanto, de las posibilidades que existen de lograr nuestros objetivos. Por ejemplo, si buscas alquilar una vivienda, querrás pagar lo menos posible y el propietario, obtener un precio alto. Pero si no os ponéis de acuerdo en la cantidad, buscarás otras casas más baratas y al propietario le será difícil encontrar un inquilino solvente, responsable y duradero.
Probablemente, aquí tengas tú más poder y conseguirás una rebaja de la propuesta inicial. A esa mejor alternativa en caso de desacuerdo se la denomina "valor de reserva". Por eso, si queremos conseguir un objetivo, hay que trabajar previamente en mejorar nuestras alternativas, porque así incrementaremos nuestro poder de negociación", apunta Font, autor de Las 12 leyes de la negociación (Conecta).
- Anticípate a las discrepancias
- Aprende a escuchar
- Sé capaz de improvisar
- Mantén la calma
- Huye del chantaje
Por supuesto, no amenaces con irte, solo serás creíble y convincente si estás decidido a ello", añade. Hernández, que ha realizado más de 3.000 talleres de negociación, recuerda que "negociar no tiene nada que ver con el chantaje, sino con conocer qué quiere el otro y dárselo con mis condiciones. Y para eso hay que usar comportamientos eficaces, lo que implica introducir variables en el acuerdo".
- No cruces líneas rojas
Hay que ser sensible a cómo el otro percibe el conflicto, porque este no se encuentra tanto en la realidad como en la cabeza de los demás. Las amenazas destruyen la relación y tienen, en general, consecuencias negativas. Algunos hombres se dirigen a las mujeres en una reunión como "esta chica". Hay que reaccionar y decir alto y claro "me llamo Laura", explica Font.
- El broche final
Negocios a nuestro estilo
Cuando se trata del business, cada lugar tiene sus costumbres y es básico conocerlas si se quiere sacar beneficio de la negociación. En España estas son algunas de las cuestiones que se deben tener en cuenta, según explica Olegario Llamazares, economista con más de 30 años de experiencia en comercio exterior y negocios internacionales y autor de Cómo negociar con éxito en 50 países (Global Marketing).
- Los contactos personales cuentan, y mucho. Es aconsejable ser presentado por alguien conocido, especialmente si se van a realizar negocios de cierta envergadura, comenta.
- No somos tan informales como nos pintan, pero tampoco seguimos la puntualidad inglesa: Lo normal es que las reuniones comiencen 10 minutos más tarde de la hora prevista.
- Paso a paso. En el primer encuentro se habla de cuestiones intrascendentes. El objetivo es que las dos partes se conozcan, no se suele entrar a negociar las condiciones de la operación.
- El jefe es el que decide. Aunque se delegue en la negociación, el proceso de decisión depende del máximo nivel ejecutivo.
- Cuestión de diplomacia. A los españoles no les gusta decir no directamente. Cuando no están interesados en un acuerdo, alargan la respuesta esperando que la otra parte desista.