VIAJANDO CON CHESTER
Viajando con Chester es un programa de televisión español, de género periodístico, presentado por Pepa Bueno, en la cuatro los domingos las 21:30, foto, etc.
QUERIA APRENDER MAS DE BOND COMO PERSONAJE Sam Mendes Director de 'Spectre',.
-
El oscarizado cineasta británico dirige la nueva entrega de 007 tras el éxito que cosechó hace tres años con 'Skyfall'
-
Sam Mendes Director de 'Spectre',.
Como cada novedad que incorpora la saga James Bond, no fueron pocos quienes cuestionaron la elección de Sam Mendes para dirigir 'Skyfall' en 2012. Pero el oscarizado director de 'American Beauty' cumplió eficazmente el encargo y logró modernizarlo sin traicionar la tradición, con un agente secreto más contemporáneo y humanizado, amén de que se convirtió en la entrega más taquillera de la saga.
Tres años después, Mendes repite en 'Spectre', para la que cuenta de nuevo con Daniel Craig y añade una de las novedades más comentadas de esta entrega, la elección de la bella Monica Bellucci, que recién superados los 50 es la 'chica Bond' con más edad de la historia de la saga. «Sabe escarbar en los personajes como un médico con el bisturí», destacaba la actriz sobre Mendes. El director, por su parte, lo tiene claro: «Se trata de hacer lo que tú quieres ver, y yo quiero que me capte emocionalmente y aprender más acerca del propio Bond como personaje».
Para lograrlo, hace seis años decidió que no volvería a ver ninguna película de James Bond para poder «centrarse» en las suyas. «Algún día las volveré a ver todas», promete. Nacido en Reading hace 50 años, el cineasta estudió en Cambridge y pronto se hizo un hueco como director de escena, debutando a los 24 años en el West End. Su prestigio fue creciendo con la dirección de obras en la compañía The Royal Shakespeare, aunque fue su trabajo adaptando musicales lo que le abrió las puertas del cine. En concreto, su versión de 'Cabaret' impresionó a Spielberg hasta el punto de que le ofreció producir su ópera prima, 'American Beauty', una sátira sobre la sociedad americana con la que Mendes ganó el Oscar al mejor director.
Desde entonces, su carrera ha alternado cine y teatro. El autor de 'Camino a la perdición' y 'Revolutionary Road' aceptó en 2012 continuar la saga creada por Ian Fleming en 1953. No era una decisión fácil de tomar, como demuestra el hecho de que muy pocos directores de renombre se hayan atrevido a aceptar un encargo tan comprometido. Pero la cinta protagonizada por Daniel Craig y Javier Bardem se convirtió en el título más exitoso de la franquicia, con una recaudación mundial de 1.100 millones de dólares.
Libertades civilesLos primeros datos de 'Spectre', estrenada hace unos días en España, auguran un éxito similar. Mendes ha insinuado en varias ocasiones que podría ser su último trabajo para la saga. «No se si será la última, pero cada vez que termino una película con tantos frentes abiertos durante meses apetece la simplicidad, y el teatro es algo pacífico donde puedes hablar con la gente y concentrarte».
Además de redibujar el perfil 'bondiano', el realizador logra capturar de nuevo las ansiedades sintomáticas de cada época y traducirlas en reflexiones incómodas y pegadas a la actualidad. Lo hizo con la etapa Wikileaks en 'Skyfall' y lo repite en el caso de 'Spectre', incorporando los desafíos del terrorismo y desempolvando al 'Gran Hermano' de George Orwell para replantear el debate sobre la necesidad del control ciudadano a cambio de proporcionar seguridad.
Un tema que Mendes tuvo claro incluir desde el principio, en un momento de «descrédito de los servicios de seguridad» y en el que la paranoia sobre el espionaje y contraespionaje ha elevado el nivel de tensión internacional. De hecho, la producción de 'Spectre' lo vivió en sus carnes tras sobrevivir al ataque cibernético contra Sony, que provocó, entre otras cosas, la filtración del propio guion de la cinta e incluso los correos electrónicos intercambiados entre productores, agentes y actores. «Había que reconocer la situación y poner sobre la mesa la erosión de las libertades civiles, con nuestros secretos expuestos a la luz o el que se nos trate como culpables hasta que se demuestra nuestra inocencia. Lo que hemos hecho es que Bond participe en ese debate».
TÍTULO: JUEVES 12 NOVIEMBRE -EN PORTADA - CRONICAS - Colombia, el precio de la paz,.
Colombia, el precio de la paz / foto
Después de medio siglo de lucha entre el Gobierno y las FARC, la paz parece posible. Un equipo de En Portada se ha desplazado hasta el país sudamericano. Jueves 12 de noviembre, a las 23:40 en La 2.
Puede que la paz sea el regalo de año nuevo para los colombianos. El gobierno ha aceptado la tregua ofrecida por las FARC con quien negocian, desde hace 3 años, el fin de un conflicto con cifras de un país en guerra. Dura más de medio siglo y ha costado la vida a 225.000 personas,
el 80 por ciento civiles. El conflicto de Colombia se ha contado desde
muchos ángulos, aunque el más dramático es el de las víctimas, un
colectivo del que forman parte fallecidos, secuestrados, desplazados y
desaparecidos.
El equipo de En Portada viajó a Colombia para contar uno de sus episodios más tristes, y puede que de los menos conocidos: el de los llamados Falsos Positivos. O dicho de otra manera, del asesinato de civiles inocentes a quienes miembros del ejército hicieron pasar como guerrilleros muertos en combate.
Pero la realidad a veces retuerce las intenciones del periodista. La llegada a Bogotá coincidió con el apretón de manos de dos enemigos irreconciliables, Las FARC y el Gobierno y este hecho, el anuncio del acuerdo, nos obligó a reconducir el reportaje por una senda imprevista: ¿Qué pasará cuando llegue la paz? ¿Quedaran impunes muchos crímenes cuando se decrete una amnistía que beneficie a las partes en conflicto? ¿Qué dirán las víctimas que llevan años reclamando justicia?
La conclusión provisional de nuestro trabajo es que la paz tiene un precio y que habrá que buscar una fórmula para evitar una “piñata de impunidad”; para que las alfombras de la paz no escondan crímenes sin castigo. Es la hora de la política y de la pedagogía y hasta los más firmes defensores de la paz, saben que no será posible contentar a todos, especialmente a las víctimas, cuyo dolor es infinito y la reparación casi imposible.
Pero habrá que intentarlo. Se trata de poner fin a un conflicto del que casi nadie recuerda cómo empezó cuando, a finales de los años 50, se organizaron los primeros grupos armados campesinos, disconformes con la distribución de la tierra. Años más tarde, Colombia se convertiría en tierra de narcotraficantes y al necesitar tierra para sus cultivos, provocaron el desplazamiento de millones de campesinos. El negocio de la droga no fue privativo de los sicarios y más tarde se extendería tanto a la guerrilla como a los grupos paramilitares que nacieron para combatirla.
Fue cuando se puso en marcha un mecanismo para “fabricar”, a partir de pruebas falsas, “falsos guerrilleros”: inocentes ejecutados a quienes el ejército presentaba como terroristas muertos en combate. Los primeros casos se remontan a los años 80 y se multiplicaron durante los 8 años de presidencia de Álvaro Uribe. Naciones Unidas hizo un informe sobre el terreno, en el año 2010, en el que concluyó que aunque no había pruebas para poder afirmar que los asesinatos respondían a una política de Estado, tampoco podía decirse que eran hechos aislados. En junio de 2015, Human Right Watch dió un paso más al ofrecer pruebas de que en casi todas las divisiones del ejército se habían producido casos de “falsos positivos” y que estas prácticas no podían llevarse a cabo sin conocimiento de los superiores.
Y en esto llegó la paz o para ser más exactos, el anuncio de que la paz está cerca y de que el precio a pagar podría ser la libertad de los asesinos de tantos inocentes. Los más firmes defensores del proceso, creen que culminarlo llevará al menos una década y que el perdón sólo llegará si a cambio los victimarios cuentan la verdad. ¿Hasta dónde subirá el grado de responsabilidad? ¿Qué pasará entonces? Son preguntas que no se pueden responder.
Habrá que volver a Colombia y hacer muchos más En Portada, para saberlo. Entretanto, me quedo con el mejor patrimonio de un periodista: el haber conocido, gracias a este reportaje a personas maravillosas: a las madres de Soacha, a otras madres en carne viva, como Carmen Hernández; a José Miguel Vivanco, de Human Right Watch y a Alejandro Matos, de Intermón Oxfam. Todos, seres humanos a la altura de las causas más nobles.
El equipo de En Portada viajó a Colombia para contar uno de sus episodios más tristes, y puede que de los menos conocidos: el de los llamados Falsos Positivos. O dicho de otra manera, del asesinato de civiles inocentes a quienes miembros del ejército hicieron pasar como guerrilleros muertos en combate.
Pero la realidad a veces retuerce las intenciones del periodista. La llegada a Bogotá coincidió con el apretón de manos de dos enemigos irreconciliables, Las FARC y el Gobierno y este hecho, el anuncio del acuerdo, nos obligó a reconducir el reportaje por una senda imprevista: ¿Qué pasará cuando llegue la paz? ¿Quedaran impunes muchos crímenes cuando se decrete una amnistía que beneficie a las partes en conflicto? ¿Qué dirán las víctimas que llevan años reclamando justicia?
La conclusión provisional de nuestro trabajo es que la paz tiene un precio y que habrá que buscar una fórmula para evitar una “piñata de impunidad”; para que las alfombras de la paz no escondan crímenes sin castigo. Es la hora de la política y de la pedagogía y hasta los más firmes defensores de la paz, saben que no será posible contentar a todos, especialmente a las víctimas, cuyo dolor es infinito y la reparación casi imposible.
Pero habrá que intentarlo. Se trata de poner fin a un conflicto del que casi nadie recuerda cómo empezó cuando, a finales de los años 50, se organizaron los primeros grupos armados campesinos, disconformes con la distribución de la tierra. Años más tarde, Colombia se convertiría en tierra de narcotraficantes y al necesitar tierra para sus cultivos, provocaron el desplazamiento de millones de campesinos. El negocio de la droga no fue privativo de los sicarios y más tarde se extendería tanto a la guerrilla como a los grupos paramilitares que nacieron para combatirla.
Falsos positivos, falsos guerrilleros
En medio de este escenario, sin un único verdugo, las fuerzas armadas actuaban con impunidad, urgidas por el “todo vale” de su histórica misión. Así surgieron prácticas crueles, -casi impropias de seres humanos-, como los casos de los llamados “Falsos Positivos”. Se estableció un sistema de recompensas económicas, ascensos y otros privilegios para los miembros de las fuerzas armadas que presentasen un buen expediente en la lucha contra la guerrilla. Y en esta espiral, las bajas de insurgentes en combate, eran muy apreciadas.Fue cuando se puso en marcha un mecanismo para “fabricar”, a partir de pruebas falsas, “falsos guerrilleros”: inocentes ejecutados a quienes el ejército presentaba como terroristas muertos en combate. Los primeros casos se remontan a los años 80 y se multiplicaron durante los 8 años de presidencia de Álvaro Uribe. Naciones Unidas hizo un informe sobre el terreno, en el año 2010, en el que concluyó que aunque no había pruebas para poder afirmar que los asesinatos respondían a una política de Estado, tampoco podía decirse que eran hechos aislados. En junio de 2015, Human Right Watch dió un paso más al ofrecer pruebas de que en casi todas las divisiones del ejército se habían producido casos de “falsos positivos” y que estas prácticas no podían llevarse a cabo sin conocimiento de los superiores.
Y en esto llegó la paz o para ser más exactos, el anuncio de que la paz está cerca y de que el precio a pagar podría ser la libertad de los asesinos de tantos inocentes. Los más firmes defensores del proceso, creen que culminarlo llevará al menos una década y que el perdón sólo llegará si a cambio los victimarios cuentan la verdad. ¿Hasta dónde subirá el grado de responsabilidad? ¿Qué pasará entonces? Son preguntas que no se pueden responder.
Habrá que volver a Colombia y hacer muchos más En Portada, para saberlo. Entretanto, me quedo con el mejor patrimonio de un periodista: el haber conocido, gracias a este reportaje a personas maravillosas: a las madres de Soacha, a otras madres en carne viva, como Carmen Hernández; a José Miguel Vivanco, de Human Right Watch y a Alejandro Matos, de Intermón Oxfam. Todos, seres humanos a la altura de las causas más nobles.