foto- El Lazarillo Tormes.
MES Y PICO CON TRUMP.
En lo más profundo del interior de la mayoría de los europeos vive una curiosa contradicción que marca de manera extraordinaria su interpretación de los Estados Unidos: muchos se declaran aparentemente antiamericanos en sus discursos trasnochados, pero siguen de manera conmovedora todas las tendencias llegadas de ese país: comen hamburguesa, celebran Halloween y no se pierden un partido de la NBA o una Super Bowl por intempestivo que sea el horario. Son los europeos que hubieran querido que McGovern venciera a Nixon, Dukakis a Bush Sr. o Kerry a Bush Jr. Son los europeos que creen que Estados Unidos está fielmente representado por los actores de California o los intelectuales de Nueva York, por los profesores de Berkeley o los funcionarios de Washington. Son los mismos que jamás han viajado a Kansas, a Montana, a Ohio o a Dakota del Sur. Son los que sueñan recorrer la Ruta 66, pero se declaran objetores de la política exterior norteamericana o censuran con suficiencia su modo festivo de expresarse. Son los que se sienten escépticamente europeos, pero son incapaces de reconocer que gracias a millares de jóvenes norteamericanos sus territorios no han estado sometidos a dictaduras pavorosas como la nazi o la comunista. Son los que elevan la voz cuando Estados Unidos interviene como gendarme en conflictos bélicos mundiales, pero le reprochan que no lo haga en escenarios que le son próximos como el de los Balcanes. Son los que no agradecen de rodillas, como debieran, toda la sangre norteamericana derramada en dos guerras mundiales vividas en escenario europeo.
Esa opinión publicada en Europa es la que se rasga las vestiduras con la elección de Donald Trump. En la Europa de las convulsiones inexplicables del siglo XX, vuelven a la primera línea de salida formaciones políticas que, cuando menos, abochornarían a cualquiera de los votantes políticamente incorrectos en Estados Unidos. En Europa está a punto de ganar la ultraderecha en Francia, Holanda o en los países del Este. Ha ganado la ultraizquierda populista en Grecia, progresa en España la de Podemos, rompe la reforma constitucional en Italia y saca al Reino Unido de la Unión Europea. Esa misma Europa es incapaz de entender que los norteamericanos hayan querido acabar con el establishment de Washington y que, en proporción exacta a la característica electoral norteamericana, hayan elegido a un tipo que les ha prometido a todos aquellos que no forman parte del estereotipo USA manejado en Europa hacer de su país lo que su país era hace unos años, un lugar donde la clase media vivía acorde a sus valores tradicionales y ganaba más dinero del que gana ahora mismo.
Se equivocan los que creen que todas las excentricidades de Trump le están costando un precio en popularidad o apoyo. Los que han elegido a Trump, en su inmensa mayoría, están encantados con las cosas que hace el nuevo presidente, y sus reacciones no son entendidas ni por asomo por los exquisitos europeos que se manifiestan en las calles como si hubieran votado en Denver o en Miami. Los votantes de Donald Trump quieren recuperar lo que fueron hace ya muchos años: su sueldo, su supremacía social y racial, su orgullo internacional y su capacidad de condicionar elecciones, y pertenecen a una América que se escapa a las antenas europeas de corto alcance. Todas las inmaduras decisiones que ha tomado el nuevo presidente, tan asombrosas como arriesgadas, tan criticables como extravagantes, han mostrado la división existente en los norteamericanos, pero no han causado decepción en sus votantes. Parece como si los europeos hubiesen tomado como suyas las reivindicaciones de todos los manifestantes anti-Trump, pero sin hacer ningún examen de conciencia acerca de las dolencias de las políticas continentales en ámbitos tan delicados como los que ocupan las primeras acciones de la nueva administración republicana. Europa, conviene recordarlo, también tiene muros con África (las vallas de Ceuta y Melilla), políticas proteccionistas y decisiones populistas inexplicables.
Habrá que ver hasta dónde pueden llegar las osadías de Trump y hasta dónde la capacidad limitada de análisis de los europeos cuando miran más allá del Atlántico, pero da la impresión de que es preciso enfriar un tanto el escenario antes de analizar la realidad mediante la fiebre de la ideología y la costumbre. Después de Trump, los Estados Unidos seguirán siendo grandes y admirables, por más que quieran marcharse los que dijeron que se marcharían y aún no lo han hecho, y Europa seguirá construyéndose en medio de tormentas de incierto pronóstico.
TITULO: DESAYUNO - CENA - MARTES - MIERCOLES - MANEL FUENTES - CALUTAÑA Y ESPAÑA ENCONTRARAN EL CAMINO PARA ENTENDERSE,.
DESAYUNO - CENA - MARTES - MIERCOLES - MANEL FUENTES - CALUTAÑA Y ESPAÑA ENCONTRARAN EL CAMINO PARA ENTENDERSE, fotos.
Manel Fuentes: "Cataluña y España encontrarán el camino para entenderse",.
Empezó imitando a Stoichkov y se ha convertido en el 'Boss' del humor blanco. Recién terminado 'Tu cara me suena', ya prepara la versión sin famosos del show.
Y desvela cómo consiguió no bajarse los pantalones en 'Crónicas Marcianas'.
La primera vez que Manel Fuentes imitó a Jordi Pujolpudo ser la última.
El presidente de la Generalitat viajaba a Lepe (Huelva) y al
presentador se le ocurrió telefonear al alcalde desde su programa en la
radio pública catalana. Le preguntó por las fresas del pueblo
con los tics verbales -incluso la tosecilla- del fundador de CiU. Le
animó a contarle algunos chistes (de leperos, por supuesto) en la
reunión que iban a tener ese día. En definitiva, le trató con la
familiaridad del viejo amigo del que se suelen disfrazar muchos
políticos cuando les interesa.Pero la conexión se cortó repentinamente. Y el alcalde, que pensó que hablaba con uno de los hombres más poderosos del país, hizo algo imprevisto: devolvió la llamada... al Jordi Pujol auténtico.
«Esto que no pase más», concluyó el molt honorable cuando se enteró de que le habían suplantado. Si la sentencia hubiera llegado a oídos del director general de Catalunya Ràdio, la carrera de Manel Fuentes podía haber sido diferente a la del showman que es hoy. Tal vez quien conduce cada viernes noche Tu cara me suena, el éxito televisivo de la temporada, no se habría convertido en un rostro ni tan popular ni tan querido. «En ese momento la frase se podía haber interpretado como 'Córtenle la cabeza'», reconoce el autor de la broma. Por suerte para él, las palabras de Pujol sólo iban dirigidas a su secretaria. «Fue ella quien me contó lo que pasó y quien le convenció para que hablara con el alcalde. Y éste le contó que se lo había pasado muy bien», recuerda Fuentes con alivio.
- ¿Qué suponía imitar a Pujol o a Juan Carlos I cuando todavía eran intocables?
- Fui el primero en imitar al Rey en la tele. Recuerdo la conversación, tensa, con Xavier Sardà en Crónicas Marcianas. Le dije que creía que había llegado el momento. Imitar a Pujol me pareció un síntoma de normalidad. Imitar al Rey, también. Lo único que me llegó de Casa Real fue a propósito de unos vídeos que yo doblaba con su voz. Me pidieron que no sacara al Rey dormido, pero es que se dormía de verdad.
Tu cara me suena es un desafío entre cómicos de distinta procedencia y cantantes avalados por el fenómeno fan. En octubre arrancó como mejor estreno histórico tanto en cuota de pantalla (25,3%) como en espectadores (3,3 millones). Asistimos al primer show que se emite en directo. En torno al televisor vuelven a reunirse más de tres millones de personas. O lo que es lo mismo: el doble de los espectadores que han visto La La Land en España.
La comparación viene a cuento. La película transmite magia y alegría de vivir. Como el concurso, cuyos participantes se convierten cada siete días en un cantante real. De lunes a jueves ensayan uno de sus temas e interiorizan sus gestos. Y ya el viernes, interpretan la canción caracterizados casi clónicamente como el artista original, que puede ser un superventas que en ese momento arrasa en las pistas de baile o una gran diva fallecida hace décadas.
Cualquier mutación es posible en el formato español más exportado de la Historia (existe una versión de Tu cara me suena en 41 países y la china acumula 500 millones de seguidores). Cualquiera.
Edurne es Axl Rose.
José Manuel Soto es Tom Jones.
Daniel Diges es Montserrat Caballé.
Santiago Segura es Víctor Manuel.
María del Monte es El Arrebato.
Blas Cantó es Anastacia.
Melody es Cher.
Ruth Lorenzo es David Bowie.
Edu Soto es José Mercé.
Rosa López es Taylor Swift.
Florentino Fernández es Marilyn Manson.
Los Chunguitos son Pimpinela.
¿Y Manel Fuentes? Manel Fuentes es la electricidad. Alguien que cuando se mete en el ya famoso clonador y baja las escaleras que conducen al escenario, vibra como un superhéroe en la viñeta decisiva. Y eso que desde media tarde hasta que se pone el pinganillo sólo se ha metido en el cuerpo una mandarina, un plátano y mucha agua y café.
- ¿Cuál es tu momento favorito como presentador de 'Tu cara me suena'?
- Cuando empieza a escucharse la sintonía y se levanta la plataforma para encarar al público. Sigue siendo un momento de nervios y emoción. De ganas de salir.
- Además de por la incertidumbre, por el hecho de que no se sabe qué va a pasar cada noche, ¿a qué atribuirías el éxito del programa?
- Creo que tiene que ver con trabajar duro y sobre todo ser conscientes de que entre manos tenemos algo que es intangible, que no se puede comprar en ninguna tienda, que es el alma de un programa. Las cosas que triunfan a veces son las más sencillas, y al final esto consiste en poner a unos tipos a cantar. ¿Es sólo eso? No.
«De Tu cara me suena seduce su positividad y su condición de evasión pura», añade otro especialista en TV como Alberto Rey, autor del blog Asesino en serie. «Como no soy productor del show (de hecho, debo decir que no me interesa y que sigo sin entender cómo sigue teniendo tanto éxito pasada la novedad) no diré que es 'un oasis de buen rollo en la parrilla de la noche del viernes'. Pero es que es un poco eso, hay que reconocerlo».
Los humoristas Carlos Latre y Juan Muñoz (ex integrante de Cruz y Raya) acompañan a Fuentes a lo largo de esta temporada. El primero, como miembro del jurado (al lado de Lolita, Chenoa y Àngel Llàcer); el segundo, como participante y candidato a volver a entrar en el circuito emocional de la gente. En lo que les dan los últimos retoques antes de ponerse bajo los focos, ambos coinciden en señalar como referente a un programa mítico para varias generaciones. «Esto es como el Un, dos, tres del siglo XXI. Hay concursantes, tacañones, números musicales y una subasta, porque nos hacen pasar pruebas continuamente. La semana pasada estuve a punto de comer sesos crudos...», explica Muñoz.
«Es la televisión-acontecimiento, la que lleva a pensar: 'No salgo, me quedo en casa'», añade Terán. «Decía Chicho Ibáñez Serrador que la mejor improvisación es la que está muy ensayada. En la televisión de hoy no hay tiempo para ensayar, todo es muy de usar y tirar. Sin embargo, Tu cara me suena es un programa que se ensaya y requetensaya. En el que se cuida la iluminación y la realización. En el que cada actuación tiene una propuesta escénica clara. En el que no se deja nada a la casualidad. Y eso atrapa al espectador».
Atrapar al mismo tiempo a suegras, tuiteros y chavales que han crecido con Bob Esponja suena complicado. Fuentes confiesa que cambiar el día de emisión al viernes -pasó por miércoles, lunes y jueves- fue «un superacierto» que exigió un análisis previo casi científico: «Para mí no hay nada más serio que el entretenimiento».
- Después de muchos años en los que la noche del viernes era terreno vedado a 'Sálvame Deluxe', 'Tu cara me suena' le supera en audiencia. También a otros espacios de reportajes. ¿Qué reflexión haces al respecto?
- Un espectador puede ver un día Sálvame y otro Tu cara me suena. Y también habrá fans que no verán nunca Sálvame y fans que no nos verán nunca a nosotros. Siempre digo que lo importante es hacer lo que uno cree. Más que mirar por el retrovisor o al vecino, yo apuesto por lo que creo.
- ¿Dirías que estamos ante un cambio de paradigma no ya televisivo, sino social?
- Creo que hay programas bien hechos y mal hechos. Programas que me interesan o no me interesan. Cosas que me nutren o no. Hay comidas que nutritivamente son malísimas pero dices: 'Es lo que me apetece'. No hay espectadores mejores ni peores. Que cada cual elija en cada momento lo que considere que necesita. Ahora, la satisfacción de que un producto como el nuestro lidere, pues sí. Porque es en este tipo de productos donde yo he puesto mi corazón. Realmente es fantástico que lo mismo que nos emociona a nosotros emocione mayoritariamente al público.
- ¿Es posible hacer humor blanco inteligente? ¿Por qué se tiende a pensar que uno es populachero y otro elitista?
- Creo que la negatividad ha tenido durante mucho tiempo muy buena prensa. Un tío que desconfía o se caga en todo da la impresión de que sabe más, y eso me parece que se ha sobrevalorado. En los últimos tres años me han pasado un montón de cosas. Entre ellas, la muerte de mi padre. A la conclusión a la que he llegado es que sólo tenemos una cosa: la actitud. ¿Yo con qué actitud quiero encarar la vida? Aunque se caigan muchos mitos, aunque las cosas no terminen de funcionar, mi actitud va a ser positiva. Me gusta transmitir esa felicidad. Si tuviera que poner una canción a mi búsqueda permanente sería I Still Haven't Found What I'm Looking For, de U2. Este programa me emociona desde el minuto uno. Me acuerdo de que el primero en actuar fue Francisco caracterizado como Camilo Sesto. Fue verle salir y pensar: va a ser un tiro.
Antes de eso Fuentes se había dado a conocer entre las masas gracias a Crónicas marcianas. Cuando Xavier Sardà se puso en contacto con él, estaba en Nueva York aprendiendo de lo que hacían Johnny Carson, David Letterman, Jay Leno y Conan O'Brien, sus referentes noctámbulos. Tras una conversación sincera con Sardà, aceptó el trabajo. Del 1997 a 2001 compartió mesa con Galindo, Boris Izaguirre y Mariano Mariano. «No firmé el contrato hasta el tercer año», revela. «¿Por qué? Por si un día Sardà me pedía que me desnudase delante de las cámaras, tener la potestad de decir 'no' e irme sin problemas».
En la sala de realización de Tu cara me suena, donde se controlan y mezclan las imágenes procedentes de las nueve cámaras repartidas por el escenario, se percibe una tranquilidad prebélica. En control de dirección, Tinet Rubira demuestra idéntica falta de estrés. «En un directo el peor momento es siempre el mismo que en el despegue de un avión: el primer minuto. Yo ya no me pongo nunca nervioso. Tengo la suerte de que soy bradicárdico...», sonríe el responsable último del programa.
Entramos en maquillaje, donde varias pelucas reposan sobre cabezas de plástico. Ninguna es para Yolanda Ramos. La actriz se entretiene como puede con el móvil mientras le añaden una calva postiza, nariz gruesa, patillas, bigote y cutis negro. Esta noche será el cantante jamaicano Carl Douglas y eso supone más de seis horas de penitencia frente al espejo con bombillas. Con rulos, albornoz blanco y zapatillas de habitación de hotel se pasea Lorena Gómez. «No voy a cenar, soy la primera para cantar», comenta la vencedora de OT en 2006 para, al cabo de un rato, preguntar a sus compañeros si alguno quiere sushi.
Manel Fuentes aparece y coleguea un rato con los más jóvenes del equipo antes de ponerse en manos de Juana Navarro, la estilista con la que lleva 20 años. «Le aplico un maquillaje sencillo de hombre. Hay que matar brillos, unificar el tono para pantalla y poco más... Sólo le doy un poquito en la ojera si viene más cansado».
Cuesta pensar en términos de cansancio en un trabajólico que entre 2016 y 2017 ha hecho o hará suyos proyectos televisivos como Top Dance, 1,2,3... Hipnotízame y Tu cara no me suena todavía. El mismo que cada martes escribe la contra en El Periódico de Catalunya, pone en práctica estrategias de coach en algunas empresas y busca tiempo para sus hijos (Max, de 14 años, y Bruna, de 9). Si ha habido un momento estresante en su carrera tuvo que ser cuando dejó la dirección de El matí de Catalunya Ràdio. Lo hizo en julio de 2013 y después de cuatro años en antena. Orgulloso del trabajo hecho y sin cruzar una mala palabra con nadie.
- Tu convicción siempre fue hacer una radio pública plural.
- Por supuesto. Di un titular que alguno en su momento me echó en cara: 'Desde una emisora pública no me puedo permitir hacer una radio independentista'. Que es tanto como decir que desde una emisora pública no me puedo permitir hacer una radio anti independentista. Mi radio tiene que ser para todos, porque estoy en una emisora pública. Y eso quiere decir que un señor del PP y otro independentista se tienen que sentir bien, porque ésa es su radio.
- ¿En la relación entre Cataluña y España no cabe ni siquiera un chiste? Antes cualquiera sonreía al escuchar lo de 'Saben aquel que diu'... Ahora puede que no lo hicieran tantos.
- Creo que a medida que se tensan posiciones políticas puede haber consecuencias sociales. Es algo que, evidentemente, no me gusta ver. Pero creo también que la gente está muy por encima de los políticos. Creo en la sociedad catalana y creo en la sociedad española. Creo a ciegas. En las dos. Y creo que las dos son maduras y van a encontrar el camino para entenderse. Estoy seguro.
- ¿Te ves volviendo a hacer entretenimiento con trasfondo político, como cuando presentaste 'Caiga Quien Caiga'?
- Depende. Sí, si existe la posibilidad de ser ecuánime. Lo que no vale es hacer un programa de sátira política y atizar siempre a los mismos. Porque entonces acabas convirtiendo el humor en un arma muy sibilina.
El público entra en el estudio cuando quedan menos de dos horas para que se encienda el pilotito rojo. Al ver la larga hilera de gente se diría que los aplausos están más que garantizados. Para conseguir uno de los 500 asientos más codiciados de toda la parrilla estos figurantes han permanecido en una lista que recuerda a la de la Seguridad Social: cuatro meses de espera. Los afortunados llegan desde Barcelona, Sevilla, Mallorca, Alicante, Murcia... y no cobran.
La primera gran ovación se la lleva Fuentes cuando salta al escenario sin corbata, con traje de James Dean y el tupé en su sitio. Lo primero que hace es barrer las gradas con el móvil y compartir el vídeo en las redes sociales. Después graba con Latre la promo de una app de comida a domicilio. Lo hace casi del tirón, con la experiencia que dan años y años y años de radio. Es un making of que también tendría buenos niveles de audiencia. Cuando se trastabilla, que es casi nunca, Fuentes se pone a hacer flexiones. O rememora con Latre diálogos de Ben-Hur. O pone voz de Gracita Morales.
- Ahora comienza 'Tu cara no me suena todavía'. ¿Entenderías que parte de la audiencia piense que es estirar el chicle? ¿Cuánto cuesta en televisión decir "Hagamos otra cosa"?
- Seguramente. ¿Pero quién es quién para decir 'Ya no más'? La tele es un trabajo en equipo. Además, a mí me pone saber que hay gente fuera que no es conocida y ve el programa y piensa: yo lo haría mejor que éste. Bueno, pues es el momento de demostrarlo. Yo tuve una oportunidad parecida. Empecé en un programa en el que hicieron un llamamiento a imitadores de Cruyff y al final hice de Stoichkov, al que nadie imitaba. Eso cambió mi vida. Me empezaron a pagar cuando antes prácticamente tenía que pedir a amiguetes para llegar a final de mes.
- ¿Qué le diría el Manel Fuentes multitarea de hoy a aquel otro?
- Con la muerte de mi padre entendí que esto no va de hacer muchas horas. Va de cuidar las cosas en las que crees e intentar vivir a un ritmo mucho más humano. De tener una tarde para tomarte un café con un amigo que lo necesita o poder hacer una entrevista pausadamente. Piensa que a mí me daban un premio Ondas por la noche y tenía el tiempo justo de llegar a la gala, levantar el caballito y pirarme a buscar un avión. Me perdía la fiesta. Ya sé que esto es así, que tiene muchas servidumbres, que hay días que no veo a mis hijos o el trabajo es exigente. Pero hay que buscar un punto más de humanidad.
- ¿Cuál es el secreto para hacer reír?
- La complicidad. Decir 'Eh, tú y yo lo sabíamos', como Joaquín Luqui.