TITULO: El
paisano - Viernes - 3- Diciembre - Viajan hasta Trebujena (Cádiz) y Aznalcóllar (Sevilla),.
Viernes - 3 - Diciembre - a las 22:10 horas en La 1 , foto,.
Viajan hasta Trebujena (Cádiz) y Aznalcóllar (Sevilla),.
Se conocerán las historias de Ana y Francisco, dos andaluces que desarrollan sus vidas y profesiones en estos pueblos, donde han encontrado la oportunidad que deseaban sin tener que vivir en la ciudad.
Ana nació y creció en Servilla. Se marchó a Huelva para estudiar Ciencias Ambientales y sus prácticas las desarrolló en el entorno de Doñana. Quería trabajar en asuntos medioambientales, pero regresó a Sevilla y comenzó a trabajar como administrativa de una gran empresa. Durante la carrera conoció Trebujena (Cádiz) porque sus compañeras de piso eran del pueblo, y la relación con esta localidad gaditana se fue haciendo cada vez más estrecha. Ana se enamoró del pueblo y de un trebujenero, motivos más que suficientes para instalarse definitivamente. Además, Ana ha emprendido con un proyecto de ecoturismo para conocer los esteros en las marismas del Guadalquivir.
Francisco es un apasionado del mundo del caballo, nada extraño en su pueblo, Aznalcóllar (Sevilla). Decidió hacer de esta pasión su profesión y por ello estudió Veterinaria. Comenzó su carrera en Cáceres y más tarde continuó en Madrid, Gante (Bélgica) y Argentán (Francia). Regresó a su pueblo para cumplir un sueño: fundar su propio hospital equino. Hoy, su centro hospitalario para caballos es un centro pionero en Andalucía, un referente en asistencia, formación y reproducción equina.
TITULO: VACACIONES - EUROPA DE PELICULA - Toño Alcázar, subcampeón del mundo de láser,.
Toño Alcázar, subcampeón del mundo de láser,.
TITULO: HOSPITAL - La Airef evalúa el gasto sanitario y las políticas de empleo de la Junta,.
La Airef evalúa el gasto sanitario y las políticas de empleo de la Junta,.
La entidad ha puesto en marcha un estudio que incluirá medidas para ahorrar costes y mejorar la eficacia de los servicios públicos,.
La Junta de Extremadura ha puesto en marcha un proceso de evaluación
del gasto sanitario y las políticas activas de empleo con el fin de
aplicar mejoras que permitan una administración más eficiente y ahorrar
costes. Para ello, contará con la colaboración de la Autoridad
Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef)., etc,.
TITULO: VUELTA AL COLE - El silencion de la clausura,.
El silencio atronador de la clausura
Contemplativos pero menos San Pedro de Cardeña, en Burgos, con sus catorce monjes trapenses, ilustra la deriva seguida por los monasterios en España, donde desde el 2000 han cerrado sus puertas el 20%,.
fotos / Un pájaro carpintero golpea la madera en el bosque frondoso hecho de tilos, fresnos y un arce majestuoso, que se levanta más allá de los muros del monasterio. Los fraileros de las ventanas cierran el paso a la luz en las celdas y el frío se enseñorea de los largos y anchos pasillos. Suena una campana, la que marca el final de Laúdes (ha empezado a las 07.30), la segunda de las siete horas del conocido como Oficio Divino, señalando el momento en que los monjes abandonan el oratorio para ir a desayunar. Llevan más de tres horas despiertos, acunados por una letanía de antífonas y salmos, de salves regina y misereres, de acordes de cítara. Si no fuera por las bombillas, los bancos desbastados y relucientes y el micrófono al que se dirige el oficiante, la escena podría desarrollarse hace cinco siglos.
San Pedro de Cardeña es un monasterio de vida contemplativa situado a 10 kilómetros de Burgos, anclado en la disciplina del Císter. Lo habitan catorce monjes trapenses (dos más están en comisión de servicios), un novicio y un postulante, que reparten las horas entre rezos, labores en el campo, el cuidado de la bodega y la hospedería; que aunque su reino no sea de este mundo hay que pagar el arreglo de la cubierta, 9.000 metros cuadrados de tejas y aleros que piden a gritos que alguien los fije antes de que la cencellada agrande las grietas.
Los monjes -catorce de profesión solemne, lo que significa que han tomado los votos de pobreza, obediencia, castidad y el de estabilidad, que les insta a no cambiar de comunidad- recorren las galerías en silencio, pero basta con abordarles por separado y pegar la hebra cinco minutos para descubrir historias que uno ignoraba que tuviesen cabida detrás de estos muros.
Como la de Guillermo, 43 años, que antes de «recibir la llamada» trabajó en una agencia de viajes y en un NH de Burgos; o la de Javier, postulante -el único que no viste túnica, escapulario y cinto de cuero-, que dio un giro copernicano a su vida después de alternar tiendas de moda textil, la hostelería y, por último, una gasolinera... hasta los 38 años. En enero cumplirá 41. «Donde otros ven sacrificio yo veo compromiso. Esto no me quita la vida; al contrario, me la da».
No son los únicos con un curriculum extramuros. Ismael, novicio todavía en la veintena, se hubiera reído a carcajadas no hace tanto tiempo si le hubieran dicho que acabaría aquí. Estudiante de Física, descubrió que «algo no funcionaba» estando de Erasmus en Inglaterra, entre fiestas que se prolongaban hasta las seis de la mañana y despertares resacosos a las tres de la tarde. «Me trajo aquí lo mismo que me llevó a estudiar, la búsqueda de la verdad, que hay algo más profundo que lo que se puede encontrar a través de un microscopio o en un laboratorio». Su conversión recuerda a la de Pablo de Tarso. «Yo era ateo, tal cual, y a mi padre, profesor de Religión, cuando quería hacerle rabiar le decía que se fuera a rezar. ¡Quién me iba a decir!».
El descaro de los corzos
A su lado, Román sonríe. Él es el encargado de las visitas guiadas a la iglesia gótica, en cuyo Panteón Real permaneció enterrado el Cid ocho siglos hasta su traslado a la Catedral. A este madrileño rubicundo la revelación le llegó cruzada ya con holgura la frontera de los 40. «Tenía un restaurante, dos tiendas de antigüedades... venía directamente de 'la Movida'. Dios me hizo polvo -confiesa-, llegó cuando tenía la vida resuelta». Lo suyo, sin embargo, fue un giro meditado. «Viajaba mucho, había tenido varias novias -la más duradera, una relación de diez años-... Imagínate mis amigos. 'Son las cosas de Román', me vacilaban, 'en dos meses estás de vuelta'». No niega que acostumbrarse a esa horma fue duro, «pero es que en la vida, todo lo que es importante cuesta».
La jornada discurre siempre conforme al mismo guion. El trabajo no comienza hasta las diez, si bien las tareas se van alternando. José Luis quería ser Gabriel, pero no tuvo opción de cambiar de nombre -«Ya muy pocos lo hacen, aquí ninguno»- y ahora es maestro de novicios, lo que significa enseñar la Regla de San Benito, el Misterio de Cristo, la historia de la orden del Císter... En su caso, también cuida de la bodega, donde los vapores llevan adhiriéndose a las paredes desde el siglo XII.
«Es la más antigua del país a la que se da un uso comercial». El vino que elaboran procede de antiguas propiedades del monasterio, ahora en otras manos desde la desamortización de Mendizábal. Ellos no compran las uvas, sino el vino estabilizado -ya fermentado, un año desde la vendimia- para envejecerlo en barricas de roble. En su caso, la bodega es la que les ha dado de comer, «ha sido nuestro pan de cada día», relata José Luis. Pero las cosas han cambiado, dice como quien traga un caldo amargo. Han pasado de vender 200.000 botellas al año a sólo 20.000, y eso en años normales. Con la pandemia, la situación no ha hecho sino empeorar».
Fuera, en el huerto, los monjes han cubierto el plantío de lechugas y escarolas con somieres para frenar las incursiones de corzos, zorros, garduñas y hasta jabalíes, que hozan entre los terrones. La helada y los pájaros han hecho estragos en los fresales, pero Emiliano, al que cuesta reconocer sin la cogulla -la túnica blanca de mangas anchas que llega hasta los tobillos- se afana con las nueces. Embutido en su mono de trabajo y con katiuskas, recorre el suelo de rodillas, mientras las campanas derraman sus tañidos sobre el cementerio donde comparten lecho los monjes muertos y republicanos represaliados en la Guerra Civil. En total, cuatro fosas comunes en un rectángulo verde que han sido objeto de excavaciones.
Al detalle
750 monasterios quedan en España, doscientos menos que hace veinte años, consecuencia de la falta de vocaciones y de la dureza de una vida que exige enormes dosis de renuncia.
7 son las horas del oficio divino a las que están llamados los 14 monjes, un novicio y un postulante. Vigilias (5.00 horas), Laúdes (7.30), Tercias (9.30), Sextas (13.40), Nonas (15.45), Vísperas (19.00) y Completas (21.15).
Arriba, tras los muros de piedra de más de un metro de espesor, el hermano David modela belenes: los pinta, barniza y hornea a 900º para que la pintura salga a la superficie. Lleva 50 años entre estas paredes y apenas recuerda la «Valencia fallera» que le vio crecer. Hasta los estudios de Bellas Artes los hizo aquí, cuando no había clases 'online' como las que siguen los novicios desde que la pandemia impuso sus ritmos. Cerámica, mosaicos, azulejos... hasta el suelo del claustro románico es fruto de su creatividad.
Brócoli, manzanas y Marcos 10
En el refectorio, las comidas se hacen en silencio, herencia de un tiempo, no muy lejano, en que los monjes -que no lucen tonsura desde el Concilio Vaticano II- llevaban una vida mucho más austera. Se comunicaban por signos; no comían carne -ahora tampoco-, huevos ni pescado; y dormían en cuartos comunales sin calefacción. Roberto de la Iglesia, el abad, se sienta en la mesa del fondo, presidiendo un almuerzo que huele a brócoli hervido y a manzanas asadas y sobre el que planea la lectura de las Escrituras. Hoy toca Marcos 10, el relato del joven rico.
«Yo era enfermero en psiquiatría y atención primaria, siempre rodeado de gente y expuesto al dolor de la enfermedad mental que tanto estigmatiza». Lo dice mientras ayuda a comer al hermano Julián, que ha caído a sus 90 años presa de la demencia y al que todos prodigan cuidados. Le pregunto por el clima de recogimiento, sólo roto por las visitas que entran en la tienda de recuerdos o se alojan en la Hospedería, su mayor fuente de ingresos y que un año «normal» se traduce en más de 8.000 reservas. «El silencio del monasterio es como el altavoz de lo que pasa por tu cabeza», desliza, mientras cruza el claustro de arcos de medio punto y dovelas rojas y blancas, camino de los panales donde las abejas se refugian a la espera de la primavera.
«El cierre de los monasterios es un hecho -se sincera-, en apenas veinte años hemos pasado de 950 a 750. Pero eso no debe llevarnos a pensar que la vida contemplativa desaparecerá, porque es un anhelo del corazón humano y siempre habrá gente que necesite volcarse hacia el interior. Quizá lo raro era la situación anterior, fruto de la posguerra y de otro modo de ver las cosas. Al ser comunidades más reducidas, nuestro estilo de vida ha terminado haciéndose más familiar. ¿Sabe? La vida monástica es un continuo despojarse de cargas, como las capas de una cebolla, hasta quedarse sólo con Dios. No nos preocupa tanto el futuro como el hoy. El último que cierre la puerta y apague la luz».
De refugio del Cid camino del destierro a campo de reclusión en la Guerra Civil,.
Hablar de San Pedro de Cardeña trae de inmediato a la memoria a Mío Cid, el héroe castellano que dejó a su mujer, Jimena, y a sus hijas al cuidado de los monjes cuando iba camino del destierro. Tras su muerte en Valencia, su cuerpo fue expuesto embalsamado durante años en un escaño del presbiterio hasta que se le cayó la nariz. No hallaría definitivo descanso hasta que fue conducido a la Catedral de Burgos.
Por el monasterio, que casi desapareció con la desamortización de Mendizábal, han pasado en sucesivas etapas escolapios, cartujos y capuchinos. Cuando en 1942 llegaron los hermanos de San Isidro de Dueñas, llevaba décadas abandonado.
En la Guerra Civil fue campo de concentración para un millar de republicanos, la mayoría brigadistas internacionales, pero también capellanes hechos prisioneros en Santoña. Dormían en pasillos, la sala capitular hacía las veces de cocina y la iglesia de polvorín. Expuestos al frío, la falta de alimentos y los castigos, murieron por decenas, como atestiguan las inhumaciones realizadas entre otros por la Sociedad Aranzadi al amparo de la Ley de Memoria Histórica.
TITULO: EN PRIMER PLANO - A FONDO - REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA - En la tuya o en la mía - Miercoles -1- Diciembre - La tradición que estremece a Riaño,.
En la tuya o en la mía - Miercoles -1- Diciembre ,.
En la tuya o en la mía', presentado por Bertín Osborne, acerca a los espectadores el lado más desconocido de personajes relevantes de diversos ámbitos. Durante aproximadamente una hora, los telespectadores tienen la oportunidad de conocer mejor al invitado y también al propio Bertín Osborne, en La 1 a las 22:30, el miercoles 1- Diciembre , etc.
EN PRIMER PLANO - A FONDO - REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA - En la tuya o en la mía - Miercoles -1- Diciembre - La tradición que estremece a Riaño,.
La tradición que estremece a Riaño,.
foto / La localidad leonesa revive la 'Güeste de Ánimas', una tradición con siglos de antigüedad recuperada recientemente y en la que las almas en pena recorren las calles para reprochar a los vivos sus faltas, anunciar la muerte o cumplir una pena impuesta en el más allá,.
La noche aparece en Riaño y, con la oscuridad, las almas en pena recorren las calles de esta localidad leonesa como cada noche de 31 de octubre en una procesión silenciosa, tenebrosa e, incluso, estremecedora.
La tradición ha vuelto a tomar, entre el temor y la mitología, las calles de Riaño con la 'Güeste de Ánimas', un acto en el que las ánimas parten desde su impresionante iglesia románica para recorrer las calles con elobjetivo de reprochar a los vivos sus faltas, anunciar la muerte o cumplir una pena impuesta en el más allá.
Cúmulo de sensaciones
Cientos de personas aguardaron el paso de estas almas en pena, entre el temor, la curiosidad y el amor por una tradición perdida y que en los últimos años, pandemia de por medio, ha regresado a Riaño.
Ataviadas con una túnica blanca, velas, caras desencajadas y elementos religiosos, el lento y pesado caminar de la 'güeste' ha encogido los corazones de todos los presentes.
La iniciativa, fruto del trabajo de la Asociación Cultural Montaña de Vadinia, continua con su labor de poner en valor y recuperar las tradiciones leonesas de la Montaña de Riaño. La localidad ha sido cómplice para ambientar esta tradición, suprimiendo el alumbrado público y metiendo al vecindario de lleno en un tenebroso desfiles.
La tradición
La mitología leonesa ha sido el motivo para incentivar este desfile de no vivos que por momentos ha llegado a impresionar.
La Güeste de ánimas en León o Salamanca o Estadea en Zamora es una procesión espectral de ánimas en pena, ataviadas con mortaja blanca o negra, que en las noches del mes de los santos recorrían los caminos saliendo de cementerios o iglesias.
Su labor, reprochar a los vivos faltas o errores cometidos, anunciar la muerte o cumplir una pena impuesta en el más allá, buscando la redención de sus pecados. Una tradición cuya primera referencia en la Región Leonesa se encuentra en el auto de los desposorios de Moysen, escrita en Salamanca alrededor de 1570.
El origen
La palabra Güeste proviene de la expresión Hostis Antiqua («el ejército antiguo»), cuyo origen se remonta a los pueblos nórdicos, como una hueste o ejército de guerreros muertos del panteón pagano, según asegura la organización en un comunicado. Otros estudios citan como origen de esta leyenda en el día del Samhaim, de los pueblos celtas, cuando los muertos volvían al mundo de los vivos por unas horas.
Esta creencia pagana, con el cristianismo pasó a convertirse en lo que conocemos como procesión de almas en pena. Almas atrapadas en el purgatorio que solo con misas y oraciones lograrán salir de él. Al paso de la Güeste debes protegerte para que no te arrebaten el alma, marcando un círculo en el suelo con sal, tiza o una rama de tejo y metiéndote en él.
TITULO: EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - MI CASA ES LA TUYA - viernes -3- Diciembre - Mi hijo murió en la carretera,.MI CASA ES LA TUYA - VIERNES -3- Diciembre ,.
MI CASA ES LA TUYA - VIERNES -3- Diciembre ,.
acerca a los espectadores el lado más desconocido de personajes relevantes de diversos ámbitos. Durante aproximadamente una hora, los telespectadores tienen la oportunidad de conocer mejor al invitado y también al propio Bertín Osborne, en Telecinco a las 22:00, el viernes -3- Diciembre ,etc.
Mi hijo murió en la carretera
Dos mujeres y un hombre reviven el accidente de circulación que cambió sus vidas y recorren centros escolares y autoescuelas para concienciar en seguridad vial
fotos / La carretera no solo deja víctimas sobre el asfalto o en los centros de rehabilitación. Quizá el mayor impacto de los accidentes de circulación se sufra en el corazón de los padres que pierden un hijo, el único miembro de la familia al que, por ley natural, nunca se debe ver partir. No hay juez ni perito de seguros capaz de evaluar el efecto provocado por la irreparable pérdida de uno de tus chavales. No hay palabras que reconforten ni abrazos que consuelen. A menudo, no hay nada.
«Es una situación tan dolorosa y antinatural que no existe un término como viuda o huérfano para definir a quien pierde a un hijo». Ana Novella, que es quien así se expresa, es una valenciana que perdió a su niño de 4 años, Pablo, arrollado por un turismo. Le une a Marga Arroyo y Fernando Muñoz, los otros dos protagonistas de este reportaje, no sólo la pérdida de un hijo en un accidente de tráfico, sino también su pertenencia a Stop Accidentes, una organización de ámbito nacional que presta asesoría y apoyo psicológico a las víctimas de la carretera.
Al detalle
- 1.370 fallecidos en carretera se registraron en 2020, el 22% menos que el año anterior debido en parte al confinamiento y a las restricciones perimetrales.
- La mitad de las víctimas mortales fueron motoristas, ciclistas y peatones. Además, 6.681 personas fueron hospitalizadas.
Los tres han sabido trasformar el drama en un compromiso de vida por reducir al máximo las cifras de muertos y heridos que provoca el asfalto. Para concienciar en seguridad vial, recorren institutos y autoescuelas para hablar a adolescentes y jóvenes de la necesidad de respetar las normas de tráfico, a través de sus desgarradoras experiencias. Con motivo del Día Mundial en recuerdo de las víctimas del tráfico, lo cuentan también para este diario.
Marga Arroyo | Ibai murió ahogado en una furgoneta
«Me arrojé cuatro veces al canal, pero ya nada podía hacerse»
Marga Arroyo conducía detrás del monovolumen en el que viajaba su hijo Ibai, de 12 años, con otros cinco familiares y amigos. Era el 12 de agosto de 2012. Los dos vehículos regresaban a Bilbao después de pasar unos días en el pueblo de Burgos donde veraneaban. Pero la calzada, aunque la conocían de ocasiones anteriores, estaba mal señalizada y la visibilidad aquel día era muy mala. A la altura de la esclusa número 13 del Canal de Castilla, en un paso estrecho, sin protecciones laterales y situado en curva, el automóvil que conducía su prima Marta se precipitó al agua. Quedó boca abajo sobre el lecho del cauce y no hubo forma de salvar a sus ocupantes.
«De la misma me tiré al agua», relata la madre de Ibai. «La fuerza del sifón era terrible. Intenté abrir las puertas del vehículo una y otra vez, pero no pude. Los bomberos me sacaron con un arnés especial, pero yo volví a tirarme». Después de arrojarse por cuarta vez, con los huesos de las dedos rotos y el cuerpo amoratado, no tuvo más remedio que aceptar amargamente la realidad.
A Santiago
No hubiera sido posible. Marta había logrado soltarse el cinturón de seguridad y liberar a su hija Irati, de 6 años, que viajaba en sillita. Pero era tarde, la luna delantera se había roto por el impacto y todos menos ella habían muerto en el acto, dos adultos y cuatro niños. «Probé de todo. Me empastillé, pasé un fin de semana durmiendo y me planteé el suicidio. Pero ninguna de las tres era la solución adecuada. Mi otro hijo me necesitaba y forzar al destino no iba a reunirme con Ibai».
Uno de esos días, recibió la llamada telefónica de otra mujer, Cheli González, la madre de Mikel Uriarte, que era un chico fallecido dos años antes al caer su coche al agua desde la barquilla del Puente Colgante de Portugalete. Su impulso, y sobre todo mucho trabajo personal, le sirvieron para embarcarse en el objetivo de construir un nuevo puente sobre el canal que evitara a los conductores el paso por la esclusa 13.
Con ese motivo, cubrió en 2013 el Camino de Santiago en una marcha reivindicativa que fue seguida a diario durante un mes por los principales medios de comunicación de España. Prensa, radio, televisión. Desde la muerte de Ibai, han sido ocho años de trabajo y recuerdos. Pero al fin, hace unos meses, la Junta de Castilla y León se puso en contacto con ella para comunicarle que las obras comenzarán pronto. El puente de Ibai está en marcha.
Fernando Muñoz | Su hijo se durmió al volante
«Estuvo hasta tarde con el ordenador ylo pagó con la vida»
El informe de la Guardia Civil concluyó que Fernando Muñoz Molina (Madrid, 25 años) se había dormido al volante cuando circulaba por la carretera de Extremadura. Su padre, Fernando Muñoz, no acababa de creérselo. El siniestro se registró a la altura del kilómetro 281. Según se supo, el vehículo que conducía el joven invadió el carril contrario. El muchacho, que viajaba con su novia a Portugal, intentó reaccionar y devolverlo a su carril, pero ya era tarde. Un guardarraíl y un pilar se interpusieron en el camino y el coche se estampó contra el muro. Fernando murió en el acto; ella logró salvar la vida.
«Todo nos parecía extraño -cuenta el padre-, porque era un chico muy responsable. Llevaba más de tres horas de camino, pero habían parado a descansar. Los análisis revelaron que estaba limpio de alcohol y otras drogas. Además, circulaba a la velocidad adecuada. ¿Qué había pasado?». La exnovia del chico les dio las primeras pistas.
'Fernan' era un auténtico melómano. «No podía vivir sin sus canciones». La noche anterior se enredó con la puesta en marcha de una página web de música americana que llevaba un tiempo queriendo impulsar de forma altruista con unos amigos. «Entramos en su ordenador y vimos que había estado trabajando hasta casi las cuatro de la mañana. A esa hora, aunque apagues el ordenador tu mente continúa encendida», explica Muñoz.
Ilusiones rotas
Por la mañana, cuando entró en su habitación a darle los buenos días, el joven estaba despierto ya. Pensé que serían los nervios del viaje». Se equivocaba. «No fue capaz de evaluar el riesgo que supone no dormir antes de hacer un viaje largo y, al final, le costó la vida», admite el padre.
Su muerte rompió de cuajo el momento dulce que atravesaba la familia y la marcó para siempre. «En junio, 'Fernan' había aprobado una asignatura de la carrera que tenía atravesada y su hermana había sacado las oposiciones de Magisterio. Estábamos contentísimos, sentíamos que la vida nos iba fenomenal. Fue un palo enorme», resume.
Fernando Muñoz y su esposa dan charlas de educación vial en autoescuelas y centros escolares. Quieren inocular en adolescentes y jóvenes infractores que han perdido el carné por puntos «la vacuna contra la siniestralidad vial». Desgraciadamente saben bien de lo qué hablan. «El tiempo te da herramientas para afrontar el día a día, pero no cura. He vivido la muerte de padres, de suegros... pero la de un hijo nunca se supera».
Ana Novella | Madre de Pablo (4 años), atropellado
«Un menor arrolló a mi hijo a 95 kilómetros por hora y lo mató»
Ana Novella esperaba en su casa de Valencia a que su marido y sus dos hijos, de 4 y 9 años, llegaran a comer, cuando alguien llamó al timbre de manera insistente. Era Jorge, el mayor. «Al abrir la puerta, se tiró al suelo y comenzó a darse cabezazos chillando que un coche había matado a su hermano. No le creí. Le cogí de la mano y me bajé con él».
Al salir del portal descubrió la calle acordonada y tomada por la Policía, los bomberos y las ambulancias. «'¿Dónde está mi hijo? No veo a mi marido...', decía en voz alta mientras me abría paso entre la gente». Un médico se acercó a ella, le tomó la temperatura y le dio un calmante. «Con el tiempo, me di cuenta que de forma muy sutil, impidieron que me acercara a mi hijo Pablo».
Su marido estaba tumbado en el suelo, cubierto con una manta térmica. No reaccionaba. Ana pidió entonces a una vecina que se hiciera cargo de Jorge. Entretanto, un sanitario le cogió del brazo y le llevó al interior de la ambulancia. «La vi vacía y lo entendí todo».
El padre y los dos niños aguardaban en la acera a que el semáforo se pusiera en verde para cruzar, cuando un coche sin control fue directamente contra ellos. El hombre reaccionó a tiempo para retirar al mayor de la trayectoria del vehículo; y tiró de la mano de Pablo para evitar que fuera arrollado. No lo logró. El vehículo se lo llevó por delante y se estampó primero contra una inmobiliaria y después contra un árbol.
Sin rastros de frenada
«Me lo habían matado. Tiré las gafas que llevaba y sentí un dolor tremendo en el bajo vientre. Algo insoportable», recuerda la mujer.
Dos jóvenes viajaban en el coche que segó la vida de su pequeño. El vehículo, según se comprobó, entró en la calle a 95 kilómetros por hora. No se hallaron rastros de frenada. El chico que conducía tenía 17 años en el momento del atropello. El juez que vio el caso ordenó retirarle durante varios años el carné de conducir y le obligó a asistir a terapia psicológica.
Dos años después del atropello, la familia tuvo que cambiar de domicilio. No aguantaba ya la vida en el mismo barrio. El matrimonio buscó un tercer hijo, pero el accidente provocó en la madre una menopausia precoz que lo impidió. La terapia psicológica ayudó al padre de forma limitada. A Jorge, el apoyo familiar le permitió crecer con normalidad. «El número ideal de accidentes es cero», proclama Ana Novella, presidenta actual de Stop Accidentes. «Si alguien dice que alguno más tampoco está mal, le invito a que elija a las víctimas entre su familia».