Vicente del Bosque: "Hay que renovar la ilusión. No nos conformamos con lo conseguido"
No hay hombre más sereno en todo el
fútbol español. Tampoco hay quien, por currículo, se le pueda comparar:
Mundial, Eurocopa, Champions, ligas... Del Bosque lo ha ganado casi
todo. A sus 63 años, afronta el reto de su vida: mantener el ciclo
mágico de la Roja en el Mundial de Brasil. A él no le quita el sueño. El
seleccionador tranquilo repasa su vida y su carrera.
Es el paradigma del autocontrol, del saber estar,
decir, hacer... Ni una palabra más alta que la otra, pese a que Toni
Grande, su mano derecha, asegura que tiene «muy mala leche, aunque no lo
parezca». Su trago más amargo lo pasó cuando su hermano Rafael murió de cáncer a los 47 años. Es
castellano de alegrías contenidas, humilde, austero y sobrio: «De niño,
no teníamos botas para jugar al fútbol; usábamos lo que podíamos». Su
corazón es blanco, pero jamás se imaginó una salida tan dolorosa del
Real Madrid como la que tuvo cuando Florentino Pérez lo despidió sin
contemplaciones del club merengue en el que durante 37 años jugó y
entrenó y en el que pensó que se jubilaría.
Y esa herida, aún hoy, supura. Vicente del Bosque calienta motores de cara al Mundial de Brasil. No hablamos de fichajes ni alineaciones, aunque reconoce que su hijo Álvaro está dispuesto a leerle la cartilla si deja a Casillas en el banquillo. «Porque lo conoció y se hicieron amigos», explica sonriendo.
XL. Se llegó a decir que era un entrenador «sin glamour para el Real Madrid». Reconozca que, pese a esa extraña apreciación, usted no es un entrenador al uso.
V.B. La sustancia de todo es que quiero cumplir con mi responsabilidad lo mejor posible allá donde esté. Lo único que me diferencia de otros entrenadores es que nosotros hemos ganado. Si no, con los mismos gestos y las mismas actitudes, no sería igual. La victoria nos ha unido mucho y ha engrandecido las cosas.
XL. Tardó mucho en casarse. ¿Cómo era el joven Del Bosque, alto, guapetón y jugador del Real Madrid? Porque a los futbolistas, es evidente, se los rifan las mujeres.
V.B. Alto, cada vez menos; esto ya va para abajo. Debía de medir entonces 1,85 más o menos. Lo de que me casé tarde es verdad; lo hice recién retirado, en 1986 y con 35 años. Estuvimos muchos años de novios. Yo creo que nos casamos cuando teníamos que hacerlo. Lo de guapetón ya es otra cosa [risas].
XL. ¿Su reconocida modestia le hace pensar que tampoco se merecía esa distinción?
V.B. El respeto que le tengo a la Casa Real y al propio rey hace que lo agradezca, pero considero que el rey ha centrado en la figura del seleccionador algo que podría haber dado a todos los que participaron.
TÍTULO: EL BLOC DEL CARTERO, HAY QUE IR A MÁLAGA,.
Y esa herida, aún hoy, supura. Vicente del Bosque calienta motores de cara al Mundial de Brasil. No hablamos de fichajes ni alineaciones, aunque reconoce que su hijo Álvaro está dispuesto a leerle la cartilla si deja a Casillas en el banquillo. «Porque lo conoció y se hicieron amigos», explica sonriendo.
XLSemanal. Salmantino de los que ejercen. Hasta el punto de decir que en su tierra es donde mejor marisco se come...
Vicente del Bosque. Eso o que es la mejor ruta del colesterol, lo que tú quieras [ríe].
XL. Es hijo de ferroviario. ¿Qué ha heredado de su padre?
V.B. Mi
mujer dice que soy clavado a él. He sacado muchas cosas suyas. Era un
hombre muy formal, muy serio, muy recto y demasiado cumplidor con su
empresa. Y recalco lo de 'demasiado'. Ese sentido de la responsabilidad
lo he heredado de él, pero él era un poco más radical en algunas cosas.
XL. Su padre no comulgó con el régimen de Franco y pasó tres años en la cárcel. ¿Por qué lo detuvieron?
V.B.
¡Pues por nada! Porque cuando lo metieron tenía 18 años, y a esa edad
poco mal habría hecho. Estaba estudiando para ferroviario en la estación
de Salamanca, así que ya ves...
XL. ¿En su casa se hablaba de política?
V.B. Algunas veces, pero siempre muy bajo para que no se oyera mucho, aunque todo el mundo en el barrio se conocía.
XL. Sin embargo, aunque dicen que tira para la izquierda, usted ha tratado de no significarse políticamente.
V.B.
¡Y menos ahora! Yo soy el seleccionador nacional y quiero serlo de
todos. Al margen de eso, estamos en un país con libertad para que cada
uno pueda pensar lo que quiera y muchas veces, desde la disidencia, se
ayuda a que se hagan mejor las cosas. Tengo amigos de todos los colores.
XL. Cuenta que en la vida nunca se puso metas.
V.B. Ni siquiera pensé que iba a ser futbolista. A mí me han ido llegando las cosas sin ambicionarlas.
XL. ¿Nunca ha peleado por hacerse un hueco?
V.B.
¡Nunca! Al final, sí quise ser entrenador, pero nunca lo quise ser del
primer equipo. Y las cosas llegaron. Jamás he ambicionado nada, ni
siquiera ganar las dos copas de Europa con el Real Madrid. Todo ha ido
cayendo sin darme cuenta.
XL. Dice que ni en los peores sueños imaginó una salida como la que tuvo del Real Madrid.
V.B.
No hablo desde el rencor, pero es verdad que nunca imaginé que saldría
del club en las circunstancias en las que salí. Era imposible imaginar
una salida así.
XL. ¿Duele todavía?
V.B.
Mucho, aunque no quiero extenderme en este asunto para no remover el
pasado. Llegué a sentir que era alguien relativamente importante dentro
del club, alguien querido por el trabajo que había realizado durante 17
años en la cantera. Todavía hay algunos que se meten conmigo porque
piensan que soy rencoroso con el Real Madrid, pero si entran a opinar
eso se meten también con el Real Madrid, porque yo he sido un hombre de
ese club de toda la vida.
XL. ¿Qué pasa cuando coincide con Florentino Pérez?
V.B. Nada, nos saludamos y poco más. Él trata de hacer las cosas lo mejor que puede y nada más.
XL. Cuando lo echaron del Real Madrid, ¿se fue al paro?
V.B. Sí, y llegué a cobrarlo. Fui a la cola del Inem y me di de alta como todo el que se queda sin trabajo.
XL. Pero un deportista de su talla tendría la vida resuelta.
V.B. [Sonríe].
¡Eso no se sabe nunca! Ahora tampoco. Tengo hijos y hay mucho recorrido
todavía. Entonces, me acogí al derecho que me había ganado durante
años.XL. ¿Ha gastado más de lo que ha ganado? V.B. Intento ser austero. Y
nunca hablo de dinero.
XL. ¿Tiene hipotecas?
V.B.
[Musita]. No puedo decir que no tenga; tengo alguna, pero no me
gustaría dejarles a mis hijos nada hipotecado. Quiero que todo lo que
les llegue esté limpio. No sé mucho de cuentas.
XL. Sigamos su trayectoria. Pronto se fue a entrenar a Turquía. ¿Fue casi un exilio?
V.B.
No, todo lo contrario, fue una experiencia realmente preciosa. Me fui
allí con un régimen especial para que la Seguridad Social cubriera
también a mi mujer y mis hijos.XL. Se llegó a decir que era un entrenador «sin glamour para el Real Madrid». Reconozca que, pese a esa extraña apreciación, usted no es un entrenador al uso.
V.B. La sustancia de todo es que quiero cumplir con mi responsabilidad lo mejor posible allá donde esté. Lo único que me diferencia de otros entrenadores es que nosotros hemos ganado. Si no, con los mismos gestos y las mismas actitudes, no sería igual. La victoria nos ha unido mucho y ha engrandecido las cosas.
XL. ¿Hay que tener sangre de horchata para no festejar con entusiasmo el gol que los hace campeones del mundo?
V.B.
Por dentro estoy tan feliz como todo el mundo, lo que pasa es que no
soy tan expresivo como la mayoría. En todas las facetas de la vida, pero
en esta más. Sé que me están enfocando y que me está viendo todo el
mundo. Me daría mucha vergüenza verme haciendo alguna cosa que no
debiera. En esos momentos de tensión o de euforia debo ser todo lo
reflexivo posible, porque un entrenador alterado es difícil que tome
decisiones justas.
XL. ¿Tiene un temple a prueba de bomba?
V.B. Intento tenerlo, sí. Cada uno manifestamos las emociones de forma diferente, y la mía no es ni mejor ni peor.
XL. ¿Su corazón no late por el equipo de sus amores?
V.B.
Yo tengo mis sentimientos y lo que ha significado el Real Madrid en mi
vida no lo puedo ocultar. Luego, en el desarrollo de mi función como
seleccionador intento ser lo más neutral posible.
XL. Los jugadores del Real Madrid tienen fama de correrse más juergas de la cuenta...
V.B.
En el fútbol hay de todo. Son chicos jóvenes y, como todos, ellos
también harán alguna bobada, pero ni más ni menos que otros. Lo que
ocurre es que todo lo que hacen tiene más eco.
XL. Suele decirse que los entrenadores se convierten un poco en confidentes de los jugadores. ¿Habla mucho con ellos?
V.B.
Yo, no. Nuestra relación es mínima en la selección, aunque el tiempo
que estamos juntos intento que vean un buen ejemplo en quien los dirige y
que las cosas que les digo tengan un poco de contenido. Trato de que se
sientan cómodos y de facilitarles la estancia.
XL. ¿Cómo lleva el seleccionador la tensión que hay entre los equipos grandes?
V.B. A
nadie se le escapa el fuego cruzado que hay entre el Madrid y el
Barcelona, y en el medio estamos nosotros. Mi papel en la selección es
ganar, pero también intento unir un poco; aunque hay veces que es casi
imposible, y más si se asocia el juego de la selección al Barcelona o al
Madrid.
XL. Ante la deriva
independentista que se vive en Cataluña, ¿nota otro tipo de tensión en
los jugadores? ¿Se sienten cómodos los futbolistas catalanes
representando a España?
V.B. Esos temas no se
acusan nada en la selección. ¡Nada de nada! Yo no he notado ningún
problema de ese tipo ni en catalanes ni en vascos ni en gallegos. Yo, al
menos, no; a no ser que yo sea un cándido, que no creo. Los jugadores
vienen a la selección española independientemente de dónde hayan nacido y
son chicos que aprecian estar aquí y se sienten cómodos, muy cómodos,
en la selección.
XL. ¿Nunca los ha oído hablar de política?
V.B.
No. Imagino que dentro de alguno de ellos anidará algún asunto, pero
que no viene aquí a contarlo. ¿Tú crees que si cualquiera de estos
jugadores no tuviera un total compromiso con la selección española
hubiéramos sido capaces de ser campeones del mundo? En la selección no
hacemos distingos por el lugar donde hayan nacido ni por el equipo en el
que jueguen, y ellos tienen un comportamiento correctísimo.
XL. Pero alguno ha sacado banderas independentistas.
V.B.
Hay que ser más respetuosos con el pensamiento de las personas. Unos
sacan la bandera andaluza; otros, la gallega... Además, eso es así, hay
una división territorial.
XL. ¿Hay algo que le moleste en este mundo idílico que describe?
V.B.
[Sonríe]. Sí, claro. Los deportistas son ejemplares para mucha gente y,
cuando no se comportan correctamente, me sabe mal, porque se salen de
esa ejemplaridad.
XL. ¿Usted nunca se ha considerado una estrella?
V.B.
No, soy una persona normal. No puedes perder el norte y olvidarte de
dónde vienes y quién eres. Al final, yo soy el mismo si hubiéramos
ganado o perdido. Lo que hace diferente las cosas es el eco de la
victoria, pero las personas son las mismas.
XL. Ha puesto el listón tan alto que pensamos que podemos volver a ser campeones del mundo en Brasil.
V.B.
Está bien que se renueve la ilusión, aunque tenemos una mayor
responsabilidad en este Mundial. Es muy difícil volver a conseguirlo,
pero debemos afrontarlo con un poco de inseguridad; porque no está mal
esa inseguridad para no caer en la suficiencia. Mi preocupación es que
todos estos chicos que han vivido estos éxitos pasados tanto éxito,
tanto éxito vengan con los ojos renovados y que no se conformen con lo
que ya han conseguido. En eso estamos.
XL. ¿Qué le quita el sueño?
V.B. Del mundo del fútbol, nada. Lo único que me puede quitar el sueño es la educación de mis hijos.
XL. Dice que representa la imagen del país. ¿Cree que el país tiene realmente su imagen?
V.B. Yo
creo en todos aquellos que se dedican a la cosa pública y que muchas
veces renuncian a puestos ejecutivos en otras empresas donde ganarían
mucho más dinero. Y renuncian porque quieren estar ahí y, además, son
muy eficaces. Yo creo en ellos.
XL. Con
la corrupción casi generalizada en los partidos políticos, sindicatos e
instituciones, ¿no resulta usted demasiado confiado?
V.B.
Es cierto que hay personas que serían malas en cualquier lugar en el
que se las pusiera. Yo no soy tan pesimista como para pensar que la
corrupción es generalizada. Creo que en los partidos hay gente buena,
aunque haya personas que desacreditan la profesión de los políticos.
XL.
Tampoco en el fútbol se da la transparencia ni la honradez necesarias:
futbolistas y clubes que no declaran sus ingresos, que tienen doble
contabilidad... Le podría dar nombres.
V.B. La
ambición de hacer un club grande ha podido llevar a algunos a no hacer
una administración muy pulcra. Hay futbolistas o entrenadores que no
hacen ningún favor al fútbol, sin duda. Pero también hay gente muy
honrada.
XL. ¿Deberían prohibir competir en España al deportista que tenga la residencia en un paraíso fiscal?
V.B.
No soy yo quien debe dar lecciones, pero con este tipo de asuntos no se
puede ser tibio. Estamos en un país que necesita la ayuda de los que
tienen. Y no digo solo de los que más tienen. Mi padre siempre decía «no
será tan español cuando cotiza fuera». Yo no puedo entender que se haga
esto. Yo fui a trabajar a Turquía y todo cuanto me pagaron lo coticé en
España reglamentariamente. Absolutamente todo. Podía haber hecho un
enjuague, una tontería de estas que hablas, pero no la hice.
XL.
Le supongo muy sensible al tema de los recortes en sanidad conociendo,
como seguro conoce, las necesidades de las familias con discapacitados.
V.B.
No estoy muy puesto en esto de los recortes; pero, si ha habido pasos
atrás, no me parece bien. Las fundaciones y las asociaciones que se
dedican a los asuntos de la discapacidad deben estar bien atendidas
también desde las instituciones.
XL. Siempre trata de no molestar a nadie. ¿Es usted lo que llaman 'un hombre políticamente correcto'?
V.B. No sé si soy eso o no, pero sí es verdad que siempre trato de molestar lo menos posible.
XL. ¿Cómo cree que le vamos a dejar las cosas a su hijo Álvaro, que hoy tiene 24 años?
V.B.
En el mundo de la discapacidad hemos dado pasos adelante. Él es un
chaval feliz. Nosotros hemos tenido mucha suerte porque sin saber si
hemos tenido algún enchufe por lo bajini él está trabajando en la ONCE,
como auxiliar administrativo, donde nosotros queríamos que lo hiciera.
XL.
Cuando él nació, con síndrome de Down, usted se hizo tres preguntas. La
primera: ¿por qué me ha tocado a mí? La segunda: ¿por qué no me iba a
tocar a mí? Y la tercera: ¿qué hubiera sido de nosotros sin él?
V.B.
Fue así, es verdad. Y me lo sigo preguntando: ¿qué haríamos sin él? Las
tres preguntas fueron casi seguidas e inmediatas recién nacido.
XL. Seguramente hay una cuarta pregunta que se hacen muchos padres: ¿qué va a ser de él cuando faltemos nosotros?
V.B.
¡Pues no! Esa pregunta no nos la hemos hecho nunca. Confío mucho en mis
otros hijos, confío enormemente en sus hermanos. Malo será que luego
vengan mujeres y maridos distintos a ellos [sonríe].
XL. Pocas veces le preguntamos por sus otros dos hijos: Vicente y Gema.
V.B. Están
bien. Son chavales jóvenes Vicente tiene 27 años y la chica, 21. Y ahí
andamos en la pelea por que sean buenos, por que tengan buenos amigos...
Vicente no juega mal al fútbol, pero tampoco como para haberse dedicado
a ello.
XL. Su mujer es también hija de ferroviario y llevan casados 28 años, pero ¿cómo es Trini?
V.B. Es mi compañera, es la mujer con la que he formado una familia y estamos bien, estamos cómodos.
XL. Pero ¿cómo es?
V.B. [Le cuesta entrar]. Es distinta a mí completamente. Es simpática. Nos complementamos bastante bien.
XL. Tengo entendido que es usted de esos hombres a los que les cuesta mucho decir «te quiero».
V.B.
[Se sonroja]. Me cuesta, sí; no soy mucho de decirlo. Pero tampoco es
que no lo haya dicho nunca [sonríe]. Trini es una mujer valiente,
fuerte... Nos conocemos muy bien los dos. Dicen que dos que duermen en
el mismo colchón se vuelven de la misma condición [sonríe].XL. Tardó mucho en casarse. ¿Cómo era el joven Del Bosque, alto, guapetón y jugador del Real Madrid? Porque a los futbolistas, es evidente, se los rifan las mujeres.
V.B. Alto, cada vez menos; esto ya va para abajo. Debía de medir entonces 1,85 más o menos. Lo de que me casé tarde es verdad; lo hice recién retirado, en 1986 y con 35 años. Estuvimos muchos años de novios. Yo creo que nos casamos cuando teníamos que hacerlo. Lo de guapetón ya es otra cosa [risas].
XL. ¿Es usted religioso?
V.B. No, pero respeto a todo el mundo.
XL. Así que no cae en la tentación de rezar a la Virgen de Lourdes antes de una gran final...
V.B.
[Sonríe]. No, aunque ha habido entrenadores que les han hecho rezar a
los jugadores antes del partido. Yo he estado en un sitio donde eran
musulmanes [Turquía] y cogían la toallita de turno, se metían en una
habitación y rezaban allí a Alá. ¡Gente estupenda!
XL. Reconozca que también es un marqués atípico.
V.B.
[Se pone serio]. Sobre este asunto del marqués no me gusta frivolizar.
Si el rey consideró dármelo, hay que ser respetuoso con su decisión. No
me gusta la frivolidad con la que mucha gente comenta lo del marqués.
XL. ¿Qué le molesta exactamente?
V.B. Cuando quieren meterse conmigo o herirme, me llaman el Marquesito... y me molesta porque suena a cachondeo.XL. ¿Su reconocida modestia le hace pensar que tampoco se merecía esa distinción?
V.B. El respeto que le tengo a la Casa Real y al propio rey hace que lo agradezca, pero considero que el rey ha centrado en la figura del seleccionador algo que podría haber dado a todos los que participaron.
XL.
Hubiese estado bien: ¡veinte marquesados de golpe! ¿De verdad no cree
que el rey ha valorado en su persona otros méritos más allá del triunfo
de la Roja?
V.B. Creo que yo era la cabeza visible de esos triunfos, pero que el mérito es de todos.
XL. ¿Es usted monárquico?
V.B.
Pues no especialmente, pero me cae bien el rey. Creo que él y toda la
familia real han hecho bien su labor en España: el rey, el príncipe y la
reina. Me caen bien, sí.
XL. Una última pregunta, ¿cómo es Vicente del Bosque enfadado? ¿Siempre tan comedido?
V.B.
[Se ríe]. Yo también tengo mi mala leche, no creas. De visita, todos
somos muy buenos. Nadie debe ser elogiado por su bondad; nadie.TÍTULO: EL BLOC DEL CARTERO, HAY QUE IR A MÁLAGA,.
- En menos de un kilómetro cuadrado, a la orilla del mar, usted puede visitar una exposición de Marina Abramovic en el Centro de Arte ...-fotoEn menos de un kilómetro cuadrado, a la orilla del mar, usted puede visitar una exposición de Marina Abramovic en el Centro de Arte Contemporáneo; un puñado de obras de Sorolla o Zuloaga en el Museo Carmen Thyssen; obras de Picasso en la casa museo que lleva su nombre; y, dentro de poco, admirar trabajos de Kandinsky o Bacon en el Centro de Arte Georges Pompidou, o piezas únicas de Tropinin, Levitan o Venetsianov en el próximo Museo Estatal Ruso de San Petersburgo, que habrá de instalarse en el edificio de Tabacalera. No es mala oferta. ¿Y eso dónde?: en Málaga.
La capital costera es el destino urbano que más crece: bien conectada, con excelente oferta hotelera, puerto listo para recibir cruceros a mansalva, añejo aire cosmopolita y descomunal oferta cultural que hacen que millones de personas cada año dirijan sus pasos a Málaga. La noticia de la incorporación a su plantel museístico de esta delegación del Museo Ruso completa un círculo virtuoso y enormemente atractivo para el visitante con inquietudes culturales. Se trata de la primera relación entre un museo de aquellos lares y una sede española, y permitirá ver colección estable de casi un centenar de piezas retratos, paisajes, iconos desde el siglo XV hasta nuestros días. El museo cuenta con medio millón de obras datadas desde el siglo X, es decir, que la perspectiva de exposiciones temporales es apetitosa. En el edificio de Tabacalera también se puede visitar el delicioso Museo Automovilístico de Málaga, que ahí seguirá, y puede que incluso una buena colección de murales de Sol Lewitt, en el caso de que les quepa la monumentalidad de ese enorme artista norteamericano padre de toda conceptualidad.
Los franceses del Pompidou también han elegido la capital malagueña para salir de Francia por primera vez. Unas setenta referencias viajarán a instalarse, amén de las muestras temporales que andan de gira por medio mundo. Todo ello supone una notable inversión, pero derrama un beneficio muy superior: afluencia de visitantes garantizada, todos ellos con dinerito para gastar, y recolocación del nombre de tu ciudad en los circuitos internacionales. Madrid, Barcelona, Valencia y Bilbao saben que la cultura es un buen negocio. Málaga también, ya que el visitante y el lugareño pueden hacerse una idea muy completa del arte de tres siglos consecutivos, XVIII, XIX y XX, recorriendo un circuito atractivo, a orillas del Mediterráneo, en el renovado mobiliario urbano del centro de la ciudad. Málaga ha experimentado un cambio insospechado, embelleciéndose en su centro histórico y creciendo en fachada marítima de forma inmisericorde. Ha ganado playa en Malagueta, ha mantenido el sabor de Pedregalejo y Palo y ha revitalizado el barrio de Huelin haciendo de su frente hacia el mar algo insospechado pocos años atrás. Dos o tres proyectos empresariales en su centro, en la plaza de la Merced, van a asombrar a muchos, y el dinamismo comercial promete mantener alto todo tipo de oferta.
En Málaga se come bien y se bebe mejor: no hace tantos años que su oferta de restauración se limitaba a freír bien todo tipo de peces, más bien pequeños, o asar sardinas en espeto cosa deliciosa por cierto; ahora, la dinámica cocina local ofrece unas posibilidades inagotables. Aquel era un tiempo en el que cuando llegabas a la capital malacitana te dirigías a cualquier chiringuito playero y te dejabas llevar por el perfecto equilibrio de harina y aceite. Eso o te marchabas a Frutos, en Torremolinos, donde un inolvidable segoviano servía una calidad inalcanzable para muchos (siguen sus hijos y es un establecimiento magnífico, que me gusta frecuentar). Hoy los chiringuitos siguen (hará unos días, Gutiérrez me brindó una comida sabrosa y soleada a la orilla del mar), pero la variedad gastronómica ha equiparado a la ciudad con otras de su tamaño y trascendencia. El clima acogedor, la amabilidad de gente y costumbres y las mil formas de pedir el café no dejan lugar a dudas: hay que ir a Málaga. Y quedarse un tiempo hasta verlo todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario