Paola Dominguín,. foto
Vida personal
Es hija del torero Luis Miguel Dominguín y de la actriz italiana Lucia Bosè, sobrina de Carmina Dominguín y Antonio Ordóñez y prima hermana de Carmina Ordóñez. Hermana de Miguel Bosé y Lucía Dominguín. Tía de Elenora Salvatore, Rodolfo Salvatore, Jara y Lucía Tristancho (hijos de Lucía) y Diego, Tadeo, Ivo y Telmo (hijos de Miguel).1 En su bautizo fue apadrinada por el pintor Pablo Picasso, amigo íntimo de la familia.2Tuvo su primer hijo con José Coronado en 1988 llamado Nicolás que ha seguido los pasos de sus padres.3
En 1995 se casó con Manuel Villalta y tuvieron una hija en 1997 llamada Alma Sofía. Se divorció de Manuel en 2009.3
Vida profesional
Estudia baile, mimo e interpretación en el Liceo Francés de Madrid. Más tarde consigue entrar en la Escuela de Mimo de Marcel Marceau en París.Aunque al final termina dedicándose al mundo de la moda.
En 2005 lanza su propia firma de moda.4
Su faceta empresarial la combina con pequeñas apariciones como actriz en diferentes series de televisión. Fue durante muchos años la musa del diseñador Francis Montesinos.
Es también diseñadora gráfica.5
Vida personal
Es hija del torero Luis Miguel Dominguín y de la actriz italiana Lucia Bosè, sobrina de Carmina Dominguín y Antonio Ordóñez y prima hermana de Carmina Ordóñez. Hermana de Miguel Bosé y Lucía Dominguín. Tía de Elenora Salvatore, Rodolfo Salvatore, Jara y Lucía Tristancho (hijos de Lucía) y Diego, Tadeo, Ivo y Telmo (hijos de Miguel).1 En su bautizo fue apadrinada por el pintor Pablo Picasso, amigo íntimo de la familia.2Tuvo su primer hijo con José Coronado en 1988 llamado Nicolás que ha seguido los pasos de sus padres.3
En 1995 se casó con Manuel Villalta y tuvieron una hija en 1997 llamada Alma Sofía. Se divorció de Manuel en 2009.3
Vida profesional
Estudia baile, mimo e interpretación en el Liceo Francés de Madrid. Más tarde consigue entrar en la Escuela de Mimo de Marcel Marceau en París.Aunque al final termina dedicándose al mundo de la moda.
En 2005 lanza su propia firma de moda.4
Su faceta empresarial la combina con pequeñas apariciones como actriz en diferentes series de televisión. Fue durante muchos años la musa del diseñador Francis Montesinos.
Es también diseñadora gráfica.5
Desayuno: Un vaso de leche o yogur, en definitiva, algún lácteo; y
tostada o algún otro tipo de cereal; también se le puede añadir una
pieza de fruta.
Cena: Revuelto de espinacas o espárragos con huevo, y pollo a la plancha,.
TÍTULO: SILENCIO POR FAVOR - SOBRE LOS CLUBES,.
foto
Regreso de un viaje prenavideño a Múnich. La Navidad es más entrañable, más parecida a la estampa dentro de una bola de cristal en la que nieva, cuanto menos meridional es la ciudad que la recrea. Múnich tenía un espíritu navideño tal que sólo con respirar profundo en la Marienplatz, con sus puestitos de adornos y los juglares que anunciaban su presencia con una campana como los leprosos medievales, incurría uno en el riesgo de sucumbir a un coma diabético. Cuánto amor. Cuánta felicidad sonrosada y burguesa. Cuántas sonrisas entre desconocidos. Más que a Navidad, a lo que olía en todas partes es a ese infecto y dulzón vino caliente con especias que los muniqueses beben en tazas de porcelana confirmando que la resistencia germánica en el limes del Rin aplazó varios siglos la incorporación del sentido hedonista mediterráneo del que los romanos dotaron a los galos a tiempo de que aprendieran a amar el vino y no hacer con él cosas extrañas que ya tienen medio confeccionado ese vómito del borracho que expulsa, mezcladas, la cena y la bebida. La de cerveza turbia que tuve que ingerir para exudar por los poros un olor alcohólico diferente que me tapara el del punsch. Que así se llama el trago, así de parecido a putsch, y en Múnich. Una taza llena de golpistas de cervecería en estado líquido.
Con todo, el choque cultural más llamativo que sufrí en Múnich no fue el de la taza de vino que en un delirio ucrónico podríamos habernos visto obligados a consumir por ley todos los europeos conquistados, sino el de la sauna. Con cada viaje que hago, Alemania y sus gentes me gustan más. Incluso con ese idioma que, según Carlos V, era el adecuado para hablar con el caballo, de igual forma que el francés lo era para hablar a las mujeres: reparo ahora en que la pobreza de mi vida sentimental tal vez se deba a que siempre lo hice al revés. Ahora, cómo me aman los caballos. Pero hay algo de los alemanes que aún se me hace extraño. Me explico.
Aproveché un rato libre en el hotel para bajar a la sauna y la piscina interior. Al llegar allí me encontré, entre vapores, a un hombre completamente desnudo que, de pie, leía un libro con el pene olvidado en su verticalidad mansa. Cáspita, me dije, qué desvergonzado. Un chiflado. Un exhibicionista. Podría abatirlo de un disparo y el juez me agradecería el servicio prestado a la moral pública. Mi traje de baño hasta la rodilla me permitió disfrutar de un instante de civilización superior, con pudor y recato. Pero ese hombre no estaba solo en su desviación. Correteando por las duchas, entrando y saliendo del baño turco y la sauna escandinava, por todas partes, había hombres y mujeres desnudos cuya espontaneidad convirtió mi traje de baño en el burka genital de un acomplejado. De un Alfredo Landa cualquiera entre la explosión de las carnes nórdicas. No sabía dónde mirar sin parecer un voyeur sátiro. Cáspita, volví a decirme, a ver si por error me he metido en un club de intercambio de parejas o algo así, y se me va a requerir algo con lo que trocar antes de caer en manos de una hermosa tedesca sobre la cual derramar tazas y tazas de punsch en la embriaguez wagneriana definitiva. Pero qué va. No había un ápice de erotismo. Resulta, simplemente, que los alemanes tienen una relación distinta con la desnudez, incluso en los lugares públicos, incluso con hombres y mujeres mezclados, por lo que se muestran con tanta naturalidad que el traje de baño termina siendo la auténtica infracción protocolaria. Pero es verdad, y pude comprobarlo en aquella sauna, que la sensualidad depende en parte de la ocultación y de la aventura del descubrimiento. Los cuerpos desnudos expuestos sin misterio nunca serán otra cosa que un vestuario deportivo o un descarnado muestrario anatómico más científico que sensual. Los cuerpos así desnudos son al sexo lo que un spoiler a la narración. Sólo yo, con mi traje de baño, salí de allí con un secreto. Los demás se confesaron enteros. A ver si por eso no hablaban en francés.
TÍTULO: LA COCINA - DOMINGO - LUNES - ÑOQUIS DE CALABAZA EN SALSA DE QUESO,.
Tenía muchas ganas de probar los Ñoquis de calabaza desde que los ví por primera vez,.
Ingredientes:
Para los Gnocchi:
- 400 g de calabaza pelada
- 1 huevo
- Sal, nuez moscada
- Harina, sobre 400g. Yo he necesitado algo más.
- 1 huevo
- Sal, nuez moscada
- Harina, sobre 400g. Yo he necesitado algo más.
Para la salsa:
- Una o dos nueces de mantequilla salada
- Hojas de salvia fresca
- Queso gorgonzola desmenuzado
Preparación:
Gnocchi:
Los cocemos en abundante agua hirviendo con sal y un chorrito de aceite. Tardan muy poquito, en cuanto floten en la superficie estarán listos.
Si hemos hecho muchos, podemos congelarlos. Los tenemos que poner separados en una bandeja y cuando se congelen los podemos guardar en una bolsa o recipiente hermético. Luego se echan directamente al agua hirviendo, sin descongelar. A mi, con las cantidades que he puesto, me han salido para 4 platos hermosos.
Ponemos la calabaza troceada en una fuente de horno y
horneamos a 180º unos 30 minutos. Cuando esté blanda, la trituramos con
la batidora. Añadimos 1 huevo, sal y nuez moscada y mezclamos bien.
Añadimos unos 200g de harina y hacemos con ello una masa. Vamos
añadiendo más harina y cuando se pueda, la trabajamos con las manos
sobre una superficie enharinada. Notaremos que está lista cuando
tengamos una masa que no se pega a las manos.
Hacemos unos rollos de unos 2cm de ancho y los cortamos como vemos en la foto. Aquí me han quedado demasiado grandes, sobretodo los que estoy cortando en ese momento, es mejor más pequeñitos. Siempre tenemos que trabajar sobre harina, para que no se peguen a la superficie, ni entre ellos.
Se pueden dejar así, o darles forma aplastándolos para que se curven con las púas de un tenedor. En realidad se hace con un peine para gnocchis, pero podemos apañarnos así.
Hacemos unos rollos de unos 2cm de ancho y los cortamos como vemos en la foto. Aquí me han quedado demasiado grandes, sobretodo los que estoy cortando en ese momento, es mejor más pequeñitos. Siempre tenemos que trabajar sobre harina, para que no se peguen a la superficie, ni entre ellos.
Se pueden dejar así, o darles forma aplastándolos para que se curven con las púas de un tenedor. En realidad se hace con un peine para gnocchis, pero podemos apañarnos así.
Los cocemos en abundante agua hirviendo con sal y un chorrito de aceite. Tardan muy poquito, en cuanto floten en la superficie estarán listos.
Si hemos hecho muchos, podemos congelarlos. Los tenemos que poner separados en una bandeja y cuando se congelen los podemos guardar en una bolsa o recipiente hermético. Luego se echan directamente al agua hirviendo, sin descongelar. A mi, con las cantidades que he puesto, me han salido para 4 platos hermosos.
Salsa:
En una sarten, derretimos dos nueces de mantequilla (yo he usado mantequilla salada) y añadimos hojas de salvia troceadas. Le damos unas vueltas para que suelte todo el aroma y añadimos los ñoquis. Mezclamos hasta que cojan temperatura.
Servimos caliente y ya en el plato mezclamos con cachitos de gorgonzola, que se irá derritiendo con el propio calor de los ñoquis... ¡a disfrutar!
En una sarten, derretimos dos nueces de mantequilla (yo he usado mantequilla salada) y añadimos hojas de salvia troceadas. Le damos unas vueltas para que suelte todo el aroma y añadimos los ñoquis. Mezclamos hasta que cojan temperatura.
Servimos caliente y ya en el plato mezclamos con cachitos de gorgonzola, que se irá derritiendo con el propio calor de los ñoquis... ¡a disfrutar!
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