lunes, 6 de mayo de 2019

Domingo -12- Mayo - LA SEXTA TV | Ambulancias, en el corazón de la ciudad - En Puebla de Don Rodrigo claman contra la siniestralidad de la N-430 ,./ CAFE GIJON - MANZANAS VERDES - Dos huevos fritos y adiós tristeza ,.

TITULO: Domingo -12- Mayo - LA SEXTA TV | Ambulancias, en el corazón de la ciudad -En Puebla de Don Rodrigo claman contra la siniestralidad de la N-430 ,.

El domingo -12- Mayo, a las 21:30 por La Sexta, foto,.

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El alcalde de Puebla de Don Rodrigo, Venancio Rincón, cree que los continuos accidentes que se siguen produciendo cada semana en la carretera N-430, a su paso por la provincia de Ciudad Real, justifican que el ministerio de Fomento planifique el futuro trazado de la Autovía A-43 por la opción norte. Rincón, apunta que los accidentes siguen produciéndose con tal asiduidad que cada semana se conoce una salida de vía, ya sea de vehículos pesados o ligero.
En los últimos meses, ha indicado, «no se han producido, por fortuna, pero lamentablemente la N-430 sigue siendo un carretera peligrosa, con puntos negros, que hace necesario su arreglo».

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CAFE GIJON,.




Café Gijón - foto,.









Fachada de madera del Café Gijón con su entrada.
Resultat d'imatges de manzanas verdes El Café Gijón (denominado también Gran Café de Gijón) es un café de importancia cultural situado en el bulevar principal del madrileño Paseo de Recoletos n.º 21. El café está frente a una estación de ferrocarril del mismo nombre (Recoletos) y a la Biblioteca Nacional de España (BNE). La terraza de enfrente se encuentra en el pasillo central del Paseo.





  MANZANAS VERDES -Dos huevos fritos y adiós tristeza ,.



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Dos huevos fritos y adiós tristeza

Leonard Cohen, la voz más cavernosa después de Gene García.

Nada provoca tanta melancolía como sacar la ropa de verano escuchando a Leonard Cohen,.

Leonard Cohen, la voz más cavernosa después de Gene García. :: HOY/No creo que haya nada más triste que cambiar la ropa de invierno por la de verano escuchando a Leonard Cohen. Bueno, sí, cambiar la ropa de verano por la de invierno. Al menos, la ropa de verano que sacas es alegre y de colores vivos, mientras que la de invierno que escondes, con esa gama de grises insulsos, oscuros azules y marrones sin gracia, te recuerda los largos meses de nubes de plomo, de fríos cortantes, de noches largas...
La ropa de verano se permite la alegría de un vaquero marfil, de un pantalón verde oliva, de polos rojos y blancos, de camisetas con extrañas leyendas en inglés y dibujos muy raros, que no entiendes nada, pero animan mucho... De todas maneras, cambiar la ropa con el cambio de estación escuchando a Leonard Cohen, sea cual sea la ropa y sea cual sea la estación, es muy triste.
Me refiero, claro está, a tristezas tontas, a tristezas de las ocho de la noche, melancolía y nostalgia de un par de horas, que se van con el sol. Y qué mal rato provoca volver a guardar esa camisa de rayas que no te pones nunca, pero te recuerda un viaje a Valencia. Y entonces canta Cohen 'My Oh My' como si fuera un miserere y piensas que nunca volverás a ser tan joven y tan feliz como aquel fin de semana en Valencia.
Una voz interior te dice que tires de una vez la maldita camisa de rayas, que no te la pones ya y solo sirve para que dos veces al año, el uno de mayo y el uno de noviembre, la mires como una reliquia y te hundas en la miseria del cualquier tiempo pasado fue mejor. Pero nada, ahí la tengo, saltando de armario en armario, en busca del tiempo perdido, camisa recuerdo, camisa amuleto, camisa blanca, o de rayas o de cuadros, de mi última esperanza.
Transición. Llega el calor y Leonard Cohen canta a 'Lady Invierno', despedida musical de otra estación, inexorable paso del tiempo en el móvil, que ya no necesitamos calendarios de pared ni relojes de pulsera, pero qué más da, el tiempo pasa igual y el trasiego de la ropa se repite cada seis meses. 'Come Healing'... Un coro de voces femeninas te sume en la laxitud de la tristeza dulzona y empieza a cantar Cohen con su voz de susurro y sus eses muy líquidas mientras tú cargas con una percha llena de camisas negras y azules que ya no te pones, pero que no tirarás porque hubo un tiempo en que te las ponías y te sentías tan grave y tan interesante como Leonard Cohen.
Cada prenda, cada par de zapatos se asocia a un momento, a un viaje, a una ilusión y vas por el pasillo, de armario a armario, arrastrando los pies, rumiando la derrota irreversible de cada primavera. Otra vez brotan los árboles, otra vez hay noches tibias, otra vez desayunas en las terrazas... Pero ya no sientes ansiedad ni desazón, solo melancolía: mira, los tejanos amarillos que te ponías aún a los 40, cuando tus compañeras de instituto te llamaban atrevido por vestir con tanta alegría, pero que ya no te los pones ni de broma. Sin embargo, no los tiras, solo los trasladas. ¿Cómo voy a tirar el atrevimiento?, te preguntas indignado ante la sola idea de desprenderte de un estado de ánimo. Ahí está el polo blanco ajustado. Eso no te entra ni encogiendo la barriga hasta asfixiarte. ¿Pero y si un día adelgazo? Y así, entre porsis (por si pierdo kilos, por si pierdo años, por si pierdo pesadumbre, por si pierdo seriedad) e imposibles, voy haciendo el transbordo de cada mes de mayo: del gore-tex a las sandalias, de la lana al hilo, de la pana al lino...
¡Vaya!, la lista de Spotify escoge aleatoriamente 'Closing Time', una canción en la que Cohen se pone un pelín alegre y el coro femenino entona con mucho ritmo. «Hora de cierre», canta la voz más cavernosa de la historia de la música después de la del gran Gene García (¡Ay si Gene hubiera nacido en Canadá!). ¡Ole!, anochece, hora de cenar igual a hora de emerger. A quién se le ocurre cambiar la ropa de invierno por la de verano escuchando a Leonard Cohen a las ocho de la tarde del uno de mayo, un día que no hay ni fútbol en la radio. Noche cerrada y cena: dos huevos fritos y adiós tristeza.

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