España a ras de cielo ,.
España a ras de cielo es un programa de televisión emitido por TVE y se estrenó el 17 de septiembre de 2013. Desde el primer programa, está presentado por Francis Lorenzo. Martes a las 22h30,.
El programa permite conocer lugar de España desconocidos y ya conocidos desde otro punto de vista. , etc.
PLANETA CALLEJA - DOMINGO - 24 -Mayo ,.
Esclavitud
Rosa belmonte - foto,.
Lo de la esclavitud no se lo han sacado de la manga los empresarios, la palabrota viene en la 'Nota para la actuación inspectora campañas agrícolas mayo/junio 2020'. Se habla de detección de supuestos que «constituyen ilícitos penales, en especial casos de explotación laboral y de trata de seres humanos para la imposición de trabajo o de servicios forzados, la esclavitud o prácticas similares a la esclavitud, a la servidumbre». Luego las cosas de Díaz Ayuso son liberalismo de ocurrencias. ¿Y los desatinos esclavistas de Yolanda Díaz? Una ministra que usa la reforma laboral del PP que quería derogar. Como ha dicho Fátima Báñez, con la ley de 2012 las empresas tienen mayor flexibilidad para gestionar situaciones complicadas manteniendo empleos. Los ERTE, sí. Luego ríete de que Báñez agradeciera a la Virgen del Rocío su ayuda para salir de la crisis.
De los 'riders' de Glovo también se dice que son esclavos. La voluntariedad da igual. Una esclavitud del siglo XXI. Yolanda Díaz busca la esclavitud de los siglos XVIII y XIX. Busca a Kunta Kinte en el campo de Cartagena. O a Toby.
TITULO: Ochéntame otra vez - Un trabajo para 'Platero' .
Ochéntame otra vez - Un trabajo para 'Platero' .
Jueves -21- Mayo a las 22:35 por La 1, foto,.
Un trabajo para 'Platero',.
Los burros eran obreros y campesinos,pero las máquinas los dejaron en paro. En España hubo un millón y hoy son 30.000,.
El burro doméstico o 'Equus africanus asinus', cuyos ancestros trotaban silvestres en el continente negro, inició hace siete milenios su relación con el hombre, que apreció la fortaleza -puede cargar el 30% de su peso, de hasta 300 kilos-, la resistencia -es más frugal y menos sibarita que el caballo- y la docilidad de este animal de carga y tracción. Con su arriero al lado, ha transportado personas, materiales, herramientas y productos. Hasta que llegaron las máquinas, fue campesino, obrero, taxista, bombero, minero, pastor, nevero y aguador. «Los arqueólogos han hallado pruebas de que los burros estaban ahí cuando se trazaron los caminos, se construyeron las presas o se inició el comercio. Sin ellos no habría sido posible la civilización humana», asegura el periodista Eliseo García Nieto, autor del libro 'Hermano asno' (ed. Diputación de Córdoba, 2017).
En el mundo hay unos 50 millones de pollinos y en muchas partes de África, Sudamérica y Asia es aún una pieza fundamental de la economía tradicional. En Europa, en cambio, está en claro retroceso. En España, donde había más de un millón al acabar la Guerra Civil, apenas hay censados hoy 30.000. «Ha ocurrido en todos los países que se han industrializado. Al no tener un uso productivo, han quedado obsoletos. Y, aunque en algunos lugares se consume su carne (Francia) o su leche (Italia), no son rentables porque son animales de crianza lenta: la gestación dura de 12 a 14 meses», explica Rosa Chaparro, portavoz de El Refugio del Burrito, la delegación española de la organización más antigua en su defensa, The Donkey Sanctuary, fundada en 1969 en Gran Bretaña y presente en 36 países. La ONG, que rescata a animales maltratados o abandonados, mantiene 200 en su finca de Bodonal de la Sierra (Badajoz) y 75 en la de Fuente de Piedra (Málaga).
Fuertes y listos, pese a su fama, fueron clave en el desarrollo de la construcción y del comercio
Los defensores del burro no solo reivindican
al currante; también denuncian su injusta fama. Ya en la época de los
egipcios se identificaba a esta bestia con la ignorancia y para los
romanos era signo de mal fario. No hay más que echar un vistazo al
diccionario: burro y sus sinónimos pueden emplearse como apelativo para
las personas 'brutas', 'simples' y 'de poco entendimiento'. «Pero son
más listos que los perros o los gatos -replica Rosa Chaparro-. Con
entrenamiento, son capaces de reconocer el significado de más de mil
palabras. Son superinteligentes, empáticos y sociables. Siempre tienen
un mejor amigo. Y si se han ganado la fama de tercos es porque tienen un
gran instinto de supervivencia: cuando presienten un riesgo, no hay
manera de hacer que se muevan. Son guardianes del territorio porque
evolucionaron en los desiertos de África, vinculados a su punto de agua.
Son los únicos equinos capaces de atacar a un depredador a coces y
mordiscos. Por eso son buenos vigilantes del ganado: si se acerca el
peligro, su rebuzno se puede oír a gran distancia».
«Hay que cambiar la definición del diccionario», reclama Rafael Fuentes, que ya se prepara para su próxima representación. La semana que viene, ataviado como Sancho Panza, llevará a un amigo de Quijote, a un pollino como «el rucio» y a su perra de «galgo corredor» para recrear la obra de Cervantes en la Feria del Libro de Granada.
Resucitar para los niños al entrañable 'Platero' de Juan Ramón o a la tozuda montura cervantina es un hermoso empleo para un animal tan fiel y sufrido, pero no solo de literatura vive el burro. En pleno declive de la especie, aún surgen nuevas oportunidades. En el Parque Nacional de Doñana, por ejemplo, han sacado del 'paro' a una cuadrilla de asnos que, pastando en zonas de vegetación seca, crean cortafuegos ecológicos. El año pasado, la Alhambra contrató a un pollino para transportar materiales de obra a una zona del monumento a la que no está permitido el acceso de máquinas. La pionera Asociación de Defensa del Borrico (Adebo), que acoge en Rute (Córdoba) a medio centenar de ejemplares, organiza su Aula Arriera para enseñar a los niños a amar a estos equinos. En Burrolandia (Tres Cantos, Madrid) proponen cumpleaños con asnos. Las romerías y fiestas populares son un yacimiento de empleo, aunque, como ocurre con el famoso burrotaxi de Mijas, los animalistas anden con la mosca detrás de la oreja, vigilantes ante posibles casos de maltrato. El Refugio del Burrito, que organiza desde actividades educativas a sesiones de yoga, ofrece la posibilidad de apadrinar un jumento -ya lo han hecho, por 5 euros al mes, 3.000 familias- o adoptarlo: el año pasado, 155 se llevaron a una pareja a su casa.
Eliseo García Nieto no lo ve claro. Por un lado, la enésima absurda creencia de la 'medicina' tradicional asiática es que la gelatina de su piel es una especie de bálsamo de Fierabrás que lo cura todo, y con esa excusa los chinos han desollado a 8 millones de asnos en su país y se aprestan a arrasar con los de África y Sudamérica, dejando sin una ayuda básica para su economía a miles de familias pobres. Un kilo de 'ejiao' cuesta más de 300 euros.
Por otro lado, constata el periodista, el mundo rural en España sufre un declive sin remedio. «A diferencia de Francia, que está orgullosa de sus raíces agrarias y considera al campesino una figura de referencia, con toda una industria a su alrededor, en España para alentar la emigración a las ciudades se sembró la idea de que quien se quedaba en el campo era un paleto, un inútil. El resultado es el desierto demográfico actual. El burro es un símbolo de todo eso», reflexiona. Quizá la nostalgia no sea suficiente y los «espejos azabache de sus ojos, duros cual dos escarabajos de cristal negro», con los que Platero miraba al escritor, son los testigos de un mundo que ya no existe.
Las seis razas autóctonas españolas están en riesgo de extinción, explica Jesús Dorado, profesor de Veterinaria en la Universidad de Córdoba. El asno andaluz es el más grande (hasta 1,60 metros y 300 kilos) y el de las Encartaciones (Vizcaya), de color oscuro, el más pequeño. Están además la catalana, balear, zamorano-leonesa y majorera. Las razas puras no llegan a una décima parte de la cabaña española, unos 30.000 ejemplares. El resto son mestizos.
El cruce entre yegua y burro da lugar a un mulo. El de caballo y burra, a un burdégano. Los híbridos son estériles, pero el grupo de investigación de Dorado, que desarrolla técnicas de conservación de esperma y embriones, logró que una mula inseminada en tratamiento conceptivo diera a luz un burro. Tenía una malformación y murió a las pocas horas.
euros al año cuesta alimentar con paja a un animal sano y 3.000 a uno enfermo que necesite pienso y cuidados veterinarios extra, según El Refugio del Burrito. La ayuda europea a los criadores de razas autóctonas es de 62 euros por animal y año.
TITULO: Cómo nos reímos - El semental 'Tomillo' se enrola en el Ejército,.
El domingo-17- mayo a las 21:30 por La2, foto,.
El semental 'Tomillo' se enrola en el Ejército
Rafael Fuentes, celador en un hospital, está orgulloso de que su criatura haya sido elegida para refrescar una línea genética desaparecida, aunque ello no mejore la delicada economía de su reserva, un sueño que mantiene con donativos y con sus propios recursos. «Tenemos dos sueldos y uno lo dedicamos a esto», asegura, en alusión a la suerte de que un enamorado de los asnos desde chiquillo encontrase como pareja a una veterinaria que comparte su 'locura'. Si tuviera que venderlo, ¿cuánto costaría? Rafael no lo duda y replica: «¿Cuánto vale un lince ibérico?».
TITULO: Aquí la tierra - Los apátridas del coronavirus,.
Los apátridas del coronavirus,.
En tierra de nadie. El cierre de fronteras ha dejado tirados a decenas de españoles en China y a otros muchos sin opción de regresar a sus trabajos en el gigante asiático. Hay familias separadas, empleos perdidos y mucha precariedad económica y legal,.
«Íbamos a estar un mes más o menos, pero la cosa se complicó», recuerda Rollán, que se encuentra a una hora de la localidad de Rizhao, en la provincia nororiental de Shandong. «Se dio la casualidad de que el primer contagio en la región fue el de en un trabajador de este lugar. Así que enseguida hubo muchas restricciones. Nos quedamos sin transportes», añade. Justo cuando la familia tenía que regresar a Pekín para emprender el camino de vuelta a España, donde residen los tres, la capital china impuso la cuarentena obligatoria de dos semanas a todos los llegados de otras localidades.
«Nuestro vuelo salía antes de esos 14 días, por lo que debíamos ir directos al aeropuerto para evitar la cuarentena. La única posibilidad que vimos era un viaje de algo más de 40 horas hasta llegar a Salamanca. Nos pareció que era demasiado para un bebé de cuatro meses recién cumplidos. Así que alargamos la estancia hasta mediados de marzo para intentar ir a Pekín y poder realizar la cuarentena», relata Rollán. Desafortunadamente para él, en febrero la epidemia trascendió las fronteras de China y se extendió por el mundo. Las aerolíneas comenzaron a cancelar sus enlaces con el gigante asiático, y su familia está ahora atrapada.
La aerolínea le ofrece el primer vuelo a partir de julio, pero Rollán está a punto de agotar su visado chino, incluso después de la extensión automática de dos meses que ofreció Pekín a todos los que se encontraban en situación similar. Además, a su pareja también se le caduca en breve el permiso de residencia en España, lo que impediría su entrada en Europa. La única alternativa que se les ofrece es la de viajar con compañías chinas que cobran en torno a 2.400 euros por cada pasajero, una cifra inasumible para la familia. «No sabemos qué va a suceder», comenta el salmantino, afectado por la incertidumbre. No es el único, como él están una cuarentena de españoles que han quedado atrapados en China.
«Pisoteando derechos»
Así, miles de ciudadanos de todo el mundo se han visto expulsados 'de facto' de la segunda potencia mundial. Independientemente de que su hogar y su trabajo estén en China. De momento, no hay fecha para la reapertura de la frontera, aunque el país ha comenzado a permitir el regreso de algunos altos directivos -pero no de sus familias-. «Es una muestra más de cómo China actúa sin atenerse a estándares internacionales y pisoteando los derechos más básicos de los ciudadanos. Si esto lo hubiese hecho la Unión Europea con los residentes en China, Pekín habría puesto el grito en el cielo y habría criticado la xenofobia que tan bien le viene cuando no son los chinos quienes la practican», comenta un diplomático europeo bajo condición de anonimato.El caso de Fernández es especialmente rocambolesco: llegó a Hong Kong -ciudad que se rige por un sistema diferente al de la China continental- el pasado 20 de marzo después de hacer una carambola de vuelos que le costó la friolera de 3.200 euros. «Sabía que me iban a poner en cuarentena, pero confiaba en que, después de los 14 días, podría entrar a China», cuenta. Desafortunadamente, Pekín anunció el cierre de la frontera cuando a él le quedaban solo dos días de confinamiento en una habitación de hotel. Desde entonces, se ha visto forzado a alquilar un apartamento en las afueras de la excolonia británica a la espera de poder reincorporarse a su puesto de trabajo. «No creo que suceda antes de julio», apostilla resignado. El tiempo lo mata leyendo y practicando el senderismo.
Sin duda, Fernández ha tenido suerte. Mantiene su trabajo y se las arregla para desempeñarlo a distancia. Pero hay quienes están siendo menos afortunados. Jorge Barberá, por ejemplo, viajó a España el 29 de enero y se ha quedado sin poder regresar a la ciudad en la que reside, Guangzhou. Por si fuese poco, su permiso de trabajo está a punto de caducar y, si no lo renueva, tendrá que iniciar todo el proceso desde cero. «Mi empresa me ha comunicado que todos los trámites están aprobados, y que solo tendría que ir a Inmigración para entregar el pasaporte. Pero, si no puedo regresar, no puedo hacer el trámite», cuenta.
El cineasta David Gómez Rollán está atrapado en China desde enero, cuando fue a presentar a su hijo a sus suegros
El perjuicio económico es importante, ya que
su sueldo se ha reducido en un 90%. Pero más dura es la separación
forzosa de su mujer, que se ha quedado en China y tampoco podría
regresar a España. «Además, su empresa ha cerrado temporalmente. Se
dedica al sector textil y todas sus ventas se centran en Latinoamérica y Estados Unidos, donde ahora mismo está todo cerrado», añade Barberá. Como la suya, muchas familias han quedado separadas por una frontera.Es el caso de un empresario español que hizo el viaje inverso a Rollán: se trasladó a España con motivo de la Navidad con su mujer china y la hija de pocos meses que tienen ambos, cuya nacionalidad también es china. «Nació allí y para obtener la nacionalidad española debería renunciar primero a la china, algo que no tiene por qué hacer hasta que cumpla los 18», explica el padre, que prefiere no dar su nombre. El problema es que, aunque él sea español, su hija recibe el mismo tratamiento que cualquier otro inmigrante, y accede a España con un visado ya caducado.
Oficialmente, el bebé se encuentra en situación irregular. «Fui a la Policía cuando todavía estaba en vigor y me aseguraron que por el coronavirus esto lo pasarán, pero no sé cómo lo controlarán. Teóricamente, al haber estado ilegal en España, cuando vuelva a pedir un visado se lo denegarán», añade. La niña también podría tener problemas para salir del país con un permiso caducado.
Sin poder regresar a China
Peor están otros entrevistados para este reportaje que, al no poder regresar a China, han perdido su trabajo y, en consecuencia, también su permiso para entrar al país. Ricardo Moya aún sigue contratado. «Justo había aceptado un trabajo de mi misma empresa para relevar al responsable de Operaciones de nuestra filial en Pekín y para mudarme allí con mi familia por un mínimo de cinco años», relata.Moya hace lo que puede por desempeñar sus funciones desde su casa en Madrid, pero el coronavirus ha puesto en solfa su proyecto de vida. «Estuve en diciembre para preparar el relevo y tengo un piso alquilado con casi todas mis pertenencias dentro. Pero ahora no sé cuándo podré entrar al país, cuándo recibiré el permiso de trabajo, o si se cancelará y tendré que empezar de cero. Incluso está en duda que mi empresa finalmente decida enviarme allí», concluye.
Un joven entrenador de fútbol, que también prefiere mantenerse en el anonimato, está en una situación incluso más precaria. En su caso, el problema está en que, además de haberse quedado sin ingresos durante el tiempo que permanece fuera de China, el casero al que alquila una habitación en Shanghái quiere deshacerse de los inquilinos rompiendo el contrato, por lo que podría quedarse en la calle y tener que pedir a algún amigo que recoja sus cosas y se las envíe -con el abultado desembolso que ello conlleva-.
Es una incertidumbre que ha dado al traste con innumerables proyectos, muchos de los cuales ya no se retomarán. El impacto en el ámbito empresarial es sustancial. «Las empresas europeas establecidas en China desean retomar la normalidad, pero se ven afectadas por el cierre casi total de la frontera. Muchos empresarios y expertos técnicos se han quedado en el extranjero, sin posibilidad de regresar, y su ausencia provoca dificultades tanto en las operaciones cotidianas de las empresas como en grandes proyectos de inversión», explica a este diario el vicepresidente de la Cámara de Comercio Europea en China, Carlo D'andrea.
Los polémicos vuelos de repatriación
La mallorquina Noelia Pérez nunca pensó que terminaría gastándose casi todos sus ahorros tratando de salir de China, país al que llegó como estudiante del idioma. Pero es lo que le ha sucedido. Cuando regresó de las vacaciones de Año Nuevo, preparada para dar un vuelco a su vida y empezar a trabajar como guía turística en la ciudad de Kunming, estalló la epidemia del coronavirus. Pérez trató de cambiar el billete que había adquirido con Iberia para regresar a España y se encontró con que el enlace se había cancelado sin aviso previo. «Entonces me compré de nuevo un vuelo, esta vez con Emirates, pero una semana antes de que saliera el avión, de nuevo me lo cancelaron», recuerda.Fue en ese momento cuando se interesó por los vuelos de repatriación que han estado operando diferentes países europeos. «Contacté con las autoridades españolas y me avisaron de que era muy probable que hubiese uno, pero a la semana me dijeron que había sido rechazado», cuenta decepcionada. Le propusieron que viajase con la polaca LOT -vía Pekín, Varsovia y Frankfurt- y Pérez adquirió los billetes. Pero las autoridades alemanas le advirtieron de que no era seguro que la dejasen entrar en su territorio. Así que tuvo que volver a cancelar sus planes. «En todo este tiempo he invertido casi 2.000 euros que no sé si voy a recuperar», se lamenta. A eso hay que añadir los costes de mantenerse en China sin trabajo.
«Sin un vuelo de repatriación es casi imposible regresar a casa», sentencia. El salmantino David Gómez Rollán, atrapado en el noreste de China, es uno de los 39 españoles que también lo reclaman. Todos señalan que Iberia opera el trayecto Shanghái-Madrid tres veces a la semana, y que la compañía ha tenido sobre la mesa el vuelo para llevarlos a casa. El problema es que, a pesar de que el avión es de pasajeros, lo que transporta es carga: sobre todo, material sanitario. Y ése es un escollo insalvable.
Por seguridad
«La cabina de pasaje va llena de cajas atadas con redes a los asientos, así que no están disponibles para pasajeros», explica un piloto español que ha realizado varios vuelos de repatriación. «Por seguridad, en un vuelo de carga de esa índole no se puede transportar pasaje. Además, si llevamos pasaje hay que volar con más auxiliares. Y eso también cuesta dinero», añade.
En China ni siquiera la UE se plantea fletar ahora un vuelo como los habilitados en un inicio para sacar a los que vivían en Wuhan.
Diplomáticos europeos, molestos con las críticas, responden que los vuelos de repatriación no son gratis. «No están para que la gente viaje a costa del erario público sino para evacuar a personas en situación de vulnerabilidad», comentan, antes de añadir que el pasaje de esos vuelos también debe costear su billete. «Nos dijeron que había alguna ayuda, pero en realidad es un préstamo que hay que devolver a los dos meses», critica Noelia Pérez, que sigue atrapada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario