TITULO:
El Objetivo La Sexta - SALVADOS LA SEXTA - La noche encendida
- Nunca temí una escasez de sangre, pero sí por el personal,.
La noche encendida,.
'La noche encendida'
no será solo un programa de charlas, espectáculo, música, comedia,
sorpresas e invitados, presentado por Pedro Ruiz, por La 2,foto,. etc,.
Nunca temí una escasez de sangre, pero sí por el personal,.
El Banco de Sangre de Extremadura no ha parado ni en los peores momentos de la pandemia, a pesar de que su programación a mes vista sufrió bastantes cambios: «Tuvimos que cancelar colectas en algunos pueblos porque nos llamaba el médico o el alcalde avisando de que había brote», explica su director, José María Brull. A pesar de la situación, «la respuesta de los donantes ha sido ejemplar, como siempre». Tanto es así que en mayo marcaron un récord desde su fundación en 2002: 4.800 bolsas en un mes. «No hemos sufrido escasez, puede ser que de algún grupo sanguíneo hayamos tenido bajada, pero no hasta el punto de decir al hospital que no había». Brull sí reconoce haber temido por el personal del Banco de Sangre. «Están muy expuestos y viajan por toda la región».
A pesar de la menor actividad quirúrgica durante meses, las demandas hospitalarias no cesaron. Los enfermos de cáncer, por ejemplo, siguieron necesitando plaquetas, y estas (uno de los tres componentes que se extraen de la sangre) solo «duran cinco días», detalla Brull.
La hora de los Fósforos - La Cope - CARLOS HERRERA - Los inventos del TBO, fotos,.
Los inventos del TBO,.
En mi casa teníamos una radio que mi madre, controlando el volumen, compartía con toda la calle. ¡Qué bien cantaba aquella «arradio»! Después llegó la lavadora eléctrica, 'Otsein Rubi' o parecido. Medio pueblo pasó a ver el prodigioso invento, que no pasaba de ser una cuba blanca con patas y una hélice cerrada en el fondo, que hacía girar la ropa hasta que se desenchufaba. El detergente era de fabricación casera y consistía en rallar unas cuantas pastillas de jabón verde... ¡Qué invento!
En 1967 pudimos seguir por televisión el primer trasplante de corazón: ¡Christian Barnard, cómo lo admiraba mi padre! Unos meses antes –sorpresa, sorpresa–, desde Zafra llegó una camioneta con el milagro en una caja de madera, una Telefunken que mi padre pagó «a dita» durante dos años. Los operarios que la trajeron emplearon todo el día para instalarla. Cuando empezaron a sintonizarla y vimos las primeras imágenes, borrosas, rayadas y en blanco y negro, no salíamos de nuestro asombro. Nadie podía tocarla, excepto mi padre y, en su ausencia, mi hermano Antonio que, además de ser el mayor, era un 'manitas'.
Y dos años después, todos reunidos, expectantes y en silencio, incluidos unos vecinos y mi abuela Cornelia, que nunca se lo creyó, vimos a Neil Armstrong pisar la luna. La capacidad del hombre parecía imparable. ¿Más? Una nevera a la que había que echarle hielo, pero que lo mantenía muchas horas.
Hemos crecido y nos lo hemos creído tanto que casi necesitábamos que un tsunami, un terremoto o el socorrido meteorito nos recordaran que somos mierdecillas pedantes que podemos desaparecer por el zarpazo silencioso de un bichito invisible.
Para compensar nuestra «insoportable levedad», se nos recuerda que los científicos han descubierto que puede haber vida en Venus, un planeta a 40 millones de kilómetros de la Tierra y al que tardaríamos en llegar 50 años... ¿Vamos a ir, van a venir? Para mí esto es tan útil como los inventos del TBO. La verdad es que Venus me importa menos que el tipo que acaba de echarme humo en plena mascarilla, porque al virus lo siento más cerca.
Tanta ciencia, tanto adelanto, tanta luna, trasplante, velocidad supersónica, Internet... y resulta que un bichito tiene acojonado a todo el planeta. Llegó sin avisar y, aunque no lo vemos ni oímos, tiene capacidad para modificar las relaciones sociales, costumbres, fronteras, la economía, la política, la medicina... Ya ha matado a un millón y, convirtiéndose en el mayor terrorista de la historia de la Humanidad, nos tiene a todos embozados, aislados, abobados, acojonados y huidos de nosotros mismos. No ha dado la cara, no ha hecho declaraciones ni ha salido en ningún programa de televisión pero, en apenas unos meses, se ha instalado en el centro de nuestras vidas y nos dirige, convirtiéndose en el HDLGP más grande que se recuerda. A su lado Calígula, Lenin, Hitler, Stalin, Pol Pot y demás camaradas del averno, son aprendices que jamás superarán la condición de utileros.
Y la respuesta que estamos dando, siempre a rueda de su rueda y esperando el próximo zarpazo... Creo que esto lo resolverían mejor los dos 'científicos' que nos instalaron la vieja Telefunken en mi casa. Ellos consiguieron encenderla.
TITULO: RADIO - TELEVISION - EL TRANVÍA DEL TIEMPO - EL BOTIJO - Pan casero, de ese quiero,.
RADIO - TELEVISION - EL TRANVÍA DEL TIEMPO - EL BOTIJO - Pan casero, de ese quiero, ,fotos,.
Pan casero, de ese quiero,.
Si hay algo en lo que somos buenos los guiris es en haceros reír de vez en cuando. Nuestros hábitos, casi extraterrestres, como usar calcetines con sandalias, echando chorizo en las paellas, dormir sin persianas, nuestro acento al hablar o insistir en votar a personas en lugar de a partidos y luego esperar que cumplan sus promesas, no solo despierta curiosidad entre los españoles, sino que incluso puede hacer que rompan en una carcajada. Y en momentos como estos, una pequeña sonrisa nos puede venir bien a todos.
Este verano este periódico realizó una serie de entrevistas a personas nacidas fuera de la región. En ellas se preguntaba sobre sus vidas como inmigrantes en esta tierra que lamentablemente parece condenada a exportar personas. En estos testimonios muchos coincidimos en lo cómodos que nos sentimos, pero una de las cosas que más ha sorprendido a los lugareños fue el reiterado lamento por la malísima calidad del pan. Puede que sea porque no estamos acostumbrados a él o que no sea el pan de nuestra infancia, pero tengo mis dudas.
Hace años escribí un artículo donde relataba una anécdota de mi suegro, un hombre sabio y afable de la bella villa de San Martín de Trevejo. Una mañana temprano antes de subir al Jálama con un amigo, se dirigió a un bar a coger un poco de pan para acompañar el chorizo casero que llevaba. La camarera gustosamente le sirvió el café, pero le dijo que no había pan porque quien debía llevarlo estaba todavía en la cama.
Así se contó la historia en el artículo, a pesar de que en realidad no sucedió tal cual. No fue fallo del despertador, ni una noche de excesos: era el pan el que aún estaba en la cama.
Es decir, fermentando como todo buen pan debe hacer, y hoy en día hay pocos panes así que disfruten del descanso necesario para convertirse en algo especial. Hoy abres la mayoría de las barras de pan y en lugar de ser recibido por la belleza desordenada de los agujeros irregulares que han dejado los gases liberados por la masa madre, obtienes simplemente una versión pixelada de un ladrillo sin misterio. Es como comparar una vista aérea de una ciudad como Toledo o Trujillo con la de una zona residencial suburbana en las afueras de cualquier ciudad norteamericana sin nombre; algo sin sabor, sin alma y sin duende.
Estos panes, supuestamente elaborados con mimo en una estufa de leña de un pueblo pintoresco cercano, saben a poco más que al equivalente gastronómico de la música de ascensor. Y son éstos los que se puede encontrar en la mayoría de los supermercados y panaderías. Condenados como los judíos en el exilio a comer pan ácimo sin gracia.
Pero como bien sugieren algunos comentaristas, hay salvación, hay un renacimiento de panaderías haciéndolo como debe ser. Por las mañanas disfruto de mi tostada alveolada de Amasamadre, con aceite de Gata, jamón de Montánchez y/o tomates de Miajadas e incluso a veces cachuela. Y así dejo los desayunos sosos con panes de molde y mantequilla de cacahuete de mi infancia donde deberían estar, en el cajón de los recuerdos.
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