jueves, 16 de febrero de 2023

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    TITULO: El Objetivo La Sexta - SALVADOS LA SEXTA -  La noche encendida  -  La Ley de Atención Temprana, una asignatura pendiente a punto de ser aprobada,.

 
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  La noche encendida,.
 
 
 'La noche encendida' no será solo un programa de charlas, espectáculo, música, comedia, sorpresas e invitados, presentado por Pedro Ruiz, por La 2,foto,. etc,.

 

La Ley de Atención Temprana, una asignatura pendiente a punto de ser aprobada,.

Es la primera norma de la mayoría absoluta del PP, que cumple así un compromiso personal del presidente de la Junta de Andalucía,.

En la imagen, Antonio Guerrero, presidente de la Fundación Antonio Guerrero. EFE/ Raúl Caro.
foto / En la imagen, Antonio Guerrero, presidente de la Fundación Antonio Guerrero. 

La Ley de Atención Temprana, que debe regular la asistencia a niños de hasta seis años con trastornos de desarrollo o en riesgo de tenerlos, dejará el próximo miércoles de ser una asignatura pendiente en Andalucía con su aprobación en el Parlamento, después de años de negociaciones y de intentos fallidos.

Es la primera ley de la mayoría absoluta del PP, que cumple así un compromiso personal del presidente de la Junta, Juanma Moreno, quien tiene el deseo de que la norma salga adelante en la Cámara por unanimidad.

“No siendo obligatorio, para nosotros era primordial que se entendiera que esta no es la ley de un gobierno ni de un partido”, explica a Efe Beatriz Jurado, portavoz popular de Salud y encargada de las conversaciones con los grupos durante la tramitación, en la que se han admitido 51 enmiendas que modifican 20 artículos.

Considera que este ha sido un proceso “con buen clima y muy positivo” en el que se han hecho mejoras, lo que ha dado lugar a “usar más garantías, establecer mejores plazos y más coberturas” para los niños y sus familias, por lo que confía en que “todos puedan votar que sí con tranquilidad”.

Explica que el texto recoge el espíritu, “aunque reformulado, porque todo ha ido avanzando y se han incorporado novedades”, del que estuvo a punto de ser aprobado hace ocho años y que finalmente no lo fue por la negativa en el último momento de PSOE y Ciudadanos.

Aquella norma fue defendida entonces en la tribuna por la diputada Esperanza Gómez, antes en Podemos y ahora en Por Andalucía, madre de una niña de ocho años con síndrome de Down y que vive la tramitación de esta ley como “un tema muy personal”.

Reconoce en conversación con Efe que el texto “ha mejorado mucho” durante su paso por el Parlamento y que se han incorporado enmiendas que los agentes sociales venían reclamando, aunque no suscribe “eso de que la ley sea de todos, porque se podría haber hecho mucho más”.

LA LÍNEA ROJA DE LOS PLAZOS

Para Gómez la línea roja para apoyarla está en los plazos, tanto para que el niño sea examinado y se diga qué tipo de ayuda necesita como para que ésta se le empiece a prestar una vez derivado a un Centro de Atención Infantil Temprana (CAIT).

Asegura que va a votar “en conciencia” y alaba que la ley dé a la Atención Temprana “un reconocimiento y un valor que antes no existía”, pero cree que si no se establecen unos plazos “los derechos que otorga a niños y familias dejan de serlo”.

“Lo que no quiero es ver a madres que me digan dentro de un año que tienen que esperar ocho meses para que sus hijos sean atendidos, como ocurre ahora”, afirma Gómez, que resalta “la angustia de que te digan que tu niño tiene algo y no saben qué es”.

Califica como “indescriptible” el sufrimiento de una madre en ese momento. “Cuando a ti te dicen que tu hijo tiene un problema, y hay una cosa que tienes que hacer muy rápido para que no le vaya tan mal como tú te estás imaginando que le va a ir... y esa atención no llega. Eso no se puede explicar con palabras”, desgrana la parlamentaria.

Distingue entre los casos que son más sencillos de detectar, como un síndrome de Down, y otros como los Trastornos del Espectro Autista (TEA) en los que hace falta más tiempo y “mientras llegas al CAIT vas a un especialista, a otro, te dan ideas contradictorias, no tienes guía... es terrible”, concluye, a la vez que asegura que las diferencias socioeconómicas “se notan mucho” en el desarrollo del niño. “Todo depende de lo que se invierta en los primeros años de vida”, afirma.

UNA REGULACIÓN MUY ESPERADA

En esto coincide Antonio Guerrero, presidente de la Fundación del mismo nombre, que lleva luchando por esta ley desde que en 2015 se enteró de que su nieto podía tener trastornos de desarrollo. “Al final quedó en un retraso en el lenguaje y hoy está perfectamente, pero fue la causa de que esto se me metiera en todos los poros de la piel”, indica a EFE satisfecho con la “visibilización” conseguida en este tiempo.

Después de descubrir que no había ninguna regulación al respecto, su mayor satisfacción hoy es que por fin “haya una ley” que “regule los derechos de los que han nacido, de los que están en el vientre de sus madres y de las generaciones futuras”, ya que considera que la norma “va a resistir muy bien el paso del tiempo”.

Alaba que el texto “plantea equidad e igualdad de oportunidades, no distingue ni sexo, ni raza, ni etnia ni poder adquisitivo, hace iguales a todos los niños y los coloca en el centro de atención de la intervención y a sus familias como principal motor de recuperación”.

Tras haber criticado el proyecto que salió del Consejo de Gobierno, elogia el talante negociador posterior del PP, que ha contado con la Fundación y “con colegios de psicólogos, pediatras, neurólogos, asociaciones y entidades sociales que han podido dar su parecer”.

Celebra que la norma sea realidad en un momento en el que se está “disparando” la detección de casos, ya que los 20.000 niños afectados en 2015 han ascendido a 45.000 a día de hoy, cuando el autismo ha dado paso a los trastornos de comunicación, comprensiva y expresiva, como el problema más extendido.

“Queda un largo camino por recorrer”, dice Guerrero, que ha planteado a Juanma Moreno la creación de un grupo de trabajo para la “segunda infancia”, porque “después de los seis años queda el resto de la vida”.

Asegura que la respuesta del presidente andaluz fue positiva y confía en poder “dejarlo solucionado” en esta legislatura, ya que, según explica, una familia invierte unos mil euros al mes una vez que el niño sale del sistema de Atención Temprana, algo que “es una ruina”.

 

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  La hora de los Fósforos - La Cope - CARLOS HERRERA - El señor de los bosques  -  CASTAÑAR DE CASILLAS,. ,fotos.

  CASTAÑAR DE CASILLAS,.

 Castañar de Casillas

 En la parte oriental de la Sierra de Gredos, en la provincia de Ávila, se encuentra el Castañar de Casillas. Un bosque de castaños que en el otoño se convierte en un lugar de ensueño. César Palacios invita a la actriz Ana Álvarez para descubrirle los secretos escondidos de este 

 

 

 

castañar. Es un bosque cultivado que cada año sigue proporcionando riqueza natural y alimento a los habitantes de este lugar. En este bosque, César Palacios muestra a la actriz plantas como la lunaria o la uña de gato y nos enseñan nuevas formas para limpiar el entorno natural de un bosque. La cocina de la chef Aizpea Oihaneder es el colofón perfecto de este paseo con una receta de Sopa Castellana con Castañas y Yema Crujiente. 

 

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 RADIO - TELEVISION - EL TRANVÍA DEL TIEMPO - EL BOTIJO - Cine Bigote - "Los Fabelman": Steven Spielberg frente al espejo  ,.   fotos,.

 Cine Bigote - "Los Fabelman": Steven Spielberg frente al espejo ,.

"Los Fabelman": Steven Spielberg frente al espejo,.

El rey Midas de Hollywood regresa a los cines con una autobiografía nostálgica protagonizada por Michelle Williams, Paul Dano y Gabriel Labelle,.

 

En una industria tan ontológicamente ególatra como la del cine, mirarse al espejo puede resultar un ejercicio onanístico reservado solo a los más privilegiados. Pero es que la tendencia ya es marca, y directores como Kenneth Branagh («Belfast»), Pedro Almodóvar («Dolor y gloria»), Emanuele Crialese («L’immensitá») o James Gray («Armageddon Time») han rizado el rizo presentando obras maestras en el último lustro que emborronan la línea entre la autoficción y la propia biografía, dibujando infancias más o menos felices, siempre ligadas a la pasión que se deja ver entre el proyector y la pantalla. En esa misma línea se instala, como un reflejo galvanizado, la totémica «Los Fabelman», del maestro Steven Spielberg.

 

Después de ganar el Globo de Oro a la Mejor Película de Drama y con las opciones intactas de cara a los Premios Oscar, con hasta siete nominaciones, su nuevo filme explora sus años de instituto desde un prisma mucho más tierno y sensible de lo esperado, desde una especie de nostalgia cruda y consciente en la que hay espacio para enmendar y psicoanalizar todos sus traumas: desde el complicado divorcio de sus padres –hay quien afirma, el más importante de la historia del cine americano–, hasta su relación con la religión judía, pasando por su vergüenza casi patológica y, por supuesto, su apego artesanal al cine, a su construcción y a su trascendencia cultural. 
 
 

Lejos de cualquier pretensión narcisista, Steven Spielberg cuenta en «Los Fabelman» cómo se enamoró del séptimo arte, más por acción que por admiración, y cómo, en realidad, su concepción del cine siempre ha sido familiar y catenaria. O, lo que es lo mismo, si el cine se hace en familia, tiene que disfrutarse en familia. Y, al igual que su nuevo filme eleva la tendencia autobiográfica del cine contemporáneo, conecta con la propia producción del director de «Tiburón» y «Jurassic Park», respondiendo de forma frontalmente ética a los dilemas que planteaba en «Encuentros en la tercera fase» o, claro está, «E.T.».

«Tenía que estar listo para contar la historia, encontrar el tono y la forma correctos, porque siempre he sido muy celoso respecto a mi intimidad», confesaba el Rey Midas de Hollywood a «Deadline». Y es que en su filme «Los Fabelman», escrita de manera tan sincera que le ha valido a Spielberg su primera nominación a Guion Original en cinco décadas largas de carrera, el realizador tiene tiempo de recoger el retrato familiar del imán de la nevera y darle realismo mímico. Ahí están, pues, la madre frágil y mentalmente inestable a la que da vida Michelle Williams, entregada a su arte, a su piano, pero en debate con su propia dualidad como ama de casa; ahí está el padre endeble, secundario de su propia vida, pero expresión última del amor como ente romántico, al que interpreta Paul Dano; y ahí está el propio Steven Spielberg, que aquí se llama Sammy y tiene el rostro del joven Gabriel Labelle, como eterno arquetipo de «pringado» que quiere trascender su condición misma de perdedor, contextual, siempre como recién llegado a la ciudad, y estructural, siempre señalado y maltratado como «el judío».

Una reunión de amigos

«Ha sido el proyecto más personal y privado de mi carrera. Me di cuenta de que iba a cumplir 75 años y me dio por reflexionar acerca de mi trayectoria. Por suerte, todas esas clases de lengua y de escritura creativa parece que han valido la pena», explica Spielberg a «The Hollywood Reporter» antes de situar su película más cerca de «Uno de los nuestros» (Martin Scorsese, 1990) que de cartas de amor al cine canónicas, como «Cinema Paradiso», «Cantando bajo la lluvia» o «El crepúsculo de los dioses». Gracias a ello podemos deducir que «Los Fabelman», escrita a cuatro manos junto a Tony Kushner («Múnich»), no es tanto un artefacto reaccionario y naftalino, sino una especie de deconstrucción del propio Spielberg. Por momentos, de hecho, la película se olvida que es metacine y se pasa al género de aventuras, se disfraza de «Indiana Jones» o se vuelve un collage dramático, vistiéndose de «El color púrpura»; se arroba con el espíritu juvenil de la fallida «Ready Player One» y la gravedad de «Lincoln»; e, incluso, llegando ya a su clímax y revelándose como el estudio de personaje definitivo, es capaz de regalarle a la historia del cine un epílogo para la posteridad.

Un fotograma de "Los Fabelman"
Un fotograma de "Los Fabelman" Imdb

«Me he sentido como en una reunión de viejos amigos, donde todo el mundo solo era capaz de recordarme buenas anécdotas. Eso ha hecho la película y el proceso mucho más fácil y sencillo, y, sobre todo, ha hecho más fácil llorar. En frente de amigos es mejor que delante de un montón de desconocidos», dijo el director a «Variety» ya durante el montaje de la película. Y, de hecho, para esa labor quiso contar con Michael Kahn, un habitual en sus películas desde 1977. Del mismo modo, John Williams ha vuelto a colaborar con Spielberg, firmando de nuevo la banda sonora y, de paso, robándole a su buen amigo el récord de persona viva más nominada a los Oscar, con hasta 53 reconocimientos. Y la lista podría seguir, con Janusz Kaminski como director de fotografía o Rick Carter en el diseño producción, todos colaboradores inseparables de Spielberg desde «La lista de Schindler» (1993).

Superficie reflectante

Y al final, es tanto lo henchida de sí misma que se presenta ante el espectador «Los Fabelman», que es su propio objeto y sujeto el que se ve obligado a presentarse como superficie reflectante. Durante la película, de hecho, Spielberg se enfoca varias veces frente al espejo, siempre cámara en mano, como si nuestra desnudez fuera la suya sin rodar, que es lo que mejor sabe hacer. Y es tan verdadero todo que, incluso lo impostado, en ese casi cameo de Judd Hirsch como el alocado tío Boris, se siente una confesión. Escena a escena y diálogo a diálogo, el director pareciera estar pidiendo perdón, justificando sus manías, invitándonos, en último término, no a mirar su reflejo, ese que ya conocemos todos con barba, gorra y gafas de sol, sino a la luz misma, a él y a sus cincuenta años de cine, al bueno y al malo. «Los Fabelman», ni mucho menos la mejor, la más redonda o la última película de Spielberg, es el abrillantado casi obligatorio a una carrera entera, el pulir de una sala de trofeos y el reflejo en la quietud de un estanque repleto de éxitos. O, lo que es lo mismo, otra vez ese chaval, cámara en mano y frente al espejo, siendo vulnerable.

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