TITULO: Un país en la mochila - Donde dormir ,.
Donde dormir ,.
Ser 'sisi' en León, estudiar y trabajar a la vez: «Llegó un momento que tuve que elegir entre dormir o salir con mis amigos»,.
Carmen Vázquez, estudiante de primero de Historia en la ULE, reivindica un sistema de becas que permita a los estudiantes «equivocarse» y no ser castigados por ser pobres | «Soy como un ratoncito en su rueda dando vueltas del trabajo a la universidad y de la universidad al trabajo»,.
Carmen Vázquez tiene 20 años, estudia Historia en la Universidad de León y, además, trabaja. Su vida y la de casi un millón de jóvenes en España es un continuo no parar, ir rascando horas al reloj y días al calendario para que todo cuadre. Para poder tener tiempo para hacer esas pequeñas cosas que nos gustan a los humanos: comer, dormir, descansar, estar con nuestros amigos, disfrutar de un fin de semana… Visto así puede sonar un tanto catastrofista, incluso exagerado, pero la realidad es que nunca antes había habido tantas personas en nuestro país que compaginaran empleo y estudios desde que comenzó a medirse en 1987 a través de la Encuesta de Población Activa.
Son la cara opuesta a los 'ninis, aquellos jóvenes que no estudian ni tienen empleo y que tanta fama y resonancia ganaron en los albores de la crisis de 2008. Actualmente, esta última estadística la componen más de 800.000 españoles entre 16 y 29 años. Ahora bien, los 'sisis' son cada vez más, y rara vez responden a una situación de amor propio, si no que son hijos de la necesidad, compaginan estudios y trabajos por no poder estudiar sin ganar dinero, o porque el trabajo en el que se desempeñan es tan precario que no les sirve para poder vivir dignamente.
En León, no hay una estadística que dé cuenta de esta coyuntura, pero sí hay relatos personales, como el de Carmen, que sirven para conocer cómo es el día a día de ese joven que se ve abocado a trabajar para poder seguir formándose. Afortunadamente para nuestra protagonista recientemente ha cambiado de empleo: «Trabajo en la biblioteca de la Facultad de Derecho y Ciencias del Trabajo; básicamente me dedico a organizar los libros y gestionar todo lo relativo al préstamo y devoluciones». Su nueva actividad laboral le ha permitido ganarle horas al día, sobre todo al ser un trabajo que ejerce en la propia Universidad y no se ve obligada a desplazarse. Sin embargo, anteriormente cuando trabajaba como captadora de ONG -esas personas con chaleco que te están preguntando todo el rato que si quieres ser solidario donando unos euros- el día a día era una constante contrarreloj.
«Iba a la universidad 5 horas por la mañana, comía de camino al trabajo y otras cuatro horas en el trabajo», explica la estudiante de Historia. «¿Os acordáis de aquello que se decían en el XIX de 8 horas para trabajar, 8 para dormir y 8 para vivir? Pues no, lo cierto es que se convertía en 5 horas durmiendo y el resto del tiempo o estás trabajando, o estás estudiando o estás yendo del trabajo a la universidad. Me sentía como un ratoncito en su rueda», comenta Carmen, visiblemente desahogada porque esa situación haya sufrido un cambio para bien.
«Si una persona se puede permitir tres matrículas puede dar el 20% de sus capacidades y conseguir el título. Otros deben estar al 120%. Es injusto»
Carmen Vázquez, estudiante de historia
Las alusiones a las reivindicaciones sindicales y las metáforas de producción como la del ratón no son gratuitas. La joven veinteañera es militante de base en el Frente de Estudiantes de León y tiene muy clara su posición sobre cómo está diseñado el actual sistema universitario. «Lo cierto que es la cuestión económica marca todo. Si una persona se puede permitir tres matrículas puede dar el 20% de sus capacidades y conseguir el título. Otros deben estar al 120% porque tienen menos recursos socioeconómicos. Es injusto. ¿Dónde queda la cultura del esfuerzo de la que tanto nos hablan?»
Carmen trabaja por dos razones fundamentales: «porque en mi casa estamos bastante ajustados» y «porque si no tienes dinero no tienes derecho a equivocarte». Y ella se equivocó. Entró en Derecho, estudió dos años con beca, pero ya en el segundo curso supo que el mundo de las leyes no era lo suyo. Sabía que cambiarse de carrera le supondría un esfuerzo extra a la hora de quedarse sin beca y que tendría que ponerse a trabajar sí o sí. Fue consecuente con su decisión y apechugó.
«Para mantener debía haber cogido tantos créditos (asignaturas) como por las que había sido becada, lo que era del todo imposible, porque me sería imposible ya sin trabajar, pero trabajando no es una opción», aclara Carmen Vázquez. «Lo cierto es que el Estado se lava las manos en el caso de que te equivoques; lo cual, por otro lado es una parte en el crecimiento de todas las personas». La tesis que defiende esta estudiante, así como el sindicato estudiantil al que perteneces, es que los hijos de familias acomodadas disponen de la posibilidad de volver a empezar, algo que en caso de formar parte de una familia con dificultades no es posible.
«Cuando trabajas es imposible dedicarle el 100% a los estudios»
En este mismo sentido, Carmen argumenta que las becas están mal planteadas, puesto que solo se aferran a criterios académicos sin tener en cuenta «muchas situaciones personales que afectan a la salud mental de las personas que viven en familias con problemas económicos». «Ya no es solo que te quiten la beca, es que si suspendes un 50% de los créditos te obligan a devolver la beca», incide la futura graduada en Historia. Un contexto que, a su juicio, golpea especialmente a aquellos becados que necesitan trabajar para poder mantenerse en una ciudad que no es la suya o ayudar en casa: «Cuando trabajas es imposible dedicarle el 100% a los estudios».
Quizás uno de los elementos más polémicos que ha traído el Plan Bolonia a la Universidad es el de la presencialidad. Muchos profesores demandan una asistencia obligatoria que a veces choca con los horarios laborales de aquellos estudiantes que necesitan el empleo para poder seguir adelante con los estudios: «¿Cómo vamos a trabajar y estudiar a la vez cuando hay profesores que si no vas a clase un porcentaje mínimo de días o no asistes a las prácticas obligatorias te suspenden directamente?»
Una vida social reducida
Otro de los aspectos que diferencia a los 'sisis' del resto de estudiantes, especialmente los universitarios al uso, es el impacto que la necesidad de trabajar tiene en su vida social. Lejos del recuerdo bucólico de la universidad, aquellos tiempos de poco esfuerzo y mucha fiesta, se encuentran las personas como Carmen. «Para mí llegó un momento que tenía que elegir entre dormir o salir», narra la joven.
¿Te entendía la gente cuando se lo contabas?
«Bueno, sí y no. Hay mucha gente que te dice que eres un frívolo, que hay gente que lo está pasando peor y tienes la sensación de que te tienes que martirizar para conseguir algo en la vida, pero de verdad que esto te machaca porque te acaba aislando del resto de las personas. Tu vida se resume en ir de casa a la universidad, de esta al trabajo y del trabajo a casa otra vez».
«El sistema de becas no está funcionando»
«Cuando hay gente que deja de estudiar porque no tiene dinero es que el sistema de becas no está funcionando. No están llegando a quienes tienen que llegar. Hay que reformularla, se necesita una mayor inversión y, sobre todo, poner el foco en la cuestión de las residencias y colegios mayores. Si tienes que irte a estudiar fuera y te vas a quedar con una mano delante y otra detrás de nada te sirve una ayuda de 500 o 600 euros, estás abocado a trabajar para poder estudiar», concluye la universitaria.
TITULO : AQUI HAY TRABAJO - Dos de cada tres españoles apoyan los nuevos impuestos a grandes patrimonios y empresas,.
Dos de cada tres españoles apoyan los nuevos impuestos a grandes patrimonios y empresas,.
Una aplastante mayoría de la sociedad española opina que los que más recursos tienen deben hacer un mayor esfuerzo fiscal en este momento de tribulaciones económicas. Según una encuesta de 40dB. para el barómetro de febrero de EL PAÍS y la Cadena SER, dos de cada tres ciudadanos abogan por que las grandes compañías paguen impuestos extraordinarios y respaldan expresamente la decisión del Gobierno de imponer un gravamen temporal a los patrimonios superiores a tres millones de euros. Pero, al mismo tiempo, una mayoría teme que esas medidas acaben repercutiendo en los consumidores y provoquen fuga de capitales a otros países. Todos los datos internos de la encuesta pueden consultarse en las páginas web de ambos medios.
La percepción sobre cuál debería ser el reparto de las cargas fiscales es bastante transversal entre los ciudadanos, trascendiendo las diferencias ideológicas. Los impuestos a grandes empresas y fortunas obtienen un amplísimo refrendo en el electorado de la izquierda: en torno a un 75% de los que votan al PSOE y un 85% de los votantes de Unidas Podemos (UP). Los porcentajes bajan sensiblemente en el caso de los votantes del PP y de Ciudadanos encuestados, pero aun así los que respaldan esas medidas son mayoría: alrededor de un 55%, en ambos casos, se adhiere a la idea de gravar los beneficios extraordinarios de las grandes empresas, y entre el 51,5% y el 53% aprueba el impuesto anunciado por el Gobierno para este año y el próximo a los patrimonios de los más ricos.
La única excepción son los seguidores de Vox, sobre todo en lo que respecta a este último gravamen, que solo aprueba uno de cada tres votantes de la extrema derecha. El impuesto a las grandes empresas les satisface algo más, aun sin llegar a la mayoría: lo refrenda el 43%.
En general, el 45% de los españoles opina que las rentas más altas pagan pocos impuestos, frente a un 25% que señala que su contribución es la adecuada y menos de un 20% que la califica de excesivamente alta. De nuevo esta última opinión solo concita un consenso mayoritario entre los que se dicen votantes de Vox.
El trabajo demoscópico de 40dB. ofrece una doble cara sobre las percepciones de los españoles acerca de la política fiscal. Una, la que ya se ha expuesto, parece inclinarse a las tesis de la izquierda. La otra, en cambio, coincide con algunas de las posiciones de la derecha sobre los peligros que entrañan las citadas medidas. Casi un 60% de los encuestados cree que las compañías repercutirán esos impuestos en los ciudadanos, subiendo los precios de los servicios o productos que ofrecen y, por tanto, la medida perjudicará en última instancia a los consumidores; y un 52% opina que esas empresas dejarán de tributar en España. En este caso se produce una distribución de las opiniones entre izquierda y derecha inversa a la que se registra en la valoración de las medidas fiscales: el 75% del electorado de la derecha vaticina que la factura recaerá sobre los consumidores, una opinión que comparte un 56% de los votantes del PSOE y solo un 35% de los de UP.
Los simpatizantes de Unidas Podemos son también los únicos que se muestran conformes con el nivel de impuestos que abonan. Solo uno de cada tres responde que tributa al Estado en exceso, y más de la mitad considera adecuado su esfuerzo fiscal. En el caso de los votantes socialistas, las opiniones están más igualadas: más del 45% cree que contribuye demasiado, frente a un 42% que se declara conforme. Son los votantes de la derecha los que se quejan muy mayoritariamente de que pagan demasiados impuestos: cerca del 70% de los simpatizantes del PP y casi el 75% de los de Vox y Ciudadanos. En el total de encuestados, un 54,3% cree que paga demasiados impuestos y un 30,7% ve adecuado su esfuerzo fiscal; el 3,7% opina que es poco y el 11,4% no contesta.
Las percepciones sobre la equidad del sistema fiscal en general resultan mucho más rotundas. Dos de cada tres encuestados aseguran que beneficia a las clases altas, una opinión que es incluso mayoritaria (53%) entre el 10% de la población que dispone de más ingresos. Por el contrario, los perjudicados serían los autónomos (así lo señala el 70%), las clases medias (63%), las pequeñas y medianas empresas (62%) y los más desfavorecidos (57%).
En consonancia con esto, los encuestados por 40dB. apuntan abrumadoramente —con cifras de casi el 80%— a las grandes fortunas y compañías como principales responsables del fraude fiscal. Y en porcentajes similares sostienen que son las clases medias y trabajadoras, las pymes y los autónomos los que están más sometidos a la lupa de la Agencia Tributaria en lugar de los que ocupan la cúspide de la escala económica.
El barómetro de EL PAÍS y la SER también preguntó a los entrevistados por los fraudes a Hacienda que admiten haber cometido. El más frecuente es la compra o descarga de productos piratas (lo confiesa el 28%) o los pagos sin IVA (21%). Un 6,4% reconoce que ha trabajado en negro; casi un 5%, que ha ocultado datos en la declaración de la renta o ha alquilado un inmueble sin contrato; un 4%, que ha pagado a sus empleados con dinero negro; y un 2,3%, que ha simulado un cambio de residencia a otra comunidad autónoma para tributar menos. Los votantes de Vox son los más desenvueltos con diferencia para confesar el fraude fiscal: casi uno de cada tres admite pagos sin IVA y un 40,8% la compra de productos piratas, único apartado en el que se sitúan en cifras similares a los electores de otro partido: Unidas Podemos (39,7%).
La encuesta confirma que el PP ya no aparece claramente destacado cuando los ciudadanos analizan la competencia de cada fuerza política para gestionar la economía. En este capítulo de la fiscalidad, el PSOE rebasa ligeramente a los populares en las preferencias de los encuestados: 23,3% frente a 22,1%.
Una de las creencias más extendidas es que la descentralización de impuestos genera desigualdad entre los ciudadanos. Así lo apuntan dos de cada tres entrevistados, sin grandes diferencias entre los electorados de cada partido. Pero, al preguntar si se deberían armonizar los impuestos entre los diferentes territorios, las preferencias están más divididas: la mitad cree que sí, pero el 40% aboga por dejar margen a la política fiscal de cada comunidad.
TITULO: 80 cm - Las normas de la DGT a seguir si te mueves en bicicleta eléctrica ,.
Las normas de la DGT a seguir si te mueves en bicicleta eléctrica ,.
La ley de tráfico se ha puesto dura y es clara a la hora de llevar una bicicleta de estas características,.
El segmento de las e-Bikes, o bicicletas eléctricas, ha experimentado un gran crecimiento en el mercado. Los dos últimos años en los que se tienen datos del sector, 2020 y 2021, son los mejores de la serie histórica, con unas ventas que ya han superado el millón y medio de unidades por primera vez.
Durante estos dos años, las e-Bikes han aumentado su protagonismo en el mercado y han conseguido superar las 200.000 unidades vendidas en cada ejercicio, un hito para un segmento que apenas superaba las 10.000 unidades en 2012.
Son un vehículo más, pero viendo el comportamiento de sus conductores, no lo parecen. Y con un alto desconocimiento de las normas. Por este motivo, la ley de tráfico se ha puesto dura y es clara a la hora de llevar una bicicleta eléctrica: no puedes llevar puesto los auriculares, tampoco utilizar el móvil o cualquier otro dispositivo mientras vas conduciendo.
Al igual que tampoco se puede superar los límites de velocidad ni los de alcoholemia (incluye el 0,0 para los menores). Sus conductores están sometidos a las mismas tasas máximas de alcohol permitidas por la Ley de Seguridad Vial, así como a la prohibición de conducir con presencia de drogas en el organismo.
En el caso de este tipo de vehículos el uso del casco también es obligatorio y no se puede circular por la acera, así como prohibida la circulación en vías interurbanas, travesías, autopistas, autovías o túneles urbanos. Asimismo, la reforma legal pretende incluir en breve, el uso de prendas reflectantes y permisos específicos.
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