-1- foto--Ana María es una cocinera nacida en Madrid y nos escribe este texto llamado Sopletes para maridos,.
Sopletes para maridos
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Está de moda regalar menaje de cocina sofisticado a los varones,.
Mi sobrino más pequeño acaba de cumplir cuatro años y mi mujer le ha regalado un juego de cacharros de cocina. El niño ha recibido entusiasmado sus sartenes, cazos, cazuelas y espumaderas y ni sus padres ni su abuela han reaccionado con caras raras. Al chaval le gusta jugar a las cocinitas y nadie ha puesto el grito en el cielo imaginando que fomentar ese hábito puede ser nefasto para su educación.
No sé si los programas televisivos de cocina han ayudado a que sea normal lo que era lógico, pero sí es cierto que regalar un delantal y una olla a un niño hubiera sido anatema hace nada y se hubiera colocado en el ámbito de lo traumático. Aunque no, no hacía falta que llegara Master Chef para que supiéramos que la cocina es algo que gusta o no gusta, independientemente de si eres hombre o eres mujer.
Durante la última semana, me he levantado temprano para ver los encierros de San Fermín (no, no soy antitaurino) y después me he puesto a cocinar. Nadie me regaló una cocinita siendo niño, pero mi lectura favorita cuando tenía gripe era el Gran Libro de Cocina Nauta, una enciclopedia de recetas con fotos magníficas que me hacía soñar con platos desconocidos como el rosbif o el tournedó. Y mis novelas de adolescencia, las de Enid Blyton, me atrapaban por la intriga, pero también porque sus protagonistas tomaban unos desayunos que me hacían la boca agua. Es decir, nadie me educó para cocinar, me eduqué yo solo porque los fogones me fascinaban tanto como la radio, el ciclismo o la ganadería.
A mi hijo, tampoco nadie le regaló sartenes de juguete ni lo educó para amar los pucheros, pero es cocinero de profesión y cada día prepara la comida para medio centenar de personas. Hacer de comer no tiene género, edad ni misterio: te gusta o no te gusta como pescar o hacer puzzles.
Sin embargo, regalar cazos y cazuelas a un niño puede ser interesante porque normaliza lo que, aún, sigue siendo extraordinario en los varones. Los papeles están predeterminados todavía y parece que una madre cocina por obligación y un padre, por placer. Ella es cocinera y él es cocinillas. Ella es la responsable de las lentejas del lunes, los macarrones del martes, las patatas con costillas del miércoles... Él solo debe preparar el asado de la cena del sábado con los amigos o la paella familiar del domingo. Y cuando va más allá de esos cometidos, tan lúdicos como esporádicos, el hombre es presentado ante familiares y conocidos como una especie de héroe que provoca esa frase tan terrible dirigida a su pareja: «¡Hija, qué suerte has tenido!».
La televisión está convirtiendo la cocina en un arte o, cuanto menos, en una destreza muy experimental y muy chic que se aleja de la llamada cocina de batalla, la del día a día. Y los hombres, a los que ya he escrito alguna vez que hay que dejarlos entretenerse, ya sea con una bici, una caña de pescar o un telescopio, han descubierto que elaborar platos es un entretenimiento que da mucho de sí. De ahí la proliferación de menaje de cocina sofisticado para que enreden y se diviertan.
A una mujer, le basta con una cazuela, un cuchillo y una cuchara de madera para hacer la comida diaria. El hombre necesita sopletes gourmet, sifones de espuma o hiladores de huevo y conviene regalárselos en Reyes y cumpleaños para tenerlo entretenido y que no empiece a pensar cosas raras.
Pero es mucho mejor obsequiar sartenes de juguete a los sobrinos. Así se acostumbran desde pequeños a cocinar con normalidad, de lunes a viernes, albóndigas y pescadillas, sin necesidad de que su equilibrio emocional dependa del crujiente de una tempura.
TÍTULO: ME RESBALA - No me gustan ni el agua ni el sol,.
ME RESBALA - No me gustan ni el agua ni el sol,. fotos
No me gustan ni el agua ni el sol,.
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Alfonso Lara es el capitán de barco de 'Anclados', que despide hoy su primera temporada.«La serie es una metáfora de nuestro país. En un episodio nos visitó Merkel y casi se le rindió pleitesía»,.
Aunque no le gustan ni el agua ni el sol, Alfonso Lara (Madrid, 1968) ejerce de capitán de barco en 'Anclados' (su personaje es Gabriel). La comedia de Telecinco regresa a puerto esta noche (22.30 horas) y despide su primera temporada como la opción preferida de los lunes (20,2% de 'share' y 3.733.000 espectadores de media).
Fue la segunda opción para su papel. Primero pensaron en Daniel Guzmán.Es muy difícil hacer un papel de protagonista en una serie como esta, sobre todo para según qué actor. Yo llegué aquí porque la productora me conoce y tenía reciente mi papel en 'Aída' y, además, el perfil del personaje cambió.
¿Son los sucesores de 'Aída'?Esta serie es una muy digna sucesora de 'Aída' y en cuanto a producción tiene un nivel superior. Solo hay que mirar cómo han recreado el crucero, no son los decorados de una 'sitcom' normal.
Les ha ido bien. No sé si lo tenían claro desde el principio. - Uno nunca piensa en eso al principio, de verdad. Ni que va a ir mal ni bien. Yo soy un desastre en estrategia comercial y para eso ya hay otras personas, pero la gente sabe que si se quiere divertir puede contar con 'Anclados'.¿Qué compañero le ha sorprendido más?A Miren (Ibarguren) la conocía de 'Aída' pero no deja de sorprenderme a diario. ¡Es tremenda! Los demás también me han sorprendido porque mi afán como actor es el de mirar a los compañeros, yo no quiero mirarme a mí mismo porque no estoy encantado de haberme conocido ni nada por el estilo, me interesan los demás.
¿El teatro sigue siendo su particular refugio?¡Claro! Yo tengo mi casa en el teatro. Es difícil vivir allí aunque yo no me puedo quejar. Soy otro Alfonso y dirijo mis cosas, pero como es tan complicado tener un papel en el cine o la televisión cuando te toca uno tienes que ponerle el alma y el corazón.
¿Qué les dice a los actores jóvenes sobre la profesión?Cuando doy clases de interpretación les digo que no reduzcan su carrera al hecho de ser actor y a esperar que les llamen por teléfono, se morirán de angustia o de pena. Hay que escribir, dirigir, hacer otras cosas, y eso el teatro te lo permite más porque el cine es muy caro. El teatro es la madre de todo esto, tiene 3.000 años y por algo será.
«Manga ancha con el humor»¿Y se apoya lo suficiente?No, aparte del 21% de IVA, que está el tema más que sobado, en España hay poco respeto a la cultura. Y esto no es un reproche a los gobernantes, que no son más que un reflejo de la sociedad. Entre todos tendríamos que analizar este fenómeno. Como decía Fernando Fernán Gómez, 'el pecado del español no es la envidia, es el desprecio'. A Pedro Almódovar en Cannes le hacen una retrospectiva, es una estrella, mientras que en España le damos palos. En Francia se han apropiado hasta de Picasso por culpa de nuestra torpeza.
Pues el humor de 'Anclados' es muy español.Totalmente. Mi personaje es muy reconocible dentro de nuestra sociedad, y realmente 'Anclados' es una metáfora de este país. En el primer capítulo nos visitó Angela Merkel y poco más que se le rindió pleitesía, como si se la debiésemos... A lo mejor hay que decirles que no, eso que están intentado los griegos si les dejan.
¿Qué me dice de las críticas que han recibido?¿Cuál es la esencia de la comedia? Reírse de uno mismo. En el teatro interpreté a un tartamudo y recibí una queja de la asociación de tartamudos de Cataluña. Creo que tenemos que tener un poquito más de manga ancha.
¿Ha ido alguna vez de crucero?Que me perdonen, y con esto se me va a acabar la posibilidad de hacer un anuncio de cruceros, pero no me atraen. No me gusta mucho el agua porque nado regular, tampoco me gusta el sol.