domingo, 3 de enero de 2016

REVISTA XL SEMANAL PORTADA - BRAD PITT ACTOR CINE,./ EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - EL IMPACTO ECONÓMICO DE LA TAUROMAQUIA,.

TÍTULO: REVISTA XL  SEMANAL PORTADA - BRAD PITT  ACTOR CINE,.

La divertidísima entrevista de Zach Galifianakis a Brad Pitt - foto


brad pitt zach galafiniakis
Brad Pitt acudió al programa de entrevistas “Between Two Ferns”, que presenta Zack Galifianakis, para promocionar su última película, ‘Fury’ (en España se titula ‘Corazones de Acero’ y se estrenará próximo el 16 de enero).
El programa de entrevistas de Galifianakis, por el que han pasado personalidades como Barack Obama, cantantes como Justin Bieber y actores como Sean Penn, Will Smith, Ben Stiller o Wil Ferrell, es uno de los más populares de la red, gracias a su emisión en el famoso sitio web Funny or Die.
La entrevista de Zach Galiafianakis a Brad Pitt se centró más en la vida personal del actor que en la propia película en sí, y dejó momentos brillantes, casi todos consecuencia de las preguntas del actor de ‘Resacón en Las Vegas’ y la compostura de Pitt. Fue quizás una de las entrevistas más divertidas del programa.
A continuación, traducimos algunos highlists:
-“Qué edad tenías cuando perdiste la virginidad? 0 años?”
-“Las duchas. Por qué no las usas?”
-“Es difícil mantener tu moreno?” preguntó Galiafianakis a Pitt, “Por eso de que vives a la sombra de tu mujer“.
-“Cuéntame cómo fue la primera vez que te fijaste en Angelina“, dijo Galiafinakis. “Fue como en esas clásicas historias de amor, como cuando Ross vio por primera vez a Rachel? Conoces esos show, ‘Friends’?
-Instantes después, Galiafianakis pulsó un botón que interpretaba la canción principal de ‘Friends’ que protagonizaba Jennifer Aniston, ex-mujer de Brad Pitt.
-Louis C.K también hizo una pequeña aparición a mitad de la entrevista, al volverse la situación algo aburrida por las explicaciones de Pitt sobre su colaboración con organizaciones humanitarias.
-La pregunta final de Galiafianakis: “Crees que la gente se centra demasiado en tu aspecto y no se dan cuenta de que en realidad eres un actor de mierda?“, a lo que Pitt contestó escupiendo el chicle en la mesa de su anfitrión y Galiafianakis le replicó con un intercambio.

TÍTULO: EL  BLOC DEL  CARTERO - LA CARTA DE LA  SEMANA - EL IMPACTO ECONÓMICO DE LA TAUROMAQUIA,.

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El pasado 10 de diciembre tuve el honor de recibir, de mano de los Reyes, el premio de Periodismo Mariano de Cavia, que concede el periódico ABC. Venía a cuento de un artículo que publiqué en esas páginas que frecuento titulado Muros de ayer y hoy y que hacía referencia a la paradoja que supone la construcción de nuevos e inexplicables muros en plena coincidencia con la caída o el derribo del famoso muro de Berlín, derrumbado una noche de noviembre tras el desmoronamiento de la gran mentira del comunismo europeo. Europa se unía, se difuminaban fronteras dogmáticas y, paralelamente y al cabo de un par de décadas, en España se procuraban barreras de alambre de espino entre personas y sentimientos que han venido conviviendo cientos de años. Cataluña y tal, ya saben. Con motivo de la ceremonia de entrega hube de pronunciar unas palabras a las que dediqué más de una tarde de reflexión, especialmente después de escuchar el consejo certero de que lo más indicado era un cierto canto al optimismo, a la oportunidad que nuestro país atesora si dedica sus energías a centrar el balón en el área adecuada. Me permito alguna reflexión al respecto.
Efectivamente, España es el Palacio del Pesimista. Puede que las razones haya que remontarlas hasta el Barroco, como aseveran algunos autores y estudiosos de la Historia. Este solejar patrio dejó de ser, por aquel entonces, la referencia mundial. El Imperio en el que no se ponía el sol degeneró, con el paso de los años, en un colectivo decadente de desgracias, no volviendo a ser lo que fue, ni por asomo, y no remontando las situaciones más desgraciadas. El 98 no significó, ni por asomo, una caída en desgracia semejante, por más que las referencias cortoplacistas sitúen en ese fin de siglo todo el desparrame de la España que había sido. Las Guerras de África y la pérdida de las últimas colonias sumieron a la intelectualidad española en un estado de pesimismo cenizo del que aún no ha conseguido recuperarse, cuando «Este País» ha dado largas muestras de regeneración dignas de estudio. No ha de importar: en España triunfan de forma asombrosa los pesimistas. El optimismo siempre es sospechoso. No sé bien de qué, pero sospechoso. En otras latitudes, como la americana, por ejemplo, no están admitidos los cenizos a la fiesta del emprendimiento: un triunfador es objeto de estudio y aplauso, evidentemente un ejemplo. Aquí, inopinadamente, un triunfador es rápidamente bajado del pedestal por ese Comando de Acción Rápida Reparadora que se siente en la necesidad de ajustarle las cuentas a quien triunfe en cualquier ámbito, bien mediante el ajuste de relativizar su éxito, bien mediante la búsqueda de la mínima mácula que pueda ensuciar su ejecutoria. Un fracasado, en cambio, tiene mucho más relato, es infinitamente más respetado a través de la conmiseración o de la solidaridad.
Esa innegable seducción del pesimismo, dije aquella noche, ha permitido que, para algunos, el tránsito de España por los siglos se asemeje al de una nación permanentemente moribunda. Da la impresión de que nuestro país hace años que ha dejado de soñar, y de que, si alguna vez lo hace, es para volver a las pesadillas que lo convirtieron en un polvorín. Decir hoy que el futuro de estas nuevas generaciones puede ser espléndido en atención a sus muchas virtudes hace que uno deba ir esquivando salivazos por determinadas esferas político-sociales. Asumo el riesgo encantado gracias a mi poderosa y asombrosa cintura y afirmo que a través de la perseverancia y la excelencia, no de la mediocridad, alcanzaremos un futuro razonablemente espléndido. Sin ir más lejos, lo hicimos hace cuarenta años cuando despertamos de una larga noche autárquica y autoritaria. O cuando hubimos de organizar aquel prodigioso año 92 por el que nadie daba un duro. Sé que nunca seré invitado a los programas de los gurús del pesimismo, pero ese contagio que me evito.
Sin melancolía hay menos literatura, cierto; pero con melancolía exclusivamente no se gana el futuro. Sólo nos queda perseverar. Lo cual no es poco. Pero tampoco imposible. Bienvenido, 2016.

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