Documaster - Las Estaciones ,. / LUNES -8- Junio - EN EL PUNTO DE MIRA - Todos somos Floyd ,. / LUNES -8- Junio - Madridistas por el mundo - Cristian Toro ,. / JUEVES -11 - Junio - Qué fue de… Ricardo Gallego, protagonista de 'Campo de estrellas' Realmadrid TV,.
TITULO: Documaster - Las Estaciones,.
Las Estaciones
foto / Un viaje maravilloso a través del tiempo, para redescubrir
los territorios europeos. Es una epopeya que relata la larga y
turbulenta historia común que une al hombre con los animales. Se trata
de una película con tono ecologista, que invita a la reflexión del
cambio climático.
TITULO:
LUNES -8- Junio - EN EL PUNTO DE MIRA - Todos somos Floyd,.
LUNES -8- junio- EN EL PUNTO DE MIRA ,.
En el punto de mira es un programa de televisión que se emite en el canal Cuatro y que se estrenó el 26 de julio de 2016.1
En este se tratan temas de actualidad y de investigación, ofreciendo
como novedad en el formato, imágenes de cámaras 360° junto a grabaciones
panorámicas hechas desde drones y sistemas de grabación oculta. Así, a
manos de varios reporteros, profundizan en temas como la trata de
animales, el negocio de las farmacéuticas o la caza ilegal.
Lunes -8- Junio - a las 22:40h, etc,.
Todos somos Floyd,.
foto / Los
teléfonos móviles han documentado una década de violencia policial
hacia la comunidad negra que desnuda el doble rasero del sistema
policial y judicial de Estados Unidos,.
Es mediodía y pega el sol de junio, pero en el centro de Minneapolis
no hay un alma. Si Lorenzo Hayes se ha aventurado por esas calles
desiertas en las que se puede caminar por la calzada es porque tiene la
nevera vacía y el estómago le ruge. Los establecimientos llevan días cerrados a cal y canto, como si fuera a venir un huracán.
Los tablones de madera han servido de soporte a los grafiteros
sedientos de voz. 'Justicia para George Floyd', dice uno. 'Black Lives
Matter' (Las vidas de los negros importan). Ha pasado ya más de una semana de la muerte de George Floyd,
ahogado por la presión en su cuello durante 8 minutos y 46 segundos de
la rodilla de un policía blanco, que ignoró sus súplicas («I can't
breathe» 'No puedo respirar'). Las calles han estallado en
todo el país, pero sobre todo en Minneapolis. Ha habido protestas pero
también saqueos violentos. La tensión es palpable en la ciudad.
Las
piernas le pesan a Lorenzo Hayes, por algo le dieron la invalidez, y se
sienta a descansar en unos escalones mientras sigue la conversación. De
la nada aparece un coche de cristales ahumados que aparca delante a
pocos metros. Nadie se mueve en su interior. El afroamericano frunce el
ceño y se lleva las manos a los bolsillos, como un vaquero a punto de
empezar un duelo. Solo que su arma no son un par de pistolas, sino la
cámara del teléfono móvil. Sin ella está perdido. «La vida de los negros no vale una mierda en este país», corrige al cartel junto al que se ha sentado.
Los
teléfonos inteligentes han cambiado eso. En 2007 vio la luz el primer
iPhone, al estratosférico precio de 500 o 600 dólares, con contrato de
dos años. Todavía tendrían que bajar mucho de precio antes de
popularizarse, pero para cuando en julio de 2014 el agente Daniel
Pantaleo mató a Eric Garner de un gancho en el cuello en Nueva York, ya
había un teléfono cerca para hacerlo viral. Fue el primer 'I can't breathe' (No puedo respirar) que cogió aire.
Al mes siguiente el agente Darren Wilson le metió seis tiros a Michael
Brown. Los vídeos del cuerpo abandonado sobre el asfalto durante cuatro
horas en pleno mes de agosto incendiaron Ferguson. «Dicen que llevaba
las manos en alto», se oye decir a alguien en uno de los vídeos que se
hizo viral. 'Black Lives Matter' ya había nacido.
Un año después, otro vídeo dejó sin habla al país al demostrar que el policía Michael Slager persiguió a pie a Walter Scott por llevar un intermitente roto en el coche, le metió un tiro por la espalda
y le esposó ya cadáver para 'plantarle' al lado una pistola de
descargas eléctricas, que según su versión le había quitado del cinturón
durante un forcejeo. No hizo ningún intento por resucitarle, como
escribió en su declaración el policía de Carolina del Sur. Había sido un
asesinato tan flagrante que fue al único policía al que le cayeron 20
años de prisión. El clamor popular obligó a muchos agentes del país a vestir cámaras en la solapa,
que misteriosamente no funcionan bien cuando hay incidentes y dejan en
blanco los segundos más preciados. En 2016 el agente Jeronimo Yanez solo
la llevaba en el salpicadero del coche patrulla, pero la novia de
Philando Castile tiró de su teléfono y retransmitió en directo el fatal
asesinato de Minnesota por Facebook Live, con su hija de cuatro años
llorando en el asiento trasero. «Mami, por favor, deja de protestar, no
quiero que te maten», le suplica la niña en los últimos minutos de la
grabación, mientras le ponen las esposas a su madre, con Castile muerto
en el asiento.
En su contexto
60%
de la población
carcelaria de EEUU es negra, pese a que suponen solo el 13% de la
población. El FBI admite que el 31% de quienes mueren durante las
detenciones son afroamericanos. Uno de cada tres pasará por la cárcel a
lo largo de su vida. Y además, sus sentencias son entre un 10% y un 20%
más altas que las de los blancos.
Aún así, Yanez fue exonerado por un jurado de diez blancos y dos negros. Pantaleo ni siquiera tuvo que ir a juicio, como Wilson, porque el gran jurado no vio delito alguno.
Ni el agente Lohemann, que mató en Cleveland al niño de 12 años Tamir
Rice en un parque mientras éste jugaba con una pistola de aire
comprimido.
¿Y si no hay vídeos?
¿Cuántos vídeos podía EEUU soportar antes de tener que
confrontar su propio pasado de racismo? ¿Y qué pasa con los casos en que
no hay vídeos escalofriantes? Del-Shea Perry salió el jueves del
funeral de George Floyd con los ojos hinchados y medio afónica de la
rabia. A su único hijo, Hardel Sherrell, de 27 años, lo dejaron morirse en el suelo de la prisión
durante días sin darle atención médica porque sus carceleros pensaron
que estaba fingiendo. «Si no consigues que lo saquen en la prensa, no
pasa nada», lamenta, «pero yo no soy una activista. Estoy cansada de
hacer llamadas y escribir emails, sin que nadie me conteste».
Una
manifestante ante la Casa Blanca en Washington se encara con los
militares colocados ante la protesta. | Manifestante con una mascarilla
con las últimas palabras de Floyd: 'No puedo respirar'. | El policía
Derek Chauvin mantuvo inmovilizado así a George Floyd durante más de
ocho minutos, hasta que murió. / Afp y Reuters
Hay
demasiados George Floyd en EEUU. Prácticamente cada familia
afroamericana tiene uno, pero pocas con el lujo de haber capturado su
muerte en vídeo. Y en el momento en el que salen a la luz delitos
cometidos, antecedentes policiales, drogas, violencia doméstica, o
tantas lacras comunes de la marginación, «por defecto la gente actúa como si se lo mereciese», lamenta Del-Shea.
Cerca
del 10% de los jóvenes negros de 30 años han estado en algún momento en
la cárcel, según datos de Sentencing Project. El índice de
encarcelamiento para los afroamericanos es el doble que el de los
hispanos y cinco veces más alto que el de los blancos. A lo largo de su
vida el 20% de los negros pasará por la cárcel, frente al 3% de los
blancos. Una vez que lo hagan quedarán marcados para siempre por un
expediente delictivo que pondrá techo a sus sueños. No habrá oferta de trabajo en la que no le pregunten si ha estado alguna vez en la cárcel.
Y el 19% de los que salgan bajo fianza volverán a prisión por razones
como no tener trabajo, perder una cita con el funcionario asignado o
fallar un análisis de estupefacientes. Las puertas se cierran, la
delincuencia se convierte en el único modo de vida al alcance. En 2014
un 27% de los hombres negros no reportó ningún ingreso, según un estudio
de dos economistas del National Bureau of Economic Research. George Floyd también había estado en la cárcel.
Le cayeron cinco años por robo a mano armada en Houston, donde se crió.
Al salir no pudo encontrar trabajo y acabó cogiendo el camino hacia
Minnesota, una meca de oportunidades laborales con una calidad de vida
impensable para los que venían de guetos en ciudades como Chicago o
Detroit, donde la desindustrialización ha provocado el éxodo hacia
estados más blancos y prósperos.
Philip Holmes, activista de
'Decarcerate Minnesota Coalition', una organización que trabaja para
rebajar el número de ingresos en prisión en el Estado, también recuerda
que Minneapolis era «un lugar donde podías hacer dinero fácilmente»,
dentro o fuera de la ley. Cerca de 40 robos bancarios en 2018, según el informe de estadísticas bancarias del FBI,
porque «las cajeras tienen órdenes de entregar el dinero sin resistirse
y los guardias de seguridad de no disparar», cuenta Holmes. Y además,
«hay muchas parejas interraciales», una de esas bolsas de mujeres
blancas que hay por el país a las que les gustan los hombres negros. La
de Floyd se llamaba Courteney Ross y siempre le recordará como «uno de
los hombres más espirituales» que ha conocido. «Minnesota era para él
ese lugar amable donde todo el mundo era abierto».
Cada vez que un americano negro entra en la cárcel, ese expediente pone techo a sus sueños para siempre
Hay demasiados George Floyd en Estados Unidos. Prácticamente cada familia afroamericana tiene uno
George Floyd vivía en un barrio de clase media, tenía dos trabajos,
de día conducía un camión y de noche vigilaba la puerta de Conga Latino
Bistro, donde recibía a la gente con abrazos «y trataba a toda el mundo
con respeto y dignidad», asegura su ex jefe Jovanni Thunstrom, que le
despidió cuando le tocó cerrar por el coronavirus.
«Trampas del sistema»
Lo que a Floyd se le pasó es lo que Holmes llama «las trampas
ocultas del sistema». En Minnesota, dos tercios de todos los ingresos en
prisión son por violaciones técnicas de la condicional, sin haber
cometido ningún delito nuevo. La pinza mortal consiste en una Policía racista que aplica un doble rasero y un sistema penal muy traicionero, en el que «todo depende de cómo presente los cargos el fiscal», dice Holmes.
La
última vez que pasó una noche en la cárcel se entretuvo echando la
cuenta de cuántas veces había estado y le salieron 85. De eso hace ya
seis años. Violaciones de tráfico, violencia doméstica y conducir
intoxicado son las más comunes. Su amigo David Boehnke, con el que
trabaja en 'Decarcerate Minnesota Coalition', no ha estado nunca. ¿Por qué? «Porque soy blanco de clase media alta», responde sin dudarlo.
A
Eric Garner lo pararon por vender tabaco en la calle; a Michael Brown,
por caminar en medio de la calle; a Walter Scott, por llevar un
intermitente roto; a Philando Castile, porque buscaban a dos sospechosos
como ellos en la zona; a Hardel Sherrell, por portar un arma sin
licencia; a George Floyd, por comprar un paquete de tabaco con un billete falso. Cualquier encuentro con la ley puede resultar mortal.
Por
eso Lorenzo Hayes aprieta el teléfono en la mano, listo para disparar.
La furgoneta negra de los cristales ahumados arranca y se marcha por la
calle desierta sin levantar polvo. Un día más de vida en los Estados Unidos de América. Todos somos Floyd.
¿Qué hizo Obama? ¿Fue una oportunidad perdida?
Durante
ocho años de presidencia, ¿qué hizo Obama? «Nada. De hecho las cosas
han empeorado», contesta Philip Holmes sin dudarlo. «Muchos
afroamericanos no quieren reconocerlo, porque su elección en sí fue algo
tan monumental que nunca creímos posible, un negro elegido presidente,
pero la realidad es que fue una oportunidad perdida».
El veredicto
de este afroamericano de 66 años, que trabaja en 'Decarcerate Minnesota
Coalition', que busca rebajar el número de ingresos en prisión en el
Estado, matiza que a Obama «le siguen queriendo», pero pasa por alto
que, al igual que las mujeres no pueden cambiar siglos de opresión sin
la participación de los hombres, los negros no podrán superar el racismo
sin los blancos.
El primer aviso que recibió Obama de que si se
ponía públicamente del lado de los oprimidos resquebrajaría el espejismo
creado con su mitad blanca fue durante la campaña de 2008, cuando
salieron a la luz los sermones de su pastor Jeremiah Wright, que él
había escuchado durante años en el banquillo de su iglesia de Chicago.
«La gente está lógicamente molesta», se distanció. Luego trató de
resolverlo con el discurso de 'Una Unión más perfecta' que dio en
Filadelfia, pero a partir de ahí supo que hablar del tema racial era
jugar con fuego en una sociedad que aún no se había visto en el espejo
de los teléfonos inteligentes.
Confiaba en liderar con el ejemplo y
algunos símbolos poderosos, como el nombramiento del primer fiscal
general afroamericano, en la época en la que la serie de Netflix 'Orange
is the New Black' (El naranja -de los uniformes de prisión- es el nuevo
negro) popularizaba que el sistema carcelario es el nuevo yugo de
esclavitud.
Petición a los alcaldes
Como perdió pronto la
mayoría de su partido en el Congreso, tuvo que llevar a cabo esas
reformas con cambios internos y órdenes ejecutivas que bajo su sucesor
han desaparecido tan silenciosamente como las introdujo. Y la
conmutación de penas a un millar de presos federales que llevaban más de
diez años en la cárcel por crímenes no violentos, sin tener historial
delictivo, recibió mucha menos atención que la que Kim Kardashian
arrancó a Donald Trump para conmutar a una abuela de 63 años condenada a
cadena perpetua por vender cocaína. Desde su retiro, esta semana ha
intentado redimir el pecado capital de su país y de su presidencia
pidiendo a los alcaldes del país una reforma policial.
TITULO:
LUNES -8- Junio - Madridistas por el mundo - Cristian Toro ,.
Realmadrid TV emite - LUNES-8 Junio- noche, a partir de las 22:30 horas, una nueva entrega de Madridistas por el mundo - Cristian Toro ,.
TITULO: JUEVES -11 - Junio - Qué fue de… Ricardo Gallego . , protagonista de 'Campo de estrellas' Realmadrid TV,.
Realmadrid TV el jueves -11- Junio , a partir de las 22:30 h, una nueva entrega de Campo de estrellas en esta ocasión - Qué fue de… Ricardo Gallego,.
foto / El de hoy sí que es un clasicazo del fútbol español. Coetáneo de la
Quinta del Buitre, protagonista de algunas de las más brillantes páginas
de la historia del Real Madrid, miembro de aquellas selecciones
españolas que nos decepcionaban, este hombre seguro que está en vuestro
recuerdo: Ricardo Gallego.
¿Quién era?: Un centrocampista español de los 80. ¿Por qué se le recuerda?: Por ser un fijo en el Madrid ochentero y un asiduo a la selección española. ¿Qué fue de él?: Se retiró del fútbol profesional en
1992. Hasta hace poco ha sido comentarista en Onda Cero y en la
actualidad trabaja junto a su amigo y ex compañero, José Antonio
Camacho, en la selección china de fútbol. Además, tiene una empresa
llamada Palcos Blancos, que gestiona los palcos del Bernabéu. ¿Sabías qué…?: Su padre era socio del Madrid y con 3 años ya lo llevaban al Bernabéu.
– Jugó en todas las categorías inferiores del Madrid, desde infantiles.
– Estuvo en aquel Castilla que alcanzó la final de Copa del Rey.
– En 1987, Gallego lesionó fortuitamente al jugador del Athletic de
Bilbao Miguel de Andrés, que a raíz de esa lesión tuvo que abandonar el
fútbol.
– Jugaba tanto de líbero como de mediocentro.
– Su último entrenador fue, precisamente, José Antonio Camacho, en el Rayo Vallecano.
– A finales de los 80 probó suerte, como Rafa Martín Vázquez, en Italia. Fichó por el Udinese.
– Con la selección debutó en 1982 en un amistoso ante Escocia en Valencia. Marcó un gol ese día.
– Fue titular, con el 10 a la espalda, en la final de la Eurocopa del 84 que nos quitó Francia en París.
– Su última gran competición con la selección fue la Eurocopa del 88. Biografía, palmarés, estadísticas: Ricardo Gallego
Redondo nació en Madrid el 8 de febrero de 1959. Debutó como profesional
en 1977 en el Castilla. Subió al primer equipo en 1980. En 1989 se fue
al Udinese y en 1990 al Rayo, donde jugó dos temporadas antes de
retirarse.
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