TITULO: Comando
actualidad - El turismo encara su invierno más frío . , Jueves -10- Septiembre,.
El turismo encara su invierno más frío , .-10- Jueves Setiembre, 23.40 - después de de ‘Néboa’, en La 1 / fotos,.
El turismo encara su invierno más frío,.
Restricciones y cuarentenas han desarbolado un sector que vive del verano. La caída de clientes, las fuertes deudas contraídas y el cierre anticipado de negocios sitúa a cientos de miles de familias ante una situación dramática en el paraíso del sol y playa,.
Nunca
el turismo había sido causa de tanta desazón como lo ha sido este año.
Después de una primavera inexistente y un verano con constantes
sobresaltos en forma de rebrotes, segundas oleadas y cuarentenas en
cascada por parte de nuestros principales mercados emisores, llega un
invierno plagado de incertidumbres y temores, de llamadas de auxilio por
parte de la patronal para que el Estado rebaje la presión fiscal y
tributaria, y prorrogue los ERTE hasta el año que viene (como ya ha
hecho Alemania). El problema es que la partida europea destinada
a que España sufrague ese capítulo se agotó en julio -se concedieron
21.000 millones y lo gastado asciende ya a 23.000-, lo que
dificulta en gran medida que ese instrumento, de reeditarse, cubra el
70% de la base reguladora del trabajador, como ha sucedido durante los
últimos seis meses.
El panorama es aterrador. Y lo es porque el sector al que España fía el 13% de su PIB tiene un marcado carácter estacional, lo que significa que la mayor parte de los negocios -desde hoteles, restaurantes y locales de ocio nocturno, hasta taxistas, escuelas de buceo, alquiler de motos acuáticas o hamaqueros- exprimen los meses de verano para hacer caja y poder así hacer frente con garantías a un invierno que permite poco más que cubrir gastos. Eso en circunstancias normales. Porque este año el paradigma ha cambiado por completo. Las restricciones derivadas de la emergencia sanitaria y las cuarentenas establecidas en países como Reino Unido, de donde proceden el 19% de quienes nos visitan, han desarbolado el sector. El desplome de clientes, las fuertes deudas contraídas para adecuar las instalaciones a la nueva realidad -la misma que ha impedido amortizarlas- y el cierre anticipado de negocios ha situado a cientos de miles de familias en una situación dramática de cara al último tramo del año. Una situación tanto o más dolorosa en ese paraíso del sol y playa que son los archipiélagos balear y canario y el arco mediterráneo, 1.600 kilómetros desde el Cap de Creus hasta la Costa del Sol con realidades distintas pero un común denominador: miedo a lo que está por venir.
«Bueno, ¿cuánto estamos dispuestos a perder?». Es la frase recurrente que Jordi Fuster, dueño de una tienda de artesanía de Roses (Girona), lleva meses intercambiando con sus compañeros del gremio. La fidelidad de los franceses -muchos con segunda residencia aquí- ha permitido «maquillar» el balance, y eso tras tres meses en blanco. «Hemos cubierto gastos, pero poco más. Por no hablar de quienes no son propietarios de su local y han tenido que renegociar los alquileres, lo que no todos han conseguido. El Ampurdán depende por completo del turismo y en cuanto llega noviembre es como estar en otro planeta. La diferencia es que este año llegamos sin un colchón y con el agua al cuello. Que no nos pase nada».
En Barcelona, Javier de las Muelas, propietario de la cadena Dry Martini con establecimientos desde en el hotel María Cristina de San Sebastián hasta en Hangzhou y Singapur, no había visto nada como esto. «En España hay 318.000 establecimientos de restauración, desde bares hasta hoteles, y 1,7 millones de empleos. El 70% con sólo dos personas -el matrimonio, por lo general- en la seguridad social, gente que ha facturado un 35% de lo habitual, absolutamente deficitario. Si a todos los que no han abierto se suman ahora en septiembre otro 30% que cierra, figúrese».
En Salou, el lotero Amadeu Jove está «desesperado». Y eso que la localidad dio el Gordo de 2019. Tras acumular caídas de ventas del 60% -«siete de cada diez hoteles han cerrado y el resto no va a tardar en hacerlo»- su administración encara un otoño para echarse a temblar. «Estamos ante nuestra particular travesía del desierto, que durará hasta Semana Santa del año que viene. Y eso como poco. Habrá que tirar de los créditos ICO, reducir los gastos a la mitad y si habitualmente tienes tres empleados, quedarte con uno... y medio».
El diagnóstico se repite por todo el litoral. Las grandes cadenas que dependen de los touroperadores se pueden permitir abrir un establecimiento y cerrar el resto, pero ¿cómo mantener un negocio familiar de 50 habitaciones con solo dos ocupadas, que emplea a dos gobernantas, cinco en cocina, tres en sala y tres recepcionistas? Eso sin contar mantenimiento, jardinería, socorristas de piscina... Lo sabe muy bien Lola Guillamón, presidenta de la Cámara de Comercio de Castellón y propietaria de cuatro hoteles, de los que sólo ha abierto uno. «El 76% de los extranjeros no han venido y las pernoctaciones se han desplomado. Es un desastre que alcanzará su clímax en invierno. Un alud de ERTEs que se van a convertir en EREs y estos en despidos si no se renuevan los primeros. Y los que han seguido en su puesto lo están a media jornada. Si no nos mata el virus, lo acabará haciendo el hambre. Mucha gente afronta el fin de año con absoluta indefensión».
En la playa valenciana de La Malvarrosa, José Miralles pasea la mirada por su chiringuito, nada que ver con aquellos puestos de carrizo de los años 70, donde el mantel fino hace tiempo ya que sustituyó a los de hule. La situación de los últimos meses ha sido funesta, con un temporal que devastó la costa levantina y sin tiempo para tomar aliento, el cierre decretado por el estado de alarma. Él se da con un canto en los dientes, con un caída de la facturación del 25%. «Nos ha salvado el turista nacional, pero se avecinan seis meses terribles. Estamos todos pendientes de la propuesta del Gobierno, que es lo que va a condicionar los cierres y si estos son provisionales o permanentes. El drama es tener a 120 familias -regenta cuatro locales- que dependen de ti. Hasta el 31 de agosto aguanté con todos, pero ahora medio centenar tendrán que ir al ERTE. ¿Luego? Dios dirá».
También en la perla de la Costa Blanca, el bilbaíno Ángel Cajigas, gerente de los populares Saltoki y del club nocturno para mayores 'El Molino', se encomienda a la Divina Providencia. Cuando hablamos con él acaba de cerrar las cuentas de la última quincena de agosto, «un 30% de la caja del año pasado. Desolador. Como la ciudad, que parece un solar». El año pasado alcanzó picos de 96 trabajadores y este apenas ha superado el medio centenar. «Estamos con miedo porque el 15 de septiembre van a cerrar los pocos hoteles que no lo habían hecho. El descalabro ha sido total: aunque el turismo nacional ha acudido en nuestra ayuda, el consumo ha sido menor. Se avecinan tiempos complicados, armados con créditos pero sin referencias que te permitan saber dónde pisas».
Conforme perdemos latitud, la carretera deja a su izquierda La Manga del Mar Menor, donde el verano alcanzó su punto álgido en la segunda quincena de julio con ocupaciones del 44% y que luego ha marcado un franco retroceso. «Da igual que regales la habitación, el miedo a los contagios se impone», decía hace unos días Soledad Díaz, presidenta de los hoteleros de costa (Hostetur). Ya en Andalucía, en el Cabo de Gata, Ana tampoco puede evitar ver el futuro con temor. Después de un verano «de mucho ruido y pocas nueces», en el que había gente «pero poca alegría», su restaurante 'El Faro' de Mijar ha capeado el temporal facturando la mitad que el año pasado por estas fechas y prescindiendo de parte del equipo.
En Granada, cada uno cuenta la feria según le va en ella. Salvador Blanco tiene un negocio de buceo en La Herradura. Dice que es el mejor verano que recuerda desde que la crisis de 2008 le obligó a reinventarse, aunque como el confinamiento arruinó todos los puentes y la Semana Santa, «calculo que quedaremos a la par». Al contrario que el resto, tiene la agenda completa en septiembre, «a partir de ahí lo que pase es un misterio».
El panorama más al oeste no es tan boyante. El 80% de los hoteles de la Costa del Sol cerrará en septiembre, tras registrar ocupaciones del 45% el mes pasado. Rocío Galán, del Don Pepe de Marbella, se ha enfrentado a un escenario inédito. El 70% del mercado ha sido nacional -«rusos, árabes y británicos han desaparecido»-, con mucho cliente nuevo que en lugar de hacer largos viajes ha decidido prorrogar aquí, dice Mariola Valladares, del Miramar de Málaga.
Eso sí, ambas con contrataciones en el último minuto y muchas cancelaciones. «¿Que qué nos espera? Sin eventos, sin congresos, todo aplazado al año que viene. Decir que el futuro es incierto es quedarse corto. Seguir abiertos va a ser una decisión tomada semana a semana. Esta crisis va a dejar a mucha gente en una situación dramática. El que no tenga músculo financiero -apostilla Rocío- las va a pasar canutas».
En Mallorca, permanecen abiertos menos de un tercio de los hoteles y el desasosiego es total. «La ocupación en agosto ha sido del 35% y el esfuerzo económico no ha obtenido compensación», admite María José Aguiló, presidenta de la FEHM. La cancelación por parte de la británica Jet2 de las operaciones con Baleares hasta el año próximo es la puntilla. «Si el Estado no se implica más, la destrucción de tejido empresarial y de empleo va a ser irreparable».
TITULO:
EN PORTADA CRONICAS MUJERES VIAJERAS - El monstruo del juego , Jueves -10- Septiembre,.
El panorama es aterrador. Y lo es porque el sector al que España fía el 13% de su PIB tiene un marcado carácter estacional, lo que significa que la mayor parte de los negocios -desde hoteles, restaurantes y locales de ocio nocturno, hasta taxistas, escuelas de buceo, alquiler de motos acuáticas o hamaqueros- exprimen los meses de verano para hacer caja y poder así hacer frente con garantías a un invierno que permite poco más que cubrir gastos. Eso en circunstancias normales. Porque este año el paradigma ha cambiado por completo. Las restricciones derivadas de la emergencia sanitaria y las cuarentenas establecidas en países como Reino Unido, de donde proceden el 19% de quienes nos visitan, han desarbolado el sector. El desplome de clientes, las fuertes deudas contraídas para adecuar las instalaciones a la nueva realidad -la misma que ha impedido amortizarlas- y el cierre anticipado de negocios ha situado a cientos de miles de familias en una situación dramática de cara al último tramo del año. Una situación tanto o más dolorosa en ese paraíso del sol y playa que son los archipiélagos balear y canario y el arco mediterráneo, 1.600 kilómetros desde el Cap de Creus hasta la Costa del Sol con realidades distintas pero un común denominador: miedo a lo que está por venir.
«Bueno, ¿cuánto estamos dispuestos a perder?». Es la frase recurrente que Jordi Fuster, dueño de una tienda de artesanía de Roses (Girona), lleva meses intercambiando con sus compañeros del gremio. La fidelidad de los franceses -muchos con segunda residencia aquí- ha permitido «maquillar» el balance, y eso tras tres meses en blanco. «Hemos cubierto gastos, pero poco más. Por no hablar de quienes no son propietarios de su local y han tenido que renegociar los alquileres, lo que no todos han conseguido. El Ampurdán depende por completo del turismo y en cuanto llega noviembre es como estar en otro planeta. La diferencia es que este año llegamos sin un colchón y con el agua al cuello. Que no nos pase nada».
«Cerrar con dignidad»
Su diagnóstico lo comparte Martí Sabria, del Grupo Costa Brava Centre que habla de «un verano de improvisación y con pocas certezas. Lo único que nos queda es cerrar con dignidad, porque empresarialmente no interesa seguir abiertos. Sufro por los jóvenes, emprendedores que están al inicio de su amortización y que tienen ahora todo el invierno por delante. ¿Qué pasa ahora con todo el esfuerzo y el coraje demostrado? Es tremendo».En Barcelona, Javier de las Muelas, propietario de la cadena Dry Martini con establecimientos desde en el hotel María Cristina de San Sebastián hasta en Hangzhou y Singapur, no había visto nada como esto. «En España hay 318.000 establecimientos de restauración, desde bares hasta hoteles, y 1,7 millones de empleos. El 70% con sólo dos personas -el matrimonio, por lo general- en la seguridad social, gente que ha facturado un 35% de lo habitual, absolutamente deficitario. Si a todos los que no han abierto se suman ahora en septiembre otro 30% que cierra, figúrese».
En Salou, el lotero Amadeu Jove está «desesperado». Y eso que la localidad dio el Gordo de 2019. Tras acumular caídas de ventas del 60% -«siete de cada diez hoteles han cerrado y el resto no va a tardar en hacerlo»- su administración encara un otoño para echarse a temblar. «Estamos ante nuestra particular travesía del desierto, que durará hasta Semana Santa del año que viene. Y eso como poco. Habrá que tirar de los créditos ICO, reducir los gastos a la mitad y si habitualmente tienes tres empleados, quedarte con uno... y medio».
El diagnóstico se repite por todo el litoral. Las grandes cadenas que dependen de los touroperadores se pueden permitir abrir un establecimiento y cerrar el resto, pero ¿cómo mantener un negocio familiar de 50 habitaciones con solo dos ocupadas, que emplea a dos gobernantas, cinco en cocina, tres en sala y tres recepcionistas? Eso sin contar mantenimiento, jardinería, socorristas de piscina... Lo sabe muy bien Lola Guillamón, presidenta de la Cámara de Comercio de Castellón y propietaria de cuatro hoteles, de los que sólo ha abierto uno. «El 76% de los extranjeros no han venido y las pernoctaciones se han desplomado. Es un desastre que alcanzará su clímax en invierno. Un alud de ERTEs que se van a convertir en EREs y estos en despidos si no se renuevan los primeros. Y los que han seguido en su puesto lo están a media jornada. Si no nos mata el virus, lo acabará haciendo el hambre. Mucha gente afronta el fin de año con absoluta indefensión».
En la playa valenciana de La Malvarrosa, José Miralles pasea la mirada por su chiringuito, nada que ver con aquellos puestos de carrizo de los años 70, donde el mantel fino hace tiempo ya que sustituyó a los de hule. La situación de los últimos meses ha sido funesta, con un temporal que devastó la costa levantina y sin tiempo para tomar aliento, el cierre decretado por el estado de alarma. Él se da con un canto en los dientes, con un caída de la facturación del 25%. «Nos ha salvado el turista nacional, pero se avecinan seis meses terribles. Estamos todos pendientes de la propuesta del Gobierno, que es lo que va a condicionar los cierres y si estos son provisionales o permanentes. El drama es tener a 120 familias -regenta cuatro locales- que dependen de ti. Hasta el 31 de agosto aguanté con todos, pero ahora medio centenar tendrán que ir al ERTE. ¿Luego? Dios dirá».
«Cuesta abajo y sin frenos»
Más al sur, en Benidorm, Antonio Mayor, presidente de la asociación local de hoteleros (HOSBEC) y propietario de 11 establecimientos habla de un verano malo. Sin paliativos. «Sólo hemos abierto el 60% de la planta hotelera, y de estos sólo se han cubierto la mitad de las habitaciones». Si a eso se le suma que se ha trabajado con precios un 10% más baratos que el año pasado, las cuentas no salen. «En septiembre vamos cuesta abajo y sin frenos». En invierno, nuestro cliente mayoritario son británicos, belgas y holandeses, sobre todo gente mayor que no viene por las cuarentenas, pero también por miedo». El escenario es aterrador. «En Benidorm, hay 300 pubs y casi todos están cerrados porque no hay ingleses. Eso es extrapolable a las tiendas, los hoteles, los autobuses lanzadera... Este año no hay colchón que valga, lo que hay son créditos que abren un agujero financiero importante y que tardaremos en devolver 2 o 3 años. Pero no hay otra si quieres sobrevivir».También en la perla de la Costa Blanca, el bilbaíno Ángel Cajigas, gerente de los populares Saltoki y del club nocturno para mayores 'El Molino', se encomienda a la Divina Providencia. Cuando hablamos con él acaba de cerrar las cuentas de la última quincena de agosto, «un 30% de la caja del año pasado. Desolador. Como la ciudad, que parece un solar». El año pasado alcanzó picos de 96 trabajadores y este apenas ha superado el medio centenar. «Estamos con miedo porque el 15 de septiembre van a cerrar los pocos hoteles que no lo habían hecho. El descalabro ha sido total: aunque el turismo nacional ha acudido en nuestra ayuda, el consumo ha sido menor. Se avecinan tiempos complicados, armados con créditos pero sin referencias que te permitan saber dónde pisas».
Conforme perdemos latitud, la carretera deja a su izquierda La Manga del Mar Menor, donde el verano alcanzó su punto álgido en la segunda quincena de julio con ocupaciones del 44% y que luego ha marcado un franco retroceso. «Da igual que regales la habitación, el miedo a los contagios se impone», decía hace unos días Soledad Díaz, presidenta de los hoteleros de costa (Hostetur). Ya en Andalucía, en el Cabo de Gata, Ana tampoco puede evitar ver el futuro con temor. Después de un verano «de mucho ruido y pocas nueces», en el que había gente «pero poca alegría», su restaurante 'El Faro' de Mijar ha capeado el temporal facturando la mitad que el año pasado por estas fechas y prescindiendo de parte del equipo.
En Granada, cada uno cuenta la feria según le va en ella. Salvador Blanco tiene un negocio de buceo en La Herradura. Dice que es el mejor verano que recuerda desde que la crisis de 2008 le obligó a reinventarse, aunque como el confinamiento arruinó todos los puentes y la Semana Santa, «calculo que quedaremos a la par». Al contrario que el resto, tiene la agenda completa en septiembre, «a partir de ahí lo que pase es un misterio».
Escenario «inédito»
En Nerja, ya en Málaga, Sonia Crespillo está resignada a cerrar «no más allá de la semana que viene», después de un verano sin extranjeros y trabajando al 60% de lo que es habitual. Alquiler de motos acuáticas, parasailing, un rooster del que tira un barco. El martes, 1 de septiembre, ya notó una caída «brutal» de clientes, «y sólo tomando el sol no cubrimos gastos». Dice que el invierno «está jodido, menos mal que tenemos una empresa náutica de venta y reparación. De lo contrario, sería imposible».El panorama más al oeste no es tan boyante. El 80% de los hoteles de la Costa del Sol cerrará en septiembre, tras registrar ocupaciones del 45% el mes pasado. Rocío Galán, del Don Pepe de Marbella, se ha enfrentado a un escenario inédito. El 70% del mercado ha sido nacional -«rusos, árabes y británicos han desaparecido»-, con mucho cliente nuevo que en lugar de hacer largos viajes ha decidido prorrogar aquí, dice Mariola Valladares, del Miramar de Málaga.
Eso sí, ambas con contrataciones en el último minuto y muchas cancelaciones. «¿Que qué nos espera? Sin eventos, sin congresos, todo aplazado al año que viene. Decir que el futuro es incierto es quedarse corto. Seguir abiertos va a ser una decisión tomada semana a semana. Esta crisis va a dejar a mucha gente en una situación dramática. El que no tenga músculo financiero -apostilla Rocío- las va a pasar canutas».
2.500 taxistas en Canarias trabajando un día de cada cinco,.
La situación en Canarias no es mejor que en la Península. La mayoría de los hoteles están cerrados, incluidas las grandes cadenas, y los que abren es con una ocupación irrisoria (apenas hay vuelos). Esta situación tiene su correlato en otros gremios, desde kioscos hasta alquileres de coches o taxis. Juan Artiles sabe de estos últimos. Representa a los 2.500 taxistas del archipiélago, «que trabajamos un día de cada cinco para repartir lo poco que hay. Ya me dirá usted cómo se sale adelante con 70 euros limpios en dos turnos para toda la semana, si hay que pagar impuestos, seguridad social y combustible. Muchos compañeros, desesperados, se plantean transferir las licencias porque son imposibles de mantener. Además, sobran el 60% porque se dieron con arreglo a los turistas que ahora no vienen, no a la población real».En Mallorca, permanecen abiertos menos de un tercio de los hoteles y el desasosiego es total. «La ocupación en agosto ha sido del 35% y el esfuerzo económico no ha obtenido compensación», admite María José Aguiló, presidenta de la FEHM. La cancelación por parte de la británica Jet2 de las operaciones con Baleares hasta el año próximo es la puntilla. «Si el Estado no se implica más, la destrucción de tejido empresarial y de empleo va a ser irreparable».
TITULO:
EN PORTADA CRONICAS MUJERES VIAJERAS - El monstruo del juego , Jueves -10- Septiembre,.
- El Jueves -10- Septiembre a las 23:30 en La 2,./ foto,.
- El monstruo del juego ,.
vuelve Crónicas.- La adicción a las apuestas de los menores es cada vez más preocupante. Dos de cada diez jóvenes de los que padecen graves trastornos con el juego reconocen haber empezado a apostar antes de cumplir los 18 años. Las apuesta son line durante la pandemia han agravado la situación.
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