DESAYUNO CENA FIN DOMINGO - REVISTA BLANCO Y NEGRO - En la misma piedra ,. , fotos,.
En la misma piedra,.
El descontrolado avance del virus deja en evidencia la imprevisión de los Gobiernos, que repiten errores cometidos en la ola de marzo,.
Ese lamentable liderazgo no es consecuencia del azar ni de una actuación más irresponsable de la ciudadanía que en otros países. Más bien hay que atribuirlo a que el proceso de desescalada ha sido desaprovechado para articular una respuesta efectiva a una situación que se veía venir. La clamorosa falta de rastreadores y las carencias tanto de la Atención Primaria como del conjunto del sistema sanitario –tensionado y con evidentes síntomas de fatiga– retratan a unas comunidades que han tomado el timón de la lucha contra el virus sin que ello haya mejorado de forma significativa la gestión realizada por el Gobierno de Pedro Sánchez durante el estado de alarma. Resulta llamativo que algunas de las que con más ardor exigieron la devolución de sus competencias clamen por una intervención centralizada. También que el Ejecutivo que ejerció con mano de hierro el mando único se lave las manos como si la responsabilidad no fuera con él a la espera de que unas autonomías desbordadas reclamen su auxilio.
La disparidad de criterios de los tribunales sobre varias medidas aprobadas frente a los rebrotes confirman la urgencia de reformas legales para darles una respuesta adecuada sin necesidad de recurrir al estado de alarma. Más que repartirse culpas, las administraciones están obligadas a anticiparse a los hechos y a una coordinación que brilla por su ausencia.
TITULO: Las rutas Capone - Cómo auxiliar a un corazón roto ,.
Cómo auxiliar a un corazón roto,.
Sin simpatizar en exceso ni tratando la pérdida como un tabú, así se acompaña en el duelo,.
foto / El
duelo es el tiempo que tarda un corazón roto en cicatrizar. No es una
definición técnica, pero sí sencilla para entender este proceso tan
complejo de la vida en el que, muchas veces, ni el doliente sabe cómo
atravesarlo ni los demás cómo ayudarle.
No existe una fórmula exacta para recuperarse de una pérdida, ni tampoco unas palabras mágicas que sirvan para reconfortar a todo aquel que la sufre, pero los expertos en duelo reconocen que, si queremos ser realmente útiles al acompañar a otros en su dolor, hay frases hechas que deberíamos evitar y formas de actuar que es recomendable poner en práctica. Un saber que no ocupa lugar, sobre todo ahora que el coronavirus ha apagado tantas vidas.
José González, terapeuta de Apertus Psicólogos y especialista en duelo, describe el camino hacia la aceptación de una pérdida como «un túnel» que hay que atravesar forzosamente y en cuyo camino encontramos emociones desagradables como la rabia, la ira, la tristeza o la envidia. «Es una de las experiencias más estresantes que ha de afrontar el ser humano y está asociada a importantes problemas de salud como depresión, ansiedad, abuso de fármacos o ideación suicida, pero también cumple un papel adaptativo que puede contribuir al crecimiento personal».
Ante la pérdida de un ser querido, el organismo reacciona con una activación a nivel cognitivo (pensamientos como 'por qué me ha pasado esto a mí' o '¿y ahora qué hago yo?', sentimiento de culpa, idealización del difunto); físico (taquicardias, nudo en el estómago, sudoración, alteraciones del sueño) y motor (comer compulsivamente, fumar o beber en exceso, morderse las uñas).
El duelo, sin embargo, no siempre tiene que ir ligado a la muerte. Otras causas son: enfermedades, separaciones de pareja o despidos laboral. «Todas ellas provocan emociones y sentimientos que tienen una base común, pero que se diferencian en la intensidad y en la capacidad del individuo para asumir la sensación de pérdida», declara González.
Lo que sí se mantiene siempre igual son las fases que se atraviesan desde que ocurre el drama hasta que se supera: negación, ira, culpa, depresión y aceptación. Una persona que quiera ayudar a otra a atravesar estas etapas, sea cual sea su tipo de duelo, tiene que adaptar su comportamiento y sus palabras a cada una de ellas. Así, por ejemplo, durante la negación no habrá que forzar al doliente a admitir lo sucedido. Al contrario, debemos darle margen y adaptarnos a su ritmo de asimilación de la tragedia.
Por su parte, durante la etapa de ira habrá que darle libertad para expresar su frustración y no propiciar un enfrentamiento si se enfada, grita o llora. «Cuando vemos una emoción desagradable en otra persona nos sentimos incómodos e intentamos frenarla, pero la clave está en soportarla para que quien la sufre se desahogue», recalca el terapeuta. Esto no significa fusionarse con la emoción del otro. «La empatía de quien acompaña es esencial, pero se vuelve disfuncional si es excesiva. Cada uno debe realizar su duelo de forma independiente», agrega.
Algunas recomendaciones para el acompañante son: familiarizarse con el proceso de duelo para entender su sintomatología, evitar las frases hechas (sé cómo te sientes, podía haber sido peor…), facilitar la ventilación de emociones del doliente, mostrar cercanía, mantener el contacto (llamar, hacer una vista), ayudar en la toma de decisiones sin avasallar, dar esperanza y buscar juntos nuevos motivos a los que la persona pueda aferrarse para seguir viviendo.
Un proceso de duelo puede durar desde meses hasta años. No todas las personas que lo atraviesan necesitan ayuda profesional, pero sí apoyo de su círculo social. Terapéuticamente, se considera 'superado' cuando el individuo es capaz de convivir con una tristeza sostenible y hablar con naturalidad de la perdida sufrida.
El terapeuta destaca la importancia de naturalizar el duelo con los niños y los adolescentes. «Muchas veces, a los menores les robamos una información muy valiosa que les ayuda a entender la realidad. No disponer de una explicación sobre un hecho traumático les puede llevar a pensar que lo que ha ocurrido, ya sea un fallecimiento o la ruptura de sus padres, ha sido culpa suya. Una clave importante es: si tienen capacidad para preguntar sobre la muerte, también la tienen para escuchar una respuesta».
Rosa Portero, psicóloga sanitaria en Center Psicología Clínica, lo corrobora: «El proceso de despedida en el duelo es psicológicamente necesario porque contribuye a asumir y recolocar emocionalmente la pérdida que hemos sufrido. El confinamiento ha obstaculizado los ritos funerarios y no poder acompañar al ser querido en sus últimos momentos ha ocasionado un sufrimiento añadido en los dolientes».
La especialista destaca, sin embargo, que el hecho de no poder despedirnos directamente de nuestro familiar no supone que no haya otras alternativas. «Si no es posible estar presente durante el entierro o la incineración, podemos pedir a la funeraria que incluyan sobre el féretro algún escrito o fotografía nuestra o preguntar a qué hora se producirá la incineración y celebrar un rito en casa que coincida con ese horario».
No existe una fórmula exacta para recuperarse de una pérdida, ni tampoco unas palabras mágicas que sirvan para reconfortar a todo aquel que la sufre, pero los expertos en duelo reconocen que, si queremos ser realmente útiles al acompañar a otros en su dolor, hay frases hechas que deberíamos evitar y formas de actuar que es recomendable poner en práctica. Un saber que no ocupa lugar, sobre todo ahora que el coronavirus ha apagado tantas vidas.
José González, terapeuta de Apertus Psicólogos y especialista en duelo, describe el camino hacia la aceptación de una pérdida como «un túnel» que hay que atravesar forzosamente y en cuyo camino encontramos emociones desagradables como la rabia, la ira, la tristeza o la envidia. «Es una de las experiencias más estresantes que ha de afrontar el ser humano y está asociada a importantes problemas de salud como depresión, ansiedad, abuso de fármacos o ideación suicida, pero también cumple un papel adaptativo que puede contribuir al crecimiento personal».
«La clave del acompañamiento está en no bloquear los sentimientos del doliente aunque nos resulten incómodos»
José González
Ese túnel es el que tuvo que
atravesar María Somoza con 21 años, tras fallecer su padre. «Es un
recuerdo horrible que, incluso pasada una década, aún me hace llorar»,
declara. «Cuando me lo dijeron se me cayó el mundo encima y no empecé a
levantar cabeza hasta pasados cuatro o cinco meses, aunque
psicológicamente te afecta durante mucho más tiempo. Es una tragedia con la que aprendes a vivir, pero realmente no la olvidas nunca».Ante la pérdida de un ser querido, el organismo reacciona con una activación a nivel cognitivo (pensamientos como 'por qué me ha pasado esto a mí' o '¿y ahora qué hago yo?', sentimiento de culpa, idealización del difunto); físico (taquicardias, nudo en el estómago, sudoración, alteraciones del sueño) y motor (comer compulsivamente, fumar o beber en exceso, morderse las uñas).
El duelo, sin embargo, no siempre tiene que ir ligado a la muerte. Otras causas son: enfermedades, separaciones de pareja o despidos laboral. «Todas ellas provocan emociones y sentimientos que tienen una base común, pero que se diferencian en la intensidad y en la capacidad del individuo para asumir la sensación de pérdida», declara González.
«El problema con el mundo infantil en relación a la muerte es que los adultos generamos un tabú sobre ella»
José González
También es posible distinguir entre varios tipos de duelo: normal (las reacciones citadas permanecen durante un periodo de entre seis y dieciocho meses), patológico (ruptura del equilibrio físico y psíquico del individuo, que se ve superado por el dolor), crónico (se perpetua en el tiempo y el familiar es incapaz de reinsertarse socialmente), anticipado (la pérdida se percibe como inevitable antes de que suceda), retardado (se muestra en aquellas personas que en las fases iniciales del duelo no dan indicios de sufrimiento) y ambiguo
(aparece como consecuencia de la no presencia física del fallecido, por
ejemplo, en personas con familiares desaparecidos o dados por muertos).Lo que sí se mantiene siempre igual son las fases que se atraviesan desde que ocurre el drama hasta que se supera: negación, ira, culpa, depresión y aceptación. Una persona que quiera ayudar a otra a atravesar estas etapas, sea cual sea su tipo de duelo, tiene que adaptar su comportamiento y sus palabras a cada una de ellas. Así, por ejemplo, durante la negación no habrá que forzar al doliente a admitir lo sucedido. Al contrario, debemos darle margen y adaptarnos a su ritmo de asimilación de la tragedia.
Por su parte, durante la etapa de ira habrá que darle libertad para expresar su frustración y no propiciar un enfrentamiento si se enfada, grita o llora. «Cuando vemos una emoción desagradable en otra persona nos sentimos incómodos e intentamos frenarla, pero la clave está en soportarla para que quien la sufre se desahogue», recalca el terapeuta. Esto no significa fusionarse con la emoción del otro. «La empatía de quien acompaña es esencial, pero se vuelve disfuncional si es excesiva. Cada uno debe realizar su duelo de forma independiente», agrega.
Algunas recomendaciones para el acompañante son: familiarizarse con el proceso de duelo para entender su sintomatología, evitar las frases hechas (sé cómo te sientes, podía haber sido peor…), facilitar la ventilación de emociones del doliente, mostrar cercanía, mantener el contacto (llamar, hacer una vista), ayudar en la toma de decisiones sin avasallar, dar esperanza y buscar juntos nuevos motivos a los que la persona pueda aferrarse para seguir viviendo.
Un proceso de duelo puede durar desde meses hasta años. No todas las personas que lo atraviesan necesitan ayuda profesional, pero sí apoyo de su círculo social. Terapéuticamente, se considera 'superado' cuando el individuo es capaz de convivir con una tristeza sostenible y hablar con naturalidad de la perdida sufrida.
Decálogo de frases inútiles en un duelo
- 1.
- «Sé cómo te sientes».
- 2.
- «Mientras hay vida hay esperanza»
- 3.
- «Ahora ya descansáis los dos».
- 4.
- «Tú lo llevarás bien, eres fuerte».
- 5.
- «Suerte que tienes hijos y te ayudarán».
- 6.
- «Así es la vida, hoy estamos aquí y mañana quién sabe».
- 7.
- «Podría haber sido peor».
- 8.
- «Tranquila, el tiempo todo lo cura».
- 9.
- «Con lo bueno que era».
- 10.
- «Lo siento en el alma».
Duelo en niños
Un error en el que se cae a menudo es tratar la pérdida como un tabú, sobre todo en presencia de los niños. Se hace con la intención de que no sufran, pero no hablar de ello dificulta la realización de un duelo normal. «En el mundo infantil, la muerte y el duelo están más presentes de lo que creemos. Casi todos los cuentos y las películas de Disney tienen secuencias donde alguien muere», señala González. Esto significa que saben lo que es, aunque no lleguen a entender del todo sus consecuencias.El terapeuta destaca la importancia de naturalizar el duelo con los niños y los adolescentes. «Muchas veces, a los menores les robamos una información muy valiosa que les ayuda a entender la realidad. No disponer de una explicación sobre un hecho traumático les puede llevar a pensar que lo que ha ocurrido, ya sea un fallecimiento o la ruptura de sus padres, ha sido culpa suya. Una clave importante es: si tienen capacidad para preguntar sobre la muerte, también la tienen para escuchar una respuesta».
Sin oportunidad de despedirse
Durante el confinamiento provocado por la pandemia de Covid-19, millones de personas han perdido a seres queridos. A la ya difícil situación de enfrentarse a la pérdida, se ha sumado la imposibilidad de despedirse y celebrar velatorios. Dichas circunstancias traumáticas han podido desencadenar duelos patológicos en un gran número de personas, que habrán experimentado síntomas psicológicos de una duración e intensidad mucho mayor a la habitual.Rosa Portero, psicóloga sanitaria en Center Psicología Clínica, lo corrobora: «El proceso de despedida en el duelo es psicológicamente necesario porque contribuye a asumir y recolocar emocionalmente la pérdida que hemos sufrido. El confinamiento ha obstaculizado los ritos funerarios y no poder acompañar al ser querido en sus últimos momentos ha ocasionado un sufrimiento añadido en los dolientes».
La especialista destaca, sin embargo, que el hecho de no poder despedirnos directamente de nuestro familiar no supone que no haya otras alternativas. «Si no es posible estar presente durante el entierro o la incineración, podemos pedir a la funeraria que incluyan sobre el féretro algún escrito o fotografía nuestra o preguntar a qué hora se producirá la incineración y celebrar un rito en casa que coincida con ese horario».
TITULO: Un país mágico - El pueblo que no pudo ser ,.
El sabado -5- Septiembre a las 18:30 por La 2, foto,.
El pueblo que no pudo ser,.
Salinas el poblado que se levanta en medio del parque natural del Cabo de Gata (Almería),.
Diego Sánchez anda arreglando unas redes a la sombra de un cobertizo multiusos repleto de cacharros. Busco cobijo a su lado. Fuera el sol pega duro. Tengo la esperanza de que sea pescador, pero enseguida me priva de mis ilusiones, arregla los aparejos porque se los ha dado un vecino, por puro entretenimiento, no porque los use para pescar, que ahora está prohibido, salvo con caña. Sacan calamares, pulpos, besugos. Dice que hay bastante, «pero de la red nada, ahora no es como antes, enseguida viene la Guardia Civil y te echa el guante». Nació aquí, en 1951, y ya se jubiló después de trabajar 42 años en unas salinas cuya historia se remonta a los romanos, pasa por el Reino de Granada y llega hasta el año 1872 en que pasan a ser de una sociedad francesa que perdió en ellas más de un millón de francos. Cosas que a Diego ni le van ni le vienen, porque la parte que le afecta arranca en el año 1904, cuando se comienza la construcción del poblado, que también tenía, y tiene, una iglesia. Eso fue en 1907 y los descendientes de aquellas familias viven en ese puñado de casas, aunque pocos lo hacen todo el año. Una mezcla de limbo y paraíso, porque en las salinas ya solo trabajan dos empleados fijos y uno temporal; pero las viviendas, que pertenecían a la empresa, van pasando de padres a hijos en usufructo. Y bien que se está en ellas, en un lugar virgen. Aunque se queja Diego de que este año, será por el coronavirus, es el que más turistas han llegado, «a las ocho o las nueve de la mañana ya empiezan a aparcar coches». Tengo que gritar un poco para que me escuche y comienza las respuestas con un cierto retraso, casi cuando ya voy a decirle otra cosa. Nada nuevo salvo lo dicho, que como aquí no se está en ninguna parte y eso que le mandaron, siempre por lo de la sal, a Barcelona, Torrevieja, Cádiz y Francia.
Hay puertas blancas y otras azules en este insólito decorado. Bañadores que cuelgan al sol, críos que corren lanzando agua con pistolas y otros que empujan la barca de los pescadores. Dani, Mario, Javi, David, Enrique. Comienzan a decir los nombres todos a la vez. Cuentan que se pasan el día jugando, por la noche hacen un poco la puñeta a los abuelos que salen a tomar la fresca, en la playa, o dando un paseo en la barca. Dani saca el móvil y me enseña la foto de un lugar que, según él, es el más hermoso de la zona, el arrecife de las Sirenas. Habla de este lugar con la pericia de un guía turístico. Otro vecino, Moisés, que luce un bronceado espectacular, se asoma a la puerta y manda callar a un pequeño perro que se pone nervioso al verme. Lo mismo le pasa al gato, que salta por la ventana y se tumba en la sombra más cercana. Su familia, como la de todos aquí, vive en la casa que fue de su abuelo. Él, que andará por los cuarenta y tantos, se queda todo el año. Y aunque la sal tiene la culpa de las vidas atadas a este lugar ya es sólo un telón de fondo, un espejo blanquecino que se confunde con la reverberación de la luz, un argumento para cineastas y fotógrafos.
Todo un plató
Salinas se ha convertido en un plató. Algunos de sus rincones son fondos recurrentes para reportajes de bodas, comuniones o sesiones de moda. Josefa Ropero, que tiene 87 y vive aquí todo el año, sabe de esos éxitos paisajísticos. Por su casa han pasado actores y técnicos de películas como 'Vivir es fácil con los ojos cerrados'. Se ríe, «oye, que yo me pensaba que eran unos que trabajaban y eran los protagonistas y estaban aquí donde estás tú dándome conversación». Paco, su hijo, se queja del descontrol turístico. Que, a fin de cuentas, esto es un parque natural y no puede estar invadido de cualquier manera por miles de automóviles y autocaravanas. Eso cree. Y luego está, explica, «que todo el mundo quiere venir a esta iglesia a casarse, hay una lista de espera de años, aunque ahora con lo del coronavirus ha decaído un poco».El sol empieza a caer. Un imponente Mercedes, de esos de señor que triunfa en la vida, trata de salir del banco de arena que le ha servido de aparcamiento. Van muchos, una familia como Dios manda. Estoy sentado en una piedra tomándome lo que queda de una botella de Sprite, caliente como la superficie de Mercurio, que he pillado en alguna gasolinera. Pienso en el triste paisaje de tanto vehículo mientras el hombre arranca y con cada acelerón, en su vehemencia de propietario de cochazo de alta gama, sólo logra enterrarlo más en la arena. Bajan todos, uno que parece cuñado o yerno encuentra una madera pero ni por esas; pasa el tiempo, sudan, perjuran, prueba tú, pruebo yo. Hasta que una mujer, por la edad diríase la esposa del conductor, extrae de su capazo una toalla con el escudo del Barça, que enrolla en forma de tronco antes de colocarla bajo una de las ruedas traseras del vehículo, y con la ayuda de parte del público congregado para observar el espectáculo, logra que el automóvil salga de la trampa playera. No sé si eso significa algo, porque si de algo está llena la vida es de momentos absurdos. Luego, al encender la radio del coche, dice el locutor que Messi se va. La toalla fue un presagio. Me acuerdo de Josefa, sentada en la puerta de su casa, contando anécdotas sobre los rodajes de las películas. Y explicando los cambios del viento, que lo mismo te sopla el poniente que el levante. Me gustaría contarle lo del Mercedes, a veces tienen que venir grúas a salvar a los turistas. Pero otra vez será, cuando el paisaje esté despejado y se escuche, a lo lejos, el runrún de las máquinas cargando la sal.
En este paraíso tan difícil de compartir con los extraños.
TITULO: Diario de un nómada - Caminando sobre las olas ,.
El domingo-6- Septiembre a las 19:00 por La 2 , fotos,.
Nacho Dean: «La gran aventura es construir el futuro»,.
Rebelde con causa, este aventurero ha recorrido el mundo a pie y enlazado a nado sus continentes / Ha conocido la bondad y la maldad, pero no ha perdido su confianza en el género humano.
–¿Cómo se convirtió en el hombre que camina?
–En un proceso de muchos años. Me gustaban el viaje y la aventura. Había hecho rutas como la Transpirenaica, del Cabo de Creus a Irún, variantes del Camino de Santiago, y recorrido parte del Círculo Polar Ártico en Laponia. En esas travesías me sentía fenomenal caminando y me dije que por qué no soñar a lo grande y dar la vuelta al mundo a pie. Necesité dos años para decidirme. No fue fácil. Dejé todo: casa, trabajo, familia, y amigos. Tardé nueve meses con los preparativos: visados, vacunas, redes sociales, patrocinadores....
–¿El primer paso?
–El 21 de marzo de 2013 desde el kilómetro cero de la Puerta de Sol de Madrid. En una caminata de tres años recorrí cuatro continentes, 31 países y 33.000 kilómetros para documentar el cambio climático.
–¿Qué le enseñó el viaje?
–Que el planeta no es tan grande como creemos –razón de más para cuidarlo–, y que el ser humano merece la pena. Atravesé países de todo tipo de etnias, idiomas, ideologías y religiones. En todos sus gentes me tendieron la mano, me abrieron sus casas y me sentaron a su mesa como uno más de la familia. Caminar es el medio más lento y expuesto de viajar. Si la humanidad fuera mala, mi viaje hubiera sido imposible. No habría llegado ni a Francia.
–También las pasó canutas.
–Sí. Hubo momentos muy complicados, más allá de atravesar un desierto y ascender una montaña buscando tu límite. Me pilló un atentado terrorista en Daca, capital de Bangladés. Cinco tipos me asaltaron en el puerto del Callao, en Lima. Los miembros de las maras lo intentaron con machetes en El Salvador. Contraje la fiebre chikungunya en Chiapas y estuve a punto de acabar en prisión acusado de espía por tomar fotos en la frontera entre Armenia e Irán.
–¿Perdió la fe en el ser humano?
–Todo lo contrario. Son hechos puntuales en tres años. La balanza se inclina claramente hacia el lado bueno. No pierdo ni la confianza ni la esperanza en mis semejantes.
–¿Qué es la aventura?
–La vida. Es la gran aventura, que en su significado más puro y literal es adentrarte en lo desconocido; en el futuro, que lo es por definición. Todos tenemos un gen explorador en nuestro ADN. Conocernos y construir ese futuro que queremos es la aventura definitiva.
–¿Qué tenemos en común con un esquimal o un aborigen australiano?
–Depende de dónde mires, pero somos muy parecidos. En el más acá somos idénticos. Da igual dónde hayas nacido, tu idioma o tus creencias, todos necesitamos alimento, salud y felicidad en compañía de los nuestros. Luego está el más allá, el mundo de las ideas y lo intangible, donde todos somos diferentes, discutimos creemos tener la verdad y rechazamos lo diferente.
–Además de caminante, es un nadador aguerrido.
–No me quedó más remedio. En la vuelta al mundo a pie constaté el deplorable estado de playas y litorales. Sentí la necesidad de iniciar otra expedición para denunciar el crítico estado de los mares. No era nadador. El primer día en la piscina no pasé de cuatro largos. Entrené durante un año e hice más de 2.500 kilómetros. Uní nadando los cinco continentes. Europa y África por el estrecho de Gibraltar. América y Asia por el estrecho de Bering, con el agua a tres grados. Europa y Asia en travesía Meis-Kas de Grecia a Turquía. Asia y Oceanía por el mar de Bismarck, al norte de la isla de Papúa, y África con Asia nadando de Egipto a Jordania en el Golfo de Áqaba.
–¿Estamos a tiempo de salvar los océanos?
–Quiero creer que sí. La salud de los mares es nuestra salud, pero vamos por mal camino. Además de plástico y basura, rebosan vertidos químicos. Creemos que el pulmón del planeta es el Amazonas, pero el mar es el mayor emisor de oxígeno y el que más CO2 captura. Tanto, a causa de la acción humana, que el agua se acidifica, blanquea y mata a los corales e impide a los crustáceos fabricar sus conchas. Acaba con la biodiversidad con ayuda de la sobrexplotación pesquera.
–Acabó hablando con su carrito de trekking. ¿La soledad enloquece?
–Casi. En Australia bauticé a mi carro de material como Jimmy águila libre, y hablé mucho con él. Caminé más de 4000 kilómetros por el desierto, entre Darwin y Sídney. Pasaron semanas sin ver ni hablar con nadie. Hablas contigo, te inventas papeles en películas, das discursos, pones en orden el mundo y añoras a los tuyos. A veces te cuentas chistes.
–¿Se ve caminando por Marte o por la Luna? Y no es broma.
–No me importaría. Pero no todo el mundo tiene la fortuna y la capacidad y la formación que exige ser astronauta. Preparo una expedición navegando a vela por la sostenibilidad de los océanos. Si puedo, sería otra la vuelta al mundo.
–¿Come de todo?
–Sí. No me puedo permitir rechazar alimentos que me ofrecen en cualquier rincón del mundo. La base de mi dieta es la fruta y la verdura, pero como pescado y carne.
–¿Se gana la vida con sus aventuras?
–He conseguido hacer de mi pasión mi profesión. Vivo de la divulgación de mis expediciones. De libros como 'Libre y salvaje' sobre la vuelta al mundo a pie, y 'La llamada del océano', que publiqué en junio, sobre el desafío a nado para unir los cinco continentes. Doy conferencias y charlas.
TITULO: Un trío en la cocina - Ponme un Vino de Mierda ,.
fotos , Un trío en la cocina - Ponme un Vino de Mierda ,.
Ponme un Vino de Mierda,.
Haciendo el ganso. Los nombres de tintos, blancos y rosados son cada vez más locos y originales
Aquel imprevisible comercial era visionario: uno de los primeros en iniciar la carrera loca en pos de los nombres de vinos más raros, carrera que aún no ha terminado, pero que quizás tenga su comienzo en un D.O. Jerez cuya marca nos parece normal, pero que en su momento fue una revolución: Tío Pepe.
En la estela cardiológica del ucraniano se colocó el bodeguero y futbolista Andrés Iniesta, que ha llamado a uno de sus vinos Corazón Loco. Incluso en Francia han llamado a un Côtes de Roussillon El Latido de mi Corazón se ha Detenido. En Extremadura no se vendían los inventos del comercial de Villafranca, pero cuando apareció el vino Habla y triunfó, quedó claro que se había acabado la época de los vinos aristocráticos con nombres de marqués, de duque o de señorío y empezaba el tiempo de la ruptura: había que bautizarlos con nombres rompedores y en pocos años, aparecieron en Extremadura botellas que llamaban la atención antes de beberlas: Palacio Quemado, Madre del Agua, Habla del Silencio o Habla de Ti, Rita, Duende, Maná, Crash, Golosín, Haragán, Gran Buche, Lengua Azul, Alunado...
Los vinos extremeños tienen nombres comedidos si se comparan con algunos de las Rías Baixas como Pato Mareao, que se puede pedir en el restaurante AlBalat de Cáceres o Envidia Cochina, que sirven en el placentino Parada de la Reina. En el restaurante cacereño Madruelo, ofrecen un D.O. Rueda llamado k-naia. Entre los verdejos de esa denominación abundan vinos de nombres tan locos como El Gordo del Circo, De Puta Madre, Palomo Cojo o Blanco y en Botella. Los catalanes son más austeros y solo he encontrado en D.O Penedés el Llueve y hace sol (Plou y fa sol).
El caso es que la revolución de los nombres ha llegado a todas las denominaciones de origen, desde las más serias como Rioja (Pecholobo) o Ribera del Duero (Lágrima Negra, que se puede pedir en el restaurante Versátil de Zarza de Granadilla, o La Hormiga de Antídoto, que sirven en los mentados Versátil y Parada de la Reina).
La lista nacional es larga: MachoMan (Jumilla), Ostras Pedrín (Turia), Uvas de la Ira (Méntrida), La Malkerida (Utiel-Requena), Gallinas & Focas (Baleares) o Cojón de Gato y Ojo de Liebre (Somontano). En vinos extranjeros, también hay perlas como el tinto chileno Casillero del Diablo, el argentino Malo, el portugúes Conciso de la región del Dão o el Vino de Mierda (Le Vin de Merde) francés, que para acabar de provocar, lleva una mosca en la etiqueta.
Hay un espumoso italiano llamado Follador, pero proviene del apellido de la familia y se lo perdonamos. En Granada, sin embargo, elaboran el Mala Follá, que no viene de ningún apellido. En Madrid, hay unos cachondos que han montado la bodega Comando G y han sacado los vinos La Bruja Avería, La Mujer Cañón y El Hombre Bala. La lista de nombres extravagantes es inacabable: Escote Profundo, Pis de Sapo, Maldita Iglesia, Gordo Bastardo... Y hay un vino que resume en su nombre toda esta locura: Haciendo el Ganso.
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