sábado, 20 de marzo de 2021

España a ras de cielo - Rebeca Yanke . - PLANETA CALLEJA - DOMINGO-28- Marzo ,./ Novéntame otra vez - Menestra revolution ,. / Cómo nos reímos - Entrevista a Beatriz Arregui, árbitra de la Primera Iberdrola,. / Aquí la tierra - Actividades realizadas en Semana Santa en Villafranca ,.

 

TITULO: España a ras de cielo -  Rebeca Yanke  ,. - PLANETA CALLEJA - DOMINGO-28- Marzo.

España a ras de cielo  ,.

 España a ras de cielo es un programa de televisión emitido por TVE y se estrenó el 17 de septiembre de 2013. Desde el primer programa, está presentado por Francis Lorenzo Martes a las 22h30,.
 El programa permite conocer lugar de España desconocidos y ya conocidos desde otro punto de vista. , etc.

PLANETA CALLEJA - DOMINGO -28- Marzo ,.

   Planeta Calleja es un programa de televisión de España que se emite cada domingo a las 21:30, en Cuatro de Mediaset España,. Jesús Calleja enfrentará a rostros conocidos a vivir experiencias únicas e irrepetibles fuera de su contexto habitual y en los lugares más remotos y fascinantes ., etc.

 Rebeca Yanke,.

 

foto / Rebeca Yanke: "Teníamos marcado el 11M como la fecha con más muertos y ahora asumimos cientos cada día con normalidad",.


FOTO: JAVIER BARBANCHO

Rebeca Yanke. Bilbao, 1978. Periodista y escritora. En su ensayo La ciencia de la amabilidad (La Esfera de los Libros) repasa las virtudes olvidadas en esta época de incertidumbres y por qué conviene cultivarlas.

¿Cuándo perdimos algunas virtudes que son básicas para la convivencia?
Ha sido un proceso que ha durado mucho tiempo, desde el siglo XX hasta aquí. Pero yo marcaría como punto de inflexión la década de los 2000 y, claramente, la llegada de las redes sociales, porque el anonimato es para algunas personas un lugar perfecto para expulsar todo lo peor que llevan dentro. Creo que nos hemos ido alejando los unos a los otros a medida que la tecnología se empezaba a expandir. Además, en los últimos 20 o 30 años ha habido un gran salto en el sentido de que se ha sobrevalorada la maldad, el ser un picarón, un aprovechado, un listo... Y aunque es mucho más interesante la bondad, la gente que lo intenta hacer bien aunque se equivoque (porque todos nos equivocamos), se valora más ser malote que ser una persona bondadosa, generosa. Al que es bondadoso y generoso se le trata de tonto.
¿Y cree que también se nos educa en esa cultura en la que se desprecia al bondadoso y se valora al pillo?
Sí. Se educa en que hay que ser el mejor. Y en la cultura actual el bueno es visto como un tonto que no se sabe imponer, que piensa más en los demás antes que en sí mismo, y se considera que así no se va a ningún lado. Yo veo a muchos padres que a sus hijos les dicen que son los mejores, que son capaces de hacer lo que quieran y que no pueden consentir que nadie les diga lo contrario. Y quizás esos hijos no son los mejores alumnos, pero se les puede educar en que ayuden a los que se les da peor o a que no sean ostentosos con sus propios talentos. Pero, en cambio, se incentiva lo contrario. Influye también el mandato de la productividad y nuestros problemas sociales, pero al final el resultado es que se considera que 'cuanto peor, mejor'. A los que van a lo suyo se les valora más, mientras que a los que son bondadosos per se y actúan según esos principios se les infravalora.
Su libro se titula "La ciencia de la amabilidad". Leyéndolo, me he enterarado de que hay estudios científicos que aseguran que las personas amables y bondadosas viven de media cinco años más que el resto...
Es impresionante, ¿verdad? Así lo dice la ciencia, y en las últimas décadas además hay muchísima gente investigando al respecto. Porque la psicología, que ya ha estudiado todo lo negativo que hay en nosotros, lleva ya un tiempo interesada en exacerbar lo positivo, en abordar lo bueno con esperanzas nuevas. Y creo que lo que dice la ciencia sobre los beneficios que conlleva ser bondadoso los vemos en la práctica. Es como el amor: si das amor aquí, igual no vuelve por ahí, pero quizás vuelva por otro lado.
P.- Dice que los beneficios de la bondad se ven en el día a día. ¿Algún ejemplo?
Yo he ido a la peluquería esta mañana para cortarme el flequillo para salir en la foto más o menos bien. Estoy en un barrio nuevo al que me acabo de mudar y he ido a una peluquería del barrio por primera vez. A mi lado había una señora con el brazo hinchado, contando lo que le pasaba, diciendo que tenía osteoporosis... Después de pagar y de pedir cita para otro día, porque la peluquera que me ha atendido me ha convencido de que me haga unos reflejos, me he acercado a esa señora y le he dicho: "Encantada de conocerla y espero que se mejore pronto". Y ella me ha contestado: "Y tú que sigas igual de maja". Esa señora y yo hemos compartido ese momento, que no es nada, pero yo me he ido de allí muy contenta. Además, si otro día nos vemos en otro comercio, a lo mejor ella me ayuda a mí, a lo mejor me falta un euro y ella me lo da.
Y si es tan fácil y tan beneficioso practicar la bondad, ¿por qué no lo hacemos?
Porque también tiene una parte negativa: cuando intentas hacer algo bien y no se te reconoce duele, duele mucho. Cuando vas por la vida intentando ser amable con el conductor del autobús, con el camarero o con la persona con la que te encuentras y no recibes lo mismo, o no se te entiende, eso duele mucho. Diversos desengaños y varias decepciones, sumado a los problemas que cada uno tenemos en nuestra vida, hace que con frecuencia nos situemos en una especie de escepticismo. Además, siempre es más fácil contestar mal. Yo lo entiendo, a mí a veces también me dan ganas de contestar mal y a veces incluso contesto mal. No es fácil ser amable todo el tiempo, de hecho es imposible. Pero cuando practicas la bondad te das cuenta de que tiene unas consecuencias brutales, unos beneficios bestiales.
¿Usted cree que los seres humanos somos bondadosos?
Cuando teníamos 20 años, una amiga mía que se llama María y yo pensábamos que existía un ejército de personas amables. Un ejército de personas intensas, sensibles y con unas intenciones que a la larga podían tener mucho de positivo. Y la maravilla de la vida es que ninguna de las dos hemos abandonado esa idea ni hemos dejado de trabajar en ella. Hemos hecho ambas muchísimo trabajo personal y hemos sufrido mucho, pero seguimos intentando trabajar en nuestras propias circunstancias y en no vivir desde el lado del sufrimiento. Y me alegra saber que 20 años después seguimos pensando que merece la pena.
Usted reivindica la humildad. ¿Por qué es importante la humildad en un mundo en el que muchos van de sobrados?
La humildad es la virtud que claramente genera la diferencia. Un tío que se sabe guapo da mucha pereza. Pero cuando ves a un tío o a una tía que es guapo y que no está pendiente de su belleza, resulta todavía muchísimo más guapo. Con la humildad pasa igual. Cuando de repente el súper mandamás de una empresa del Ibex ve que alguien a su lado se tropieza y es el primero que va a ayudar, se convierte en alguien que a mí por lo menos me merece muchísimo la pena. Porque esa persona, pudiendo comportarse de otra manera, o bien ha decidido comportarse como lo ha hecho o bien es que es algo que le sale innato. La humildad es súper necesaria, es necesario por ejemplo poder admitir que no sabes algo y que no pase nada. Nos da una vergüenza terrible que alguien nos hable de esto o de lo otro, que nos hable por ejemplo del último libro, ese que todo el mundo se ha leído, y admitir que no tenemos ni idea. Hay miedo a mostrar que no sabes, hay un miedo a contar que tú no pudiste acceder a ciertas cosas, hay miedo a decir que te está yendo mal, que no te encuentras bien, que hay un problema en tu familia o que tu pareja no funciona. Todo tiene que ser perfecto, y si no lo es lo ocultamos
Y las redes sociales exacerban aún más ese narcisismo, ese querer aparentar que todo va fenomenal, ¿verdad?
Sí, y es una pena. Yo fui muy usuaria de redes sociales al inicio de las mismas, allá por 2000 o 2000 y poco, cuando Fotolog era algo nuevo, cuando todo empezaba. Yo misma creé un blog y escribía, lo contaba todo y me encantaba, hice un montón de amigos, viajé por un montón de sitios conociendo a gente que me leía... Pero cuando en las redes sociales se empezó a poder faltar el respeto de forma desorbitada, yo me empecé a silenciar. Supongo que también tuvo que ver algo mi propio trabajo personal de asunción de mi vida. Desde entonces digo que trato de hacer un uso reflexivo de las redes sociales, pero la realidad es que no quiero compartir ahí nada de mi vida. Pero también hay mucha gente sola, y puedo entender que las redes sociales sean un refugio o simplemente un lugar donde disfrutar de cosas. Yo también bicheo, miro, escucho... Pero ahora me cuesta mucho compartir.
Otra virtud bastante olvidada y que usted defiende es el pudor...
Para mí es una de las más importantes, quizás porque vivimos en una época de falta absoluta de pudor. Algo que también se ve mucho en las redes sociales, por ejemplo en las biografías, en la manera en la que la gente se define tipo: "Mamá de Gonzalo y Teresa. Amante de los libros. Aficionada al vino". La mayoría de nosotros, yo incluida, no tenemos biografía, no somos nadie, somos personas comunes. Pero muchos necesitan mostrarse como alguien, como personas que han conseguido algo. Sólo hay que ver a esos que ponen todos los sitios donde han trabajado, con sus enlaces correspondientes... Se pueden poner muchas, muchísimas cosas, pero qué pudor. Para mí eso es algo muy íntimo y algo que se enseña en casa. Aunque creo que ya no se enseña. Socialmente, se enseña que lo que mola es lo contrario: explicar todo lo que haces, contarlo todo, venderse, hacer marketing de uno mismo, hacer el compendio de todas tus virtudes. Y también creo que en lo personal el pudor es algo riquísimo.
¿El pudor puede ser algo valioso en una relación de pareja?
Sí, puede ser algo precioso. Cuando se acaba el pudor en una pareja es un momento muy hermoso, pero hasta entonces el pudor juega un papel, tanto el campo erótico, en el de conocerse, en el de la seducción... Me parece que es mucho más rico el proceso de conocerse cuando no es todo tan obvio. Y no estoy hablando ni de sexo ni de que te acuestes o te dejes de acostar, sino de los gestos, de una miradita hacia abajo ante algo que te da pudor, de tocarte la manita y de que te dé cosa... Todas esas tonterías. Y por desgracia eso se ha perdido.
El pudor,¿se puede aprender?
Creo que es difícil, porque creo que es una mezcla de algo innato, de algo que llevas dentro de ti, y de lo que te han enseñado. Y si no te lo han enseñado, no lo tienes siquiera en consideración. El pudor además también está muy relacionado con la cuestión religiosa. Desde luego con el cristianismo, pero también con el Islam. Y en la actualidad hay una especie de desprecio hacia las religiones, a todo lo que esté relacionado con la creencia. Pero el pudor tiene un poder brutal, porque hay un momento en el que se acaba y en ese momento se genera un espacio de confianza increíble. El pudor hace que se entiende la intimidad de una cierta manera. Y ahora mismo la intimidad es algo a preservar, porque todo está expuesto, todo se enseña. Enseñar en el pudor es positivo, incluso a los niños, decirles que su cuerpo es suyo y que no lo puede tocar quien no quieran, decirles que está bien que esperen a que llegue el momento de confianza en el que se sientan cómodos, decirles que nadie les puede obligar a nada. En esta época en la que pasan cosas tan feas por internet y hay que proteger los niños, creo que es bueno educarles en la conciencia del pudor, y también en la conciencia de que se puede perder y lo que sucede a partir de ahí.
¿Sería útil que en los colegios hubiera una asignatura en la que se enseñaran esas virtudes de las que hablamos?
Por supuesto, yo lo tengo clarísimo. No sé si es más importante esa asignatura o la de educación sexual, que también nos falta, lo perfecto sería que se enseñaran las dos. Desde luego que nos falta una asignatura, no sé si de buenas maneras porque suena un poco arcaico, pero sí de aprender a estar en sociedad y a estar bien tú dentro del entramado y el entorno que te toque, sea cual sea. Mi abuela, de hecho, enseñaba eso en el colegio, daba clases de urbanidad y, en aquel momento, también enseñaba cosas de economía para la casa. Eran otros tiempos, pero muchas de las cosas que enseñaba siguen teniendo vigencia.
¿Por ejemplo?
Mi abuela decía: "Nunca sabes con quién te vas a encontrar en la calle, así que mejor que vayas bien porque te puede ver cualquiera". Y eso sigue siendo válido: no sabes quién te está viendo, así que mejor que te comportes bien en todo momento, no sabes si en la mesa de la cafetería hay alguien que te está escuchando, así que mejor hablar con discreción. Imagina por ejemplo que vas a una reunión con cuatro personas y tú sólo conoces a dos, a las otras dos no te las han presentado. No sabes de dónde viene esa gente, qué les está pasando, qué situación atraviesan... Se prudente, no hables de lo que tienes o dejas de tener, escucha y, si en algún momento te quieres expresar, hazlo con mesura, porque cualquier cosa que digas puede ofender a una de esas personas según la situación en la que se encuentra. Esas son las cosas que nos decía la abuela, y a mí no se me han olvidado.
Nuestros dirigentes, que son los que deberían dar ejemplo, que deberían de personificar un poco estas virtudes de las que hablamos, son los menos virtuosos de todo. Por lo general practican la amabilidad poquísimo, y la humildad y el pudor cero. ¿Qué cambiaría si se comportaran de otra manera?
Yo creo que cambiarían muchísimas cosas. No sé cuáles son las dificultades a las que se enfrentan y qué es lo que les frena a ser ejemplares en este tipo de cuestiones, creo que el poder daña mucho, el estar en una situación de poder cambia a muchas personas. El dinero también, lamentablemente. Me parece que la gente está obsesionada con tener la razón, y muy poco con entender al otro. Y como la máxima en la política es tener la razón quizá los políticos tienen más dificultad a la hora de poner en práctica la humildad, el pudor y la amabilidad. Pero si se hablaran de otra manera tendríamos sin duda un Parlamento muchísimo más sano. A veces que cuando veo la tele me da mucho pudor, me pasa con algunos realities y también me pasa cuando salen hablando nuestros políticos. Tengo que cambiar de cadena de la vergüenza que me da, de la pena que me da. Estoy segura de que muchos de esos políticos serán muy virtuosos y en su casa harán muchas cosas bien, pero su imagen es fundamental para nosotros, y desde luego no dan en absoluto imagen de ser amables, y pudorosos menos.
¿Los políticos que tenemos son el reflejo de la sociedad o son ellos los que moldean nuestra sociedad?
Creo que tienen más influencia de lo que ellos podrían llegar a imaginar. Me parece que la crispación va de abajo a arriba, pero también de arriba a abajo. Se nos transmite esa crispación de los políticos en la radio, en la tele, y nosotros la trasladamos a nuestra vida. Aquí se discute todo el rato, y llevamos un año de absoluta beligerancia mientras mueren cientos de personas al día. Teníamos marcado el 11-M como la fecha en la que más españoles habían muerto en un atentado y ahora, desde hace un año, asumimos con total normalidad que haya 200, 300, 400, 600 muertos diarios. El discurso de los políticos debería ser muchísimo más empático, pero todo son frases muy manidas que ya no nos dicen nada. Incluso cuando hacen alusión al sufrimiento y a lo que las personas están padeciendo, resulta falso.
¿La pandemia nos está mostrando la importancia de estas virtudes capitales?
Sí, porque con la pandemia está todo en entredicho, porque muere mucha gente y porque la distancia social a la que nos obliga es a una distancia del otro, así que tenemos que buscar la cercanía de otra manera. Y a través de la amabilidad se puede conseguir esa cercanía. Yo salgo poco, estoy bastante confinada, pero cuando salgo practico la amabilidad, la cercanía con el otro. Si voy a la frutería quiero hablar con el frutero y que me diga cómo están las cosas, qué ha subido y qué ha bajado, qué está mejor, que tal le va cuando acude a Mercamadrid... Quiero preguntar y quiero que me cuente, porque ya que estoy obligada a mantener la distancia, cuando tengo oportunidad quiero hablar. Quiero hablar con la señora de la peluquería, si tengo ocasión hablo con el conductor del autobús o con quien se encuentra al lado. Y si les puedo ayudar, les ayudaré, porque tendré ganas de hacerlo y porque a mí me han ayudado muchas personas desconocidas, me han ocurrido cosas increíbles. Yo confío mucho en la bondad de los extraños, como decía Blanche DuBois en Un tranvía llamado deseo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario