TITULO: Documaster - Un futuro en paz para Adyan,.
Un futuro sin talibanes para Adyan, el primer bebé de los 1.900 afganos que llegaron a España,.
Este bebé nacido en Ciudad Real es el primer niño hispano-afgano de la 'operación Antígona', la que trajo a España a 1.900 personas que huían de los talibanes. Su padre logró escapar con toda la familia de una muerte segura,.
fotos / Sohaila Omaryar y su marido, Sabiallha Yusufi, huyeron de los talibanes y deambularon una semana por todos los horrores imaginables en Afganistán para que su hijo pudiera nacer en paz en España. El 10 de diciembre vino al mundo en el Hospital Universitario de Ciudad Real Adyan Yusufi, el primer bebé hispano-afgano de la 'operación Antígona'. Adyan duerme ahora despreocupado en su cunita, en un piso de acogida de Cruz Roja Española financiado por el Ministerio de Migraciones. Su hermano mayor, Amir, le acaricia con dulzura. Mientras, sus padres relatan cómo lucharon por salvar la vida en un recorrido incierto desde Herat, la capital española de Afganistán, hasta Castilla-La Mancha.
En Herat, Yusufi, de 35 años, se dedicaba a la instalación de placas solares y en 2009 el Ejército español lo reclutó para tirar cables. Durante tres años, se dedicó a mejorar las conexiones de internet de los militares y una vez cumplida su labor, en 2012, regresó a su anterior trabajo. «Fue una buena época para los afganos. Teníamos trabajo, podíamos hacer una vida más o menos normal, estudiar, no estábamos sometidos», recuerda con nostalgia. Sohaila, de 32 años, toma la palabra: «Yo trabajaba como profesora en una escuela de niños. Era feliz». En aquel tiempo en el que el sueño de un Afganistán democrático todavía parecía real, Yusufi hizo muchos contactos, y uno de ellos ha sido ahora su salvoconducto para entrar en España. «Me hice amigo de un afgano que hacía de traductor y que vino a Madrid hace ocho años», explica Yusufi. Cuando en julio de 2021 todo comenzó a derrumbarse, Yusufi recurrió a su viejo enlace.
«Él se comunicó con el Gobierno español y a todos los antiguos colaboradores nos lo dejaron muy claro: teníamos que intentar llegar a Kabul porque los talibanes estaban conquistando fácilmente las provincias y mataban a quienes habían colaborado con las tropas extranjeras», rememora. De hecho, los talibanes ya estaban en las afueras de Herat. «Se oían las bombas y los disparos. Mi hijo lloraba. Estábamos muy asustados», dice Sohaila. No había elección. El 17 de agosto, Yusufi y su mujer, embarazada de cinco meses, agarraron a Amir, de 7 años, abandonaron su casa y su vida y emprendieron un viaje que empezó con 24 horas de autobús antes de llegar a la capital del país, donde no conocían a nadie.
«No quiero vivir de ayudas»
«Estuvimos seis días en los alrededores del aeropuerto, durmiendo en cualquier lugar», cuenta Yusufi. Y cuando cundía la desesperanza, un mensaje cambió las cosas. «El 23 de agosto me avisaron de que se podría entrar por un acceso, solo por uno. Allí llegamos, había cientos de personas amontonadas». Junto a esa puerta, llamada Abbey Gate, pasaba un arroyo de aguas fecales en el que el día 26 un atentado suicida dejó 183 muertos. Tres jornadas antes del ataque, metido hasta las rodillas en ese río de excrementos y orines, con su hijo a la espalda, Yusufi aguantó durante cuatro horas hasta que asomaron por la valla los soldados españoles. «Yo comencé a gritarles '¡Hola, hola!', mientras mi hijo agitaba una bandera de España. También se dieron cuenta de que hablaba un poco de español y me pidieron que me acercara, pero era imposible. Todo el mundo se empujaba y no podíamos ni avanzar ni retroceder», narra Yusufi. Aplastada por las avalanchas, entre el caos y la pestilencia, Sohaila, que esperaba al otro lado del arroyo, no podía más. «Le pedí a mi marido que saliéramos de ahí, que nos fuéramos». Por suerte, aguantaron.
Cuando llegó a Toledo, Saboor creó un grupo de Whatsapp para facilitar la huida a España de más afganos en peligro
La fuerza de voluntad les ayudó en el momento decisivo. «Pude acercarme hasta la entrada y los soldados españoles se quedaron con mi hijo. Después volví atrás, cogí a mi mujer y traspasamos la entrada», apunta. A partir de ahí, los soldados acompañaron a esta familia afgana, que pasó 24 horas en la pista hasta que se preparó el avión, que con escala en Dubái, les llevaría a España. Ocho días después de haber abandonado su casa, llegaron a Torrejón de Ardoz, como lo hicieron otros 1.900 compatriotas en diferentes vuelos. Allí se les asignó como destino definitivo Ciudad Real, la localidad en la que están empezando de cero y a la que ya se sienten anclados por el pequeño Adyan. Su ilusión es integrarse cuanto antes en la sociedad. Sohaila, que ha pedido a la dirección del colegio de su hijo ayudar en tareas extraescolares, sueña con volver a ejercer y aprende el idioma a toda velocidad. En una hoja ha escrito reflexiones como ésta: «Nos hemos ido de nuestro país porque los talibanes nos querían matar. Estamos muy agradecidos al pueblo español y prometemos ser leales a España. Pido a la gente de España que nos mire bien». «Estamos formados y nuestro sueño es trabajar. No queremos vivir de las ayudas públicas ni de las ONG», resume su marido.
La historia de Yusufi y Omaryar, sin embargo, no tiene un final completamente feliz. Yusufi se rompe cuando piensa en la familia que se quedó atrás. «El Gobierno español nos dijo que nuestros familiares podían viajar con nosotros, pero no podíamos traer a mis hermanas y a mis cuñadas porque sabíamos que los talibanes paraban los autobuses que se dirigían a Kabul y hacían bajar a todas las mujeres que no fueran esposas. Si eso ocurría, todo estaba perdido», relata con lágrimas en los ojos. Ahora, este matrimonio ruega al Gobierno español que intente traer también a los suyos, «que están en gran peligro». «En mi país, cada minuto, se asesina a gente. Y si estás pensando en cuándo te van a matar o cuándo van a matar a tus padres o a tus hermanos, no puedes vivir».
Proyectos para mujeres
En aquellos días de agosto del año pasado, su compatriota Saboor Mashall también supo que ni su familia ni él podrían seguir viviendo en el Afganistán de los talibanes. Desde que acabó la guerra de los aliados contra el antiguo régimen de los fanáticos barbudos, Saboor (36 años) había liderado proyectos para facilitar la independencia de las mujeres en su ciudad natal, Qala-i-Naw (65.000 habitantes), la capital de la otra provincia con presencia española de Afganistán, Baghdís. Algunas de estas iniciativas, educativas y agrícolas, estaban financiadas por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid), y muchas mujeres -unas 700, calcula Saboor- se beneficiaron directa o indirectamente de ellas. «Fueron años buenos. Las mujeres recuperaron su libertad y todos creíamos que la democracia se podía asentar», rememora este antiguo estudiante de Ciencias Políticas. Los proyectos y la posibilidad de criar a sus hijos en un ambiente «occidental» eran su razón de vivir.
Pero la triste realidad de Afganistán no le iba a dejar cumplir su sueño. En julio, Saboor, su mujer, Wajiah, y sus tres hijos (un niño de 17 años y dos niñas de 13 y 7) abandonaron Qala-i-Naw. «Ya no nos sentíamos seguros. Los talibanes estaban a las puertas de la ciudad y a mí me conocía mucha gente por haber ayudado a los extranjeros durante 20 años. Me convertí en un enemigo. Todo el mundo sabía que yo era 'el hombre de la cicatriz'», afirma, bajándose la mascarilla y mostrando una vieja herida en la parte izquierda de su rostro.
La única salida era huir. Los Mashall escaparon primero a Herat, donde vivían algunos familiares, pero con los talibanes amenazando también esta ciudad, las opciones se agotaban. «Llamé a un antiguo colega de la Aecid y poco después me respondieron del Ministerio español de Exteriores con un plan de evacuación que empezaba por ir a Kabul». Solo llevaban su ropa y los certificados que confirmaban que había dirigido los cursos de cooperación españoles, con una bandera nacional y un sello de la Aecid. Esos diplomas fueron luego la puerta de la familia Mashall a una vida mejor.
En el aeropuerto de Kabul, entre la multitud desesperada que intentaba dejar el país, identificaron a los soldados españoles y desde lejos gritaron '¡España, España!'. «Nos vieron y nos hicieron gestos para que fuéramos hacia ellos. Nos costó dos horas acercarnos, pero lo conseguimos. Les enseñé mis certificados de la Aecid, nos acogieron y nos metieron en las instalaciones», refiere. Era el 21 de agosto.
Un día después, Saboor y su familia emprendieron viaje hacia Torrejón y después se les asignó Toledo. Pero el compromiso de Saboor con los perseguidos en su país no acabó ahí. Ya en España, creó un grupo de Whatsapp de 60 personas que sirvió como ayuda en la segunda gran operación de repatriación de colaboradores afganos, ya en octubre. Pero atrás quedaron sus familias. Su esposa Wajiah, licenciada en Ciencias Políticas, teme por sus hermanas. «Tengo cuatro que también han estudiado en la universidad, pero que ahora pueden ser obligadas a casarse con talibanes. Conozco mujeres que prefieren suicidarse antes que tener esa vida para siempre. Y mi sobrina adolescente, que ama bailar y actuar, solo me pregunta: 'Tía, ¿me puedes sacar de aquí?».
TITULO: Al Médico - Un año sin peluquero en la residencia ,.
Un año sin peluquero en la residencia ,.
La Granadilla. Familiares de los internos apuntan que este servicio es determinante para que mantengan la autoestima y se sientan bien consigo mismos,.
Hace más de un año que la residencia de ancianos de La Granadilla no tiene peluquería. Dicho así, en mitad de una pandemia, puede parecer frívolo. Pero los familiares de los internos advierten de que es un servicio trascendental. No por motivos higiénicos porque los mayores tienen su baño y aseo asegurado con el personal del geriátrico, pero sí por motivos de autoestima.
Pepa Fornier remitió esta semana una carta a la directora en HOY donde daba a conocer esta situación. En declaraciones a este diario, esta hija de una interna lo resume. «A todos nos gusta gustar. Para ellos es importante sentirse bien consigo mismo y verse bien. Lo hemos comprobado cuando estuvimos confinados, que nadie quería estar mal porque es la autoestima de cada uno».
Ella y su familia se encargan de su madre, que es dependiente y necesita una silla de ruedas para moverse. Cuando acude a visitarla la lleva a un centro para acicalarla, pero reconoce que muchos mayores no tienen quien les visite. Y, por tanto, nadie les arregla el pelo ni les ayuda a afeitarse.
Le causa tan mala sensación que Pepa Fornier ha presentado escritos, ha hablado con la gerencia del Sepad «y nadie sabe nada». Le dijeron que este servicio iba a salir a concurso, pero que faltaban unos documentos para la publicación. Los meses pasan y no lo licitan. «De un sitio a otro se lo van pasando y la peluquería sigue cerrada».
Así que buscaron peluqueros dispuestos a ir a la residencia a prestar este servicio, pero desde la dirección no lo vieron posible. «Ahora hay covid y no se puede. Pero ha habido menos incidencia y se podía entrar, y tampoco dejaban. Hay mucha gente que va en sillas de ruedas muy aparatosas y no pueden salir del recinto, y hay otros que no reciben visitas».
A la madre de Cristina Belloso, otra familiar que reclama el servicio, la adecentó su hermana en uno de los baños del complejo este lunes. «A mi madre se le cambió la cara cuando se vio bien».
Cristina Belloso apunta que llevan más de un año sin peluquería y que es habitual ver a los familiares arreglando el cabello de sus mayores o afeitándoles durante el fin de semana.
Este servicio está subvencionado por el Sepad. Los internos pueden ir a que les peinen por un precio reducido. Igual que ocurre con el podólogo, al que abonan tres euros por cuidarle de los pies en cada visita. «Es un precio simbólico y todo el mundo lo paga».
Cristina Belloso solía llevar a su madre un par de veces a la peluquería fuera de la residencia, hasta que ha requerido una silla de ruedas y ya no puede moverla con facilidad. Precisa que los mayores están limpios y aseados toda la semana, y que los trabajadores de la residencia les lavan el pelo.
«A las personas que son como mi madre, que les gusta verse arregladas, es muy importante estar peinadas para su autoestima. No es lo mismo verse solo con el pelo lavado, pero no arreglado. Para todos es muy importante verse bien. Y más para ellos, que están allí casi aislados».
Recuerda que antes de la sexta ola, que ha restringido las visitas, tuvo lugar un campeonato de dominó en las instalaciones. «Vi una dejadez... Hombres con la media barba, etc. Entiendo que las auxiliares no están para eso, que tienen mucho trabajo. Pero lo veo como algo fundamental para que ellos se sientan bien».
Teo Santos es el delegado sindical de CC OO en la residencia de mayores. Reconoce que la peluquería ha dejado de prestar servicio hace tiempo, pero insiste en que los trabajadores se hacen cargo del aseo de todas aquellas personas que no estén en disposición de hacerlo. El resto es cuestión de estética.
Teo Santos indica que ahora hay menos internos, de unos 170 han pasado a 80 o 90 por las obras de renovación integral del edificio. En los últimos tiempos, el centro ha dejado de recibir nuevos internos por la reforma. Esgrime que esa merma de usuarios puede hacer que el servicio no sea rentable a la empresa externa que lo prestaba.
Falta el director
La otra queja de los familiares de usuarios es que el director acumula varias bajas de larga duración y eso ha hecho que la residencia pierda dinamismo en la oferta de actividades.
«Solo hablan de proyectos, pero al final no los materializan. La atención deja mucho que desear. Las actividades son un aburrimiento total», valora Pepa Fornier.
Cristina Belloso apunta que se han reunido en varias ocasiones con él y que su segunda, Teresa, «es una bellísima persona nos resuelve algo más. Pero para nosotros es no válido». Ambas reclaman agilidad en la toma de decisiones. Desde la Junta de Extremadura indican que la última baja médica se ha producido el 24 de noviembre y que esperan su reincorporación en breve.
La peluquería tiene que salir a concurso,.
El Servicio Extremeño de Atención a la Dependencia (Sepad) indica que los pliegos de condiciones que regirán el concurso para adjudicar el servicio de peluquería están ahora en estudio económico por parte del servicio de contratación y esperan que la licitación se produzca en los próximos días.
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Tarde de café - España vuelve a topar con Portugal y luchará por el bronce ,.
Tarde de café - España vuelve a topar con Portugal y luchará por el bronce ,. ,fotos.
España vuelve a topar con Portugal y luchará por el bronce ,.
España vuelve a topar con Portugal y luchará por el bronce en el Europeo de fútbol sala,.
La selección de Fede Vidal se adelantó por 0-2, pero acabó rendida al empuje de los lusos, su verdugo en las dos últimas citas,.
Portugal ha vuelto a ser la bestia negra de la selección española de fútbol sala. El equipo de Fede Vidal desperdició una ventaja de dos goles (3-2) en las semifinales del Europeo y tendrá que luchar por el bronce contra Ucrania, que perdió contra Rusia un partido con mucho morbo pero disputado sin ningún tipo de sobresalto. España ha subido al podio en las 11 ediciones disputadas hasta ahora (7 oros, 2 platas y 2 bronces).
España tenía un mal recuerdo de Portugal, su verdugo en la prórroga en la última final continental y también en cuartos de final del Mundial del año pasado. Toda una final adelantada que se puso de cara a los 17 segundos con un gol de Raúl Gómez a pase de Sergio Lozano. Inmejorable inicio.
Portugal no dudó en volcarse en ataque, pero la mejor defensa del torneo resistía, a veces con ayuda, como una acción en la que Pany Varela disparó dos veces seguidas al palo. España achicaba aguas e iba sumando faltas. Cometió la quinta con 8:40 por jugar, pero cuando peor pintaban las cosas llegó el 0-2. Mellado sacó una falta lateral hacia Chino, que se vio sin marca y le dio igual la distancia. Disparó y André Sousa no pudo reaccionar a tiempo, tapado por varios jugadores.
Los "fantasmas"
Pero dos goles de ventaja con Portugal no son garantía de nada. En el Mundial de Lituania España también se puso 2-0 y el partido acabó 2-4 en la prórroga. Antes del descanso el combinado luso volvió a topar con la madera y tras la reanudación siguió empujando a una España que sufría, perdía demasiado la pelota y vivía un paso más atrás a cada minuto que pasaba.
Fruto de esa insistencia, Portugal recortó distancias con penalti transformando por Bruno Coelho. Mal presagio. La final del último Europeo ya se decidió en contra de España con un lanzamiento de seis metros del jugador del FF Napoli. Ese mal recuerdo pasaba por la cabeza de los españoles ("nos ha traído fantasmas", reonoció Lozano"), cuando 1 minuto y 14 segundos después Zicky Té empataba el marcador con un trallazo tras marear a su marcador en la frontal.
Zicky Té, diferencial
Solo el mazazo del empate empujó a España a salir de su rincón e ir en busca de una victoria que sin embargo caería del lado portugués con otro gol de Zicky Té (que ya marcó ante el Barça en la final de Champions), esta vez empujando casi sin querer con el pubis un disparo de un compañero. El imponente jugador del Sporting de Lisboa, campeón en el último año de la Liga, la Copa y la Supercopa portuguesa, de la Champions y del Mundial con su selección, sentenció el pase de Portugal a la final.
España, que solo había encajado cuatro goles en todo el torneo, tenía 1.19 minutos para buscar el empate, pero el golpe ya había sido definitivo. "Es una decepción, veníamos con ganas de hacer algo bonito, algo grande, porque la línea era muy buena, pero en la segunda parte no hemos sido capaces de aguantar el marcador", explicaba Lozano. "Ellos han querido ir más y no hemos sido capaces de contrarrestar su impetu. Estábamos más pendientes de no regalar ocasiones que se seguir jugando", reconoció.
Ficha técnica
3- Portugal: André Sousa, Erick, Joao Matos, Bruno Coelho, Pany Varela --quinteto inicial--; Afonso Jesus, André Coelho, Brito, Paço, Zicky, Fabio Cecilio, Pauleta y Miguel Angelo.
2- España: Dídac; Ortiz, Sergio Lozano, Mellado y Raúl Gómez --quinteto inicial-- Borja, Solano, Boyis, Camacho, Cecilio, Adolfo, Chino y Raúl Campos.
Goles: 0-1, min.1, Sergio Lozano. 0-2, min.13, Chino. 1-2, min.29, Bruno Coelho, de penalti. 2-2, min.32, Zicky. 3-2, min.39, Zicky.
Árbitros: Nikola Jelic (CRO) y Vedran Babic (CRO). Amonestaron con tarjeta amarilla a Sergio Lozano (min.12) en España; y a Afonso (min.37) en Portugal.
Pabellón: Ziggo Dome (Ámsterdam).
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