TITULO: Tierra de sabores - Elaboramos soplillos de La Alpujarra, un dulce de lo más esponjoso en Roquetas de Mar,.
Cocinamos - Elaboramos soplillos de La Alpujarra, un dulce de lo más esponjoso en Roquetas de Mar,.
José Muñoz, el maestro heladero creador de este ingenioso sorbete de frutas, considera que sus productos más que postres son alimentos y están elaborados en lo posible con productos de cercanía.
foto / Roquetas de Mar, al suroeste de la provincia de Almería, es el municipio elegido esta semana por Bosco Benítez para conocer sus calles, costumbres y, como no, sus recetas.
Roquetas se levanta sobre la llanura del llamado Campo de Dalías. Guarda entre sus calles un corazón abierto, solidario y
marinero
que lo convierte en un compendio fabuloso de tierra y mar. Nuestro
presentador nos lleva a conocer a Santi López, un fiel seguidor de la
cocina de toda la vida que nos enseñará dos recetas con el sabor de
siempre: garbanzos con pulpo y rape al boliche.
Pero antes de prepararlas, Bosco visita su renovado mercado de abastos para surtirse de las mejores verduras, conoce una lonja donde el rey de la casa es el pez espada, descubre los rincones de esta ciudad con alma y esencia de pueblo y acaba en una peculiar fiesta navideña con los marineros y su famosa moraga.
Además, prueba uno de los dulces más típicos de la zona: soplillos de La Alpujarra. La asociación de mujeres de Roquetas es la encargada de enseñar a Bosco como se elabora este pastelito. Dolores López, experta en soplillos junto a Mari Carmen Orland, presidenta de la asociación, enseñan a nuestro presentador los pasos a seguir. Un dulce cuyos ingredientes son: azúcar, almendra, huevos, limón.
TITULO: Obélix y Astérix - Teatro - Barra libre contra católicos y judíos,.
Obélix y Astérix - Teatro - Barra libre contra católicos y judíos , fotos,.
Teatro - Barra libre contra católicos y judíos,.
Sus dedos jóvenes agarran la mano amarillenta y ve-
nosa, deforme por la artritis, repleta de manchas. Con sua-
vidad, la sube a la altura de la mesa y obliga a Carmen
a coger otra vez la cuchara. Como si fuera una niña de
guardería que está aprendiendo a manejar los cubiertos,
y no una anciana que nació en plena guerra, trabajó en el
esparto desde bien chica, parió vidas, emigró a lo desco-
nocido y ahorró como una hormiga hasta la vuelta. Como
si apenas quedara nada en ella de esa mujer que sufrió el
desarraigo y enterró dignamente a sus padres, tres herma-
nos, un marido y una hija enganchada a la heroína; la que
peleó por su pensión, cuidó de sus nietos y disimuló para
que nadie notara lo que ella presentía desde el principio.
La bruma. La grisura. Las implacables evidencias de un
cerebro que empieza a apagarse.
—En Breda tampoco había chorizos, ¿sabes, niña?
—¿Disculpe, señora Carmen?
—Nos los llevábamos del pueblo, al volver del vera-
no. De la matanza de mis suegros, metidos en la maleta,
liados en papel de periódico y luego en trapos, para que
no soltasen olor ni mancharan la ropa.
Leidy está acostumbrada a que esto ocurra de vez en
cuando: Carmen se lanza a hablar como si de pronto le
entrara un chorro de luz en la cabeza. cosas de su infancia, cuando hacían pleitas y cantaban
mientras competían para ver qué niña era más rápida. La
semana pasada, aunque estemos en abril, se enredó con
las compras para Nochebuena, los polvorones, los langos-
tinos. Hoy Leidy no sabe por dónde trotan los recuerdos
de su señora, pero la deja que continúe. No hay prisa. Ni
siquiera ha terminado el telediario.
—Trece años estuvimos allí, aunque Higinio llegó
antes que yo; cuando vinieron los de la Philips al pueblo
en busca de hombres, ¿te lo he contado? Menudos ner-
vios, hija mía. Casi todos querían irse, pero ellos elegían,
no te creas tú que les servía cualquiera.
La memoria de Carmen la está llevando hoy al prin-
cipio de la década de los sesenta del siglo pasado, cuando
ella era una veinteañera recién casada sin más horizonte
que traer criaturas al mundo y apañárselas para sacarlos
adelante. Por entonces, la siempre hacendosa y organiza-
da Europa occidental se había vuelto a reconstruir tras su
segunda gran guerra y avanzaba hacia el desarrollo eco-
nómico pleno. Para alcanzarlo, ante la falta de mano de
obra propia, llevaba unos años mirando hacia el sur. Y
allí, además de italianos, griegos y portugueses, estaban
los españoles, en un país obediente donde escaseaban las
opciones laborales y sobraban estrecheces.
TITULO : Un trío en la cocina - La receta de la madre del chef Miguel Caño (Nublo, Haro): ensaladilla rusa del bar 'Los Caños',.
TITULO : Un trío en la cocina - La receta de la madre del chef Miguel Caño (Nublo, Haro): ensaladilla rusa del bar 'Los Caños',.
Un
trío en la cocina - La receta de la madre del chef Miguel Caño (Nublo, Haro): ensaladilla rusa del bar 'Los Caños' ,fotos,.
Un trío en la cocina - La receta de la madre del chef Miguel Caño (Nublo, Haro): ensaladilla rusa del bar 'Los Caños' ,fotos,.
La receta de la madre del chef Miguel Caño (Nublo, Haro): ensaladilla rusa del bar 'Los Caños',.
Enamorado de su tierra, este estrella Michelin repasa con ABC su legado como tercera generación de hosteleros y homenajea desde Haro a la cocina de barra y tapeo con la que creció,.
Una vez más, el discípulo supera al maestro. O al menos, va por el camino. Tras formarse en Mugaritz con Andoni Luis Aduriz, el chef Miguel Caño (Haro, 1985) lidera la cocina más innovadora de La Rioja desde su restaurante Nublo. Ubicado en Haro, su propuesta, distinguida con una estrella Michelin, convence a locales, pero sobre todo, a viajantes que incluso peregrinan hasta su impresionante local para vivir y catar la experiencia. Impresionante, por ocupar un antiguo palacio del S XVI impecablemente restaurado por Santos Bregaña, e impresionante, porque allí se profesa cocina de antaño -en el más estricto sentido de la palabra- con una rompedora visión del siglo XXI.
Aunque su pasión por la cocina le viene de familia, Miguel no dudó en formarse en restaurantes de prestigio de otras lindes, como Inglaterra, Cataluña o País Vasco. Allí fue donde Caño conoció a Dani Lasa y Llorenç Sagarra, los otros dos implicados en esta aventura empresarial que es Nublo.
A punto de cumplir dos años de vida, este restaurante riojano ha revolucionado el panorama gastronómico nacional e internacional gracias a la autolimitación de Miguel, que la utiliza como herramienta creativa para dar lugar a una propuesta única que viaja entre el pasado y el futuro, elaborada en horno de leña, parrilla y su particular cocina económica, una técnica revolucionaria basada en el pasado y en la esencialidad que prescinde de gas y electricidad.
Dos años ya de Nublo… ¿Cómo nace la idea de recuperar esta manera sostenible de cocinar, la de la cocina económica y el horno de leña?
MC. La idea nace de la búsqueda de nuevas formas de comer, y de una vuelta a mis orígenes. Después de muchos años formándome lejos de casa decidí volver a La Rioja. Entonces, pensamos que sería honesto capturar el tiempo y cocinar con la limitación del fuego.
El impresionante edificio del siglo XVI en el que se fija Nublo es un gran altavoz, y queríamos brindar una oda al territorio. Aquí, en La Rioja, las celebraciones y reuniones entorno a la mesa el fuego siempre han estado muy presente. Queríamos usar esa limitación y utilizarla como un motor creativo, en el que el único limitante fuese ese, en el resto nos sentimos libres. De esa forma nace Nublo.
¿Es este factor lo que os ha permitido ofrecer cocina de estrella Michelin a un precio imbatible?
MC. Siempre hemos tenido claro que queríamos ser cercanos, con una mirada global y atraer a un público de lejos pero con una mano tendida al territorio.
¿Qué hay más de “prácticas sostenibles” en Nublo?
MC. Cocinamos con excedente fósil del entorno, sarmiento, cepas, roble, haya. Aquí no entra ni tan siquiera el carbón. Además, utilizamos el calor que genera la combustión para calentar el edificio. En sí, el mero hecho de recuperar un edificio que amenazaba ruina, en un medio rural ya es de por sí un acto sostenible.
En todo caso, no habrá sido fácil abrir un restaurante tan rompedor y con estos preceptos de sostenibilidad ¿Qué ventajas y qué desventajas tiene haber optado por una cocina económica?
MC. Seguramente, hay ciertas desventajas en todo el ritual que
supone, traer la madera y sarmientos, apilarlos. Encender y cuidar el
fuego durante todo el día y el calor que desprende. En ese medio de
rudeza sabemos aplicar finura a cada elaboración.
Cuando el cliente entra en la cocina nos dice que le recuerda al aroma del hogar de otras épocas…
Y dos años después, ahí estáis. ¿Balance?
MC. Aquí seguimos. Nublo es una constante, un proyecto que sigue creciendo y madurando en un tiempo récord. El proyecto se está convirtiendo en un camino de enseñanza y aprendizaje, con el compromiso, trabajo y dedicación que esto supone.
En una frase, ¿cómo definirías tu restaurante? ¿Y tu cocina?
MC. Nos gusta la ambigüedad, no podemos, ni queremos definir lo que estamos construyendo, queremos seguir libres. Pero diría que Nublo es un espacio de elevación y disfrute. Miguel, ¿cuánto hay de tu etapa en Mugaritz en Nublo y en Los Caños, la taberna anexa, y cuánto hay de nuevo?
¿Cuánto hay de tu etapa en Mugaritz en Nublo?
MC. Seguramente mucho, soy el filtro de lo que he vivido, he experimentado y he comido. Pero también el de todos mis compañeros, es un proyecto de personas que aportan.
Si tuvieras que quedarte con algo del pasado (solo con una) y borrar otra (solo una) ¿cuáles serían?
MC. Me quedo con todo y no borro nada.
¿De qué creación te sientes más orgulloso de la carta de Nublo? ¿Hay algún plato inamovible?
MC. El pan de masa madre que ofrecemos y que lo hacemos diariamente, desde el primer día. Es el único plato que aún no ha cambiado.
¿Cuáles son tus fuentes de inspiración?
MC. La naturaleza y las experiencias.
¿Es Nublo tal y como soñabas o ha evolucionado a algo diferente?
MC. Más de lo que podíamos soñar. Pero aún estamos en construcción.
"En un mundo erizado de prisiones / solo las nubes arden siempre libres". ¿Quién eligió este verso, del mexicano José Emilio Pacheco, para grabarlo en el suelo del restaurante?
MC. Santos Bregaña, diseñador, amigo y artífice de muchas cosas buenas que pasan en Nublo.
Otra frase marcada, “Seguimos señalando a la luna” …
MC. Una antigua arenga, perseguir un sueño lo suficientemente grande para no poder perderlo de vista.
Un deseo de futuro.
MC. Descansar los domingos.
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