TITULO: 80 cm' - Hundirse en el mar o en la ciudad ,.
Martes -10- Diciembre a las 20:30 horas en La 2, foto.
Hundirse en el mar o en la ciudad,.
La ciudad de Manila se hunde por la sobreexplotación de sus acuíferos
Algunos
barrios de la capital filipina se han hundido hasta 18 centímetros en
los últimos tres años, lo que empeora las inundaciones que se repiten en
la estación de los monzones
Los Martínez sobreviven sobre esos palafitos que van haciendo cada vez más altos para evitar que acaben bajo el mar,.
Algunas
zonas de Manila se han hundido hasta 18 centímetros en los últimos tres
años debido a la sobreexplotación de los acuíferos, lo que empeora las
inundaciones que se repiten a lo lagro de la estación de los monzones.
«Desde
que empezaron las mediciones en 2007, con la colaboración de un
satélite japonés, se percibe un hundimiento de 5,5 centímetros al año»,
explica Arturo Daag, vulcanólogo del Instituto Filipino de Vulcanología y Sismología (Phivolcs).
«Casi con total seguridad, el hundimiento comenzó antes de que
hiciéramos las primeras mediciones», puntualiza Daag. «En el futuro,
puede provocar que ciertas áreas se vayan convirtiendo en cuencas y sufran inundaciones casi permanentes, como ya empieza a ocurrir, si no se presta atención al problema», advierte el científico.
El
fenómeno, llamado subsidencia, se produce cuando los acuíferos sobre
los que se asienta el terreno reducen su volumen por la
sobreexplotación, disminuye la presión que ejercen sobre el suelo y lo
vuelven menos compacto.
«Existe una alta concentración de
industrias que dependen de la extracción de agua subterránea para
satisfacer sus necesidades, según el trabajo de campo que hemos
realizado. En Manila, estos acuíferos poseen una gran profundidad -de
entre 250 y 300 metros-, pero las empresas distribuidoras de agua han
notado que cada año se reduce el nivel», subraya el experto.
Indicios pequeños
Los barrios de Manila más afectados por la subsidencia son Navotas, Caloocan, Malabon y Valenzuela.
En la vecina provincia de Bulacan aún siguen anegadas un buen número de
parcelas más de dos semanas después del paso de los tifones «Nesat» y
«Nalgae», que han provocado al menos 101 muertos.
En
el caso de la capital filipina, el problema se agrava por ser una
ciudad costera, con el consiguiente riesgo de que el mar termine por
llegar a las barriadas más expuestas.
Pese a que la altitud de algunos lugares de Manila ya ha disminuido 18 centímetros en poco más de tres años, Daag destaca que los indicios para los residentes son muy pequeños todavía: «Algun
as
tuberías que se rompen sin motivo aparente pueden ser pequeñas pruebas;
sin embargo, es difícil detectar cambios a pequeña escala porque el
fenómeno afecta a áreas bastante grandes».
Agrava un terremoto
Además
de empeorar las inundaciones que sufre Manila año tras año en temporada
de tifones, la subsidencia representa una amenaza en caso de terremoto.
«Si
se produce un seísmo, los terrenos saturados y menos compactos tienden a
moverse más tiempo y de forma más intensa», señala el vulcanólogo.
Daag sostiene que Filipinas necesita limitar la extracción de agua, lo que requeriría la construcción de nuevas presas para satisfacer a la industria y a los más de 12 millones de habitantes de Manila.
También aconseja la puesta en marcha de un plan que mejore la respuesta en caso de inundaciones y regule los asentamientos de chabolistas, donde la acumulación de desperdicios multiplica el efecto de las riadas.
TITULO: La cesta de Navidad,.
De niño, quería ser guardia urbano para que me regalaran turrones,.
Pero yo no quería ser guardia urbano por el uniforme ni por el quepis, sino por los regalos de Navidad. Los mayores de 50 quizás recuerden la escena: un guardia urbano solo ante el peligro, en medio de la plaza de Minayo de Badajoz o en plena Cruz de los Caídos de Cáceres, dirigiendo el tráfico con un silbato, unas posturas y unos movimientos de manos, decenas de coches circulando a su lado y ellos a pie firme, lloviera, cayera el sol a plomo o ululara la ventisca.
Al llegar la Navidad, había una costumbre entrañable que consistía en detener el coche junto al guardia y dejar a su lado un regalo. La imagen era inenarrable: un señor con un pedazo de abrigo hasta el suelo, un quepis blanco, un silbato estridente, levantando manos, girando, mandando y haciéndolo todo rodeado de botellas de vino y de champán (entonces no se llamaba cava), tabletas de turrón, bolsas de peladillas y, sobre todo, botellas de Anís del Mono y de coñac Fundador (entonces no se llamaba brandy).
En Navidad, la calidad del turrón, del vino y del jamón es importante, pero lo que de verdad tiene encanto es que te los regalen o que te toquen en un sorteo. A veces pienso que si me tocara una cesta, superada la emoción inicial, quedaría la realidad de los turrones de tercera, los vinos de pelea y los anisettes que nunca beberé. Por eso busco cestas que reúnan la gracia de la ilusión y la calidad. Pero no es fácil.
Desde hace unos años, se han puesto de moda las macrocestas que incluyen coches, motocicletas, cruceros, ordenadores, consolas, dinero y, además, la consabida selección de productos navideños. En Extremadura, hay dos muy famosas: la que sortean en el Complejo Leo de la autovía de la Plata en Monesterio y la que rifan en la churrería San Blas de Cáceres.
De todas maneras, estas cestas desmedidas son tan tremendas que da como miedo que te toquen. ¿Qué voy a hacer yo con tanta cosa?, te preguntas y entonces buscas la cesta ideal, la que reúna ilusión y calidad, la razonable, la que te puedas llevar a casa en el coche, la que te va a permitir sentir las mismas emociones que cuando soñabas con ser guardia urbano para tener regalos.
He descubierto esa cesta leyendo el HOY. Me fijé en una propuesta de Oferplan y, por curiosidad, me detuve a ver los productos de una cesta de Navidad que se llama Orgullo de Extremadura y que se puede conseguir simplemente con inscribirse en Oferplan, si no lo estás ya, y 'comprar' un cupón gratuito. Lo que me gusta de esa cesta es que, viendo los productos que contiene, parece que estuviera dibujando un mapa de los viajes que hago para escribir esta sección: 'Un país que nunca se acaba'.
De los 15 lotes de exquisiteces extremeñas que contiene, he visitado y escrito sobre 10. En la cesta está el mejor foie del mundo, que viene de Pallares, el cava más nuestro, elaborado en Fuente del Maestre, la ginebra más premiada, que se hace en Zarza de Granadilla, la mermelada más natural, que viene de Valdecaballeros, el queso de Almoharín, la cerámica de Salvatierrra y las cestas de mimbre de Trujillo. Y hay chacina de Los Santos, turrón de Castuera, vino de Cañamero, aceite cacereño, almendras de Corte de Peleas, legumbres de Badajoz y miel de Herrera del Duque. Nunca seré guardia urbano, pero igual me toca esta cesta de Navidad.
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