TITULO: Cena con mamá - María Inés Ramón ,.Viernes - 20 - Diciembre ,.
Viernes - 20 - Diciembre ,a las 22:00 en La 1, foto,.
María Inés Ramón,.
María Inés Ramón recoge el Premio de Poesía Antonio González de Lama: «Mi voz ha sido escuchada»,.
La autora de 'Mudanza' recibe los 6.000 euros del premio y una decena de ejemplares de la edición de su obra,.
El alcalde de León, José Antonio Diez, presidió la
entrega del 50 Premio de Poesía Antonio González de Lama que este año
recayó en Inés Ramón por su obra 'Mudanza'. La autora, de nacionalidad
argentina, recogió este galardón con el orgullo de que su voz «haya sido
escuchada», según dijo durante el acto.
Ramón destacó también que este premio es «una celebración
de la poesía» a la vez que se refirió a León como »cuna de grandes
escritores« y a la poesía «como la forma de conexión y diálogo entre
nuestros semejantes, nosotros mismos, la historia y la naturaleza».
'Mudanza' parte de una vivencia vital, su propia
experiencia, que la ha llevado a reflexionar sobre el estado humano de
cambio permanente. «Se trata de ahondar en lo que nos une como seres
humanos y de dar voz a los que no la tienen», dijo. La obra fue
seleccionada por el jurado entre las 620 que se presentaron. Diez fue el
encargado de entregar los 6.000 euros del premio y la decena de
ejemplares de la edición.
Premio González de Lama
Este premio está impulsado por el Ayuntamiento de León a
través de la Concejalía de Acción y Promoción Cultural y este año cumple
50 ediciones, lo que «nos da la pista de la importancia de este premio
por su longevidad, pero también por el prestigio que ha alcanzado
gracias a la calidad de los trabajos premiados como el de Inés Ramón,
que pasa ya a formar parte del elenco de galardonados», subrayó el
alcalde.
El Premio Nacional de Poesía Antonio González de Lama es
un referente en el mundo de las letras y en especial de la poesía, y
cuenta ya con «una lista innumerable de autoras y autores que han
convertido la literatura leonesa en una referencia internacional»,
señaló Diez.
TITULO:
Imprescindibles estrena en La 2 - Yo soy Mari Trini ,. - ,
Domingo - 15 - Diciembre ,.
Domingo - 15 - Diciembre , a las 21:30 horas en La 2, foto,.
Yo soy Mari Trini,.
En el año 1971 Mari Trini compone las canciones de un álbum que
revolucionarían el mercado discográfico: Amores. La canción que da
nombre al disco está incluida entre las cincuenta mejores de todos los
tiempos en lengua castellana. Medio siglo después, Imprescindibles
cuenta la historia de esta cantautora y de lo que significó como icono
transformador de la sociedad española del tardofranquismo.
TITULO:
De seda y hierro - Sin límites ,. Domingo - 15 - Diciembre ,.
El Domingo - 15 - Diciembre , a las 20:20 por La 2, foto,.
Dos mujeres para las que no hay barreras.
Érika vive sola. Es ciega de nacimiento, pero eso no le ha limitado para ser instructora de montañismo adaptado.
Las
únicas limitaciones que tiene Clara son de movilidad. Es la primera
mujer con parálisis cerebral con el título de doctora en comunicación.
TITULO: Luchar contra la enfermedad - El fin de la medicina ,.
El fin de la medicina,.
Los médicos necesitamos un tsunami de humanización si queremos perdurar en el tiempo,.
foto / Una silla,.
Estamos en el año 2074 y tengo una enfermedad
grave. ¿Seguirán existiendo médicos? ¿Me hará el diagnóstico una
inteligencia artificial? ¿Me operará un robot sin supervisión humana? No
es fácil responder a estas preguntas. Las nuevas posibilidades
tecnológicas están llevando a una revolución y es razonable pensar que
el médico del futuro tendrá algo de ingeniero para programar e
interpretar algoritmos. Podríamos incluso plantear la duda de si, dentro
de cincuenta años, perdurará la figura del médico. Es interesante constatar que, si se pregunta por el tema a ChatGPT,
la respuesta es que la «inteligencia artificial aún no sustituye al
médico». Este boom tecnológico está cambiando las prioridades de la
formación y de la práctica médica, un cambio que frecuentemente descuida
los aspectos que, de verdad, seguirán justificando la existencia del
médico. Aquellos que tienen que ver con la humanización, la ética, la
compasión y la empatía.
El humanismo y la humanización son, o deberían
ser, inherentes a la práctica médica. Lo refleja bien la anécdota,
parece ser que cierta, de don Gregorio Marañón. En cierta ocasión le
preguntaron cuál era la innovación más importante de los últimos años en
medicina. También en aquel momento se vivía un momento de grandes
avances tecnológicos, nuevas pruebas de imagen y laboratorio, adelantos
científicos por doquier. Cuentan que D. Gregorio se quedó un momento
pensativo y respondió: «La silla». Ante el asombro de los que le oían
paso a aclarar: «La silla que nos permite sentarnos al lado del
paciente, escucharlo y explorarlo». El mensaje es que la tecnología no
debe deshumanizar la asistencia. Seguro que en los próximos años vamos a
tener cada vez más inteligencia artificial, telemedicina, robótica y
prótesis biónicas, genética, nanotecnología, impresión en 3D y medicina
de precisión. Todo esto tiene un gran valor y la manera de ejercer la
medicina dentro de cincuenta años será muy distinta a la actual. Pero de
la técnica como instrumento se puede pasar a la tecnificación como
filosofía, y eso es muy pernicioso.
Estos avances pronto harán obsoleto mucho de
lo que hacemos ahora los médicos. Pero cuando yo enferme dentro de,
espero, muchos años, me gustaría encontrar al otro lado una mirada
humana, compasiva y empática. Eso ningún desarrollo tecnológico lo puede
dar. Por ello la formación en humanismo y ética es clave para no
dejarse abrumar por la tecnología. La medicina es mucho más que un
conjunto de técnicas. Los médicos necesitamos un tsunami de humanización
si queremos perdurar en el tiempo. Un tsunami que, realmente, permita
una medicina de precisión individualizada a las peculiaridades de cada
persona, esté o no enferma. Este abordaje tendrá que tener en cuenta las
particularidades genéticas, ambientales y de estilo de vida de cada
sujeto. Pero también sus valores, creencias, circunstancias
psicológicas, laborales y familiares. Un enfoque global que no solo
conseguirá una mayor efectividad, sino que también abre la puerta a
actitudes que permiten mejor control de las patologías crónicas. Algo
muy necesario en una población como la española y, en particular la
madrileña, con una expectativa de vida cada vez más larga (la mayor de
Europa) y unos ciudadanos cada vez más envejecidos.
Los retos que tiene ya la medicina y que
tendrá en el futuro son apasionantes, pero necesitamos reorientarnos
tanto individual como colectivamente, enfocándonos en una medicina
humana personalizada cuyo fin sea preservar la salud física y mental.
Para ello es clave desarrollar una atención integral, soportada con
recursos adecuados, que permita una asistencia de calidad. Solo lo
conseguiremos si incorporamos a los pacientes, o mejor ciudadanos –ya
que la aspiración es que no lleguen a enfermar–, en las estructuras de
gobierno de los sistemas sanitarios. Así nos aseguraremos que cada uno
esté involucrado en el proceso de toma de decisiones que le afectan
directamente, además implicamos a todos en el cuidado de su propia
salud. La medicina humanizada y cercana permite mejorar la experiencia
tanto del ciudadano/paciente como la del médico. ¿Es esto utópico? No
creo, pero necesitamos garantizar que esta buena medicina del presente y
del futuro esté protegida por un paraguas institucional y organizativo.
Un paraguas que permita una gestión que incentive la humanización, pero
también la calidad, la eficiencia, la transparencia, la evaluación de
resultados de salud y la rendición de cuentas. De esta forma
conseguiremos una mejora continua de la asistencia y de la relación del
médico con la persona que demanda sus servicios.
Curiosamente, para evitar el fin (final) de la
medicina debemos reenfocar el fin (finalidad) de la misma,
reflexionando sobre cuál es el propósito fundamental de la atención
médica. Aliviar el sufrimiento, prolongar la vida y mejorar su calidad
son objetivos loables, pero tan importante es curar como acompañar,
siempre desde el respeto a la dignidad de la persona enferma intentando
potenciar el bienestar integral de los pacientes. Un bienestar físico,
mental, social y espiritual.
En los últimos años, el concepto 'human
flourishing', promovido por el profesor Tyler J. VanderWeele se está
expandiendo para permitir un enfoque holístico de la salud, la felicidad
y la satisfacción con la vida. Decía William Osler: «La práctica de la
medicina es un arte, no un comercio; una vocación, no un negocio; una
vocación en la que hay que emplear el corazón igual que la cabeza. Con
frecuencia lo mejor de vuestro trabajo no tendrá nada que ver con
pociones y polvos, sino con el ejercicio de la influencia del fuerte
sobre el débil, del justo sobre el malvado, del prudente sobre el
necio». Remataba Edmund Pellegrino: «La medicina es la más humana de las
artes, la más artística de las ciencias y la más científica de las
humanidades».
El gran riesgo actual es que nos olvidemos de alguno de estos pilares. Si queremos una verdadera medicina preventiva y personalizada necesitamos un cambio de enfoque
que coloque a la persona en el centro de su proceso de salud,
potenciando el papel humano de los médicos. Para ello creo que es
necesario que la sociedad también se plantee la necesidad de 'ocuparse'
de sus médicos. Con una remuneración adecuada, unas buenas condiciones
de trabajo y una ratio paciente/facultativo compatible con la calidad
asistencial, será más fácil lograr esa calidez de trato y cercanía. En
definitiva, trabajemos todos para que la medicina reconozca la
individualidad y la dignidad de la vida, buscando el bienestar integral
de cada persona, siempre guiados por la empatía, la ética y el
compromiso de mejorar la condición humana. Esta medicina, liderada por
médicos, seguro que seguirá teniendo sentido en 2074. Espero poder
comprobarlo cuando tenga 103 años.