domingo, 14 de julio de 2024

DESAYUNO CENA FIN DOMINGO - REVISTA BLANCO Y NEGRO - Eva Manjón ,. / Las rutas Capone - Riviera Maya: Tras el Caribe turquesa de los navegantes mayas,.

 

 TITULO:  DESAYUNO CENA FIN DOMINGO -  REVISTA BLANCO Y NEGRO - Eva Manjón  ,.

 DESAYUNO CENA FIN DOMINGO - REVISTA BLANCO Y NEGRO - Eva Manjón   ,. fotos,.

 Eva Manjón ,.

Eva Manjón / Actriz: «Las crisis son la mejor oportunidad para los que pelean y plantan cara»

Eva Manjón / Actriz: «Las crisis son la mejor oportunidad para los que pelean y plantan cara»
 
Eva Manjón / Actriz: «Las crisis son la mejor oportunidad para los que pelean y plantan cara»,.
 
 Juan Luis Arsuaga: «Yo no estoy de vuelta de nada, siempre de ida. Estoy en  la preadolescencia» - XL Semanal

( Desayuno )

 

Hemos quedado con Eva Manjón en esa plaza madrileña donde unos cuantos reyes de nuestra tronada historia pasan los días calladamente, en compañía de turistas, palomas y perros que sacan a sus dueños de paseo. Como es muy pronto, llegamos tarde. Tras disculparnos con nuestra encantadora torpeza, basada en el siempre eficaz stuttering, entramos en un bar del Barrio de los Austrias. Se sienta lejos del frío que se cuela por la puerta y pide un poco de agua. En todo momento sonríe con ligereza: no hay más dobleces de las inevitables. Tras tomarse con humor nuestras excusas, notamos que las miradas masculinas del bar nos acribillan. La envidia como la hija bastarda del deseo, siempre lejos de donde se hacen de verdad las apuestas,.

 Patatas con pimientos y pollo - Alea tu Nutricionista

 ( Cena ) 

«Vengo de una familia muy humilde, situada en el barrio de Los Vadillos, detrás del Colegio de Lasalle, al que fui durante 15 años. Somos cuatro: mi madre –que falleció-, mi padre, mi hermano y yo».

¿Había antecedentes artísticos?
Mis padres se conocieron en una rondalla… Siempre había existido inclinación por la música y el arte. Algo debía de haber, pues a los nueve años escribí una obra de teatro que hicimos en el colegio. Incluso la dirigí. Todavía la conservo…

¿Tus padres te apoyaban?
Siempre. Me alentaban a seguir con mi vocación. En seguida comencé a estudiar danza en una academia, con Alberto Estébanez, gran coreógrafo de Burgos. Y más tarde empecé en la Escuela Municipal de Teatro de José Luis Karraskedo…

Y también fuiste gigantilla.
Sí, algo muy bonito. De esta forma, hacia los trece años yo ya sabía que quería ser actriz, complementándolo con el baile y el canto. Mi idea era irme a la Real Escuela Superior de Arte Dramático (Resad), a Madrid.

Estudiaste Gestual, que es como la hermana pobre.
Entonces era una rama reciente, que en España había estado casi proscrita durante el franquismo. Pero el recorrido es prácticamente el mismo que el de Textual. Ten en cuenta que, además, venía del mundo de la danza…

¿El cuerpo es indispensable para interpretar?
Nunca he entendido la interpretación sólo de manera intelectual. Tiene que partir de todo el cuerpo, puesto que vas a interpretar las emociones de un personaje. Y todos sabemos que también parten del cuerpo, no sólo del intelecto.

¿Cómo fue llegar a Madrid?
Como Paco Martínez Soria cuando salía del pueblo con la gallina debajo del brazo. Me instalé en Vallecas, con compañeras. Rápidamente me adapté. Y comencé a trabajar también casi de inmediato.

¿En musicales?
Mi profesor de música trabajaba la Sala San Pol, que lleva casi treinta años con musicales y teatro para niños en campaña escolar. Me hicieron un casting para La Bella y la bestia. Y empecé a trabajar mientras seguía estudiando.

¿Te gustaron los estudios?
Sobre todo, los dos últimos años. La Resad resume un poco los achaques que te da la vida, porque es muy intensa. Es una especie de Gran Hermano artístico en el que se sacan todas las patrañas humanas, tanto los egos y la vulnerabilidad como el talento y el compañerismo.

Hay quien reniega de la Resad.
Si entras muy joven, es muy fácil que te rebeles contra los maestros, contra la pedagogía que se estila. Al cabo de los años, cuando entras en el mundo real, vas descubriendo que tus maestros tenían bastante razón en muchas cosas. Aunque en otras no tanto…

¿El actor nace o se hace?
No lo sé, de veras. A veces me sorprendo con actores que son muy buenos y que nunca pensaron en serlo. En mi caso, creo que he nacido siéndolo. Es lo que mejor sé hacer y con lo que puedo ganarme la vida…

En realidad, como en el periodismo, el título vale de poco: se aprende en el día a día.
La delgada línea entre el intrusismo y el talento es muy tenue. Hay quienes salen en Gran Hermano y hacen cine y quien lleva toda su vida sudando y formándose y no hace nada. Pero no por salir en una película o por hacer una obra ya eres actor.

Pero ayuda. Hay que foguearse arriba, con sueldo.
Tengo una profesora de voz que siempre decía que lo importante no era saber cantar sino que lo importante era que te pagaran. Hay algo de razón. Pero al final el tiempo hace su criba. El talento se demuestra andando.

Eres optimista…
Hay que serlo. Los actores tenemos que pagar hipotecas y tenemos que seguir viviendo… Además en este oficio siempre se piensa mal: «Ésa estará ahí porque se acuesta con el productor…» Oye, curiosamente, eso nunca se piensa de un político o un deportista.

Trabajadora y talentosa, dueña de unos ojos intensos, aún está aprendiendo un oficio en el que la vida y la ficción se mezclan más que en cualquier otro. Hasta ahora ha desgastado con varios musicales de éxito los escenarios de España y de México. Entre otros personajes, ha sido Wendy o Sherezade. Y ha cantado a Abba. Además de su paso por la Resad, también ha estudiado con una leyenda como Marcel Marceau. Buena conservadora, de reflejos rápidos, dudando siempre de lo que dice para ver si así da con la idea más precisa, se halla en uno de esos instantes en que todo se detiene para coger impulso:

«Estoy en un período nuevo. Me siento más madura, más estable. El parón, que es siempre inevitable en un actor, sirve para reflexionar, para reciclarse. Y además ya llevo diez años sin parar».

¿Sigues formándote?
Estoy en la Central de Cine y he retomado las clases de danza. Me sirve para mantener no sólo la disciplina mental, sino también la física. Estos momentos de pausa son muy necesarios.

Pepe Sancho me contaba una vez que sin ellos el actor es nada.
En la vida, los cambios y las crisis son siempre interesantes. Es cuando te fortaleces y sales hacia delante con más fuerza que nunca. Te sirven para saber qué camino vas a escoger, incluso para darte cuenta de por qué no consigues lo que deseas.

Reducen la soberbia, la vanidad.
Te devuelven a la tierra, lo quieras o no. Es muy peligroso rodearte de aduladores, pues tal vez no te valoren por tu trabajo, sino por cómo es tu pelo. Siempre hay que tener alguien al lado que te diga: «Nena, eso no está bien…»

¿Sientes el pánico que a veces da estar quieto?
Sé que va a llegar algo, lo sé perfectamente. Lo más importante es que estoy dando los pasos que tengo que dar para que en algún momento llegue. No estoy en el sofá…

Y sirve para tu oficio: da experiencia vital.
Que es buena tenerla. Pero eso no quiere decir que, si algo no te ha pasado a ti, no puedas interpretarlo. No hace falta probar la heroína para poder interpretar a una heroinómana. Un actor es el canalizador de emociones de un personaje inventado. Cuantas más emociones tengas y conozcas, mejor.

¿Interpretar es un oficio o es un arte?
Es un oficio artístico. Me gusta verme a mí misma como artesana, más que como artista. El arte es la combinación equilibrada de técnica más talento. Y no olvidemos que este es un oficio muy terrenal…

En el que hoy se hace a Shakespeare y mañana a Paso.
Un actor tiene que hacer un poco de todo para recoger de todos lados y hacer su propio collage de aventuras. Y si no te equivocas, no vas a valorar lo realmente bueno. Es como una montaña rusa…

¿Empieza a ser por fin un oficio valorado?
Hasta hace no mucho una actriz era para buena parte de la sociedad casi como una prostituta. Ahora, no sin el esfuerzo de las generaciones que nos han precedido, se está empezando a demostrar que la actuación está muy cerca del arte…

¿Incluso en los musicales?
(Riendo) No seas malo… Es un género que aún no está valorado como se merece, pese a nuestra tradición en zarzuelas y en revista. Para mí hay dos tipos de musicales: los que tienen una dramaturgia y una historia que se cuenta a través de la música y otros en los que la música, por así decirlo, define todo.

La diferencia entre Los miserables y Los 40.
Eso es. Los últimos son preciosos y valiosos, con gente estupenda trabajando en ellos, pero, en realidad, están más cerca de conciertos de grupos que te gustan. No tienen nada que ver con Los miserables, que es casi ópera.

Has hecho bastantes musicales para niños…
Que es el público más sincero. Su aplauso nunca es hipócrita. Y si hay silencio en la sala, cuando se quedan embelesados, es escalofriante. Y tienen otra cosa buena: el público familiar arrastra a más gente a los teatros…

El teatro lleva en crisis desde la época de Tepsis…
Es una queja histórica, ya. Pero las crisis, como hemos hablado, son una oportunidad. El que resiste con valentía termina ganando. Y además sirven de criba para saber quién vale y quién no.

Y pese a tanta crisis, el teatro sigue vivo.
Los actores somos una especie en extinción que jamás se extingue. El teatro es la representación de la realidad. Dime qué se cuenta en un escenario y te diré qué está pasando en la sociedad… Y la sociedad quizá siempre esté en crisis.

¿El teatro va camino de ser solo para minorías?
Depende del teatro. Los musicales están abriendo la mente de mucha gente que dice que no va al teatro porque no le gusta, por disparatado que suene. Y hay gente se queja de su precio, pero se gasta el doble en unas copas…

¿Es el gran género?
Es el género madre. Los códigos de los géneros son distintos. Hay actores de teatro extraordinarios que son incapaces de hacer cine. Y viceversa. Hay que adaptarse a todo.

Robert Mitchum decía que para interpretar cine bastaba con no golpearse con los muebles…
No es sólo eso, claro. La diferencia está en manejar tu código de actuación en un perfil más natural. Te pondré un ejemplo. Si cojo una copa, en el teatro la tengo que levantar para que el de la última fila me vea, pero, si lo hago igual en el cine, me salgo de plano, basta con un solo gesto.

También estudiaste con un gigante como Marceau.
Fue estupendo. Pero el mimo de Marcel Marceau sólo lo puede representar él. Su personaje y su manera de expresión han muerto con él. Es probable que su arte se haya quedado obsoleto.

¿Cómo fue la experiencia?
Alucinante. Fue el primer año que entré en la Escuela. Es una disciplina como el kung fu: hasta que no estás años y años procesando información y entrenando el cuerpo no dominas la técnica…

¿Te sirvió para actuar en otros registros?
Muchísimo. Me di cuenta de que con el cuerpo podía hacer otras cosas. Alguna vez he conseguido personajes a través del cuerpo. Por ejemplo, la danza me sirvió para hacer a Wendy: el saber estar, la espalda recta, el flotar de los brazos… Todo puede ser una herramienta más…

¿Y cuando llegue la fama?
No me preocupa. Hay dos tipos de fama: la de la popularidad por las revistas y la del reconocimiento por tu trabajo. A mí me interesa la última. Hay que saber labrarse el camino.

Quizá baste con recordar de dónde venimos.
Por eso siempre tengo presente a mi madre. Va a hacer dos años que falleció. Siempre que tengo que tomar una decisión, pienso en qué me diría. Y no falla. Encuentro una respuesta inmediatamente.

Es que la memoria tiene algo de ética.
Además, ella era una mujer muy sabia, con los pies en la tierra, muy positiva, a pesar del sufrimiento que hubo de pasar. Fue una gran maestra. Mi objetivo también es llegar a cumplir cosas que a ella le hubieran gustado ver…

¿Vuelves por Burgos?
No todo lo que me gustaría. Se nota que está tratando de modernizarse, por ejemplo con el Museo de la Evolución Humana, pero quizá aún le falte. Todavía hay gente que, si vas por la ciudad con un foulard más estrafalario de lo normal, te mira.

¿Pese a tanta globalización?
Lo veo en mis amigas, con las que estudié. Aunque no quieran, se ven arrastradas por el qué dirán… Pero, por otra parte, así se consigue que las costumbres permanezcan.

También se emprenden proyectos muy actuales.
Alberto Estébanez tiene un festival de danza, Burgos-New York, que está funcionando muy bien. Es bueno que personajes jóvenes y emprendedores quieran salir para devolverle a su ciudad lo que ésta les ha dado.

¿A Castilla y León le falta impulso?
Tal vez sea por varias razones, desde absurdas disputas geográficas hasta nuestro propio carácter. El estar en el centro, mezclándose con otras comunidades, puede que le haya restado identidad. Ahora bien, voy de castellana por la vida.

¿Incluso en el carácter?
También. Todo lo que se dice de nosotros es cierto. Siglos y siglos nos han hecho ser como somos. Cuando abrazamos, lo hacemos de verdad. Y cuando nos enfadamos…
Eva Manjón pertenece a esa juventud de Castilla y León que prepara con tesón y sin prisas su asalto al futuro. Una vez que apagamos la grabadora, salimos del bar y nos despedimos. En la plaza, los reyes siguen en silencio, las palomas picotean en los desagües y los perros se compadecen de sus dueños. Como escribiera John Ashbery: «Todo seguía igual que de costumbre, / excepto por el peso del presente, / que arruinó el pacto que hicimos con el cielo». Pero seguro que esta burgalesa tiene un pacto irrompible,
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TITULO:  Las rutas Capone - Riviera Maya: Tras el Caribe turquesa de los navegantes mayas,.

 

Riviera Maya: Tras el Caribe turquesa de los navegantes mayas,.

Imposible no sucumbir al embrujo de la Riviera Maya, a la frescura azulada de sus más de 6.500 cenotes de agua dulce comunicados, a su gastronomía y al poso ancestral de su cultura,.

Playa Tortuga en Tulum
 
foto / Playa Tortuga en Tulum,.

Conocían bien la furia de los huracanes, las tormentas tropicales y los vientos acelerados propios del invierno. En la época prehispánica, la navegación no era precisamente un canto de sirenas para aquellos marineros mayas que, a bordo de barcas impulsadas con remos, y al parecer sin velas, sorteaban con pericia los innumerables peligros del segundo arrecife de coral más grande del mundo. Hay evidencias de que si bien seguían la línea costera cuando ponían rumbo a Centroamérica para evitar el oleaje de la barrera Mesoamericana, en su camino de retorno preferían las fauces de alta mar. Allí sabían cómo aprovechar a su favor la fuerte corriente del Caribe, la misma que impulsa a las tortugas en sus travesías oceánicas antes de volver, gracias a su magnetismo y cierto halo de misterio, a la playa que las vio nacer. Disfrutar de su compañía durante una mañana de buceo en la bahía Akumal y verlas desovar cada año en el mismo lugar es uno de los regalos mágicos que, de momento, nos brinda la naturaleza.

Aquel tráfico marítimo se caracterizaba por su próspero y variado comercio. Las embarcaciones que han quedado retratadas en el legado policromático de esta civilización podían llevar a bordo una media de 20 o 40 personas y todo tipo de mercancías: los mayas de Yucatán satisfacían los caprichos de los habitantes de Belice y Honduras con cera, sal, mantas de algodón y miel, que a día de hoy sigue siendo un ingrediente de culto en la zona. Y, desde el sur, los deseos tenían el sabor del chocolate y el café, y adquirían las formas imperfectas, y bellas, de la obsidiana y el oro.

Faros y antorchas

Con independencia del contenido, lo que sí precisaban aquellos tripulantes era determinar la situación de los quebrados e interpretar los signos que permitían el acceso hasta tierra firme. Aquellos faros visibles se materializaban en forma de construcciones aún en pie, de «muchas humaredas», como relató Juan de Grijalva, o de «señales que los indios ponen en los árboles para acertar en camino para ir o venir navegando de Tabasco a Yucatán», como anotó el misionero, obispo e historiador Diego de Landa en la «Relación de las cosas de Yucatán», publicada alrededor de 1566.

Cerca del Templo de los Vientos, situado dentro de las 664 hectáreas de las fascinantes ruinas del Parque Nacional de Tulum, se encuentra El Castillo. Bautizado así tras la conquista española por su estructura férrea, fue una de esas lámparas que iluminaron tantos desembarcos en Playa Tortuga, el trocito de paraíso que besa sus pies. Hoy, sobre el acantilado de 12 metros que cobija una cueva, la fortaleza continúa su narración. Las alusiones a Venus y el Sol, testimonio de la pasión de los mayas por la astronomía, la serpiente de su dintel, los dos ventanales que brillaban con antorchas y sus vetustas piedras grisáceas, antaño maquilladas con estuco de vivos colores a juego con el turquesa del horizonte, siguen arrojando luz sobre esta próspera ciudad del período Post Clásico Tardío (1200-1450). A finales del siglo XVI, el rastro de los habitantes de la antigua Zamá, que en maya significa amanecer, se esfumó como un puñado de arena se deshace, junto al viento, entre las manos.

A las seis de la mañana, la brisa dibuja sutiles formas abombadas bajo los vestidos vaporosos de tres amigas que caminan relajadamente para entregarse a su primer baño en el Caribe. El paseo de piedra que serpentea entre los frondosos, y cuidadísimos, jardines tropicales del Hotel Bahía Príncipe Grand Tulum, renovado con mimo durante la pandemia, favorece el ritmo tranquilo. El jolgorio de aves y de algún pájaro carpintero, que incluso se escucha en medio de su chapuzón azulado, termina de redondear su momento.

Desde el agua, apenas observan sargazo en la orilla blanca de este resort, ya que la sostenibilidad es un caballo de batalla que hace tiempo se libra gracias a un numeroso equipo multidisciplinar y medioambiental, que también incluye diversos ingenieros. Un compromiso personal que se suma al Programa de Protección y Conservación de la Tortuga Marina y al Programa del Arrecife Coralino de la Fundación Eco-Bahía del Grupo Piñeiro. Cuando el sol apenas despunta por el horizonte, una nutrida cuadrilla se afana por retirar las macroalgas rojizas que, dependiendo de la época del año, proliferan en parte del Caribe. Su destino final, además del compost, es su uso como material de construcción.

En este sentido, antes de comenzar a disfrutar de la intensa actividad de uno de los Todo Incluido más demandado por los viajeros que deciden cruzar el Atlántico con el turoperador Soltour, o que se abandonan a la tranquilidad de sus villas privadas por un extra nada descabellado, resulta interesante visitar el canal que informa sobre las buenas prácticas que, como turistas, podemos llevar a cabo.

El sabor de una raíz

Para aquellos que quieren descubrir los encantos de esta parte de la Riviera Maya, la buena noticia es que el abanico es tan apetecible y variado que (esta es la menos buena) cuesta decidir qué excursión escoger. Para los amantes de la cultura, además del Parque Nacional de Tulum y las ruinas de Chichén Itzá, donde se conserva el juego de pelota más grande de Mesoamérica, la ciudad colonial de Valladolid permite descubrir el pulso actual de una localidad que responde al trazado clásico, la conocida cuadrícula perfecta proyectada tras la llegada de los españoles. Pintoresca, pequeña y tradicional, una vez visitada la Iglesia de San Gervasio, el encanto es tan sencillo como pasear entre el abanico multicolor de sus fachadas, explorar los negocios de la Calzada de los Frailes y platicar con las vendedoras del mercado callejero mientras se saborea un mango, una raíz llamada jícama y el arte de sus huipiles bordados. La ciudad colonial, incluida en la ruta de los pueblos mágicos, ostenta el título de heroica. Aún se recuerda que los indios iniciaron aquí la Guerra de Castas.

El efecto mariposa de un ritual

Una auténtica revolución sensorial es flotar, en silencio, bajo la cúpula cuajada de estalagtitas de Xtun, uno de los 6.500 cenotes que conforman un espectáculo natural único en el mundo: 265 kilómetros de ríos subterráneos de agua dulce interconectados bajo la Península de Yucátan.

Nadar entre las ondas acuáticas que rebotan en las raíces de un árbol con sed, capaz de atravesar la piedra caliza de la superficie; sentir la frescura de estos cauces enigmáticos que se alimentan de lluvia, ajenos al calor tropical del mar donde se funden y al que aportan, por matemática salina, parte de ese turquesa caribeño que embelesa; sortear las estalagmitas que delatan un tiempo que aquí se cuenta por millones de años y sumergirse en la devoción que los mayas sentían por estos lugares sagrados, es parte de la memoria que susurra el agua. No hace falta viajar a las antípodas para recordar que el efecto mariposa se siente en el otro extremo del mundo. En este universo de reflejos y lucernarios, lo que ocurre en un cenote afecta al resto.

La Reserva de la Biosfera de Sian ka´an hace honor a su significado maya. Verdaderamente, el espacio protegido más grande del Caribe es el «Origen del Cielo». Una vez se cruza el umbral de esta otra dimensión (sin protector solar para preservar el entorno) es imposible no rendirse ante la generosidad de la naturaleza, donde más de 300 especies de aves sobrevuelan un cuadro bucólico salpicado de manglares rojos, blancos, grises y negros.

En este rincón del estado de Quintana Roo, declarado en 1987 Patrimonio de la Humanidad, las playas son una perpetua ensoñación y, sus aguas azules y verdosas, una poesía de versos de agua. Si en la selva los pumas y los monos araña exploran a diario sus encantos, no es menos llamativo el ambiente entre las olas. Rodeados de delfines, de tortugas veloces, de mantarrayas y de algún que otro cocodrilo, la guinda es zambullirse en el latido del arrecife. Aquí la vida transcurre silenciosa, entre el vaivén de peces sargento que coquetean con las langostas y que desaparecen entre los recovecos de corales multicolor. Los hay fucsias y naranjas y, para más sobresalto visual, su piel se parece a una filigrana de terciopelo. No sabremos su tacto, porque aquí se admira, pero no se toca. Y, al compás de la respiración tranquila, también se piensa en nuestro efecto mariposa: en cómo debemos batir las alas para que este paraíso no pierda ni su sabor, ni su color, ni su belleza heroica.

Un viaje experiencial

Para vivir este viaje experiencial por la Riviera Maya, Soltour organiza escapadas de una semana a este rincón de México. Y lo hace a partir de 1.090€ por persona (vuelos incluidos), con alojamiento en el Hotel Bahía Príncipe Grand Tulum. Y para aquellos que prefieran dormir en Puerto Morelos, The Fives Oceanfront, un hotel boutique con encanto de apenas 100 habitaciones, es otra opción en régimen de Todo Incluido a partir de 1.787€ por persona.

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