TITULO:
A Crush, la pasta te aplasta - ATRÁPAME SI PUEDES - La flecha que encendió la antorcha de Barcelona 92 le cuesta el bote,.
El viernes -16, 23, 30 - Septiembre , a las 22:00 por La 1, foto,.
ATRÁPAME SI PUEDES - La flecha que encendió la antorcha de Barcelona 92 le cuesta el bote,.
El ganador de la noche, Pepe, trabaja como oficial de operaciones en una fábrica y el premio de consolación le va a ayudar a comprar pañales, que ahora le van a hacer mucha falta en casa.
El enfrentamiento con Pablo, un entrenador de fútbol almeriense de 28 años, discurre con preguntas tipo trivial sobre geografía, famosos, cultura, ciencia, lengua y también deportes.
TITULO: La Roca - IVÁN CAMPO ,.
La Roca en La Sexta a las 15:30 Domingo -18, 25 - Septiembre ,foto.
IVÁN CAMPO,.
“No soy de contar muchas batallitas, pero cuando paso por la Castellana se me cae alguna lagrimilla”,.
Titular en la Octava, Iván Campo, el que fuera central del Madrid y del Mallorca, recuerda su etapa de futbolista y analiza el presente con una lucidez singular.
El partido a partido del presente es agradecido con los recuerdos del pasado y cada jornada de LaLiga te ofrece la posibilidad de reencontrarte con uno de esos exfutbolistas que jugaron en los equipos en cuestión. En este caso particular, Real Madrid-Mallorca, el protagonista de la historia, Iván Campo Ramos, 48 años, además ha elegido una de las dos ciudades, Palma, como plataforma para divisar el mundo desde su pasmosa calma. El mismo sosiego con el que Iván afronta la charla. Es un buen conversador. Siempre lo fue y no está dispuesto a dejar de serlo.
—¿Qué tal le trata la vida? ¿A qué dedica el tiempo libre?
—Sigo cerca del fútbol. Colaboro con LaLiga; estoy en la junta directiva de la Asociación española de exjugadores internacionales y estoy involucrado en una Asociación solidaria en la que colaboramos con un Centro de niños en Bolivia y Santo Domingo. Intentamos ayudar explicándoles cómo es el mundo en general y el del deporte en particular. Tengo el título de director deportivo; el de entrenador.
—¿Le gustaría tener una vinculación más directa?
—Es complicado. Los clubes ya no son como antes. ¿Desengañado? Podría ser. Me marcaron mucho los seis años en el Bolton, en Inglaterra (2002-08). En aquella época, los clubes allí eran muy familiares y se cuidaba sobre todo al aficionado. En España el fútbol es distinto. Los clubes son más una empresa. A nivel profesional se ha mejorado mucho, pero se ha descuidado al aficionado. Antes el jugador estaba más cerca.
—¿Echa de menos el balón, el vestuario, la vida del futbolista?
—Sigo jugando siempre que puedo. No echo de menos jugar a nivel profesional, la competición como tal, pero sí no jugar; el vestuario, las concentraciones, el tercer tiempo… Eso es lo más significativo que le queda a un futbolista, los amigos que ha hecho yendo de club en club. Hay que darse cuenta de que nosotros estábamos juntos todos los días y muchas horas, incluso más que con tu familia.
—Si le llamara un club para trabajar en un proyecto que le convenciese, ¿iría?
—Iría seguro, pero me gustaría rodearme de dos o tres compañeros que tuvieran voz y voto y me dijeran lo que piensan en todo momento. En el fútbol hay que saber escuchar. Tenemos el ejemplo de la selección argentina, Scaloni se ha rodeado excompañeros, de Ayala, Aimar, Samuel… y ahí están los resultados que está teniendo. Esa es la idea de la que hablo. Un equipo de trabajo cercano y, después, que te dejen trabajar que es lo más importante.
—¿Por qué cree que hay clubes que no quieren tener exjugadores en sus estructuras?
—Piensan que tenemos más fuerza que nadie de cara al aficionado o la opinión pública y eso es mentira. Nosotros nos llevamos las medallas en nuestro tiempo y ahora podemos ayudar. Sabemos de qué va esto. Los artistas ahora son los que juegan, pero no estaría nunca de más escuchar al exprofesional que sabe y entiende el mundo del fútbol. Nuestro papel sería enseñar a la gente nueva todas las cosas que aprendimos. Por supuesto, todo desde una actualización obligatoria porque el fútbol actual ha evolucionado mucho dentro y fuera del campo y no puedes querer imponer lo de antes porque no procede.
—Cuando usted jugó seis años en la Premier, ¿pensaba que se podía convertir en el monstruo que es ahora, que lo compra todo?
—Sí. Ya se vivía lo que podía llegar a ser. Cuando íbamos fuera del Reino Unido, era una locura. En España entonces eran dos clubes, el Real Madrid y el Barcelona, allí eran cuatro, cinco, seis… Ahora todo se ha multiplicado. El fútbol inglés ha evolucionado a nivel de organización mucho más rápido que todos los demás. No venden los derechos de televisión como vender de repente, ni de la nada. Llevan años haciéndolo. Los clubes se reinventan económicamente y ahora el que menos ingresa tiene 100 millones de libras para gastar.
—Hablemos de fútbol. Usted fue central y a mucha honra. Después de la posición de portero, la suya es la que más ha evolucionado en los últimos años. Ahora la tendencia es que los centrales jueguen con el portero en su propia área.
—Lo del portero es indiscutible. Ahora es un jugador más del equipo. Sobre el resto creo que lo que ha evolucionado es la forma de jugar del equipo en general y los centrales entran dentro de esa evolución. Todo comenzó con el Barça de Guardiola y luego la Selección. Todos quisieron copiar un poco y ahora es verdad que hay muchos equipos que salen jugando por el portero y los dos centrales. Lo importante es saber ser práctico. Los centrales lo que tienen que hacer es jugar a uno o dos toques y sacar la pelota rápidamente. Tenemos el ejemplo del Real Madrid, los centrales saben jugar el balón, pero también saben dárselo a los centrocampistas que son los que verdaderamente saben más de ello.
—Usted, en su época, más que tocar, lo que le gustaba era salir con el balón jugado en conducción… a lo Beckenbauer.
—Siempre me gustó tocar el balón, pero sabía cuándo podía hacerlo y cuándo no. Si podía, tiraba para adelante, sabía que si el delantero venía sobre mí se generaba un hueco donde podía dar el balón al compañero. Hay conceptos que se inventaron hace tiempo, pero que ahora se han puesto más de moda porque todo está informatizado, estudiado… El fútbol de mi época era más real que el de ahora que está todo más robotizado. Uno, dos y tres… y se juega así porque hay que jugar así. Echo de menos la libertad que había antes para jugar. A partir de tres cuartas partes del campo, el jugador tenía libertad. Entonces había extremos que te encaraban y te hacían sufrir. Ya no existen: Savio, Figo, Gustavo López… Y los mediapuntas eran jugadores de una gran calidad: Aimar, Julen Guerrero, Raúl cuando jugaba ahí… Jugaban a su libre albedrío, te encaraban. Jugaban como les salía de dentro. Ahora se habla mucho del toque, pero esa libertad que antes tenía el jugador para hacer cosas que no estaban programadas, ya no se hace…
—¿Y de su Real Madrid qué me dice? Porque usted es blanco-blanco…
—Que estoy feliz de verle como año tras año se le exige lo máximo y lo consigue. Cada año se autoreinventa para cumplir con todas las exigencias que se le pide. Lo de la temporada pasada es una locura. Ver a esos jugadores hacer lo que han hecho no tiene nombre. Es verdad que llevan muchos años jugando juntos. Se dice que muchos son mayores, pero ellos son los que más tiran del grupo. El tema de los mayores de edad ya no existe en el fútbol. Se cuidan, tienen nutricionistas, físicos particulares… Pueden llegar a la edad que quieran. Ver jugar a Luka Modric es un placer, parece que es un chaval. Después de todas las remontadas y todo lo que sufrieron, llegan a la final y la ganan tranquilamente. Todo lo que pasó la temporada pasada solo puede pasar en el Bernabéu.
—Ganó dos Champions… ¿Es mucho de contar batallitas a todo aquel que le quiera oír?
—No, no… A veces después de un partidito, nos sentamos a comer un asado y tomar una cerveza, a lo mejor cuento alguna cosilla… No es cuestión de nostalgia, pero sí es verdad que cuando voy por la Castellana y paso por el Bernabéu se me cae la lagrimilla. Hay que tener en cuenta de que, en España, en el club que más estuve, fue en el Real Madrid. Por supuesto que estoy agradecido al resto de los equipos en los que he jugado, pero las exigencias son distintas. En el Madrid, desde el primer día, te hablan de ganar. De ganar la Liga, la Champions, la Intercontinental. Me acuerdo de que recién llegado al club, fuimos al Mundial de Francia, en el 98, y me sentaba en la mesa con los Hierro, Raúl, Morientes… y solo hablaban de ganar. Y eso que yo venía del Mallorca, de pensar en la permanencia y haber sido cuarto, el año histórico del club… Tuve suerte de caer allí, en un grupo maravilloso que me permitió cumplir el único sueño que tenía de pequeño, que era ganar un título a nivel profesional, uno solo… y gané cinco.
—Si le pregunto por el partido de su vida, ¿usted me va a decir que la final de la Champions que le ganan al Valencia en París?
—Es casi obligatorio, es una final de la Copa de Europa y además la ganamos… pero tengo otros partidos en mi cabeza. Como el ascenso con el Alavés ganando a Las Palmas en Vitoria y metiendo gol. Alguno con el Valladolid… Me quedo con una charla con Luis Aragonés que tuve en el Valencia… Me quedo con el partido de Old Trafford, ya con el Madrid, aquel del taconazo de Redondo y los goles de Raúl. Sucedió algo que no había visto en mi vida. Con el 0-3, Old Trafford se puso de pie a cantar a su equipo. Nosotros nos mirábamos y no dábamos crédito. Yo pensaba, esto pasa en el Bernabéu y nos están matando y llamando de todo. Fue algo impactante.
—¿Y Luis Aragonés qué le dijo?
—Me dijo simplemente: ‘Mira chaval, yo no te he fichado, pero sí que me han dicho que eres muy bueno, así que me lo tienes que demostrar’. Que un entrenador me dijera eso era la… leche. Y pensé que ese entrenador era la… hostia. Luego tuve la mala suerte de lesionarme de los ligamentos del tobillo y cuando me recuperé, le destituyeron a él.
—Nació en San Sebastián y nunca jugó en la Real y tampoco en el Athletic.
—Cuando empiezas a jugar al fútbol en la playa de La Concha todos los niños piensan en vestirse la camiseta de la Real. Iba con mi padre y con mi tío, que eran socios, a Atotxa y disfrutaba más que nadie. Entonces se fumaban aquellos puros, los Farias, se iba con la bota de vino y yo con mi bocadillo de tortilla de patata. Atotxa era increíble. Viví las dos Ligas de la Real muy de cerca. Tenía seis y siete añitos. Salí a la calle. Reconozco que era un poco forofillo. Después ya cuando jugaba, la Real no funcionaba como ahora; se daba más importancia al euskera, al ser vasco. Yo había nacido allí, pero mis ‘papis’, no. Por decirlo de alguna manera, era una época más política. Me llamaron dos clubes, pero nunca me llamó la Real Sociedad. Luego estando ya en la Premier, me llamó el Athletic, pero no se hizo. El entrenador, Allardyce, me dijo que no me iba por todo el dinero del mundo. La verdad es que me hubiera gustado vestir la camiseta de la Real, por mi familia, por los sueños de mi infancia…
—Terminamos. Un tema personal. ¿Por qué decidió hacer público que en su etapa de jugador del Real Madrid había vivido varios episodios de crisis de ansiedad, que la presión no le permitía hacer una vida normal?
—Me salió así. Siempre he sido así y ahora tampoco he cambiado. Fui a Madrid de una manera y aunque mucha gente me quiso cambiar, nunca cambié. Que si la imagen, que si el pelo… Puyol tenía ese mismo pelo y nadie le dijo nada y se le conoce con esa imagen. Fui a hablar con el psicólogo de los pilotos de las Fuerzas aéreas españolas y me dijo; ‘Iván, tú sabes lo que es estar ahí arriba jugándote la vida y tú estás ahí abajo disfrutando de tu trabajo, el que te gusta, tienes repercusión, puedes enseñar cosas a los niños…’ Y entonces pensé que ese hombre tenía toda la razón del mundo. Y decidí que lo tenía que contar para normalizar la situación. No tenía que esconderme de nada. Le guste o no la gente. Si lo que me pasó a mí le pasa a mucha gente, por qué no lo iba a contar. Es una de las enfermedades más comunes del mundo. La tienen doctores, taxistas, abogados, empresarios… No pasa nada por decirlo.
—Lo pasado, pasado estaba.
—Lo que me sucedía tenía que sacarlo adelante yo, pero me apoyé en la familia y aquel vestuario me ayudó mucho. Era un grupo de amigos más que de profesionales. Me echaron una mano, me preguntaban, me animaban. Entonces no es como ahora, que se viaja en el día, que se convive menos en equipo. Aquel vestuario era una familia, tenía una convivencia de amistad. Venían a verme a casa. Comían y cenaban conmigo. Intentaban estar cerca mía.
—Por cierto, hoy se juega un Real Madrid-Mallorca.
—El Madrid viene de ganar un partido incómodo. Y lo ganó por su calidad y por los jugadores que tiene. El Celtic jugó francamente bien y a pesar de ello aprovechó sus oportunidades. Para el Mallorca es una prueba gigantesca para ver cómo se puede comportar cuando se enfrente a los grandes. Es un equipo solvente con su 1-5-4-1 en el que todos defienden por igual y que para salir vivo del Bernabéu tendrá que aprovechar algún balón largo a Muriqui o alguna acción a balón parado. Me imagino un partido muy complicado y tiene que evitar cometer errores.
—No está Benzema.
—Pero estará otro. Todos sabemos quién es Benzema. El Balón de Oro de este año, no por todo lo que hizo la temporada pasada, sino por el nivelazo ofrecido en las últimas temporadas. Muy pocos jugadores han demostrado su superioridad.
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