miércoles, 21 de septiembre de 2022

MAS QUE COCHES - Visita de la ITV móvil el 9 de septiembre ,. / Para Todos La 2 - ¡ Feliz regreso ! ,. / Gigantes de La 2 - Luis Suárez ,.- Jueves - 6 - Octubre . / ¡ Atención obras ! - Cine - Las pistolas cantaron la muerte,.

 

TITULO : MAS QUE COCHES - Visita de la ITV móvil el 9 de septiembre ,.

 

 Visita de la ITV móvil el 9 de septiembre,.

 

 

Policía Local Mancha Real в Twitter: „El próximo día 9 de septiembre, en  horario de 9,15 a 14,00 h, la Itv móvil se ubicará en el recinto ferial  para realizar inspecciones a

foto / . La unidad móvil de la ITV para vehículos agrícolas y ciclomotores permanecerá en Valverde de la Vera el día 9 de septiembre, de ocho y media de la mañana a diez, en la nave anexa al cementerio municipal. Los interesados pueden recibir más información y concertar cita previa en el teléfono 927 566 222.

 

TITULO:  Para Todos La 2 -  ¡ Feliz regreso !,.

 

  ¡ Feliz regreso !,.

 

 Cambio climático: Negacionistas ¿de qué? | Opinión | EL PAÍS

fotos / Aunque a menudo hablamos de una supuesta tradición ilustrada, en el fondo todos sabemos que la Ilustración dejó una herencia contradictoria y que la aparente coincidencia de los filósofos del siglo XVIII en su crítica del antiguo régimen escondía profundas diferencias de proyecto histórico, muy traducibles a diferentes concepciones de la buena vida, a diferentes formas de ver lo que hoy, con dos siglos de distancia, bien podríamos llamar, con más mesura y cierto optimismo moral, una vida 

 

 

 

decente.Nietzsche plasmó de forma paradigmática una primera y crucial contradicción entre Rousseau y Voltaire, el ciudadano de Ginebra y el señor de Ferney (en la rápida fórmula que daría título a un ensayo de Valentino Gerratana). Y no hay duda de que hay profundas distancias entre el deseo de retorno al mundo natural del primero y la clara apuesta por el desarrollo de lo artificial, del mundo de la cultura, en el segundo. Más discutible es suponer que esta dicotomía enfrenta al plebeyo y al noble, pues bien se puede pensar que el plebeyo es además un pequeño burgués desclasado, que por ello sueña con el retorno a un mundo natural, anterior y feliz, mientras el señor de Ferney apuesta por la racionalización de un mundo en progreso, pero en un progreso lastrado por las supersticiones y rutinas del antiguo régimen.

Todo esto es, por descontado, mala sociología: puro juego verbal de tertulia. Pero poco más era La destrucción de la razón, y tuvo alguna repercusión en su tiempo. Se puede seguir el juego, entonces, reconociéndolo como tal, e ir más allá. Podríamos pensar, por ejemplo, que en la tradición ilustrada se anudan dos ideas en realidad incompatibles: las promesas de libertad y de felicidad. La hipótesis que intento apuntar es la de que la promesa de felicidad es una idea regresiva y ovina, una simple aspiración de regreso al útero materno tan improbable como indeseable, mientras que la apuesta por la libertad y la razón es un proyecto emancipatorio tan encomiable como de antemano condenado a la tensión y la inseguridad. Prometeo, bien es sabido, no fue feliz. Quienes recibieron el fuego, por supuesto, tampoco.

En el pensamiento presuntamente progresista de nuestros días persiste esa mala combinación de las promesas simultáneas de libertad y felicidad. Entre nuestros intelectuales no faltan quienes lo repiten con clerical impudor desde los más altos púlpitos de la prensa diaria: si la democracia no sirve para hacer felices a los hombres, si el mero hecho de ser libres y capaces para decidir no garantiza una inmediata elevación del nivel de vida, ni tampoco la resolución de algún conflicto particular, entonces la democracia es ya imposible, pues no vale nada. Resucita así la vieja concepción bolchevique de la libertad: puro instrumento para conseguir fines superiores diseñados de antemano por el pensador radical que se cree representante de interés colectivo. Si la libertad no sirve para lograr los fines del intelectual jacobino, si no conduce ipso facto a las metas ideales de una sociedad por definición perfecta, la libertad es un lujo prescindible.

Se podría pensar sin gran injusticia que la promesa de una felicidad plácida es la herencia de Rousseau, la vena regresiva y conservadora de la Ilustración. Un reciente libro de María José Villaverde, Rousseau y el pensamiento de las luces, ofrece una imagen netamente conservadora de las ideas del ciudadano de Ginebra, pero aun sin aparato crítico es fácil ver las similitudes entre las añoranzas de una utopía rural del más ilustrado Rousseau y la concepción de la libertad y de la igualdad en Chesterton, el pensador de la restauración católica en la Inglaterra de comienzos de siglo. Y aquí Nietzsche se equivoca: podemos conmovernos con la prosa de Rousseau, podemos leer con placer a Chesterton sin compartir su apuesta moral, sin comprometernos moralmente. Pero lo que no podemos dejar de hacer es ver que su proyecto social sería volver a una edad de oro primitiva, darle la vuelta a la historia.

Si abandonamos la idea de que la libertad implica la felicidad, podemos hacer una lectura distinta de la tradición ilustrada. Podemos afirmar que la libertad es un valor en sí misma, pero que no garantiza la felicidad. Más aún, en cierto sentido la aleja. La persona que puede decidir, que debe soportar la carga de elegir, que debe resolver conflictos y tomar opciones a menudo dolorosas, seguramente está más lejos de la felicidad que el feto flotante en el líquido amniótico. Se puede discutir, claro, si hablamos de felicidad como capacidad de libre opción, de realización personal, o si sólo pensamos en la ausencia de tensiones, en eso que ya he etiquetado como concepción ovina de la felicidad. Me temo que todos pensamos en el fondo cuando hablamos de felicidad en la tranquila condición del rumiante más o menos satisfecho, en el consumidor de soma en el mundo feliz de Huxley o en la estúpida sonrisa del borracho o el drogado.

¿Se puede hablar de felicidad al describir el estado de ánimo de quien libre y conscientemente elige su destino en un mundo conflictivo y opaco lleno de tensiones y por ello de sentido para las decisiones del individuo realmente libre? Yo creo que la mejor herencia de la Ilustración no es la que hipotetiza un mundo reconciliado y trasparente, una posible utopía, sino la que llama a la responsabilidad y la lucidez, la que nos pide que construyamos nuestra propia historia. Hay que optar entre la seguridad de una identidad colectiva que nos aleje de tensiones y riegos y la vieja idea de una libertad basada en la lucidez y en la consiguiente conciencia de la responsabilidad.

Para quienes elijan la segunda opción no cabe creer en una fácil felicidad: la placidez del rebaño es otra cosa. Pero tampoco es posible creer en la superior amoralidad del héroe: Nietzsche, en este sentido al menos, fue un ilustrado. Se puede pensar aun así en un muy especial héroe desgarrado en su intento de conciliar la lucidez y la moralidad individual y el deseo de llegar al mejor resultado colectivo, se puede tratar de sobreponer la personalidad del gran hombre hegeliano a la realidad del ciudadano de a pie que todos somos a fin de cuentas. Qué seríamos sin la pasión blasfema de Ahab, qué quedaría de nosotros sin el pueril realismo de Ismael. De esa tensión, mal o bien, hemos crecido.

 

 

TITULO:  Gigantes de La 2 - Luis Suárez ,.- Jueves - 6 - Octubre ,.

Gigantes de La 2 - Programa de entrevistas, de cincuenta minutos de duración y emisión semanal, para La 2  Jueves -   6 - Octubre - 23:50 de Televisión Española.

 

 Luis Suárez,.

 

 

Luis Suárez: “En el fútbol de hoy se pierden las raíces”,.

El único jugador español con un Balón de Oro analiza el cruce europeo entre Barcelona e Inter y reflexiona sobre la pérdida de identidad de los clubes,.

 Luis Suárez: “En el fútbol de hoy se pierden las raíces” | Deportes | EL  PAÍS

foto - Luis Suárez (La Coruña, 1935), el único jugador nacido en España con un Balón de Oro (1960), vive desde hace 30 años con su esposa en un piso de un barrio sencillo a dos pasos de San Siro. Al arquitecto del mejor Inter de la historia le gustaba estar cerca de su gente, del club de sus amores. De camino al bar donde charla una hora con EL PAÍS, un local regentado por chinos en un pequeño centro comercial, le paran los chavales, se hacen selfies y escuchan con admiración lo que les cuenta en un italiano perfecto que, si cierras los ojos, suena a gallego. Mañana sus dos equipos se enfrentan de nuevo en Champions. “Hay ilusión”, explica. Pero él está un poco decepcionado por los derroteros empresariales del Inter que, como el bar donde toma café, ha encontrado nuevos dueños en la otra punta del mundo. “No saben ni quienes somos porque no tienen la cultura del fútbol. Un día alguien les dirá que me llamen porque es mi cumpleaños”, bromea mientras la camarera china le trae su capuccino de siempre y le llama por su nombre.

Pregunta. El Inter y el Milan, dos símbolos de la vieja potencia económica italiana, son hoy propiedad de empresarios asiáticos. ¿Qué impacto ha tenido eso?

Respuesta. Se pierden las raíces y la identidad. Ellos vienen a hacer su negocio, pero no les interesa el fútbol ni el Inter. La gente sigue yendo porque ve la camiseta y si gana, pues van tirando. Ahora ya no se puede hacer nada, no sabemos cómo acabará. No saben que para cobrar 100 euros más por un abono, tienes que tener un buen equipo. Han tenido suerte con este entrenador, que lo está llevando por el buen camino.

P. Cuando todas las empresas buscan tener fans, los equipos tratan a sus hinchas como clientes.

R. Ahí es donde se ve como son. Piensan en atraer a la gente que le gusta el fútbol para venderle sus productos, no los del Inter. Siempre habíamos triunfado sin eso, y la selección ganaba mundiales. Pero aquí se han dejado llevar exageradamente. Ha entrado en el fútbol un mundo que no tiene nada que ver con el nuestro. Ya no sabemos de qué moriremos.

P. ¿Cómo ha cambiado el club desde la marcha de los Moratti?

R. Primero vino un indonesio y demostró a lo que venía. Lo compró a un precio bajo en un momento de necesidad para luego vender un buen pedazo. Aquí ya ni vienen a los partidos y le han quitado el nombre de Angelo Moratti al centro deportivo para poner el suyo. Fíjese, cuando llegaron, le prestaban dinero al Inter con un interés del 10% . ¡Y nadie decía nada! Ya solo pedimos que vaya bien.

P. ¿Cómo ve este partido?

R. La gente está contenta, habrá mucho ambiente. Pero el Inter ahora es un buen equipo, no un gran equipo. No puede pensar en ganar esta competición todavía, pero la ilusión es hacer un buen campeonato y el año que viene intentar montar un equipo competitivo

P. ¿Hay tanta diferencia entre ambos equipos como pareció en la ida?

R. Sí, mucha. Quizá ahora se notará menos, porque el Inter echará el resto y el Barcelona quizá descanse un poco. Pero hay cinco o seis equipos muy superiores al Inter hoy en día en esta competición.

P. ¿Qué ha aportado Ernesto Valverde al Barça?

R. Ha llegado en un momento difícil. Lo más importante, después de Cruyff, lo aportó Guardiola y venir detrás de él era complicado. En algunos momentos, Luis Enrique logró cosas muy buenas. Pero Valverde ha llegado tarde y no están los mismos jugadores que tenían los otros. Una base catalana de un nivel que no era normal.

P. El entrenador también influiría.

R. ¡Claro! Pero la táctica está fija, no es móvil. Y después cuando vas al campo y pita el árbitro, empiezan a moverse todos. [Se ríe] ¿Y ahí de quién dependes? Mire, los grandes jugadores sirven para que cuando el partido no transcurre como ha preparado el entrenador, y eso es el 99,99% de las veces, lo arreglen. Él ya tiene suerte si el que pasa por delante le escucha. El de la otra banda, ¿crees que oye algo? Y en eso el Barcelona tuvo unos años maravillosos.

P. Inter y Barça han sido dos modelos de fútbol antagónicos, pero usted triunfó en los dos.

R. El Inter tenía una manera de jugar completamente distinta, sobre todo cuando llegué. Había marcajes al hombre, el líbero detrás… Yo venía del Barça donde ya se jugaba un fútbol de ataque y habíamos metido 100 goles. Aquí bajé mi media goleadora muchísimo, me sacrifiqué para poder ganar títulos.

P. ¿Y no era más feliz jugando en el Barça?

R. Un poquito más. Pero si sabes jugar te diviertes siempre. Y si ganas, todavía más. Yo tuve la suerte de hacerlo mucho.

P. Esos dos modelos de juego se vieron muy claramente en la eliminatoria de Champions con Mourinho en 2010.

R. Sí, eran los dos extremos. Y Mourinho es muy inteligente y sabía que, pese a tener un buen equipo, no podía competir al 100% contra el Barça. Y se las ingenió para ganar. Mire, si el juego es bonito y no ganas, la gente se cansa. Pero lo ideal es lo que hizo Guardiola.

P. ¿Le gusta su fútbol?

R. Es un fútbol técnico y, en realidad, lo empezó el holandés. Él a su manera fue tocando cosas. Era un fútbol de calidad porque tenía grandes jugadores. Yo, después de cuatro o cinco pases me hubiera cansado y hubiera buscado algo más profundo. [se ríe]

P. ¿Iniesta es el jugador más parecido a usted?

R. Técnicamente sí. Pero Pirlo se parecía más a la forma de interpretar los partidos. Tenía un fútbol muy amplio. No solamente hacía el corto, y tenía más gol que Iniesta. Yo le traje al Inter. Pero luego terminaron regalándoselo al Milan, le dieron a Pirlo y a Seedorf, y nos mandaron a aquí a un argentino. Hicieron lo mismo con Ronaldo. Pensaron que no iba a recuperarse y luego ganó un Mundial.

P. Usted y él fueron los grandes robos de la Serie A a la Liga. Hoy eso ya no sería posible.

R. Ahora se van a España los de aquí. Vino Cristiano, pero no fue cuestión de dinero. Yo mismo me vine al Inter, que era un equipo normal.

P. ¿Por qué se fue del Barcelona?

R. El Barça tenía algo de necesidad económica. Pero además, la afición creó una rivalidad entre Kubala y yo y la tomaron conmigo. Todos los partidarios de Kubala, que era toda la grada, como es natural, iban contra mí. Me silbaban en todos los partidos, era increíble. Gané el Balón de Oro en 1960 con el Barça, pero seguían haciéndolo. Y Helenio Herrera, que se fue un año antes, le dijo a Moratti: “¿Usted quiere ganar? Pues tráigame a este jugador”. Fue necesidad y la situación creada.

P. Entonces, ¿el Barcelona pudo haber hecho más?

R. Sí. Bastaba que pusiera las cosas en su sitio y yo me hubiera quedado. Pero no podía salir cada día al campo y que me silbaran 100.000 personas. ¡De los míos! Quizá por eso marcaba más fuera de casa.

P. ¿Cómo lo digirió?

R. No era una situación normal. Y cuando iba a la selección y me sentaba a comer con Di Stefano me decía: “Che Gallego, si no te quieren, vente a Madrid”. Pero entonces los jugadores no íbamos donde queríamos. Yo me hubiera quedado en el Barcelona, con los compañeros y la ciudad era perfecto. Y yo jugaba bien...

P. ¿Le obsesiona alguna jugada o partido de aquella época?

R. La final de la Copa de Europa en Berna con el Barcelona (1961). Fue mi último partido y de las tres finales que jugué, era la que tendría que haber ganado por cómo fue todo. Me quedé muy mal. Cada vez que oigo a alguien que se queja por algún palo, pienso que nosotros tiramos cuatro y uno, incluso doble. Fue una maldición.

P. Usted ganó el Balón de Oro y fue plata dos veces. ¿Llegó a obsesionarse con ese premio como pasa hoy?

R. ¡Qué va! Entonces no se pensaba en estas cosas. La publicidad era infinitamente menor. Cuando me lo dieron, vino el director de L’Équipe a un partido de Liga: me lo entregó, se lo di al masajista y se lo llevó al vestuario cuando empezamos. No ofrecieron una cena ni una merienda o un aperitivo. Nada. El cambio ha sido brutal. Las marcas deportivas del jugador y del equipo aprovechan para sacar tajada.

P. ¿Cómo puede ser que no lo haya ganado ningún otro español?

R. Iniesta tendría que haberlo ganado. Ganó la Liga y el Mundial, marcando el gol decisivo. Pero ese trofeo tiene cosas raras.

P. Usted le dio dos Champions al Inter y casi una tercera. Di Stéfano cinco al Madrid. ¿El Barça ha desaprovechado a Messi?

R. El Barça ha tenido equipo para ganar más, pero la eliminación directa tiene estas cosas.

 

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 Las pistolas cantaron a muerte


 

Reparto

 

 

 Tom es un buscador de oro que recibe el mensaje de un amigo de su pueblo natal pidiéndole que regrese. Cuando lo hace, encuentra el lugar dominado y atemorizado por el hacendado Señor Scott y su sanguinario hijo Jason, sin que nadie se atreva siquiera a cuestionar su métodos. Todas las personas que podrían procurarle información, incluso el amigo que le mandó la carta, son asesinados impunemente uno tras otro.

 

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