Juego de Niños - Radioaficionados listos por si se cae Internet. ,. Sábado -18- Abril ,./ LA PANTERA ROSA - Y LUKE LUKE - Pactos de la Moncloa: Parecidos, pocos; diferencias, muchas ,. / EL CLUB COMEDIA - Eugenio (humorista),.
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Juego de Niños - Radioaficionados listos por si se cae Internet,. , Sábado -18- Abril.
Juegos de niños,.
Sabado -18- Abril a las 22:00 por La 1, fotos,.
Juego - Radioaficionados listos por si se cae Internet,.
Radioaficionados listos por si se cae Internet,.
Su
actividad aumenta durante el confinamiento, un periodo en el que pueden
ser vitales para mantener las comunicaciones en caso de pérdida de
redes,.
Miguel Díaz junto a sus equipos técnicosen su domicilio de Cáceres.
Es
una afición que sigue viva a pesar de que Internet ha hecho sencillo el
comunicarse con el mundo exterior. Pero no todo van a ser
videoconferencias en estos tiempos de confinamiento. Los
radioaficionados de la región intensifican estos días sus
comunicaciones, a través de sus estaciones analógicas domésticas. La
situación de aislamiento por la COVID-19 hace que haya más tiempo para
todo tipo de hobbies y que las ganas de hablar con los que están lejos
hayan crecido. En la región hay alrededor de medio centenar de
radioaficionados en distintos puntos. Muchos de ellos forman parte de la
URE, la Unión de Radioaficionados Españoles, que cuenta con
agrupaciones en cada una de las dos provincias
Francisco Javier
Rodríguez forma parte de este mundo en el que no todo es ocio, sino que
brinda la posibilidad de tender lazos de ayuda. Muchas estaciones de
radioaficionados forman parte de la Red de Emergencias de Radio (Remer)
integrada en la Dirección General de Protección Civil del Ministerio del
Interior. Javier es el coordinador de la provincia de esta red. Explica
que ahora están en estado de prealerta. «En caso de que cayeran las
comunicaciones por cualquier circunstancia somos nosotros los encargados
de establecerlas a través de nuestros medios». Hay una organización
interna con un grupo de despliegue inmediato en caso de necesidad.
En
la Subdelegación de Gobierno hay un centro de coordinación de todos los
servicios de emergencia, una especie de unidad de operaciones a través
de la cual estos radioaficionados seguirían órdenes en caso de que se
necesitara. «Si por ejemplo en la Cruz Roja o en el cuartel de la
Guardia Civil o en la Policía Nacional se quedan sin comunicaciones,
somos nosotros los encargados de abastecérsela». En la propia
reglamentación se indica de que, en caso de necesidad, cualquier
radioaficionado está obligado a poner su instrumental a disposición del
Gobierno, forme parte o no de Remer. El confinamiento ha hecho que todo
el mundo esté conectado a la red a nivel mundial, lo que puede generar
caídas. En el caso de que la red se sobrecargara tanto que impidiera la
comunicación, ellos serían garantes de la misma. Habitualmente al pensar
en una situación de peligro o catástrofe nuestra mente evoca terremotos
o inundaciones, pero el confinamiento también puede generar riesgos
para la comunicación. «Nuestra red es totalmente analógica, con una
batería, un equipo y una antena te puedes poner en cualquier sitio»,
afirma este amante de las ondas.
Francisco Javier Rodríguez.. Más
allá de todo eso Francisco Javier Rodríguez, que trabaja en una tienda
de muebles cerrada estos días constata que la actividad se ha
incrementado. Los indicativos, que a cada aficionado le concede la
Dirección General de Telecomunicaciones, son la seña personal de cada
uno de los radioaficionados. «Notamos que hay indicativos nuevos, que
estaban ahí en el cajón y que debido a esta situación extraordinaria
mucha gente está volviendo a desempolvar sus equipos».
Concursos
Miguel
Díaz es otro apasionado extremeño de la radioafición. «Las
conversaciones estuvieron centradas en el coronavirus en los primeros
días, ahora es más sobre la vida en casa, cómo organizarse», explica
este técnico de Canal Extremadura . Sus contactos en estas jornadas han
sido con aficionados nacionales y también con un francés. En su caso, y
debido a que trabaja fuera de casa no ha incrementado las horas de
conexión. Miguel se enamoró de este hobbie siendo un niño. Actualmente
la media de los usuarios de este tipo de comunicación por radio es de
unos 55 años. «Internet y la telefonía móvil le pegaron un bofetón
importante a este campo».
El mundo de la radioafición tiene una
especie de diplomas que se conceden aprovechando distintas efemérides.
Determinadas estaciones llamadas 'manager' cuentan con letras o
referencias. Al contactar con ellas se logra una de ellas, que van
formando la palabra o la referencia indicada. Así fue hace dos años por
ejemplo con el aniversario de Cervantes. Ahora se está haciendo con la
COVID-19, en donde se forman lemas como el ya célebre 'Quédate en casa'.
La Semana Santa también se ha convertido estos días en un
elemento que pivota la actividad de los radioaficionados en busca de sus
referencias y diplomas Es, como reconocen tanto Miguel como Francisco
Javier, una forma lúdica de enfocar una actividad llena de pasión por la
técnica y de ese interés permanente del hombre de saber qué hay más
allá.
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LA PANTERA ROSA - Y LUKE LUKE - Pactos de la Moncloa: Parecidos, pocos; diferencias, muchas ,.
LA
PANTERA ROSA - Y LUKE LUKE - Pactos de la Moncloa: Parecidos, pocos; diferencias, muchas ,fotos.
Pactos de la Moncloa: Parecidos, pocos; diferencias, muchas,.
Integrantes de los partidos políticos que participaron en 1977 en los Pactos de la Moncloa.
Pedro
Sánchez quiere reeditar los históricos acuerdos en un ambiente político
envenenado que nada tiene que ver con el espíritu de compromiso
histórico que guio a los que impulsó Adolfo Suárez,.
Una
reciente encuesta apunta que nueve de cada diez ciudadanos quieren un
acuerdo entre las fuerzas políticas para hacer frente la crisis
económica y social que dejará el Covid-19. El mismo sondeo señala que
ocho de cada diez creen que los partidos serán incapaces de pactar.
En 1977 no había esos estudios, aunque de haberlos es muy probable que
el apoyo al acuerdo fuera similar, pero también es muy factible que el
sobresaliente escepticismo actual fuera mucho menor, o inexistente.
Los
acontecimientos de los últimos cinco años (cuatro elecciones generales,
meses de gobiernos paralizados, ausencia de acuerdos) alimentan a los
descreídos. Esa es una de las grandes diferencias. En 1977, los partidos
y sus líderes gozaban de buen cartel, hoy son vistos como un problema.
No hay más que leer los barómetros del CIS.
Tomar
los Pactos de la Moncloa como faro para afrontar la crisis
socio-económica que se avecina es un fetichismo histórico que conlleva
riesgos. Sobre todo el de no estar a la altura. Pero el
Gobierno de Pedro Sánchez está empeñado en izar la bandera de esos
pactos como reclamo para un «gran acuerdo de reconstrucción nacional».
Consenso frente a disenso/Climas políticos en las antípodas
Octubre
de 1977. Las primeras elecciones se habían celebrado cuatro meses
antes. UCD era la primera fuerza, el PSOE lideraba la oposición, los
comunistas y los vestigios del franquismo de Alianza
Popular jugaban un papel secundario. Los nacionalistas vascos y
catalanes habían mostrado sus cartas. Adolfo Suárez lanzó la operación
que venía pergeñando desde un año antes. El PCE se adhirió desde el
primer momento y dejó en una incómoda situación a los socialistas de
Felipe González, que, a rastras, se sumaron. El PNV y el Pacte
Democrátic per Catalunya, antecedente de CiU, también se incorporaron.
La AP de Manuel Fraga se resistió, pero bajó la cerviz.
Tras
unas maratonianas reuniones en la Moncloa el 7 y 8 de octubre, el 25 y
26 de ese mes se firmaron el Acuerdo sobre el Programa de Saneamiento y
Reforma de la Economía, y el Acuerdo sobre el Programa de Actuación
Jurídica y Política. Era el primer gran consenso de la Transición y puso
los cimientos de los derechos y libertades plasmadas un año después en la Constitución.
Abril
de 2020. Las últimas elecciones se han celebrado hace cinco meses tras
un lustro de inestabilidad, cuyo fin no se vislumbra. Lo único que une
al arco parlamentario son los minutos de silencio por los muertos en la
pandemia y los aplausos vespertinos a los sanitarios. Las fuerzas
políticas no tienen la sensación de enfrentarse a una misión del calado de asentar la democracia. La situación es extraordinaria, pero el espíritu no es histórico.
Pedro
Sánchez pretende reeditar los acuerdos de 1977 con el argumento de que
tras el Covid-19 la vida política deberá regirse por otros códigos. La
democracia está asentada y no corre peligro, pero el futuro es un albur.
El momento tiene similitudes, pero los partidos no son los mismos
y la talla política de sus líderes, tampoco. El PSOE recuerda poco a la
pujante organización de hace 43 años. El PP y Pablo Casado buscan su
lugar en el tablero político ante la irrupción de una extrema derecha
dedicada a liquidar los usos y costumbres de casi medio siglo de
democracia. A la izquierda del PSOE, Unidas Podemos se resiste a ver
como desaparecen sus señas de identidad en un Gobierno de coalición. El
nacionalismo catalán tampoco conserva la conciencia de Estado de antaño y
no se siente concernido por nada que se refiera a España. Con todo,
Sánchez ha encontrado complicidades en el centrismo pendular de
Ciudadanos, en los socios de Podemos, obligados por su sociedad
gubernamental, y en el PNV pragmático de los últimos años.
Raquitismo frente a fortaleza/Un poderío económico dispar
Hace
43 años, España era pobre y estaba al borde de la suspensión de pagos.
El aparato productivo era débil, la inflación bordeaba el 30%, el paro empezaba a dispararse,
la Seguridad Social no existía, la política fiscal era casi
inexistente, y se podría seguir con una ristra de indicadores negativos.
Todo ello en medio de una crisis mundial, la del petróleo, y un cambio
de reglas en el sistema monetario internacional con la liquidación de la
paridad entre el dólar y el oro.
Ya lo dijo el entonces ministro
de Economía, Enrique Fuentes Quintana: «O los demócratas acaban con la
crisis o la crisis acaba con los demócratas». El Gobierno de UCD tenía
claro que solo no iba a sacar al país del marasmo económico.
Necesitaba a los partidos, pero también a empresarios y sindicatos.
Había que repartir sacrificios. Tocaba, por ejemplo, bajar salarios y
legalizar huelgas o devaluar la peseta y contener la masa monetaria.
La
respuesta fue desigual. CC OO, con Marcelino Camacho al frente y de la
mano del PCE, fue un motor del pacto. UGT, con Nicolás Redondo, se
resistió pero firmó. La patronal CEOE, recién creada y liderada por
Carlos Ferrer Salat, fue la principal detractora de la operación.
España
hoy es una potencia media, pero la crisis económica que asoma por la
puerta es de dimensiones bíblicas. Se avecina, al decir de muchos
expertos, la peor recesión desde la Guerra Civil. El
paro, según las proyecciones, escalará a tasas de entre el 20 y 25%, lo
que significa entre cinco y seis millones de desempleados, y el
retroceso del PIB será de dos dígitos. Amén de otros indicadores en rojo
intenso.
Pero, a diferencia de 1977, la economía ha superado el
raquitismo de antaño, tiene resortes para afrontar la situación. El
exministro José Luis Leal, uno de los 'cocineros' de los Pactos de la
Moncloa, sostiene que en esa diferencia de solidez está la clave,
pero también apunta que el método de entonces puede servir ahora. El
plan de reactivación, propone, debe ser concreto pero flexible para que
los actores (partidos, sindicatos y empresarios) se vean reflejados.
La
respuesta, aparte de la desigual reacción de las fuerzas políticas, es
cautelosa por parte de las organizaciones de trabajadores y la patronal.
Reina el silencio sobre su participación en los acuerdos de reconstrucción.
Además,
a diferencia de 1977, hay salvavidas externos. Existe la Unión Europea.
Con dificultades sin fin y negociaciones agotadoras, Bruselas ha
aprobado un paquete de ayudas con medio billón de euros
para los países más golpeados por el Covid-19. No son los reclamados
eurobonos ni el plan Marshall, pero es una tabla a la que agarrarse.
Los
Pactos de la Moncloa, en definitiva, permitieron neutralizar las
consecuencias negativas, políticas y sociales, del ajuste económico. Lo
que suceda ahora está por ver.
Comenzó su camino artístico en 1965, formando el dúo musical "Els Dos" junto con su esposa, Conchita Alcaide, quien moriría de cáncer en mayo de 1980.
En la década de 1980 se hizo famoso como narrador —él decía «intérprete»— de chistes —tampoco le gustaba esta palabra; prefería «historias» o «cuentos»—.2 Su humor era absurdo y parte de su efectividad residía en su semblante permanentemente serio —«sólo me río cuando cobro», solía decir—,2
en los cambios de ritmo que imponía apoyándose en las pausas para beber
y fumar o encender los cigarrillos y en que no necesitaba recurrir a
ninguna imitación de voces o acentos. Sus actuaciones eran en español, con un notado acento catalán, y de vez en cuando soltaba alguna palabra o expresión típica catalana, como por ejemplo «carall», «coi», «home», «au», «hosti tu», «la mare de déu», «nen», entre otros.
Actuaba siempre vestido de negro, sentado habitualmente en un taburete con una bebida —vodka con zumo de naranja o refresco de limón— y un cigarrillo —Ducados—.
Contaba los chistes con un fuerte acento catalán, intercalando a menudo
algunas palabras y expresiones en catalán al contar los chistes en
castellano. La frase con la que iniciaba las narraciones, «¿Saben aquell que diu...?» [¿saben aquel que dice...?], da ejemplo de ello.
Eugenio disfrutó de una gran popularidad durante los años 1980, cuando se multiplicaban sus actuaciones en vivo y sus apariciones en televisión, y las grabaciones de sus chistes, en soporte casete, se vendían por doquier. Después, a principios de la década de 1990, se apartó de los escenarios, reapareciendo en la escena pocos años antes de su muerte, con el espectáculo Érase otra vez... Eugenio. En esa época tuvo un ataque al corazón del que se recuperó, pero los médicos le advirtieron que no sobreviviría a un segundo.3
Sufrió depresión durante los últimos años de su vida, a raíz de la muerte de su hermano José Luis en 1996.4 Se refugió en la pintura y el esoterismo.
El día del nacimiento de su primera nieta, Eugenio le dijo a su hijo que "no podía más y quería morir". Al día siguiente murió.
"Murió de pena", explican sus hijos, el 11 de marzo de 2001,5
a los 59 años de edad. Tenía dos hijos, Gerard (1969) e Yvens (1971),
de su primer matrimonio con Conchita Alcaide, y un tercero, Eugeni
(1986), de su relación con Conchita Ruiz. Se casó una segunda vez con
una mujer llamada Isabel Soto en 1997.
En octubre de 2018 se estrenó un documental sobre su figura.1
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