jueves, 10 de septiembre de 2020

Metrópolis - Una entrevista ,. / Retratos con alma - Edu Galán: "Yo querría una izquierda retadora y no esta de ahora, tan boba". / DIAS DE TOROS - Paco Ureña será apoderado por la Casa Lozano,.

TITULO: Metrópolis - Una entrevista ,.
  
 El lunes -14- Septiembre los lunes a partir de las 00:30, en La2, foto,.


 

Una entrevista,.


Las seis preguntas más frecuentes de una entrevista de trabajo - Entre  EstudiantesQUIENES conocen bien el valor de las argumentaciones políticas sostienen que no hay debate con enjundia si, a las primeras de cambio, alguno de los ponentes apela al consabido caso del nazismo y subraya –con énfasis, por supuesto–, que Hitler conquistó el poder a través de una elección democrática. Aquella 'anomalía' de la Alemania del Tercer Reich no invalida la primogenitura del sistema democrático sobre todos los demás sistemas. En esa batería de razonamientos se inscribe también la famosa 'boutade' de Borges: «Para mí la democracia es un abuso de la estadística». Yo creo que cuando se parte de argumentaciones tan anémicas, cuando la calculadora trabaja sólo con unos pocos decimales, el resultado final necesariamente es erróneo, inservible. Guisos de populismo y sal gorda.
Hace unos días, César Coca publicaba en los periódicos regionales de Vocento, una magnífica entrevista con el catedrático de Sociología Víctor Pérez Díaz, doctor en Derecho y Ciencias Políticas por la Complutense, doctor en Sociología por Harvard y profesor visitante en universidades tan prestigiosas como Nueva York, Harvard, California o el MIT de Massachusetts. En la primera pregunta, Coca plantea lo siguiente: «La imagen de la clase política es, por encima de cualquier otra consideración, la de una gran división. ¿Está también dividida la sociedad española?». La respuesta de Víctor Pérez Díaz no deja lugar a dudas: «La sociedad española está mucho menos dividida o polarizada de lo que está la clase política, y de lo que, en general, reflejan los medios y los comentaristas en el espacio público. Algo parecido sucede en todo Occidente. Aunque la opinión política, mediática, y académicamente correcta suele ser la contraria, en realidad, las gentes del común suelen tener unos sentimientos identitarios más complejos, y su modo de estar en el mundo es más abierto a probar y a experimentar, y son más capaces de escuchar, que sus élites».
En este tiempo en que los gabinetes de comunicación política se empeñan de manera insistente en cultivar la idea de la polarización, de la división radical en bloques irreconciliables, 'por el interés te quiero Andrés', esa respuesta del catedrático Víctor Pérez Díaz me parece que es el mensaje más estimulante y esperanzador que puede recibir el españolito de a pie; es decir, la inmensa mayoría a la que denominamos sociedad civil. Por tanto, aunque a veces creamos ser víctimas de la propaganda o de la confusión partidistas, de los argumentarios y clichés que 'declaman' los políticos, en opinión de Pérez Díaz no es así, pues «la mayor parte de la gente vota sin entusiasmo, pero no se deja engañar», «incluso cuando parece que vota por meros sentimientos, utiliza bastante el sentido común». Confío en que la 'sensatez' demostrada por los españoles en las últimas décadas dará sus frutos frente a unas élites políticas alicortas en sus aspiraciones y, en general, poco generosas con el adversario, al que siguen mirando como enemigo de clase –o de partido–, antes que como simple conciudadano o compatriota.



TITULO:  Retratos con alma  - Edu Galán: "Yo querría una izquierda retadora y no esta de ahora, tan boba"   ,.

  La periodista Isabel Gemio regresa a la televisión para presentar 'Retratos con alma', el nuevo programa producido por RTVE en colaboración,.  

   Lunes -14- Septiembre a las 22:40 horas en La 1 / fotos,.


Edu Galán: "Yo querría una izquierda retadora y no esta de ahora, tan boba",.


Es un tipo incombustible, discípulo del filósofo Gustavo Bueno y defensor de la agitación inteligente. En 'El síndrome Woody Allen' (Ed.Debate) descarga contra todo: "No soporto la estupidez del buenismo, que es de una maldad incalculable". Y así.

Es la otra mitad del dúo satírico Mongolia. Nació en Oviedo en 1980. Estudió Psicología. También es lúcido y desafiante. En El síndrome Woody Allen (Ed. Debate) arremete contra la empatía y los fetiches sentimentales de la actualidad. Un ensayo agitador donde también estudia los viajes de ida y vuelta del movimiento #MeToo y advierte del peligro de la causocracia.
¿Estamos ante una nueva cruzada moral, como advierte el sociólogo Frank Furedi?
El Síndrome Woody Allen apela a eso. El de Allen es un caso muy popular, juzgado y terminado legalmente, alrededor del cual se sigue discutiendo. Este caso explica muy bien esa idea de cruzada moral. A mí él me da igual como individuo: es un multimillonario muy talentoso y trabajador al cual escribir una autobiografía le ha venido muy bien. Pero a mí me sirve para entender cómo se articulan, y por qué, esas cruzadas morales.
¿Qué busca en 'El síndrome Woody Allen'?
Rebelarme al momento que atraviesan las democracias occidentales. No es poco.
Habla de un hombre que legalmente está fuera de duda, pero socialmente estigmatizado.
Él no llegó ni a juicio, pero eso no nos vale. Y aunque fuese culpable, dudo mucho que tuviese derecho a reinserción. Lo interesante es cómo se señala a alguien después de pasar por una investigación durísima, aunque lo haya absuelto. La cruzada es doble: en lo que parece que hizo (aunque nadie pudiera demostrar que lo hiciera) y en el apetito paranoide por devastar también su obra y de su trabajo como actor. Así que lo delirante es que no sólo se intenta linchar al ser humano, sino a la ficción que ese ser humano ha interpretado en películas de ficción.
Cita a Daniele Giglioli con una frase con filo: «La víctima es el héroe de nuestro tiempo».
La víctima tiene prestigio cuando es víctima de determinados hechos con los que la sociedad empatiza más.
¿Cuáles son esos?
Los que te pueden pasar también a ti. Lo que le suceda a un royinga nos da igual, pero lo que le pueda pasar a un tipo de nuestra comunidad nos alerta mucho. Las redes, que son grandes herramientas de mostrar el yo, han entendido que la mercancía más valiosa es exhibir el yo. Nada refuerza más que autoproclamarte. Y más aún, si eres víctima de algo: de la gordofobia, de la diferencia sexual, de lo que sea. Incluso víctima del trabajo, cuando lo hay. El capitalismo te ofrece un constructo barato que se llama 'síndrome posvacacional' para que no te sientas incómodo como víctima de la vida normal. Con la pandemia ha sucedido lo mismo. Hay quien habla del síndrome postraumático del confinamiento. Pues mire, no. Usted lo pasa mal como todos. Es repugnante ese afán de sentar una víctima a tu mesa.
Parece que la empatía no está entre sus preferencias.
Este ensayo está escrito en contra de la empatía.
Asunto sinuoso...
Fíjese, hoy si alguien no es empático es un cerdo absoluto. Qué pobreza. La empatía sólo sirve para los que son como tú. Mucho Black Lives Matter en las redes, pero casi nadie sabe dónde coño está la Cañada Real, que es un infierno de marginación que nos necesita más que el negro de EEUU. Si quiera porque nos pilla a 20 minutos del centro de Madrid.
¿La realidad es un campo moralmente minado?
Lo es. Y ayuda a la idea de que la sociedad occidental vive instalada en la ansiedad del compromiso. Ansiedad de no ofender, de señalar lo inadecuado, de no exhibir cuerpos que no se ajuste a los estándares... La turba manda. Y en eso juegan un papel principal la tecnología, que favorece a los predicadores calvinistas. Las redes sociales nos han dado la posibilidad de delatar, reforzar la ortodoxia y ser aplaudidos por ello.
El movimiento '#MeToo' está en la diana de sus dudas.
Antes de hablar del #MeToo hay que dejar claro que no es exactamente el feminismo, sino una de las posibilidades de los muchas corrientes del feminismo que existen. De buena fe todos quieren conseguir los mismo, cada cual con su método. Pero el #MeToo creo que fue una explosión más que un movimiento. Un estallido comunicativo que denuncia una realidad desigual y busca a los culpables. En muchas ocasiones no trabajan por un cambio estructural, que es lo importante, sino por hacer ruido en redes.
Pero sí es una denuncia.
Lo es, pero ha pasado de una acción necesaria a un pataleo muchas veces infantil. Cuando una banquera o una señora del Opus Dei, como ha sucedido últimamente, se declaran feministas es necesario sospechar. Cuando una palabra vale para todo y para todos, malo. El #MeToo se ha convertido en una expresión mágica, como las palabras resiliencia, tolerancia, empatía... Puro placebo.
En el Síndrome de Woody Allen también arremete contra la causocracia. El objetivo de una presunta buena causa justifica la manera de llegar a ella.
Es que se han utilizado buenas causas para justificar tropelías. O peor: si no ves en Lolita una apología de la pederastia o en Balthus a un perverso menonero eres un peligroso machista que favorece la violencia heteropatiarcal. Eso es intolerable. Detrás de eso hay un individualismo asqueroso. Y el lugar de difusión de todo eso es, principalmente, Facebook y Twitter, espacios llenos de maldad e idiotez.
La industria del cine en Hollywood anuncia que a partir de 2024 exigirá en los guiones y películas estándares de diversidad. ¿Es pedagogía o estrategia?
Está muy bien, ¿pero eso incidirá en los problemas estructurales de esa industria para la diversidad de humanos que los sufren? Porque está muy bien que haya negros, asiáticos y lesbianas haciendo de negros, asiáticos y lesbianas. Pero la realidad es que a los técnicos (sean de la raza, el género o la preferencia sexual que sean) los seguirán pagando mal. Lo que importa es lo que se ve. La diversidad detrás de las cámaras no le importa a nadie. ¿Es eso a lo que se refieren? Cuando Hollywood toma esas decisiones hay que preguntarse por qué. Son decisiones inanes, propias de un cine estándar que dispensa placebos. Si las medidas no son estructurales, lo que proponen es una ñapa. Que en Star Wars haya un negro no va a mejorar la realidad de los negros en EEUU. Eso es muy de la izquierda de ahora.
¿La izquierda de hoy?
Hay una izquierda convencida de que para llegar a más gente hay que disfrazarse. Está encantada con la simbología que genera, pero desprecia al trabajador y a las clases sociales que defendía. Es paternalista e infantil... Pero dejemos de hablar de Podemos... Yo querría una izquierda retadora, alejada de esta izquierda psicologicista y boba.
¿Por qué es usted ahora 'juancarlista'? Qué raro.
Pues lo soy. Por ir a la contra. Yo fue muy anti Emérito cuando era incómodo. Lo que ha saliudo ahora se sabía desde el 82. Ahora es el pimpampun que hace 10 años te amenazaba o te intentaba hacer callar. Somos unos hipócritas. Lo que él ha hecho fue permitido y alentado por muchos. El problema no es él, sino el sistema en el que él pudo hacer lo que hizo, amparado. Como siempre, llegamos tarde a la verdad, así que como decía el Fary de los chavales, dejémoslo que camele.
¿Y la Justicia es igual para todos?
Claro que no. Pero el problema no es la Justicia, sino la aplicación de la Justicia. Y ahí es donde la jodemos. Pero por eso no dejo de creer en ella, sino que aspiro que no nos vuelvan a condenar a los de Mongolia por hacer un chiste sin ofensa sobre Ortega Cano.

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