TITULO:REVISTA FARMACIA - Médicos en pie de guerra contra García ,.
REVISTA FARMACIA - Médicos en pie de guerra contra García , fotos,.
Médicos en pie de guerra contra García,.
El detonante de la explosión de los facultativos contra el Ministerio han sido las jornadas laborales,.

No es de extrañar que los médicos se levanten contra la ministra de Sanidad y su proyecto no consensuado de Estatuto Marco. La señora Mónica García se ha formado políticamente en una cultura en la que la negociación y el diálogo no tienen demasiado hueco, pues en el mundo del comunismo las decisiones no se acuerdan, sino que se imponen y listo. Claro que los profesionales de la medicina no parecen estar dispuestos a aceptar sin más lo que les llega del Ministerio, como se puso de manifiesto en la manifestación del pasado jueves en la capital de España.
El detonante de la explosión de los facultativos contra el Ministerio han sido las jornadas laborales. Los médicos en nuestro país están muy poco reconocidos y claramente mal pagados. Mientras no se les muevan sus insuficientes condiciones actuales, siguen trabajando sin protestar, aunque insatisfechos, pero cuando se les pretende alterar el marco regulatorio de su actividad, sin apenas ser consultados, reaccionan exponiendo con contundencia ante la sociedad todo cuanto de la nueva regulación entienden que les perjudica. De ahí que denuncien la "eliminación de la obligatoriedad de hacer guardias", o que no se les contabilicen esas horas como tiempo trabajado para la jubilación, y lo que es peor, que las retribuciones sigan siendo claramente insuficientes, muy por debajo de las que tienen sus homólogos en los países más relevantes de nuestro entorno europeo.
La mayoría de las reivindicaciones son laborales, por supuesto, pero los agravios van más allá de lo estrictamente corporativo: "Hemos comprobado hasta dónde se pretende ningunear al médico, el profesional con mayor responsabilidad y cualificación en el proceso asistencial”, siendo el mayor reproche al "rígido" sistema de incompatibilidades del borrador, que afecta casi únicamente a los facultativos al exigir dedicación exclusiva en la pública a jefes de sección y otros cargos de responsabilidad del Sistema Nacional de Salud, y a los adjuntos en los cinco años posteriores a finalizar la residencia.
En fin, que o Mónica García negocia y acuerda con los médicos, o el conflicto está garantizado.
TITULO: CAFE, COPA Y Documental - Los 20.000 bebés arios criados en el lujo por Himmler para dominar Europa,.
Los 20.000 bebés arios criados en el lujo por Himmler para dominar Europa,.
En su nueva novela, Caroline de Mulder se sumerge en el proyecto 'Lebensborn' de las SS, cuyo líder creó una red de centros de maternidad repartidos por Alemania y los países ocupados para limpiar «todo rastro de sangre impura»,.

Al principio de la novela de Caroline de Mulder (Gante, 1976), el todopoderoso Heinrich Himmler llega a la que fue la primera casa de maternidad nazi, la Heim Hochland, para apadrinar a los 47 niños nacidos allí. Es 8 de octubre de 1944,.
A lo largo de una década, desde que se fundó el Tercer Reich hasta su hundimiento, más de 20.000 bebés fueron procreados en una red de maternidades en base a estrictos y precisos criterios raciales con el fin de regenerar el régimen nazi. Aunque existe una apreciable bibliografía sobre el programa Lebensborn (El Manantial de la Vida) y los Heim -las maternidades-, ninguna novela nos había adentrado en su día a día como Los niños de Himmler, de Caroline De Mulder, que Tusquets publica en castellano y Edicions 62 en catalán.
«La ficción ha dejado de lado a los Heim para centrarse en los campos de la muerte, cuando son las dos caras de la misma moneda», comenta la escritora belga en la terraza de un hotel de Barcelona. «Los nazis no trataban solo de exterminar a las razas que los nazis consideraban inferiores, sino también de sustituirlas por lo que Himmler llamaba ‘sangre buena’».
La novela arranca en 1944 con la llegada al Heim de Renée, una francesa que ha sido rapada por sus compatriotas por haberse acostado con el enemigo. Al poco se cruza accidentalmente con Marek, un deportado polaco traído de Dachau para hacer obras en el centro. La abnegada enfermera Helga completa el trío de voces con los que se construye esta novela sobre esas fábricas de bebés nazis que no eran, en contra de lo que cabría suponerse, ningún secreto: «Al contrario, formaban parte de la propaganda, se distribuían trípticos publicitarios donde se explicaban las muchas ventajas de dar a luz en ellas».
No gozaban de buena fama entre sus vecinos, sobre todo cuando estos pasaban hambre, pues los Heim ofrecían los mejores cuidados y alimentos en plena guerra, pero tampoco eran «burdeles nazis, aunque siempre haya existido esa fantasía», advierte la autora. «Lo cierto es que los padres no podían ir más allá de una sala de visita, siempre bajo vigilancia. Eso no quita que, al mismo tiempo, fuesen auténticas fábricas de carne humana, donde todo funcionaba de manera extremadamente pautada». Los encuentros sexuales se daban en otros lugares.
«Las mujeres tenían que tener un comportamiento moralmente ejemplar. La única ocasión en la que el Heim se llenaba de hombres con uniforme era cuando se daban las ceremonias de la Bendición del nombre. En sustitución del bautismo cristiano, que se desaconsejaba, se bautizaba a los bebés golpeándoles suavemente con una daga de las SS, y se les asignaba un padrino distinto al padre biológico. El padre no asistía, porque la idea era que el verdadero padre de estos niños no era otro que el Tercer Reich. Luego, cuando regresaban al hogar, los niños se reencontraban con su padre».
Los nazis habían sido animados a tener más de cuatro hijos, aunque fuese fuera del matrimonio, eso con mayor discreción, y los Heim eran perfectos para dar a luz sin llamar la atención. «En el caso de las madres solteras, que eran mayoría, los niños seguían vinculados a sus padres biológicos mediante una pensión, a menos que la madre decidiera darlo en adopción a otras familias de las SS. ‘Toda madre es una santa para nosotros’, podía leerse en una postal del Heim. Lo único importante, tanto para las casadas como para las solteras, era que pudieran acreditar su ascendencia aria».
El problema llegaba cuando, a pesar de tan escrupuloso estudio de los antecedentes biológicos, el bebé presentaba algún tipo de defecto de fabricación, una tara física o mental: «Eso causaba mucha estupefacción. Era una anomalía muy perturbadora para ellos, porque los padres habían sido cuidadosamente seleccionados, y se suponía que todos los niños tenían que ser guapos y perfectos. No sólo rubios con ojos azules, se tenían en cuenta muchísimas características, y esos niños anómalos, como Jurgen en la novela, que está basado en un caso real documentado, eran apartados, sometidos a eutanasia con morfina y su cerebro acababa siendo estudiado por los científicos nazis. Luego se enviaba una carta a la madre diciendo que habían sido víctimas de una ‘infección pulmonar’: ‘Infección pulmonar’ quería decir eutanasia. Había todo un código de eufemismos».
A medida que la guerra fue causando más bajas entre los alemanes, los criterios de pureza se volvieron más laxos, la prioridad era regenerar con «sangre buena» el «espacio vital» alemán, que se había expandido rápidamente. Ya en 1943 Himmler, padre del programa Lebensborn, y con cameo en la novela, clamó ante sus oficiales que «todo lo que las demás naciones puedan ofrecernos en materia de sangre buena como la nuestra tenemos que cogerlo, si es necesario, secuestrando a sus hijos y educándolos con nosotros». Aunque la cifra es incalculable, se estima que más de 200.000 niños fueron «germanizados», sumándose a los nacidos en los Heim para asegurar el futuro de la Alemania nazi.
La novela muestra cómo el armónico ambiente del Heim se convierte en una caótica pesadilla con la llegada de bebés de todos los rincones de Europa, a medida que el avance de los aliados va cerrando las demás maternidades: la primera de todas, en Baviera, también acabó siendo la última de las más de 30 abiertas por todo el continente, con predilección por Noruega, a donde los SS eran enviados de vacaciones, con la clara intención de perpetuar la raza nórdica.
Lo más extraño del caso es que los responsables del programa Lebensborn que fueron juzgados en Nuremberg se fueron casi de rositas, «a pesar de que todos esos meticulosos archivos, tan delirantemente detallados, no habían sido totalmente destruidos. Se conservan muchos documentos, como cartas de Himmler al doctor Ebner». El doctor Gregor Ebner, el personaje histórico que más aparece en la novela «y que mandó a la muerte a montones de bebés, así como esterilizar a otras tantas mujeres», no cumplió más que dos años y ocho meses de cárcel por haber sido miembro de las SS, lo mismo que Max Sollman, director ejecutivo de la organización. «Además nunca se arrepintió, murió convencido de que había hecho bien. Después de la guerra se contentó con esa frase que he recuperado para la novela: ‘Llevábamos una bata blanca’». El tribunal determinó que Lebensborn era «una organización caritativa» y, en cuanto a los secuestros de niños, que éstos habían sido cometidos por terceros.
En lo que respecta a esos miles de niños nacidos en los Heim, «siempre estuvieron mal vistos, y en algunas ocasiones fueron muy maltratados, cuando ellos no tenían culpa de haber nacido donde les había tocado», explica De Mulder. Sobre todo en Noruega, país donde el colaboracionismo dejó una mancha todavía más profunda que en Francia. Se les puede ver en Les pouponnières du troisième Reich (Romain Icard, 2014), el mejor de los documentales sobre el tema que pululan por YouTube, y no aparecen demasiado radiantes. Al contrario, tuvieron que crecer con una losa importante. Algunos no supieron de dónde venían hasta muy tarde, y muchos otros nunca llegaron a saber quiénes fueron sus verdaderos padres, cosa que sucede en no pocas dictaduras: «Al fin y al cabo los niños siempre han sido un arma de guerra. Se trata de apropiarse de la nueva sangre del enemigo», sentencia la escritora belga.
TITULO: El escarabajo verde - Empapados en purín,.
Empapados en purín,.
fotos / Las excreciones de los cerdos de granja son un buen fertilizante para el campo, pero si se abusa de ellas contaminan suelo y acuíferos. A cien kilómetros de Barcelona, en la comarca de Osona, se encuentra la zona de España donde hay más polución por purines de cerdo.
TITULO: Días de cine clásico - Cine - La conquista del Oeste, Miercoles - 19 , 26 - Febrero ,.
Este Miercoles - 19 , 26 - Febrero a las 22:00 en La 2 TVE , foto,.
Reparto ,.Carroll Baker · James Stewart · Debbie Reynolds · Gregory Peck · George Peppard · John Wayne · Henry Fonda · Richard Widmark.TITULO : Un país para escucharlo - Amaral Banda de música «Nos peleamos muchísimo, como Noel y Liam Gallagher»,.
Este martes – 18 , 25 - Febrero a las 23:00 por la 2 , fotos,.
Amaral Banda de música «Nos peleamos muchísimo, como Noel y Liam Gallagher»,.
«Somos optimistas y pensamos que el mundo avanza, pero no siempre el camino es recto», señala el dúo que acaba de publicar 'Dolce Vita', su noveno álbum de estudio,.

Casi tres décadas llevan Eva Amaral y Juan Aguirre regando su proyecto musical. Cinco años después de su anterior álbum, el dúo zaragozano acaba de publicar 'Dolce Vita', su noveno álbum de estudio, un LP ecléctico, que se mueve entre lo acústico, la furia guitarrera y el coqueteo con la electrónica para servir ese paraíso mental en el que ambos son felices. La conversación, en las oficinas de Sony Music en Madrid, la cercanía, humildad y amabilidad de ambos es directamente proporcional a su desempeño como estrellas del pop y del rock en el escenario. Hasta en dos ocasiones el jefe de prensa viene a cortar la conversación -los tiempos son limitados-, pero el dúo concede un extra, algo que no es habitual.
-'Dolce Vita', noveno álbum de estudio en 27 años. ¿Da vértigo mirar atrás? ¿Son muy nostálgicos?
Eva Amaral: Pues vértigo, realmente no. O sea nos sentimos bien en donde estamos ahora mismo y no somos muy de mirar hacia atrás, ni de pensar mucho en el futuro porque creo que es mejor vivir con un poco de inconsciencia, sobre todo cuando haces algo así, artístico. Creo que está bien no tener las cosas muy planificadas.
«Cuando haces algo artístico, es mejor vivir con un poco de inconsciencia»
Juan Aguirre: Y luego yo creo que nos hemos disociado un poco, entre comillas, de todo esto de los discos que ya has hecho, de los conciertos, porque, claro, no puedes vivir todos los días en un concierto multitudinario. O sea, nosotros lo disfrutamos mucho, es un momento de catarsis, es como una cosa potente y que vivimos con intensidad, sobre todo porque tenemos medios para conseguir sonoramente lo que queremos, que eso sí es algo que ha evolucionado desde el principio. Pero luego tenemos prácticamente el día a día que hemos tenido siempre, que es estar con las antenas puestas, componiendo casi todo el rato y haciendo una vida de alguien que no ha pretendido nunca ser célebre, ni personajes públicos, ni nada. Vamos, con la intención de que nuestra música nos preceda.
-Es un disco optimista y también bastante ecléctico. Hay temás acústicos, temás rockeros y algunas trazas de electrónica. ¿Cuál es un poco el concepto del disco y cómo fuisteis definiéndolo?
-E. A.: El concepto básicamente se apoya sobre un lenguaje que conocemos y manejamos desde siempre, que son las guitarras y la composición vista desde ellas y también intentando aportar desde ese punto el sonido más orgánico y sin perder de vista el intentar transmitir belleza a través de todas las canciones, en sus letras, las temáticas que se tratan, pero también el sonido.
-Son nueve álbumes, que en 27 años no sé si son muchos o pocos.
-J. A.: Son pocos.
-En estos años habéis ido espaciando cada vez más los lanzamientos. ¿Es porque cada vez se atasca uno más en la hoja en blanco o porque también le apetece vivir un poco más la vida?
-J. A.: No, en realidad no, es todo lo contrario. Yo creo que cada vez nos resulta más fácil escribir canciones porque hemos abierto bastante el abanico. Cuando éramos muy jovencillos, pensábamos que una canción tenía que ser de una determinada forma y ahora pensamos que una canción puede ser de innumerables formas. Generacionalmente, hemos vivido una apertura cada vez mayor de estilos, sonoridades, y la revolución digital ha traído consigo que puedes hacer música de muchas formas diferentes: como la hacían en los sesenta, en los setenta o con un ordenador en un tren viajando con unos cascos. Puedes producir una canción de miles de formas.
«Cada vez nos resulta más fácil escribir canciones porque hemos abierto el abanico. De jovencillos pensábamos que solo podían ser de una forma»
-Entonces, ¿cuál es el problema?
-J. A.: Que cada vez son más largas las giras. La última ha sido 'too much'. Fue acabar el confinamiento y empezar a tocar, a tocar y a tocar sin parar. Además, trabajamos en el directo porque cada vez estamos tocando en escenarios más grandes. Hay un momento en el que dices, vamos a grabar ya, pero te das cuenta de que vas el lunes al estudio y el fin de semana tienes un concierto y tocas ante miles de personas y eso te provoca una especie de sentimiento bipolar de pasar de lo más íntimo a lo más expansivo. ¿Cómo vuelves con el subidón de adrenalina de un concierto? Anímicamente se hace duro. Creo que la solución a eso es limitar las giras. O sea, decir, vamos a hacer veinte conciertos de presentación de 'Dolce Vita' y ni uno más.
-E. A.: Bueno, veremos si conseguimos hacerlo (risas).
-Con esa exigencia, ¿acaban hartos de girar?
-E. A.: Llega un momento en que no es que estés harto de girar, pero sí que te apetece ese otro periodo más introspectivo de estar en el estudio, de generar un equipo con el que grabar. Es como cuando eras pequeño e ibas al colegio y llegaba ya el final del verano y sí que te apetecía volver al cole y encontrarte con tus amigos, los libros nuevos... Pues es un poco esa sensación. Y, por supuesto, cuando acaba el curso, estás deseando tirar esos libros al río, pero sí, es un poco esa necesidad de cambiar de estación. Al final del invierno necesitas ya que venga la primavera y al final del verano estás harto de calor.
-Han sido testigos de toda la evolución de la industria a lo largo de tres décadas: del CD, a los MP3, a la piratería y al auge de las plataformas. ¿Cómo han vivido esa evolución? ¿Hemos ido a mejor o a peor?
-J. A.: Hemos ido a mejor en el sentido de que tenemos más instrumentos para hacer música y que algunos de ellos ya son irrenunciables. Yo imagino que hubo gente que se escandalizó cuando pasaron de las big bands y empezaron a sonar las guitarras eléctricas, con su ruido y potencia. Hubo gente que decía que aquello no era música. Son los mismos que me decían a mí que de adolescente no podía escuchar a The Jesus and Mary Chain porque eran ruido, ahora dicen que las producciones más electrónicas y hechas con ordenador, que no son música. Pues es la misma estupidez. Creo que tenemos más armas que nunca para expresarnos. Luego hay cosas que suenan peor. El MP3 es comprimir el sonido en comparación con la calidad que tiene un CD, pero luego lo que es las posibilidades de comunicación, más allá de lo técnico, se han multiplicado porque es más fácil grabarte unas imágenes expresando algo. Por ejemplo, a mí me da mucha envidia la capacidad visual que tiene Eva de imaginar cosas. De hecho, el concepto del disco es suyo. Igual hay ideas que han venido al 50% de Eva y mías, pero el concepto visual... Yo no tengo concepto visual. O sea, yo me fijo solo en melodías, en ritmos y en sonidos, y soy negado para lo otro.
E. A.: Eso tampoco es así.
-J. A.: O sea, hay cosas que me gustan o no me gustan, pero lo que quiero decir es que si tú tienes una facilidad para algo, una inquietud y algo que contar, y tienes una cámara... Ya no necesitas tener una cámara de 35 milímetros, que es carísima, o un laboratorio para expresarte. Eso quiere decir que todo se ha democratizado y que todo el mundo puede hacer cosas, ya sean mejores o peores, pero creo que hemos ido a mejor, sin duda.
-Compuesto por quince temas, el disco comienza con 'Libre'. ¿Qué les hace sentirse libres?
-J. A.: Yo me siento profundamente libre. Primero, porque tengo la fortuna de dedicarme a lo que quiero, no necesito trabajos precarios, como antes de poder vivir de la música. Básicamente, las posibilidades materiales te hacen libre. No se trata solo de la libertad a nivel individual, sino también a nivel colectivo, y me siento libre hasta para equivocarme, para poder grabar algo que no mole o para tomar una decisión en la vida que no sea aceptada, aunque no lo sepas en el momento. Y a nivel proyecto musical, creo que siempre hemos sido libres de grabar lo que hemos querido. Sin embargo, creo que la libertad de la que hablamos en la canción y en el disco tiene que ver más con un estado emocional y es un símbolo. Es una canción un poco engañosa en el sentido de que dice 'libre de vivir como el día en que nací hasta que me muera'. Pero mientras ese día llega, quiero vivir el día a día a muerte. La canción en realidad tendría que haberse centrado en, yo qué sé, en voy a pasármelo bien.
-E. A.: Esa ya existe (risas).
-J. A.: Lo digo por eso, porque me ha venido a la mente. O sea, iba a decir 'Carpe Diem', pero me parecía como un latinismo innecesario. Me gustan más las cosas sencillas.
-E. A.: ¡Qué latino eres! (risas).
-Escogieron 'Rompehielos' como primer single, ¿por qué?
-E. A.: Bueno, pues nos parecía bonito empezar con esta especie de canción conjuro, que invoca a la fortaleza y que es un poco un propósito de mostrarte tal y como eres sin miedo a la valoración de los demás. Creo que era como una declaración de intenciones que de alguna manera abre muchas ventanas en el disco.
-Siempre ha parecido que les da un poco igual el qué dirán, pero ¿en algún momento se han obsesionado con la imagen pública?
-J. A.: No, precisamente por lo que te contaba antes de que nunca hemos tenido vocación de ser célebres ni de ser famosos. Y, por ejemplo, cuando vamos a conciertos y eso, odiamos las zonas VIP y vamos a primera fila. Y allí te sientes uno más, que es lo que somos, disfrutando de lo que está pasando en el escenario y ya está. Y lo que pasa es que a lo mejor te haces dos fotos con alguien que está allí por lo mismo que tú y punto. Siempre hemos querido que la música nos preceda y creo que la inmensa mayoría de la gente que nos sigue han captado el mensaje. Respetamos la gente que quiere ser famosa y crear una imagen de marca. Cada uno en su vida puede hacer lo que quiera y todas las aspiraciones humanas, mientras respetes a los demás, están bien. Pero nosotros no tenemos ese afán de ser famosos ni veíamos la música como un medio de hacernos famosos. No te diré que somos el extremo de New Order, que no salían ellos en las portadas y tal, u otras bandas como Daft Punk, que se ponían unos cascos de robots, pero sí, yo creo que la gente entiende que lo más importante de nosotros es lo que grabamos y lo que tocamos.
-Da la sensación de que quienes empiezan ahora en la música están obligados precisamente a hacerse una marca, a lanzar contenidos constantemente en redes sociales, a firmar colaboraciones... ¿Se sienten unos privilegiados?
-E. A.: Es que somos privilegiados. Somos muy afortunados y tenemos el privilegio, como decía Juan, de vivir de nuestra pasión, de nuestra vocación, que es algo muy difícil de conseguir. De hecho, cuando empezamos a ser músicos nunca pensamos que esto se iba a cumplir, es una especie de lotería, de sueño irrealizable, que en nuestro caso se ha realizado. Y por supuesto que nos sentimos muy afortunados por ello y nunca perdemos de vista eso, esa realidad.
-J. A.: Y creo que mola ser conscientes de que somos privilegiados y darse cuenta de que no toda la realidad es así y que hay un sector de músicos, de compañeros, que lo pasan mal y que tienen unas condiciones precarias. Por otro lado, tampoco creo que todas las generaciones nuevas sean de esa forma. Te pongo un ejemplo: Dellafuente, que es un músico de Granada que nos encanta, sin tener una exposición increíble y desde un punto casi de observador, llena conciertos.
-E. A.: Y Robe es otro ejemplo.
-J. A.: Sí, y son generaciones distintas. Yo creo que es un error decir que todos tienen que hacer esto. No, porque en el fondo tú eliges tu camino. En la medida de lo posible, vas sorteando el laberinto como un ratoncillo y eliges tu camino. Y ya te digo que hay más gente. Por ejemplo, nosotros admiramos muchísimo a una gran compositora que es Babi, que tiene un montón de escuchas y que no hace conciertos. En realidad, creo que tú puedes elegir bastante cómo quieres hacer las cosas.
-E. A.: De todas formas, cuando empiezas como músico con un proyecto, siempre te tienes que enfrentar a esa idea de que las cosas ahora se hacen así. Que hay un patrón que tienes que seguir para ajustarte a los tiempos o a cómo se supone que debes transmitir lo que tú haces. Y supongo que si te ajustas a ese patrón, probablemente sea todo más sencillo o aparentemente más sencillo, pero hay mucha gente que se sale de ese patrón y tira para adelante.
-Eva, después de mostrar sus pechos en el Sonorama, hubo un aluvión de mensajes a favor y en contra en las redes sociales. ¿Se le quitan a una las ganas de reivindicar cosas?
-E. A.: Yo creo que las personas tenemos que reivindicar las cosas cuando sintamos que debemos hacerlo. 'Rompehielos' habla un poco de eso, de ser consecuente con lo que piensas y si tú crees necesario hacerlo, hay que hacerlo porque lo que no puede ser es que la opinión de los demás o la visión de los demás bloquee lo que tú eres o lo que tú piensas. Eso no puede ser.
-¿Dirían que nos hemos vuelto más conservadores o que quienes ya eran unos machistas ya no tienen miedo a mostrar en público su rechazo al feminismo?
-J. A.: Yo no creo que la sociedad en general se haya vuelto más puritana o más tradicional. Yo creo que hay gente para todo, pero quiero ser optimista y pensar que el mundo camina hacia adelante y que nunca es un camino recto. En general los espacios de autonomía y libertad que tenemos en el siglo XXI son mayores que los que tuvieron nuestros abuelos o las personas en siglos pasados, ya solo por las posibilidades materiales. No pensaba contar esto pero yo llevo dos meses en Zaragoza con mi familia porque mi padre ha estado enfermo, ahora ya está en casa. He estado mucho en el Hospital Clínico Universitario de Zaragoza y he visto trabajar a las enfermeras y enfermeros de la planta 10 y 11 y es increíble. Creo que tener acceso a una asistencia que es común a todos cuando una persona enferma es increíble y que hay que valorar y agradecer el momento en que te toca vivir. Las entrevistas de las agencias tendrían que ser a ellos y no a gente que hace cancioncillas porque es una pasada. Estoy agradecidísimo. Que hay un idiota en Twitter que dice no sé qué... Pues vale, pero es que tenemos esto, que antes no existía.
-E. A.: Sí, en general hemos ido hacia delante como sociedad. Lo que pasa es que habrá personas que quieran que nada cambie y que siga todo exactamente igual que hace 50 años. Intentan tirar hacia atrás, pero no lo van a conseguir.
-En 'Eso que te vuela la cabeza' cantáis versos como 'La única bandera que haremos hondear, la única patria que yo quiero de verdad', un verso que podría dar urticaria a los patriotas de la pulsera.
-J. A.: Esa canción, y perdona, habla de pulsiones sexuales.
-Yo pensaba que hablaba de la música...
-E. A.: Sí, yo también. Yo cuando la canto... Es que habla de lo que tú quieras. Habla de lo que para ti sea algo que te alegre. Yo cuando la canto pienso en la música. Juan no, Juan piensa en otra cosa (risas).
-J. A.: El principio es 'Eso que te vuela a la cabeza y que de pronto te atraviesa, que aparece de repente cuando menos te lo esperas, que ni siquiera reconoces'... Eso fue el principio. Entonces tú estabas hablando de una pulsión muy intensa. Lo que pasa es que la canción va creciendo poco a poco y realmente nos dimos cuenta de que era lo suficientemente abierta como para hablar de cualquier cosa siempre que estuviera la premisa de la pulsión intensa. Y realmente lo que pasa es que en el día a día de la gente vivimos en esas cosas. O sea, alguien está deseando llegar a casa para quedar con una persona o irse a un concierto o ver un partido de fútbol. En realidad habla de las pequeñas cosas gigantes. Cuando tú estás enamorado y de pronto conoces a alguien que te alucina, todo pasa a un segundo plano, de ahí lo de la única patria.
-'Podría haber sido yo' es un homenaje a Víctor Jara desde la empatía.
-E. A.: Habla de que nos podría haber pasado a cualquiera de nosotros. De pronto es tás en un lugar y eso puede cambiar el rumbo de tu existencia e incluso arrebatártela. Y también habla de que podría volver a pasar. Es que nos parece algo lejano, pero en realidad no hace tanto tiempo y se podrían dar las mismas condiciones para que se desarrollase una tragedia como la que sucedió allí, donde miles de personas fueron asesinadas, entre ellas Víctor Jara, todo un símbolo de la libertad. Y también habla de Chile, que fue el primer país que visitamos como músicos y tenemos muchísimos lazos con ese lugar y con su gente y con su cultura.
-'Hasta que la música se acabe' es una forma preciosa de cerrar el álbum. Recuerda un poco a 'Ready to Start', de Arcade Fire, no sé si lo tenían en mente...
-J. A.: ¡Qué guay!
-E. A.: Pues en realidad esa canción empezó como una especie de canción folk que no sabría muy bien cómo calificar, muy acústica, y de un día para otro, se sentó Alex en la batería y Juan agarró la eléctrica y se transformó en otra cosa.
-J. A.: Sí, tiene un punto de rock primigenio y será que 'Ready to Start' lo tiene, ahora que lo pienso. Pero realmente la canción tenía, como dice Eva, letra y música y la tocábamos con una acústica. Y en realidad habla de volver a Zaragoza. En el disco se hacen referencias al lugar donde crecimos, que es Zaragoza, y yo creo que es una ciudad que marca tu ADN. En estos dos meses, me he dado cuenta de que es una ciudad que está llena de música. O sea, tú cuando vas a la Plaza del Pilar o a la Plaza de España y no verás música, pero si escarbas un poco, está llena de músicos de todo tipo y hay un montón de gente haciendo música cada vez más abierta. Y habla de que nosotros, vayamos donde vayamos, llevamos a la ciudad dentro y hace referencia a un montón de grupos.
-Después de tantos años juntos, ¿cuál es la fórmula para que la relación siga perfectamente engrasada?
-J. A.: Buff, pelearnos muchísimo.
-¿Se pelean mucho?
-J. A.: Sí, mucho.
-E. A.: A veces nos mandamos a la mierda directamente (risas).
-J. A.: Nos peleamos como Liam y Noel Gallagher, lo que pasa es que no nos decimos «fuck you» en las redes.
-E. A.: Igual habría que empezar a hacerlo, Juan. Sería mucho más entretenido (risas).
-J. A.: Pero sí, sí, en este disco yo creo que es en el que más nos hemos peleado.
-E. A.: También es que han sido muchos años de proceso. Supongo que también es porque con el tiempo cada uno tiene unas certezas más firmes.
-J. A.: Los dos podemos hacer música solos, aunque yo no canto ni de coña como Eva, pero cuando se alinean los planetas y surge la chispa, la cosa a la que llegamos es más interesante.
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