martes, 4 de febrero de 2025

España a ras de cielo - El franciscano Paolo Benanti ,. - PLANETA CALLEJA - Domingo - 9 - Febrero ,. / Centenarios - José Luis Perales: 80 años del discreto delineante que se ha hecho millonario con sus más de mil canciones ,. / Aquí la tierra - Los Negritos vuelven a danzar en las calles por San Blas ,. / Tramoyista - Halago ,.

 

TITULO: España a ras de cielo -  El franciscano Paolo Benanti ,. - PLANETA CALLEJA -Domingo - 9 - Febrero ,.

 

España a ras de cielo  ,.

 

España a ras de cielo es un programa de televisión emitido por TVE y se estrenó el 17 de septiembre de 2013. Desde el primer programa, está presentado por Francis Lorenzo Martes a las 22h30,.
 El programa permite conocer lugar de España desconocidos y ya conocidos desde otro punto de vista., etc,.


PLANETA CALLEJA - DOMINGO - 9 - Febrero ,.
 

   Planeta Calleja es un programa de televisión de España que se emite cada domingo a las 21:30, en Cuatro de Mediaset España,. Jesús Calleja enfrentará a rostros conocidos a vivir experiencias únicas e irrepetibles fuera de su contexto habitual y en los lugares más remotos y fascinantes ., etc.

 

  El franciscano Paolo Benanti ,.

Asesor del Papa y la ONU en IA: «Debemos resistir la tentación de proyectar nuestras ideologías en las tecnologías»,.

El franciscano Paolo Benanti señala que «no debemos dejarnos guiar por el miedo frente a la IA, hay que ser actores del cambio»,.


fotos / Paolo Benanti en la sede de Ediciones Encuentro un momento antes de la entrevista De San Bernardo,.

El hábito de la Tercera Orden Regular de San Francisco contrasta con el ordenador de última generación en el que escribe con rapidez mientras espera para la entrevista. Lejos de los estereotipos, la imagen resume a la perfección el mundo de Paolo Benanti (Roma, 1973): el fraile franciscano experto en inteligencia artificial (IA) y asesor en este campo del Papa Francisco, el Gobierno italiano y la ONU. El título de sus tesis doctoral en Teología Moral no deja lugar a dudas de ese complejo mundo que domina: 'El cyborg. Cuerpo y corporeidad en la era posthumana'. Acaba de publicar 'La era digital' (Ed. Encuentro) y está en Madrid para participar en un coloquio con la copresidenta del Comité Asesor de IA de la ONU, la española Carme Artigas, en la Fundación Pablo VI.

—El algoritmo sirve para encontrar el candidato perfecto para un trabajo, la pareja ideal e incluso podría llegar a impartir justicia. ¿Nos está llevando a un neodeterminismo digital? 

—Atención, esto no es un problema de la tecnología, sino de la ideología que tenemos sobre el ser humano. Entonces, ¿vemos al ser humano como alguien que puede ser sometido o como un ser libre, consciente y responsable? Porque si pensamos que el ser humano es una marioneta, veremos la tecnología como los hilos que lo controlan. Pero si pensamos que el ser humano está llamado a la libertad, esos hilos podrán incomodarle, pero tarde o temprano se los quitará de encima. Debemos resistir la tentación de proyectar nuestras ideologías en las tecnologías.

—Desde la aparición de internet ha aflorado en su contra un 'neoludismo' que se ha agudizado con la IA. Se quiere acabar con ella por temor a que nos quite el trabajo o que se revuelva contra las personas de una forma irreversible. Algunos plantean parar ya su desarrollo. ¿Cómo valora este debate?

—Un eticista sabe que si hay algo que la ética no es, es el reflejo del miedo. No hacemos ciertas cosas porque tenemos miedo, debemos hacerlas porque buscamos y deseamos el bien. Si pensamos que ser éticos, o incluso tener fe, significa dejarnos guiar por el miedo, estamos equivocándonos en ambas cosas. Es normal saber que podemos tener miedo al cambio, y las tecnologías traen cambios, pero el cambio no significa necesariamente algo mejor ni peor. No es momento de evitar el cambio, sino de ser actores en este cambio, para que tome la forma que deseamos. Es el momento de ser activos, para que esos valores que animan nuestra comprensión del mundo puedan, en alguna medida, ser efectivos en la contemporaneidad. Si hay algo que no debemos hacer, es dejarnos guiar por el miedo.

—¿Está ahí el límite?

—Es una mala comprensión, incluso desde el punto de vista de la fe, porque la tumba vacía de la mañana de Pascua nos dice que podemos amar sin miedo a perder. Por lo tanto, el cristiano, en cierta medida, también debe ser un maestro o peregrino de la esperanza, como nos recuerda el Jubileo.

—Un ejemplo de estos miedos es el ámbito de la educación. Hay escuelas que están actuando como si fueran amish, y elimina toda tecnología de las aulas. ¿Cómo se puede formar a las nuevas generaciones en estas condiciones?

—Hemos heredado un sistema educativo que, si lo analizamos, es fordista, como una cadena de montaje. Los estudiantes entran en esa cadena y pasan por las mismas transformaciones uniformes. Si lo pensamos, esto es lo más antihumano que existe, porque cada uno de nosotros es diferente y necesita una perspectiva personalizada. Por lo tanto, necesitamos ver estas tecnologías como las mejores herramientas posibles para crear formas educativas personalizadas que se adapten a las necesidades y ritmos de las personas que estamos formando.

–En 1997, cuando Deep Blue venció a Kasparov quedó claro en que llegaría un punto en que la inteligencia artificial superaría a la humana en prácticamente todos los procesos. Todavía hoy hay quien habla de límites en que no será capaz de alcanzarnos. ¿Tiene sentido esa resistencia o deberíamos alinearnos con esa transformación tecnológica?

–Debemos ser muy cuidadosos, porque la inteligencia artificial no se limita a los grandes titulares de los periódicos. Por ejemplo, cuando Deep Blue venció a Kasparov, lo único que hizo fue aprender de todas las partidas de ajedrez jugadas previamente y encontrar las mejores jugadas según estadísticas. Esto supone dos cosas: primero, que esa actividad fue inicialmente realizada por seres humanos, y segundo, que se trata de una actividad equiparable a un juego en el que uno gana y otro pierde. Pero esta es solo una pequeña parte de las actividades humanas. Muchas de las cosas más valiosas que logramos no provienen de la competencia, sino de la cooperación.

Cuando investigamos para erradicar el cáncer, no es un juego de ajedrez en el que uno gana y otro pierde, sino que solo trabajando en conjunto podemos multiplicar nuestros esfuerzos. Las actividades más importantes de la vida humana son aquellas que surgen de la cooperación, y sus resultados suelen ser mucho mayores que la simple suma de las partes. La inteligencia artificial será realmente útil y revolucionaria no cuando derrote al ser humano, sino cuando coopere con nosotros, ayudándonos a ser más humanos y liberándonos de las tareas más desagradables o repetitivas.

Esto nos lleva a concluir que no debemos reducir la inteligencia artificial a una especie de competición evolutiva en la que los humanos somos los dinosaurios y la inteligencia artificial es la nueva especie que nos reemplazará. No es así. La inteligencia artificial es una nueva forma de martillo, una nueva herramienta, una nueva prensa. Lo que necesitamos es comprender cómo diseñar el mejor «mango» para esa herramienta, que nos permita ser más humanos en este momento de transformación.

—Plantea que debemos 'domesticar' la IA dentro del contexto social en el que vivimos. ¿Cómo se puede hacer?

—A través de una herramienta llamada gobernanza. Es ese espacio, una forma moderna del ágora de las ciudades griegas, donde las diferentes partes de la sociedad discuten, dialogan, se enfrentan y deciden cómo esta tecnología puede impactar (o no) a la sociedad. Por ejemplo, cuando inventamos los automóviles, decidimos crear espacios exclusivos para peatones, carriles para vehículos y una serie de sistemas que permitieran que coches y personas coexistieran en las carreteras. Se trata de hacer algo similar con la inteligencia artificial.

«Cuanto más interrogamos a la máquina, más preguntas sobre la humanidad debemos hacernos»

Paolo Benanti

—Ahí existe un problema cuando los Gobiernos, no la gobernanza, hacen un uso interesado de esta tecnología…

—Es el gran desafío de la modernidad ¿cuándo el poder sigue siendo legítimo? Hemos aprendido que el poder se mantiene legítimo sólo cuando respeta el Estado de Derecho. Las democracias, nacidas tras las páginas oscuras del siglo XX, nos enseñan que existe un límite constitucional más allá del cual los gobiernos no pueden ir; si lo hacen, pierden su legitimidad. Por tanto, esta tecnología debe adaptarse a esa infraestructura fundamental del espacio público que llamamos infraestructura democrática. Es evidente que este proceso no ocurre espontáneamente. Los Estados no democráticos podrían usar la tecnología de manera antidemocrática, pero esto no es una novedad: ya lo hacen, con armas como pistolas y fusiles. Podrían, de manera similar, transformar el uso de una herramienta tecnológica en algo represivo o destructivo. Conocemos la película '2001: Una odisea del espacio'. Una de las escenas muestra a un mono que ve un hueso y, de repente, lo transforma en un arma. Aquí la cuestión depende de cómo veamos al ser humano: ¿es como ese mono, destinado inevitablemente a transformar todo en violencia, o existe la posibilidad de otra humanidad? Esto cambia radicalmente el enfoque: ya no se trata tanto de la tecnología, sino de lo humano. Una cosa muy interesante de esta época es que cuanto más interrogamos a la máquina, más preguntas sobre la humanidad nos vemos obligados a hacernos. Cada vez se vuelve más relevante cuestionar quiénes somos y qué debemos hacer con nosotros mismos.

—Otra cuestión planteada en el libro es la del transhumanismo, es decir, la mezcla entre tecnología artificial y lo humano. Antes hablábamos de la brecha entre generaciones, pero también podría presentarse una brecha entre los propios seres humanos. Podríamos llegar al punto de decir que estamos asistiendo al final del ser humano tal como lo conocemos. ¿Habrá dos tipos de seres humanos?

—No. Cuando se descubrió América hubo un gran debate sobre si los indígenas eran humanos como nosotros, porque en ese momento se descubrió que es posible ser humano de una manera diferente. Estamos en una circunstancia similar: la cultura digital probablemente nos dará nuevas categorías que nos harán un poco diferentes, de la misma forma que quienes sabían que la Tierra era redonda eran distintos de quienes pensaban que era plana. Pero no porque dejemos de ser humanos o porque seamos humanos diferentes, sino porque en nuestra condición humana también está la capacidad de comprender y adaptarnos.

—¿Pero quizás los más pobres no tengan acceso a esta tecnología?

—Esa es una cuestión de igualdad, y ocurre con todas las tecnologías. Pensemos en la bomba atómica, en la energía eléctrica, en las telecomunicaciones. La tecnología da poder, y ese poder tecnológico podría no distribuirse de manera equitativa.

—¿Descarta entonces que quedara un reducto de humanos apartados del mundo, como los habitantes de la isla Sentinel?

—Hay un dato muy revelador: en el mundo hay 8.100 millones de personas, pero ya existen 6.100 millones de teléfonos móviles. Diría que ya hemos decidido que no.

—Hemos visto como la inteligencia artificial se ha utilizado para crear imágenes falsas. ¿Dónde deben estar los límites?

—Bueno, lo que vendrá todavía está por verse en su totalidad. Sin embargo, hay al menos un par de ejemplos que nos deberían hacer reflexionar. Uno es lo que sucedió recientemente en la guerra de Gaza. Hubo episodios en los que se bombardearon edificios con niños adentro, y los padres llevaban a los niños en brazos. Estas imágenes circularon en las noticias, pero algunas de las fotos no eran reales, sino generadas por inteligencia artificial. El episodio fue real, pero las imágenes no. Y esta es la novedad: debemos ser capaces de reconocer esta diferencia. ¿Qué quedará de lo que hoy llamamos verdad y verificabilidad?

Otro ejemplo es lo que está ocurriendo con productos como Replika. Cuando alguien muere, existe un chatbot que puede hablar y expresarse exactamente como la persona fallecida. Entonces, ¿qué significa esto? ¿Una nueva forma de «momificación» digital de las personas? ¿O es algo completamente distinto?

Estos dos ejemplos nos muestran que el problema no es la tecnología en sí, sino el uso social que hacemos de ella. Este es el verdadero tema sobre el que debemos debatir, porque hay categorías del pasado que podrían no seguir siendo válidas si utilizamos la tecnología de cierta manera.

—¿Y qué aportación se hace en esta discusión desde la Iglesia Católica?

—Es algo hermoso, la Iglesia Católica tiene una larga tradición de reflexión, que es, básicamente, la tradición de la Doctrina Social de la Iglesia. En esta tradición, hemos reflexionado extensamente sobre la máquina, la tecnología y la centralidad del ser humano. En este sentido, la inteligencia artificial es un eslabón más en esta discusión.

TITULO: Centenarios - José Luis Perales: 80 años del discreto delineante que se ha hecho millonario con sus más de mil canciones,.

 

José Luis Perales: 80 años del discreto delineante que se ha hecho millonario con sus más de mil canciones,.

Los derechos de autor de sus canciones le han hecho millonario y a pesar de su éxito ha conseguido mantener la privacidad de su familia. Su hijo Pablo revela a LOC que Perales sigue componiendo canciones, "que es lo que más le ha motivado siempre".

Perales brinda  con las torres gemelas de fondo en una imagen compartida en su web oficial.
 
fotos / Perales brinda con las torres gemelas de fondo en una imagen compartida en su web oficial,.

Algo deben tener las tierras de la Alcarria cuyas cosechas son la excelencia. Ya dio cuenta de ello a finales de la década de los 40 nuestro premio Nobel de Literatura Camilo José Cela con su libro de viajes por esa desconocida zona de nuestro país. Mientras estos relatos se aposentaban, un niño de 6 años de Castejón (Cuenca) se apuntaba a la rondalla del pueblo para tocar el laúd y a los 16 compuso su primer tema, Niebla.

Aquel niño timidillo, solitario, inquieto y hasta cierto punto taciturno se convirtió en uno de los cantantes y compositores más importantes del panorama latino. Es José Luis Perales, quien el próximo 18 de enero llega a los 80 años.

Hay algo de mágico en los desvanes de las casas de pueblo. Allí se escondía José Luis para componer en días de lluvia y apreciar la naturaleza con el catalejo de su abuelo. El sentimiento de lo auténtico siempre le ha aflorado, lo que le ha hecho inmune a la artificiosidad de la fama. No quiere las etiquetas de mito o leyenda. Como a él le gusta decir "soy un contante de historias" (sí, con 'o').

La economía familiar era escasilla. En casa él era el único varón de cinco hijos. A sabiendas de que Cuenca es una tierra áspera, dura y hostil, veneraba tanto a su padre que José Luis estaba decidido a ser albañil como él. Sin embargo, su progenitor le regaló la palabra más bonita que aún atesora con orgullo, libertad. Aceptó una beca para estudiar en la Universidad Laboral de Sevilla donde formó el grupo musical llamado The Lunic Boys, que fabricaban sus guitarras en los talleres del centro educativo. Continuó formándose en Madrid como ingeniero eléctrico, pero aquello no iba con él a pesar de que, ojo al dato, es quien puso las farolas de la playa de la Concha de San Sebastián.

José Luis Perales posando en agosto del año pasado
 
José Luis Perales posando en agosto del año pasado,.

En Madrid trabajó como delineante en el Instituto Nacional de Industria (INI), profesión que compaginó con la composición de canciones. "Con el sueldecito que ganaba en la oficina me mantenía y me pagaba mi pisito de soltero. Me lo monté muy bien y, poco a poco, empecé a cobrar derechos de autor. La primera paga fueron 1.500 pesetas. Como no paraba de componer, cada tres meses cobraba y llegó un momento en que gané más de los derechos de autor que del salario de delineante", recordaba. En la oficina su vida personal cambiaría para siempre, ya que a principios de los 70 se enamoró de Manuela Vargas, que ejercía como secretaria y traductora de inglés. Ella sigue siendo el gran amor de su vida.

'POR QUÉ TE VAS'

Sin dejar de lado su talento innato, a través de unos amigos consiguió una cita en una discográfica. El director fue a destajo: "Debo ser sincero contigo. Creo que como cantante no tienes mucho futuro ya que no tienes una gran voz y físicamente no eres un galán de cine. Sin embargo creo que eres un buen compositor de canciones". Hizo letras para Hierbabuena, Marián Conde y Fórmula Quinta. Poco después Hispavox le contrató y escribió para Jeannette Por qué te vas, un exitazo con millones de copias vendidas que aumentó exponencialmente al ser parte de la banda sonora de Cría cuervos, de Carlos Saura.

Le hubiera gustado que Nino Bravo hubiese cantando alguna de sus letras, pero llegó tarde. Sin embargo, se enorgullece de que el divo Raphael haya sido el que mejor ha captado sus composiciones.

Me considero menos monje de lo que dicen, menos bueno de lo que creen y más simpático de lo que se piensa

Perales hubiera preferido ser sombra, pero Rafael Trabucchelli, el mejor productor musical de aquel momento que cosechó un inmenso éxito con el Himno a la alegría de Miguel Ríos, quiso darle la luz que merecía. Hizo que compusiera para Paloma San Basilio, Raphael o Massiel y le obligó a firmar un contrato como intérprete. Su primer tema, Celos de mi guitarra, llegó al número uno en los 40 Principales.

En poco tiempo ganó su primer premio de manos de Luis del Olmo en el Festival de Roda de Barà y debutó en la discoteca Don Chufo de Barcelona, donde también cantaron Julio Iglesias y Chavela Vargas. Su exitazo como cantante se tradujo en un sinfín de giras por España y Latinoamérica.

Hay que trasladarse a 1979 con el disco Tiempo de otoño para descubrir uno de sus emblemas musicales, Un velero llamado libertad. Paralelamente ideó la sintonía de la serie de dibujos animados Érase una vez... el hombre y compuso para Miguel Bosé, Los Pecos y Enrique y Ana, que cantaban aquello de Baila con el hula hop.

Perales en su juventud, en una imagen de archivo de su web oficial
 
Perales en su juventud, en una imagen de archivo de su web oficial,.

José Luis se comía los escenarios a pesar de aquella fama de hombre blando y triste que enaltecieron Martes y Trece o las viñetas de El Perich. Este ha sido el sambenito con el que ha tenido que cargar, quizás, producto de la timidez que le invade desde que tiene uso de razón. Pero a veces él se defiende con gracia: "Me considero menos monje de lo que dicen, menos bueno de lo que creen y más simpático de lo que se piensa".

La llegada de 1982 se tradujo con un hit que hizo las delicias de la prensa del corazón, ¿Y cómo es él?, que a priori compuso para Julio Iglesias y que terminó cantando él porque la discográfica olía su éxito. Se dijo que era un tema creado para su hija, pero en realidad se inspiró en Julio, que había sufrido la infidelidad de Isabel Preysler con Carlos Falcó, marqués de Griñón.

Perales y su guitarra, en otra imagen de archivo de su página web
 
Perales y su guitarra, en otra imagen de archivo de su página ,.

Tres años más tarde llegó la revolución rosa personificada en Isabel Pantoja, para quien Perales compuso Marinero de luces en su regreso a los escenarios tras convertirse en la viuda de España. El estreno en el teatro Lope de Vega de Madrid contó con la presencia estelar de la Reina Sofía, a quien en la segunda parte del concierto se dirigió con estas palabras: "Majestad, si me lo permite, se la voy a dedicar a él" (Paquirri).

José Luis podría explicar miles de anécdotas, pero hay una que le llena de orgullo. Descubrió que Gabriel García Márquez le admiraba porque explicaba una historia en tres minutos mientras que a él le costaba un libro. Se conocieron y el escritor le regaló El coronel no tiene quien le escriba.

De las 1.000 canciones que ha escrito, solo la mitad han sido grabadas, por él u otros artistas. Consciente de su tono almibarado y de que hubo un momento en el que tenía que dejar de repetirse, se autocensuró con ciertas palabras como velero, golondrina, paloma, ventana o lluvia en el jardín. Su canción favorita es Que canten los niños, un homenaje a Aldeas SOS.

Con su mujer, Manuela, y sus hijos Pablo y María.
 
Con su mujer, Manuela, y sus hijos Pablo y María.

Ha vendido más de 55 millones de discos y los derechos de autor le siguen haciendo millonario. Posee propiedades en Madrid, Cuenca, Castejón y Valencia y espera dejar un futuro dorado a sus dos hijos, Pablo y María, y sus cuatro nietos, Manuela, Guillermo, Noa y Zoe.

Seis décadas después de su debut, según revela su hijo Pablo a LOC, sigue grabando y componiendo canciones, "que es lo que más le ha motivado siempre". Es de las giras de lo que se retiró hace unos años. En su tiempo libre, no se aburre. Perales encuentra placer haciendo cerámica sigillata y romana, escribiendo libros y amando ese campo que le vio nacer.

SU DISCRETA FAMILIA

Tras cuatro años de noviazgo (se conocieron en la oficina de Madrid donde él trabajaba como delineante y ella, como secretaria y traductora de inglés), José Luis y Manuela se casaron en julio de 1977 en el convento de San Pablo de Cuenca, en la actualidad reconvertido en parador. Como la prensa rosa había propagado el feliz acontecimiento, alrededor de 2.000 personas se congregaron en los aledaños para estar cerca de su estrella. El convite se hizo en el atrio del monasterio donde los invitados degustaron caviar, codornices y trucha del Júcar, puchero de judías pintas, pisto manchego o morteruelo conquense.

Su primer hijo, Pablo, nació al año siguiente y María, en 1980. A medida que se fue cotizando al alza en la bolsa de la popularidad, "una revista del corazón me ofreció mucho dinero por hacer un posado con mis hijos por Navidad, frente a la chimenea de casa, pero no me sentía cómodo con eso y lo rechacé", confesó a EL MUNDO hace unos años.

SU HIJO PABLO, TAMBIÉN EN LA MÚSICA

En el álbum 'Entre el agua y el fuego' (1982) destaca 'Canción infantil', dedicada a su hijo Pablo. La primera estrofa dice así: "Por haberte lavado las manos y desayunar, por haberte vestido tú solo, por haber dado un beso a mamá, por haber ido hoy al colegio, por haber compartido tus juegos, hoy te voy a contar otro cuento que te gustará". En la letra también aparece María.

Desde que Pablo estudiara en Berklee, la elitista universidad privada de música más grande del mundo ubicada en el feudo de los Kennedy (Boston), se ha convertido en el puntal principal en la carrera de José Luis. Ejerce como productor musical y es gerente de la empresa Tom Music SL. Su hija Manuela es la primera nieta de José Luis, cuyo bautizo tuvo lugar en 2010 en el Vaticano, donde les acompañó Paloma Gómez Borrero, íntima de la familia. Pablo ha sido el productor del disco 'Propiedad de nadie' de Rosa López.

TITULO : Aquí la tierra -  Los Negritos vuelven a danzar en las calles por San Blas,.

 

Los Negritos vuelven a danzar en las calles por San Blas,.

 'Los Negritos' en una de las representaciones en la Plaza de España.

foto /  'Los Negritos' en una de las representaciones en la Plaza de España,.

Una fiesta que mantiene todos los elementos típicos y tradicionales que han viajado a través de generaciones,.

La localidad cacereña de Montehermoso celebró este domingo y lunes, 2 y 3 de febrero, una de las fiestas más tradicionales de la provincia, como son Los Negritos de San Blas, que volvieron a danzar por las calles del municipio, bajo la mirada de miles,.

     TITULO:  Tramoyista - Halago ,.

Halago ,.

 Imagen de 'Día de fiesta'.

foto /  Imagen de 'Día de fiesta',.

Jacques Tatí fue un cineasta único, sin antecedentes (algunos han dicho que era un heredero de Buster Keaton, pero este era otra cosa) ni herederos de su tipo de humor, preciso, sorprendente, sin necesidad de recurrir a las palabras. Su primer largometraje, donde ya estaban las características de su cine posterior fue 'Día de fiesta'.

Jacques Tati (Le Pecq, 9 de octubre de 1907-París, 4 de noviembre de 1982) estuvo casi cuatro años elaborando la idea de 'Día de fiesta' (1949), la película con la que debutó en el largometraje como director, guionista y actor. Lo preparó concienzudamente, rodando hasta un corto previo, 'Escuela de carteros', dos años antes. En él ya aparecían sus temas recurrentes y su humor costumbrista y satírico: escenas corales, el sonido como contrapunto de la imagen, mostrar cómo cualquier personaje, por secundario que sea, puede ser protagonista de un gag...

Protagonizada por el propio Jacques Tati junto a Guy Decomble, Paul Frankeur, Santa Relli, Maine Vallée, Roger Rafal, Robert Balpo, Jacques Beauvais y Alexandre Wirtz, la acción se desarrolla en el imaginario pueblo de Follainville -se rodó en Saint-Sévère-sur-Indre-, cuando se dispone a celebrar su fiesta patronal, lo que, como no podía ser de otra forma, altera su ritmo diario. Las calles se adornan con guirnaldas y banderas y la terraza del café se ha preparado para el gran baile popular. Llegan los carros de los feriantes provistos de los caballitos de madera, la tómbola, el cine ambulante, las cucañas... Tati nos presenta a los habitantes del lugar a través de una anciana que acompañada de su cabra relata, mirando directamente a la cámara, lo que acontece y presenta a los moradores de la villa: el alcalde, el tabernero y su coqueta esposa, el barbero....

La llegada de los feriantes provoca un gran revuelo en el pueblo, los niños corren a ver los caballitos del carrusel, mientras que la anciana observa que las fiestas alterarán la tranquilidad del pueblo. Se observa como de forma escalonada van saliendo de los diferentes comercios los habitantes para curiosear qué es lo que está ocurriendo. Al fondo el alcalde, el feriante Roger, el tabernero y su esposa Marie, quien les enseña su nuevo vestido confeccionado expresamente para la fiesta. La curiosidad provoca que los comerciantes contiguos al café se asomen para ver qué está ocurriendo. Mientras reparte el correo, François (Jacques Tati), un torpe cartero, deseoso de ayudar a estos visitantes de un día, monta con mucho heroísmo la cucaña, pero sólo consigue provocar catástrofes. El ambiente festivo se palpa, un hombre vestido con traje oficial anuncia a los habitantes de la villa la sesión de cine que se realizará en la plaza del pueblo. Entre tanto alboroto surgirá una discreta «historia de amor»: una jovencita que observa todo desde su ventana se fija en Roger, un feriante. Se dan cruces de miradas y sonrisas que dejan entrever la atracción que sienten el uno por el otro. El dulce coqueteo de la jovencita cautiva a Roger, quien queda prendado por su belleza. En el pueblo siguen con los preparativos, así se disponen unos cuantos hombres a colocar un poste en el centro de la plaza en cuya punta hondea la bandera de Francia. El poste se suelta y François, que pasa en ese instante por debajo del mismo se ve obligado a entrar en el café montado en su bicicleta. Su presentación es cuando menos divertida. Los hombres que intentaban colocar el poste se ven incapaces de conseguirlo, pero al ver a François, grande y fuerte, comienzan a adularle para que éste les ayude. Tras oír una serie de halagos y piropos acepta el reto y comienza a dar instrucciones y ordenes, la situación es muy simpática, hasta incluso caótica, pero finalmente consiguen bajo su mando colocar el poste.

Como buen cartero, François continúa su periplo entregando la correspondencia, en esta ocasión debe acudir a casa de la anciana, cuya cabra engulle parte del telegrama que el cartero le entrega. Tati introduce elementos tan simpáticos como el hecho de que una cabra devore la correspondencia de su ama, una anciana sorda que entabla con su cartero una conversación de lo más singular. François es un hombre entregado a todo aquello que se propone, así que mientras ordena a los hombres cómo disponerse, cómo tirar de la cuerda, también desempeña sus labores como cartero, entregando cartas a cuantos pasan por la plaza en ese momento. Tati muestra en esta secuencia una divertida escena en la que el cartero bonachón es adulado para realizar una costosa tarea, llegando a creer que su inteligencia y audacia son indispensables para mover tal poste. En su afán por seguir trabajando, François va recibiendo diferentes invitaciones, que a pesar de sus negativas no puede evitar, y así, tras unas cuantas copas los efectos del vino blanco comienzan a tener su repercusión en el cartero.

François, a su salida del café, se detiene a observar el documental que proyectan en el interior de la carpa dispuesta en la plaza del pueblo. A su paso junto a esta carpa escucha la película: «No hay lugar donde se escriba tanto como en EE UU. El progreso facilita la clasificación y la entrega...» Y movido por la curiosidad se detiene a ver el resto del documental, en el que precisamente hablaban de la rapidez con la que en Estados Unidos entregaban las cartas. Esto hiere profundamente al hacendoso cartero, quien tiene que soportar las mofas del resto de sus vecinos. François toma nota del nuevo sistema para repartir el correo que muestra la película. Debido a su estado de embriaguez, las noticias procedentes del continente americano calan de forma fulminante en François, quien decide de forma casi instantánea mejorar su reparto en cuanto a rapidez se refiere. No se lo piensa dos veces, y si los americanos son capaces de realizar entregas aéreas convirtiendo a sus carteros en acróbatas capaces de superar todo impedimento, él también puede mejorar notablemente sus repartos. Además, debe soportar las gracias y comentarios de los lugareños, que aún conociendo el compromiso que el cartero mantiene con su trabajo, su propósito último es el de ridiculizarlo. Tal es la bondad de este cartero que hasta los niños le gastan bromas, pero aún así François continúa con su ruta, ajeno a la revolución que viven los vecinos.

La noche se va complicando para el joven cartero, que aún llegando la madrugada sigue repartiendo correspondencia. La fiesta en el centro del pueblo resulta todo un éxito, los niños deseosos de subir al tiovivo observan con atención la atracción, los más mayores pasean por la plaza disfrutando del ambiente, los puestos están abiertos y la banda de música no cesa de tocar. Nuevamente, recibimos información de la anciana narradora, quien ya al día siguiente muy temprano pasea por el pueblo que ha quedado desértico tras la fiesta. François amanece en el interior de un vagón de tren, cuando sale al exterior, el jefe de estación bromea indicándole que ese tren no va América. Su aspecto un tanto desaliñado hace pensar que todavía permanece bajo los efectos del alcohol, además parece estar desorientado. Tras buscar su bicicleta, regresa al pueblo donde se encuentra con los feriantes que ya están recogiendo todos sus cachivaches. Éstos intentan animar al joven cartero afirmando que aunque los americanos son los mejores con el avión, no ocurre lo mismo con la bicicleta. Y para corroborarlo, deciden darle algún consejo que le puede ser de gran utilidad a la hora de repartir la correspondencia. Sujetan la bicicleta a la base del tiovivo y comienzan a darle indicaciones de cómo coger las cartas, con que mano sujetar el sillín, y en definitiva como realizar su ruta economizando el tiempo y esfuerzo, para alcanzar ese ideal de rapidez y regularidad propios de la entrega americana.

Tras esta especie de entrenamiento, François se dirige a su puesto de trabajo, allí se asea y acicala para afrontar la labor del nuevo día. Una vez reunidas todas las cartas en su bolsón, se dispone a realizar el reparto. El cartero ofrece en estas secuencias su cara más divertida y eficiente. Su obsesión por hacer bien el trabajo termina convirtiendo el film en una frenética comedia. A medida que va entregando las cartas se observa como los vecinos le animan a que concluya su ruta a «la americana», algo que provoca en el cartero un gran entusiasmo. Durante toda la entrega, al cartero le ocurren cosas de lo más sorprendentes, desde la perdida de la bicicleta, pasando por la participación en una carrera ciclista, hasta concluir su periplo en el fondo del río. Su intensa y larga jornada concluye definitivamente cuando la anciana narradora detiene su carro para recoger al acelerado cartero que se encuentra empampado y con su bicicleta absolutamente destrozada. La anciana señora invita al cartero a tomarse de una forma más apaciguada la vida. Finalmente, François llega a casa y da por concluido su reparto . El protagonista, el patoso y entrañable cartero François es el centro de una gran variedad de gags, que acontecen en el pueblo el día que llega la feria, y que provocaran la hilaridad, mostrando el inmenso talento para la comedia que poseía Tatí, su delicada capacidad de observación, la sutileza de los detalles...

El rodaje duró tres meses y sus actores fueron, entre otros, los propios habitantes de Saint-Sévère-sur-Indre, dotando así a la película de un mayor realismo ya que éstos vecinos deberían limitarse al mero hecho de comportarse como ellos lo hacían en cualquier momento de su vida. Por lo tanto, el carácter netamente francés de sus protagonistas darían una excepcional imagen de aquello que Tati quiso recoger con sus cámaras. Se trata de una obra costumbrista ambientada en el típico pueblo francés cumpliendo con todos los tópicos, un barbero meticuloso, un camarero gruñón, una dulce jovencita que enreda con sus miradas al avispado feriante recién llegado. Así, combina personajes, espacio y tiempo en el marco geográfico francés.

Tatí rodó la película en color pero, por problemas técnicos -el color aún no lo dominaban los laboratorios franceses- no se pudo positivar en color poque no se encontró la manera de hacerlo, por lo que el positivo de lo rodado se hizo en blanco y negro, que es como se estrenó la película en su momento. No se estrena en Francia hasta el 4 de julio de 1949 debido a la reticencia de los distribuidores franceses. Antes se había presentado en el Festival de Venecia. La película, estrenada ya con éxito en Londres en marzo de 1949, obtiene finalmente un gran éxito de público en Francia, aunque los críticos se muestran, en general, poco entusiastas.

Con motivo del 40 aniversario del rodaje del filme, los hijos de Tati, Sophie y Pierre, presentaron al equipo de Cinéma Cinémas un documental rodado en Saint-Sévère-sur-Indre cuando se rodó el filme. Esto dio lugar a que los técnicos de restauración de películas entrasen en contacto con Sophie y Piérre asegurando que las técnicas en positivado y restauración de películas habían avanzado mucho y que se podría recuperar la película con sus colores originales. Así, En 1994 con motivo del centenario del cine hay un presupuesto para la operación y el restaurador François Ede se pone manos a la obra. «En el momento en que Jacques Tati rueda la película –comenta François Ede- el cine francés de la posguerra intenta reorganizarse y la idea del color empieza a germinar. Tati tenía su propia idea del color para esta película. Buscaba la neutralidad salpicada con manchas de color. Esta idea prefigura las investigaciones que finalizarán en 'Playtime' veinte años más tarde». Tras quince meses de trabajo y casi 50 años después de su estreno, 'Día de fiesta' logró recuperar sus colores originales, presentándose en una sesión especial en el Festival de Cannes.

En España la película en blanco y negro no se pudo estrenar hasta el 12 de julio de 1978. La versión restaurada en color llegó el jueves 28 de diciembre de 1995 a los hoy desaparecidos cines Renoir de Cuatro Caminos, en Madrid, en versión original subtitulada.

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